Carlos
Crespo Flores
A
lo largo de su historia, hubo varios intentos por desecar la Laguna Alalay -lo
que queda de los ecosistemas acuáticos del valle bajo cochabambino- y darle
usos agrícolas y urbanos. Uno de los últimos fue el intento, frustrado, del alcalde "topadora" Humberto
Coronel, de urbanizar el espejo de agua.
Hoy
se busca alcanzar el mismo objetivo, con otros medios, lenta y
subrepticiamente, con apoyo y legitimación de la autoridad municipal, amparados
en una ideología deportista, detrás de la cual solo hay explotación privada del
área y corrupción. Los comodatos deportivos se están avanzando al centro de la
laguna, o lo están proponiendo, en algunos casos como parte de los juegos
ODESUR, como evidenció una inspección realizada el pasado 4
de diciembre, por parte de activistas e investigadores de la UMSS, entre ellos
del CESU.
En primer lugar, se ha
observado un avance general de los comodatos deportivos sobre el espejo de
agua; han sobrepasado el área concedida. Por otro lado, continúa ingresando
material de construcción que es aplanado, elevando el nivel de la orilla y
habilitada como espacio deportivo. Los equipos Wilsterman y Aurora tienen
proyectos megalomaniacos de ampliación de sus comodatos –el del Aurora ha
concluido-, con canchas sintéticas, infraestructura de cemento e inclusive
barreras en las orilla. Las ligas deportivas con comodato en la parte sur están
alistando un pliego para construir las canchas en dirección sur norte,
entrándose hacia el espejo de agua y zonas de anidación. Una asociación de golf
con comodato en la parte sud-este está realizando mediciones, con apoyo de la
alcaldía municipal, para ampliar su área de concesión detrás de las canchas
deportivas, también dentro el espejo de agua. En su labor van cortando molles,
otra especie protegida por ley.
Esta nueva ofensiva
contra la laguna alalay es protegida, regulada, incentivada y protegida por el
mismo gobierno municipal, directa o indirectamente. No solo que los comodatos
han sido aprobados por la autoridad municipal, sino que la presencia de la
policía ambiental, llamada a proteger el área, es precaria, pues no hay el
número de funcionarios ofertado por la empresa concesionaria, ni cuentan con
equipamiento adecuado, como bicicletas o radios. La insuficiente vigilancia es
notoria cuando se observa la presencia de escombros de tierra para ser rellenados,
la vandalización reciente de señalizaciones, el abandono de los observatorios
de aves, la presencia de jaurías de perros en las zonas de anidación,
alimentándose de huevos y polluelos.
Una general sensación
de abandono en el lugar, es la percepción que tuvo la comisión. No solo por la
basura; letreros y basureros instalados a lo largo del espacio protegido hace
un año están gravemente deteriorados, debido a la mala calidad de los materiales
utilizados. La contaminación
paisajística de un oxigenador que ha dejado de funcionar -pues creaba más
repollitos de agua al remover la profundidad-, es mudo testigo de las
genialidades de los técnicos; una compuerta en la parte oeste en mal estado, a
pesar de tener un año de instalación, o los canales de ingreso y salida sin
mantenimiento, verdaderos focos de infección por la acumulación de aguas
estancadas, completan el paisaje lúgubre de la zona. Más allá, un pequeño grupo
de trabajadoras del PLANE –menor a lo ofertado por el municipio, intenta
tímidamente enfrentar una tarea que parece titánica. Por acá, dos viviendas ilegales
dentro la zona protegida, que deberían ser demolidas y más bien se están
consolidando.
Mientras tanto la
riqueza ornitofaunica está seriamente deteriorada. Solo el último tiempo han desaparecido
por lo menos diez especias de aves, y el número de ejemplares que visita la
laguna también está reduciéndose. Con el ingreso de aguas servidas, la no
renovación de sus aguas, la eutrofización de la lagua se ha acelerado. La
laguna Alalay se nos muere.
(Artìculo publicado originalmente en el periódico Los Tiempos (13/12/2014)
Imagen: Laguna Alalay 1917
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