Este jueves 7 mayo 2008, en Salamandra Radio como homenaje al jazz boliviano presentaremos al grupo BOLIVIAN JAZZ y su disco de 1993 “Jazz Andino”. Este grupo paceño, en este disco tiene como integrantes a:
Gustavo Valera: saxo tenorLuis Guillén: batería, percusiónRolando Encinas: quena (miembro de Wara)Eynar Guillén: pianoKojy Hishimoto: zampoñasRené Saavedra: contrabajoMichael Riekenbrauck: saxo altoFernando Gallardo: piano
Víctor Hugo Guzmán: batería
Temas:
01 el lago sagrado02 despierta03 auqui jazz04 mañanero05 yungas
06 kusillo melancólico07 tinku08 sicuris de cristal09 pacha ajayu10 vírgenes del sol
El jazz no tiene definición. Es simplemente eso: jazz, así como suena. Y por tanto Bolivia tiene el suyo propio y su génesis andina osciló entre La Paz y Cochabamba, forjando historias paralelas. La historia del jazz en el país se consolida en la década de los 60 con el primer festival del género en La Paz. Desde entonces los artistas bolivianos buscan crear un estilo propio que aporte al contexto musical internacional.
Según Mario Eduardo Vargas, historiador musical en nuestro país, afirma que “la referencia al primer intento de música jazz en Bolivia se produjo en 1920. Dos aficionados la importaron de Estados Unidos: Carlos Arteaga Morris y Quico Oropeza. La colección de discos de 78 revoluciones se puso de relieve en presentaciones extraordinarias en centros nocturnos de la capital paceña. Pero el interés de patentizar un estilo —ya no basado en los blues o espirituals negros— surgió de un adolescente de 15 años en 1956: Johnny González Arteaga, sobrino de Arteaga Morris”. Sabido es que el maestro Johnny González organizó y protagonizó, en mayo del 68, en La Paz, el Primer Festival de Jazz que incorporó un repertorio con acompañamiento de instrumentos nativos como zampoñas y quenas. Así nació el famoso disco “Jazz a 4.000 Metros de Altitud”. Desde entonces, los músicos bolivianos buscan crear una identidad que diferencie a la música boliviana de las tendencias mundiales.
Nelson Peñaranda Bach afirma que no fue el disco, sino el cine, el medio por el cual la música jazz se infiltró en la cultura urbana cochabambina, según el testimonio que nos brindó a comienzos del 97. El primer toque que dejó este ritmo flotando en el campanario se habría producido en 1955, año en que llegó al Cine Capitol la película “Benny Goodman”, basada en la biografía del prodigioso clarinetista.
Cuenta Nelson Peñaranda: “Yo entonces tenía unos 10 años cuando fui a ver esa película. Y sucedió algo extraordinario: en una de las últimas escenas se ve a Benny Goodman dirigiendo su ‘big band’ que interpretaba ‘Sing sing sing’. Entonces estalló una psicosis colectiva dentro la sala. Los jóvenes que estaban sentados en las gradas de la galería comenzaron a pararse y chasqueaban los dedos mientras se movían al influjo del swing. Me corre la sangre al recordarlo”. “Visión Panorámica del Celuloide” se llamaba un programa radial, conducido por Peñaranda Bach, que los cochabambinos recordamos con el cariño de nuestra niñez, pues fue mediante él que adquirimos un precoz gusto por el buen cine y la mejor música.
Para Nico Peña, fundador del Thelonious Bar, hay mucho camino que recorrer para cumplir el objetivo de construir una identidad del jazz boliviano. "El argumento de que se ha creado en Bolivia el jazz andino no es real. El jazz en el mundo se ha nutrido de otras influencias sudamericanas como el tango argentino y el bossanova brasileño". Para Peña, el problema radica en que "los músicos del país sólo se dedican a interpretar el jazz, sin profundizar los elementos que conforman el género musical", a través de una investigación constante. El pianista Danilo Rojas señala que la identidad del jazz boliviano no se debe basar en la utilización de instrumentos autóctonos. "Es como si dijéramos que el rock boliviano no es boliviano porque no usa zampoñas", argumenta el músico, quien cree que serán los integrantes de la Big Band Juvenil los que revolucionarán el jazz boliviano.
Por su parte, Boris Vásquez, integrante de La Paz Big Band, sostiene que el jazz es universal y pertenece a quien lo interpreta. "Cada cultura aporta al jazz sus elementos. El jazz es único y le pertenece a quien lo interpreta. Por supuesto que si un boliviano toca jazz, el jazz adquiere características bolivianas. Los músicos estamos aportando para lograrlo".
Gustavo Valera: saxo tenorLuis Guillén: batería, percusiónRolando Encinas: quena (miembro de Wara)Eynar Guillén: pianoKojy Hishimoto: zampoñasRené Saavedra: contrabajoMichael Riekenbrauck: saxo altoFernando Gallardo: piano
Víctor Hugo Guzmán: batería
Temas:
01 el lago sagrado02 despierta03 auqui jazz04 mañanero05 yungas
06 kusillo melancólico07 tinku08 sicuris de cristal09 pacha ajayu10 vírgenes del sol
El jazz no tiene definición. Es simplemente eso: jazz, así como suena. Y por tanto Bolivia tiene el suyo propio y su génesis andina osciló entre La Paz y Cochabamba, forjando historias paralelas. La historia del jazz en el país se consolida en la década de los 60 con el primer festival del género en La Paz. Desde entonces los artistas bolivianos buscan crear un estilo propio que aporte al contexto musical internacional.
Según Mario Eduardo Vargas, historiador musical en nuestro país, afirma que “la referencia al primer intento de música jazz en Bolivia se produjo en 1920. Dos aficionados la importaron de Estados Unidos: Carlos Arteaga Morris y Quico Oropeza. La colección de discos de 78 revoluciones se puso de relieve en presentaciones extraordinarias en centros nocturnos de la capital paceña. Pero el interés de patentizar un estilo —ya no basado en los blues o espirituals negros— surgió de un adolescente de 15 años en 1956: Johnny González Arteaga, sobrino de Arteaga Morris”. Sabido es que el maestro Johnny González organizó y protagonizó, en mayo del 68, en La Paz, el Primer Festival de Jazz que incorporó un repertorio con acompañamiento de instrumentos nativos como zampoñas y quenas. Así nació el famoso disco “Jazz a 4.000 Metros de Altitud”. Desde entonces, los músicos bolivianos buscan crear una identidad que diferencie a la música boliviana de las tendencias mundiales.
Nelson Peñaranda Bach afirma que no fue el disco, sino el cine, el medio por el cual la música jazz se infiltró en la cultura urbana cochabambina, según el testimonio que nos brindó a comienzos del 97. El primer toque que dejó este ritmo flotando en el campanario se habría producido en 1955, año en que llegó al Cine Capitol la película “Benny Goodman”, basada en la biografía del prodigioso clarinetista.
Cuenta Nelson Peñaranda: “Yo entonces tenía unos 10 años cuando fui a ver esa película. Y sucedió algo extraordinario: en una de las últimas escenas se ve a Benny Goodman dirigiendo su ‘big band’ que interpretaba ‘Sing sing sing’. Entonces estalló una psicosis colectiva dentro la sala. Los jóvenes que estaban sentados en las gradas de la galería comenzaron a pararse y chasqueaban los dedos mientras se movían al influjo del swing. Me corre la sangre al recordarlo”. “Visión Panorámica del Celuloide” se llamaba un programa radial, conducido por Peñaranda Bach, que los cochabambinos recordamos con el cariño de nuestra niñez, pues fue mediante él que adquirimos un precoz gusto por el buen cine y la mejor música.
Para Nico Peña, fundador del Thelonious Bar, hay mucho camino que recorrer para cumplir el objetivo de construir una identidad del jazz boliviano. "El argumento de que se ha creado en Bolivia el jazz andino no es real. El jazz en el mundo se ha nutrido de otras influencias sudamericanas como el tango argentino y el bossanova brasileño". Para Peña, el problema radica en que "los músicos del país sólo se dedican a interpretar el jazz, sin profundizar los elementos que conforman el género musical", a través de una investigación constante. El pianista Danilo Rojas señala que la identidad del jazz boliviano no se debe basar en la utilización de instrumentos autóctonos. "Es como si dijéramos que el rock boliviano no es boliviano porque no usa zampoñas", argumenta el músico, quien cree que serán los integrantes de la Big Band Juvenil los que revolucionarán el jazz boliviano.
Por su parte, Boris Vásquez, integrante de La Paz Big Band, sostiene que el jazz es universal y pertenece a quien lo interpreta. "Cada cultura aporta al jazz sus elementos. El jazz es único y le pertenece a quien lo interpreta. Por supuesto que si un boliviano toca jazz, el jazz adquiere características bolivianas. Los músicos estamos aportando para lograrlo".