martes, 17 de diciembre de 2013

St. Pauli F.C. de Hamburgo: Una hinchada que ondea la bandera pirata



 Camilla Galbiati

[Versión adaptada y traducida al castellano por la Redacción de El Libertario, en base al texto original publicado en A - rivista anarchica, # 383, octubre 2013]

¡Todavía hay rebeldes que enarbolan la Jolly Roger! Pero si usted quiere encontrarlos en las cristalinas aguas y playas del Caribe, olvídelo: tienen su reducto en un pintoresco distrito del puerto germano de Hamburgo.

El barrio de St. Pauli se encuentra al oeste de esa ciudad, con vistas al río Elba, y es parte del puerto. Sus embarcaderos, conocidos como los "St.Pauli-Landungsbrücken", alcanzan una longitud total de 700 metros. En el barrio se encuentra la entrada a la Alter Elbtunnel, un túnel bajo el río Elba, que con sus 426 metros permite el cruce subterráneo del estuario.

Como todas las ciudades portuarias, siempre ha acogido a marineros de distintas nacionalidades, que pasaban su tiempo vagando por el barrio para pasar un buen rato antes de que se cargasen las naves y tornaran a la mar, por lo que el distrito tiene reputación como centro de entretenimiento, siendo una de sus calles la Reeperbahn, la famosa calle en las luces rojas.

La población se formó en gran parte por los trabajadores portuarios y las condiciones de pobreza que caracterizaron la zona perduraron hasta los años de 1970. Hoy en día hay muchos estudiantes que viven en St. Pauli, especialmente atraídos por los bajos alquileres, lo que permite que el distrito mantenga una cierta vitalidad intelectual. A pocos pasos de la Reeperbahn se encuentra en una zona citadina conocida como la Heiligengeistfeld, famosa por su feria que tiene lugar tres veces al año con una duración total de seis meses; dentro de esta área se ubica el Millerntor-Stadion, escenario donde, cada dos semanas, se congrega la hueste pirata.

Pateando al balón y al fascismo

El St. Pauli nació en 1910, pero el verdadero punto de inflexión se produjo en los años 80. En esa época, el campo donde juega se mueve a la zona portuaria. Por otra parte, muchos antiguos residentes se trasladaron a zonas menos pobres de la ciudad, así que okupas, punks y artistas pasaron a habitar las numerosas casas abandonadas. Pronto, el estadio se convirtió en un lugar de reunión para los residentes locales que comenzaron a apoyar al club de fútbol St. Pauli agitando la bandera Jolly Roger con el cráneo y las tibias cruzadas. La leyenda dice que la enseña pirata fue adoptada por los partidarios después de una broma hecha a los jugadores por un grupo de ocupantes ilegales, y desde entonces la bandera negra nunca ha dejado de agitarse no sólo en los partidos, sino también como símbolo de identidad del barrio.

A partir de allí, la primera acción del club y los aficionados fue cerrar las puertas del estadio para los "fans" de la extrema derecha. El fascismo, el racismo y el sexismo no se toleran dentro del estadio ni en las calles del barrio, donde una gran pared acoge un graffiti que proclama la consigna "Kein mensch ist ilegal", "Ninguna persona es ilegal". Lo que da vida al St. Pauli no es sólo una fe futbolística, sino una verdadera filosofía, como lo demuestra la modalidad de gestión del club, casi única en Europa. Debemos recordar que el St. Pauli es un club deportivo que impulsa muchas actividades deportivas, como tenis de mesa, rugby y patinaje artístico de la mujer: la gestión de todas estas actividades está completamente en manos de los aficionados.


Cuando el jugador # 12 es el # 1


Hace unos veinte años, sus aficionados dieron a luz a Fanladen, la coordinación de clubes de seguidores, a raíz de la decisión de la dirección del equipo para construir un nuevo estadio en otra zona del distrito. Esto provocó numerosas protestas que impidieron la realización de ese proyecto. El Fanladen es totalmente independiente del club y tiene algo así como 14.000 aficionados asociados, de los cuales un millar de mujeres. De vez en cuando se invita a los representantes de los aficionados a reunirse para discutir las opciones económicas y políticas del club y para elegir al presidente y los directores. Además, el Consejo de Administración se reúne regularmente con el Fanladen, con clubes de seguidores y con las parroquianos de la taberna Jolly Roger, histórico local donde se reúnen los hinchas de la divisa.

Entre las decisiones tomadas por los fans hay algunas respecto a las cuales son intransigentes: no hacer ninguna clase de negocios con fabricantes de armas ni de tabaco, el nombre del campo (Millerntor-Stadion) no se puede vender, y, finalmente, 7-8 minutos antes del saque inicial, no se permite hacer publicidad en el interior del estadio, ya que este tiempo será utilizado por la hinchada para crear atmósfera. En resumen, el fan de St. Pauli merece y recibe una atención especial, como nos muestra el último proyecto desarrollado por la afición junto al club: la creación de un espacio dentro del Millerntor llamado Fanraume, que podría convertirse en "un punto de encuentro, un centro comunitario en el interior del estadio", para citar las palabras del vicepresidente George Spies.

Una afición que sabe cuándo pasar a la acción

El St. Pauli, con sus 20 mil asociados, lleva a cabo importantes acciones sociales dentro del vecindario. En primer lugar ofrece lecciones semanales de fútbol para los niños, dirigida principalmente a la población  en situación socio-económica más vulnerable. También hace un par de años abrió una guardería llamada "Nido de Piratas", que recibe todos los días a un centenar de niños de 0 a 6 años. El servicio está disponible incluso durante los partidos, por lo que los aficionados podrán dejar a sus hijos durante unas horas: situación poco frecuente, porque el club tiene un gran número de pequeños partidarios que se agolpan en las gradas junto con mamá y papá.

Lo anterior también fue una de las cuestiones que llevaron a la gente a protestar energicamente cuando el rico propietario del Susis Show Bar, famoso local de baile erótico en Hamburgo, alquiló un "box" (espacio reservado) dentro del estadio donde irían " sus" strippers a actuar para los secuaces que él invitase a "ver" el partido. Esta fue la respuesta de la afición pirata: "Les pedimos que cancelen el contrato con el club de striptease Susis Bar Show [ ... ]. Si, queridos directores del club, Ustedes no actúan de acuerdo a nuestras demandas, vamos a entrar en resistencia abierta, vamos a ser el palo que tranque la rueda". Esta declaración pública demuestra lo importante que para esta afición es el anti-sexismo, nada extraño considerando el número de mujeres entre quienes siguen al club. Por ello los y las piratas se han manifestado abiertamente en contra de la mercantilización del cuerpo femenino, con la promesa de crearle problemas al St. Pauli si hubiera mantenido ese denigrante contrato.

Un lugar simbólico para el barrio es el Jolly Roger, punto de encuentro para los aficionados, que llegó a las noticias por los muchos ataques sufridos a manos de la extrema derecha. El más llamativo sucedió en 2011: cerca de la medianoche del dia antes al derby St. Pauli vs. Hvs, más conocido como "los primos ricos del Hamburgo", una columna de 200 hooligans recorrió sin ningún obstáculo las calles que llevan desde Hans-Albers-Platz al Jolly Roger. En ese momento en que el local es agredido con gran violencia los piratas responden al ataque, aunque luego deciden retirarse para evitar más daños a los comercios y viviendas de la zona. Los neo-nazis han sido capaces de atacar el Jolly Roger impunemente a pesar de que hay una sede policial a unos pocos cientos de metros del pub. Pero agresiones como esa no quedan en el olvido, pues según informa la página web de hinchas genoveses del St. Pauli: "Para los partidarios de St. Pauli, esto significa que la protección de las tiendas y las edificaciones del barrio debe ser y será organizada de manera independiente de la garantía supuestamente constituida por la policía. Una policía sobre la que es ahora necesario abrir una investigación que revele las razones de esa conducta extravagante, por así decirlo, para los estándares de transparencia operativa que debe seguir un servicio público tan delicado".

Con ritmo y con aliento

No se puede pasar por alto el vínculo que el St. Pauli tiene con la música y recordarlo con las palabras un fan absoluto, Colin Abrahall (cantante de los Gbh, conocido grupo punk británico de la segunda ola del punk de los 80): "St. Pauli es un club de fútbol punk rock". De hecho, el enfoque tradicional de los aficionados para recaudar fondos es organizando conciertos de música punk-rock no sólo en locales del vecindario, sino también en el propio estadio, como ocurrió en el verano de 2010, cuando el Millerntor se llenó con 22 mil personas en la celebración del aniversario del centenario del equipo.

Pero el compromiso social y político del St. Pauli está siempre en primer lugar. En 2011, sobre las tribunas del Millerntor se exhibe una pancarta que decía : "St. Pauli está con la preservación de las montañas. ¡No TAV!" (TAV = Tren de Alta Velocidad). El 16 de marzo de 2013, en Berlín se organizó un partido entre el FC Union Berlin y el FC St. Pauli, allí, en recuerdo a la más reciente víctima de los nazis, los fans de St. Pauli llevaban un letrero que decía: "¡Dax vive! Asesinado por ser militante antifascista". Por último, una de las últimas acciones de los piratas, apenas unos meses atras, es haber expuesto durante un partido pancartas en contra de la homofobia, acompañadas de una gran cantidad de banderas con los colores del arco iris, expuestas con el slogan: “It's ok to be gay” ("No está mal ser gay").

En un momento en que muchos mensajes reaccionarios y de ultraderecha aparecen en los estadios, los fans de St. Pauli, alemanes rebeldes, son un ejemplo que debe ser seguido tanto en el fútbol europeo como en el resto del mundo.

Un equipo que ha jugado pocas veces en la Bundesliga (1ra. división), incluyendo apenas un par de temporadas en el nuevo milenio (2001/2002, 2010/2011), cada vez con descenso a la temporada siguiente, afrontando el riesgo de quiebra varias veces y logrando recuperarse con la ayuda de sus fans. Un equipo sin grandes jugadores, pero que fue capaz de hacer que el estadio recuperase para el vecindario la función de lugar de encuentro natural y de integración para crear solidaridad, ayuda y apoyo a los pobres y los marginados, que valientemente cerró las puertas de su estadio al fascismo, la homofobia, el racismo y el sexismo como el que se tolera en tantos otros campos de juego. Por ello, no nos queda más que animarles al grito de ¡piratas, al abordaje!...



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