jueves, 22 de enero de 2015

LOS TIRANOS DEL PENSAMIENTO -texto de Cesareo Capriles

Cesareo Capriles

El caso del agregado militar de la legación chilena, nos induce a reflexionar sobre los peligros que entraña aun la libre manifestación del pensamiento; peligros reales que nos dan la triste convicción de que el siglo veinte ha arrastrado, todavía, entre otras muchas taras, el espíritu inquisitorial de la edad media. ¡Sí, penoso es confesarlo; pero los mismos civilizados que se horrorizan a la sola idea de lo que fueron los autos de fe, están dispuestos a quemar a los que no piensan patrióticamente!

Hoy se puede hablar y se puede escribir contra todas las creencias religiosas, sin que se extrañe nadie; y si por excepción se desmanda un fanático, los mismos creyentes lo repudian, porque ya se sabe que el único medio de defender los dogmas es el razonamiento. Al herético se le ataca hablando o escribiendo; pero no se lo mata.

¿Por qué, pues, no se puede hablar contra la patria? ¿Hay alguna razón para que quien no cree en ella subordine su pensamiento al de los que en ella creen? ¿Acaso será cuestión de número, y los noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve cerebros patriotas tienen derecho a oponerse al funcionamiento de un cerebro que no piensa patrióticamente, dado que la proporción sea de uno por cien mil o más?

En el campo de las ideas: dios, religión, patria, ciencia, &, &, son conceptos de igual valor y siempre habrá cerebros que admitan unos y rechacen otros, sin que ninguna fuerza sea capaz de hacerlos admitir o rechazar aquellos que no se subordinen al proceso de su organización, que ha sido determinada por muchos factores: fisiológicos, psicológicos, educativos &. &.

¿Por qué, pues, se arroga esa inmensa mayoría de patriotas el derecho a aplastar a quien no acepta la idea de patria, cuando precisamente para cimentarla nos hablan siempre de Derecho y Libertad? I a este propósito, bueno será hacer notar que quienes no conceden derecho a que se piense contra la patria, son los mismos que en todos los países no quieren que se despierten en las grandes masas, los sentimientos de confraternidad a través de las fronteras.

Y aparejada a la intangibilidad de las patrias, nos presentan la intangibilidad de los ejércitos. Decir de estos lo que el Rector de la Universidad de La Paz ha dicho del ejército chileno: “payasos prusianos” y “ejércitos aguerridos en el crimen”, es exponerse a que salte la opinión pública airada en demasía y un oficial pundonoroso rete a duelo, aunque esté en la conciencia humana que el fin de los ejércitos es el asesinato colectivo y que el uniforme militar se aproxima más a lo ridículo cuanto más nos alejamos de los tiempos en que las plumas y colas de caballo engalanaban a los hombres.

A quien piense contra la patria no se le debe combatir sino con razones, y a quien hable contra los ejércitos no se le debe desafiar, a menos de que patriotas y militares sean siempre los tiranos del pensamiento; y, también, porque ¿Quién sabe! Si sin estos dos últimos ídolos la humanidad sería menos infeliz.


(Publicado en la Revista Arte y Trabajo; Cochabamba, Año 2, No 37; Mayo, 1922)

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