miércoles, 21 de julio de 2021

LINASERAS, ARTE CALLEJERO, SCOOTERS Y PUENTES PEATONALES EN LA CICLOVÍA NORTE  
Fotorreportaje VI                                                                              
                                                             Carlos Crespo Flores[1] INCISO-FACSO-UMSS. 
                                                             Marco A. Maldonado Ulunque [2] FACSO-UMSS

  Uno de los emprendimientos económicos que se mantiene estable, conectado con la ciclovía, son las linaseras. Más aun, permite matizar la tesis de la segregación urbana asociada a la ciclovía norte.

 Entre los naturistas, la linaza tiene muchas propiedades, desde laxante, anticancerígeno, control de peso, colesterol y diabetes, hasta mantenimiento de la piel, pero en la cultura popular valluna es muy popular para curar la resaca. Esta convicción de sus propiedades atraviesa clases y estratos sociales; hemos encontrado desde trabajadores, taxistas, empleados, oficinistas, hasta deportistas y transeúntes en general.

 Otro aspecto es que esta bebida se toma en la mañana temprano. La gente, antes de ir a su trabajo sacude un casco o vaso de linaza caliente, con limón al gusto. Hemos encontrado, dependiendo de la época entre 3 a 4 puestos de venta de linaza, entre 7 a 10 am, de lunes a sábado; ubicados normalmente en esquinas y cruces de calles y la ciclovía.

 Veamos uno de los puestos:


Como muestra la escena, no se requiere gran infraestructura para instalar un puesto de linaza: una mesa, detrás algunos asientos (para quienes lo toman con pan, a manera desayuno), los envases de plástico envueltos para mantener la temperatura. Buena parte de los clientes se lleva en bolsas de plástico, algunos, los menos, tienen un envase. Ambas mujeres mantienen distancia social, barbijo (la vendedora también). Al ser una actividad al aire libre, el riesgo de contagio es menor.

 En la siguiente imagen, mientras una se retira con su producto en la bolsa, la joven espera su linaza, del cual pagará Bs 2 el vaso. Mientras tanto, se acerca un peatón acompañado de su perro. 

En el caso de esta otra linasera, la oferta es más diversificada, pues vende también café, además incluye alfajores, sándwich. Y con mayores criterios de higiene: a diferencia de los otros puestos, acá el producto está en un termo, herméticamente cerrado. El esposo traslada el puesto diariamente, en el taxi plomo que vemos atrás. 
 
Otra casera de linaza, donde podemos observar intensa clientela. Nótese el joven tomando un casco de linaza con pan o sándwich. Esperando su bolsa de linaza, la señora de la izquierda, con barbijo, acaba de salir de un centro de fitness.
 

Momentos después se acercan dos jóvenes mujeres, que se llevan también sus respectivas linazas. Por el aspecto y la camioneta Toyota de la cual bajaron, son de clase media; pero como el resto, se adhieren a la cultura de la linaza.

 
En otro puesto, un trabajador de EMSA y un estudiante de UNIVALLE aprestándose a su dosis de linaza. Otra evidencia de que la linaza en la ciclovía va más allá de género, edad, religión, clase social.

 Hablando de emprendimientos, este año ha surgido un servicio de alquiler de scooters eléctricos, para quienes deseen circular por la ciclovía. Otro buen ejemplo de cómo este espacio puede generar actividades económicas no contradictorias con la conservación del arbolado y la biodiversidad.





Un artista callejero decía: “pocas personas van a exposiciones de arte hoy en día, el arte viene a ellos!” esa es la idea de esta expresión artística juvenil, su libre acceso y disfrute. Y la ciclovía nos brinda muchos ejemplos. He aquí una nueva muestra.













 En la historia local, los puentes en la ciudad de Cochabamba conectan, principalmente los del rio Rocha; lo urbano con lo rural, pobres de ricos, pero no siempre, como nuestros poetas lo sienten. Para Álvaro Antezana, el puente es “la excusa de las orillas”; en la misma mirada, según “Soldado Terán”, “un puente no comunica a parte alguna/Solamente se está entre las dos orillas/de la vida”. Y Lourdes Saavedra nos ubica: “Estoy en el centro, cruzando el primer puente de ninguna parte”.

 La ciclovía norte tiene sus puentes, que también conectan, o no. Acá se presentan algunos puentes de uso más peatonal. Unos son más estéticos que otros, los hay de estilo colonial, japoneses, cementados, metálicos, coloniales.











 

 



[1] Texto elaborado en el marco del proyecto Corredores Biológicos Urbanos (CBU), actualmente ejecutado por la red de Biodiversidad UMSS, del cual el INCISO es parte.

[2] Tesista del proyecto CBU.

martes, 13 de julio de 2021

UN POEMA NATURALISTA VALLUNO DE JAIME CANELAS Carlos Crespo Flores[1] INCISO/FACSO-UMSS

 Jaime Canelas López (1927-1961), poeta cochabambino, impulsor del movimiento Gesta Bárbara, en su segunda generación. Murió a los 33 años. Su amigo, Edmundo Camargo, otro de nuestros poetas fallecido muy joven, lo recuerda “montando su blanco caballo que al galope recorría los verdes campos de Paucarpata rumbo a las faldas del Tunari, a los sembrados y pesebres de Pairumani o a la pintoresca ciudad de Quillacollo…” (1961:VII).

 En el poema 5, el poeta cochabambino Jaime Canelas López, a manera de juglar, nos narra la historia de amor de un rey “distinto”, alegre, del cual dice ser su amigo. Este poema, una verdadera utopía naturalista, solo podía escribirla alguien que vive y conoce el valle; es la sensibilidad del escritor con el paisaje y naturaleza valluna que leemos en este hermoso texto. Para evidenciarlo, permítanme algunos apuntes sobre rasgos bioclimáticos de la naturaleza y paisaje valluno que aparecen.

 ¿Cómo es el rey alegre? Tiene la estatura del jacinto, llamada así en la zona de Paucarpata, donde residía, a una planta larga, con flores de agraciado color ciclán.

 Sin la lluvia la vida no podría reproducirse en el valle, con ella el júbilo ilumina Cochabamba y su entorno; ahí radica la fuente del poder real. Es la voz de mando en el valle, pero es un poder productivo y alegre. Más aun, nuestro rey, en un vozarrón cariñoso, canta y ríe como un terebinto, esa noble especie forestal del valle, injerto de molle en sauce, que por lo demás retrata nuestro mestizaje. Y cuando el rey se enoja, el granizo es la expresión de su dominio, poder y jurisdicción. Efectivamente, en el imaginario popular, el granizo es señal del mal humor de las divinidades.

 La estación de la primavera en el valle es la bendición, pues el benigno clima emerge vistoso. Por eso, en la narración aparece como el obispo del reino. Por su parte, el verano seguramente es el mejor periodo del valle en el año: la temporada de lluvias se halla en su esplendor, las diversas cosechas emergen, la gente modifica su humor, como Adela Zamudio lo describió brillantemente en más de uno de sus cuentos. Su rol como padrino de la novia, por tanto, es fundamental.

 La tarde valluna es el mejor momento del día; la luminosidad del sol cochabambino es brillante, pura y limpia, el paisaje es reluciente y cautivante. De esta manera, solo podía ser la novia del rey alegre. Asimismo, un momento áureo y musical del día valluno es inmediatamente a la salida del sol, la luz sonrosada emergente, la aurora; digna de acompañar con un “canto íntimo” la forja del anillo de bodas. Y el poeta lo sabía.

El Rocha, principal río del valle cochabambino, es el padre de nuestra futura reina, la tarde valluna. De ahí venimos, del agua, nuestros antepasados decidieron vivir aquí, en las riberas del “Jatun Mayu” y sus innumerables tributarios, lagunas, vertientes.

 Canelas asocia el árbol con la justicia; claro, es la sabia imponencia del árbol valluno, que beneficia por igual, a ricos y pobres, hombres y mujeres, indios, cholos y criollos. El poema destaca a un tipo de especies arbóreas y arbustivas del valle cochabambino, los frutales; diversos en tamaño y forma, con frutos multicolores, sabrosos, seductores. Por ello es hermana de la tarde valluna, la novia del rey alegre. Pero también aparece el árbol de magnolia, especie forestal distribuida en toda América, y muy popular en los jardines y huertas de la ciudad de Cochabamba y entorno; es famosa por la fragancia de su flor blanca, profunda, seductora, embriagante, seguramente así era la guitarra del rey. Por otro lado, el rey alegre anuncia su boda desde un balcón de olivo, árbol noble, muy productivo, de larga duración, que los españoles trajeron al valle.

 “Traje dominguero”, se llamaba entre los sectores populares en los 60’s, al hecho de vestir el mejor traje que uno tenía, durante ese día de descanso. Nuestro elegante soberano, viste “todo un tiempo de domingo”.

 De Cochabamba y su paradisíaco valle, que cautivó a poetas, escritores y amantes, solo queda en nuestra memoria. Del rey alegre solo tenemos su “recuerdo exquisito”. Pero, como en todo hermoso recuerdo, guardado en el rincón del olvido, puede resurgir en cualquier momento, depende de nosotros. 

5

  JAIME CANELAS LOPEZ

 

Este era un rey que tenía

cien vidas de regocijo.

Montado en blanco caballo,

consocio del optimismo.

Su alcázar no era de roca.

Su reino no era finito.

Este era un rey que tenía

la gracia de ser distinto.

Cuarteles hechos de risa

con ejércitos de niños.

Su voz de mando era lluvia.

Su potestad fue granizo.

Tenía un mundo de seres

bajo su vasto dominio,

subyugados con el yugo

de su inefable cariño.

Pues si era grave la ofensa

porque impartía castigo,

la enormidad de su dicha

sellaba más compromiso.

Este era un rey que vestía

todo un tiempo de domingo.

 

Tal vez la crónica nueva

no registre su destino.

Pues se olvida lo que es puro,

si lo impuro está en su sitio.

Sus árboles eran jueces.

La primavera su Obispo.

Este era un rey que tenía

la gracia de ser distinto.

 

Cuando cantaba o reía

su voz era un terebinto.

Su guitarra una magnolia.

Su estatura de jacinto.

Cuando la corte obsequiosa

le hizo forjar un anillo,

las campanas de la aurora

plañeron un canto íntimo.

Y el rey anunció sus nupcias

desde el balcón de un olivo.

 

Su novia fue, si no sabes,

la tarde de sol y armiño[2].

Hermana de los frutales

Primogénita del río.

Verano fue, si no sabes,

su padrino de bautizo

 

Cuando la historia del mundo

caiga al fondo del abismo.

Cuando del vientre del cosmos

surja un mundo más cumplido[3].

La imagen del Rey alegre

será un recuerdo exquisito

Se contarán sus anécdotas

todas en tono festivo,

aunque tal vez haya alguno

que crea que esto es ridículo.

¡Este era un rey de quien tuve

la suerte de ser su amigo.

 

(De “Romance del Rey Alegre y otros poemas”. En Las Transfiguraciones. 1956. Pp. 75-76)

 

 


 IMAGEN: Paisaje que mira sobre el valle de Cochabamba-NN.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Texto que forma parte del proyecto Corredores Biológicos Urbanos, actualmente ejecutado por la red de Biodiversidad UMSS, del cual el INCISO es parte.

[2] Armiño. Cosa pura y limpia (RAE)

[3] Cumplido. Lleno, cabal, completo, perfecto (RAE)

jueves, 8 de julio de 2021

ALIMENTARSE EN LA CICLOVÍA, SUS IMPACTOS Y MANTENIMIENTO. Fotoreportaje V Carlos Crespo Flores (INCISO-UMSS)

Comideras

Un particularismo de la cultura del valle, que atraviesa clases y estratos sociales, es la seducción gastronómica. En el entorno inmediato a la ciclovía norte se pueden encontrar varios puestos de comida. Ubicados en lugares estratégicos, como nodos de conexión, encontramos principalmente platos “mañaneros” así como almuerzos, a precios populares. En algún caso, se aprovecha el arbolado a manera de protección solar. A estos lugares acuden trabajadores de la zona (albañiles, por ejemplo), gente haciendo trámites y transeúntes.





 












 Asimismo, encontramos kioscos, como el de Tupuraya.


El mayor impacto ambiental generado son los residuos, no siempre recolectados adecuadamente. Por otro lado, la higiene del servicio no es de las mejores.

 Comportamientos ciudadanos negativos

En el recorrido de la ciclovía norte, es común observar residuos tirados sobre la vía y los bordes. Es la expresión de un comportamiento ciudadano ambientalmente negativo, que afecta el paisaje y la calidad ambiental. Falta de educación? Percepción que no valora el entorno? Hay más de una explicación para tales actitudes.





 Asimismo, se lo puede ver como un ejemplo de “tragedia de los comunes”: un espacio público, donde, ante la falta de reglas claras y operando, los actores socializan las “externalidades” (los residuos), luego de un beneficio privado (el consumo).

 Mantenimiento de la ciclovía

A fines de los 60’s vivía en la zona de Las Cuadras. Entre mis amigos se encontraban hijos de trabajadoras barrenderas de la Alcaldía, seguramente el oficio más bajo y estigmatizado de la estructura institucional municipal. Las llamábamos “pichiris”, palabra derivada del quechua, “pichay” que significa “barrer”.


Las “pichiris” del siglo XXI tienen a la ciclovía como uno de sus territorios laborales. Martes y jueves las podemos ver, acompañadas por un varón “carretillero”, afanosas, esgrimiendo con maestría la tradicional escoba de paja.





Otro noble oficio de los servicios municipales, aunque poco valorada, son las jardineras. La mayoría son mujeres. Mantener el pasto, plantas ornamentales, arbolado, arbustos, es su tarea principal.


En ambos casos, estamos hablando de trabajos del cual dependen la limpieza y calidad ambiental de la ciclovía. Un adecuado mantenimiento contribuye a mejorar el paisaje no cementado, por tanto, al equilibrio físico y mental de los usuarios.



“Pichiris” y jardineras, dos oficios que en lenguaje de David Graeber[1], aportan al bienestar de la sociedad, por tanto, son necesarios para el común.

 Complementariedad de área verde con ciclovía

En la ciclovía norte encontramos varios espacios verdes protegidos (parques y áreas verdes). Ambos proveen servicios ecosistémicos, que se complementan y potencian sinérgicamente. La imagen es de un área verde cerca al “Pueblito”. Su ubicación y facilidad de acceso la torna complementaria al recorrido de la ciclovía, como espacio de descanso. 


 

Cochabamba, julio 2021



[1] Graeber, David (2018) Trabajos de mierda. Una Teoría. Editorial Ariel. 432 pp.

jueves, 1 de julio de 2021

DE LA “CHOLA FLORA” A LA CONTAMINACIÓN PAISAJÍSTICA, VIGILANCIA Y VELOCIDAD EN LA CICLOVÍA NORTE (Fotoreportaje IV) -Carlos Crespo Flores INCISO-UMSS-

La “Chola Flora” es una chichería calacaleña tradicional, famosa por su chicharrón principalmente. Ubicada en la esquina de la ciclovía y calle Illapa (ver croquis), a una cuadra de la Av. Simón López, se ha convertido en un punto de referencia local, muy conocido por la población urbana cochabambina. Una suerte de nodo, en el sentido de Kevin Lynch. Los dueños han forestado la parte sur, cercana a la ciclovía, con diversidad de especies, mejorando el entorno. 







 


A lo largo del recorrido de la ciclovía norte, en su entorno inmediato, se observan letreros propagandísticos. Como muestra la siguiente imagen, los diseños contradicen el sentido más ecológico, saludable de la cicloruta. Ejemplo de contaminación paisajística o visual. 





 

En algunos puntos se han instalado sistemas de cámaras, para los choques, pero fundamentalmente el control de la delincuencia. Cada vez más la población demanda estas cámaras y el estado lo promueve, en un contexto de una sociedad que se “autoencierra”. De esta manera se configura un espacio urbano vigilado, donde la cámara es también un dispositivo de control permanente de la gente, del vecino común.






Todo es cuestión de velocidad. Los motorizados se han impuesto en la ciudad, entre otros factores, por la velocidad, o la promesa de ella, desplazando paulatinamente a la bicicleta y al peatón. En la ciclovía estas relaciones de poder ya se observan, con la aparición de las bicicletas y skates con motor de litio; por la velocidad que llevan, empiezan a convertirse en un peligro para las ciclistas y peatones que circulan por la vía.





 

Otra grave amenaza son las incursiones, cada vez más frecuentes, de las motos. Los motoqueros de los “deliverys” han convertido en su ruta preferida para acortar rutas.