Jorge
Komadina Rimassa
En 2015, la Universidad
Mayor de San Simón (UMSS) vivió uno de conflictos más prolongados, complejos y dramáticos
de su dilatada historia. El problema comenzó el 7 de abril cuando el Consejo
Universitario aprobó la Resolución 01/2015 que titularizó a los docentes
extraordinarios, obviando el requisito del examen de competencia previsto por su
estatuto orgánico. Esta medida fue contestada por la Federación Universitaria
Local por medio de marchas, huelgas de hambre y sobre todo por la ocupación del
campus universitario que impidió el desempeño normal de las actividades
académicas por más de cuatro meses. Uno de los saldos trágicos del conflicto
fue la muerte cerebral del estudiante de agronomía John Copaga como
consecuencia de una desastrosa intervención policial. El 1 de agosto, el
Consejo Universitario dejó sin efecto la aplicación de la mencionada Resolución
y los estudiantes levantaron sus medidas. No obstante, de acuerdo al argumento
que expondré a continuación, el conflicto de la titularización docente fue
apenas el factor desencadenante de una profunda crisis institucional, cuyas causas
estructurales pueden objetivarse en
varios planos.
1. A diferencia
de otras situaciones que se produjeron en el pasado, la crisis de 2015 no estuvo
determinada por la confrontación entre la universidad autónoma y el gobierno:
las causas de la crisis son predominantemente internas. Recordemos que en el
pasado la identidad de la universidad se definía por su oposición a los
gobiernos de turno, sobre todo durante el ciclo del autoritarismo militar. Estas condiciones crearon una cultura de
conflicto en la universidad pública. En otros momentos históricos, la palabra
“autonomía” tenía una connotación subversiva, movilizadora y democrática. La
instalación de la democracia representativa y la emergencia de nuevos actores
políticos, campesinos e indígenas han desarmado en cierta manera esa
confrontación secular. Durante los gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS),
desde 2006 hasta el 2015, este antagonismo se ha atenuado (aunque no ha
desaparecido completamente) en razón a la amplia legitimidad del gobierno
expresada, por una parte, en las contundentes victorias electorales del MAS y,
por otra parte, en el profundo arraigo que ha suscitado el “proceso de cambio”
entre las organizaciones de campesinos, indígenas y obreros. Los gobiernos de
Evo Morales han cumplido -por lo menos en términos relativos- con el Artículo
93 de la Constitución Política, que establece la obligatoriedad del Estado de
subvencionar suficientemente a las universidades públicas, con fondos
nacionales.
2. En 2015 San
Simón vivió una grave crisis de gobernabilidad que en un sentido laxo puede ser
calificada como de anomia institucional debido a los vacíos y contradicciones
en las normas y reglamentos vigentes. Esta noción no debe ser entendida avant la lettre como ausencia total de
leyes, sino como un momento complejo y casi caótico de transición entre un viejo y un nuevo
orden. Las viejas normas han perdido su fuerza y no pueden contener a las
nuevas dinámicas sociales, esta situación genera un estado de confusión, según
la conocida interpretación de Emile Durkheim.
Sea como
fuere. el estatuto orgánico de la UMSS solo se cumple parcialmente y con
frecuencia es interpretado de manera antojadiza y sesgada por los órganos de
cogobierno. Existen muchas evidencias que sustentan esta afirmación: el
sistemático incumplimiento de la convocatoria al Congreso Universitario (que de
acuerdo al estatuto debe ser reunido cada dos años) y la aprobación de
resoluciones de Consejo Universitario que no le competen según las normas,
entre otras. Las reglas no se cumplen, se negocian o eluden sistemáticamente. En
consecuencia, el principal desafío es cambiar el estatuto orgánico y los
reglamentos estratégicos, adecuándolos al nuevo contexto de la educación superior en Bolivia y el
mundo.
3. Este cuadro anómico
ha provocado una crisis de legitimidad de las autoridades y de los órganos de
poder legítimos de la universidad. Asimismo, la universidad pública ha sufrido
la erosión del sistema de creencias y valores que fundan la comunidad
académica, esas visiones contenidas en el ideario reformista, forjado en
Bolivia desde 1928, han sido sustituidas por una representación de la
"U" como un campo de guerra donde moran "enemigos" que
deben ser derrotados. De acuerdo a una feliz expresión de Nelson Ferrufino, San
Simón ha perdido su Ethos y vive en
una situación de anomalía permanente.
4. La expresión
a la vez más prosaica e insidiosa de la crisis es la encarnizada lucha por el
poder universitario. Ciertamente, el
poder es el núcleo estructurador de universidad, y es la clave para explicar el
permanente vaivén entre el orden y el desorden. Pero el poder “real” no radica,
como sería deseable, en los órganos formales de co-gobierno, sino en la
capacidad de presión de los estamentos, las autoridades, los partidos políticos
y las facultades. El sistema político interno basado en la autonomía y el
cogobierno ya no puede procesar las demandas de los actores ni puede resolver
los conflictos en el marco institucional. Las normas internas no se cumplen,
sea porque su obsolescencia las vuelve inaplicables sea porque ellas son
"negociadas" para satisfacer las presiones de los gremios y
facultades. Los cortocircuitos y bloqueos del sistema formal de gobierno han
sido reemplazados por una suerte de orden fáctico, clientelar y prebendal,
siempre al borde de la crisis, constituido por transacciones y equilibrios
entre los grupos de presión. El rasgo predominante del quehacer político universitario
es la intransigente lucha corporativa, cuya finalidad es la captura de recursos
públicos, espacios de poder, privilegios y canonjías.
En los
últimos años los gremios docente, estudiantil y administrativo han fortalecido
sus capacidades para agregar demandas y ejercer su autoridad fuera de los
órganos formales de gobierno. Es triste decirlo pero las opiniones de los
académicos no tienen ninguna relevancia en la toma de decisiones. Adicionalmente, la inercia en la relación con
el Estado y las formas difusas de conexión con actores externos (el sector
productivo, por ejemplo) han culminado en escenarios de aislamiento que
nuevamente han convertido a la universidad en una torre de marfil que se eleva
por encima de los ciudadanos y de las organizaciones de la sociedad civil.
¿Y el
movimiento estudiantil? Desde la I Convención de estudiantes universitarios de
Bolivia realizada en 1928, el movimiento estudiantil se constituyó en un actor
importante en el campo político, particularmente en la década de los años 70 y
80 cuando conformó un bloque democrático con el movimiento obrero; la universidad
pública era asimismo un potente emisor ideológico de referencia para los
movimientos sociales y los partidos de izquierda. Pero a lo largo del “proceso de cambio” los
movimientos campesinos e indígenas se han
convertido en sujetos protagónicos y han ocupado no solo el centro de la
política, sino también del Estado. Este proceso ha provocado la desarticulación
del movimiento universitario y ha disminuido la importancia política e ideológica
de la universidad, estructurando un nuevo patrón de conflictividad que tiene
sobre todo características gremiales. El estamento estudiantil, el actor más
elocuente del proceso del largo y accidentado proceso de la reforma
universitaria, ha extraviado su horizonte político e ideológico y ha encallado
en la política de las “cosas pequeñas”, en la lucha por demandas sectoriales.
5. La crisis
también se ha manifestado en la constante degradación de la función académica,
que es supuestamente la “razón de ser”
de la educación superior. Si bien la
ausencia de mecanismos meritocráticos y transparentes de selección docente
constituye una variable importante para explicar el deterioro de la calidad en
la enseñanza, también intervienen efectivamente otros factores: la
masificación, la obsolescencia de los planes de estudio (basados en el modelo
de asignaturas aisladas), la separación entre la teoría y los problemas que
plantea la sociedad, la debilidad del sistema de investigación, la didáctica
memorística. Otra de las facetas de la crisis académica es el predominio de la
“función social” (el acceso masivo a la enseñanza superior) en detrimento de lo
que puede llamarse la “función cognitiva”. La actual estructura académica, mal
que bien, ha sido forjada para procesar la demanda masiva de títulos
académicos, es profesionalizante y escolástica; sin embargo, no es adecuada
para generar conocimientos, tecnología, pensamiento social, arte y cultura.
Aquí también puede aplicarse una de las interpretaciones de la noción de anomia
entendida como presencia de objetivos múltiples (e incompatibles) que no pueden
realizarse plenamente por las limitaciones institucionales.
6. El nuevo
contexto social y político que condiciona la labor de las universidades ha sido
predominantemente configurado por las transformaciones internas del campo de la
educación superior. Dos de ellas son trascendentales. Primero, el crecimiento
acelerado de la matrícula universitaria con la incorporación de sectores
sociales tradicionalmente excluidos de la educación superior, particularmente
estudiantes de origen campesino e indígena; en la última década las
universidades públicas bolivianas casi han doblado el número de estudiantes.
Aunque este dato puede ser la evidencia de un amplio proceso de democratización
en el acceso a la educación superior también puede ser considerado como el
principal factor de desequilibrio institucional, una fuente de conflictos
internos por el acceso a recursos y una causa del deterioro de la calidad de
los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Asimismo, la
universidad boliviana se ha diversificado institucionalmente de manera rápida y
compleja con la creación de nuevas facultades, carreras, institutos y programas
especiales; asimismo, ha diseñado y ejecutado cursos de posgrado en varios
campos disciplinarios. Estos procesos han convertido a la universidad pública en
un sistema altamente complejo, pero rodeado de incertidumbre por las
distorsiones en su sistema de gobierno.
7. La UMSS
considera al profesor provisional como un empleado de segunda categoría: carece
de derechos para postular a cargos de autoridad, su situación laboral es
precaria pues debe ser nombrado cada semestre y, por tanto, es objeto de
manipulaciones y chantajes por parte de los poderes. Estas condiciones de
trabajo afectan sin duda la calidad de la enseñanza pero sobre todo se han
convertido en una fuente permanente y peligrosa de inestabilidad institucional.
Otra injusticia: a los profesores provisionales se les demanda exámenes de
suficiencia y evaluaciones periódicas, cursos de especialización en docencia
universitaria, pero no se les reconoce los mismos derechos que a los titulares.
Este problema estructural revela pues un fracaso colectivo que se expresa en la
falta de una política universitaria de selección docente.
En
consecuencia, la titularización de los profesores ya no puede ser concebida
como una mera formalidad que culmina en
la otorgación de un derecho de propiedad sobre una cátedra, esta visión es otra
de las razones que puede explicar la crisis universitaria. Hoy, en 2016, en la
sociedad del conocimiento y la información, la admisión y evaluación docente
debe ser pensada desde otro registro, es decir como un proceso permanente de
evaluación y perfeccionamiento de las capacidades, habilidades y competencias
de los profesores. El desafío en este terreno es cambiar las reglas de admisión
y permanencia docente, pero también las visiones y las prácticas académicas
cotidianas.
8. El conflicto
forma parte del paisaje de la universidad pública, es casi un ritual cotidiano.
En cada gestión académica se producen conflictos que alarman no solo por su
cantidad, sino también porque alcanzan altos niveles de radicalidad, y que incluso
se expresan en situaciones de enfrentamiento y violencia. En general, los conflictos no resuelven los
problemas de fondo, apenas los postergan o los camuflan con arreglos precarios
y de corto plazo que poco después se convierten en fuentes de nuevos
conflictos. A menudo, las expectativas electorales de los dirigentes gremiales
y de las autoridades universitarias contaminan el conflicto e impiden su
resolución creativa.
9. Salvo casos
aislados y ciertamente excepciones, la universidad pública no ha logrado
resultados importantes y sostenibles con relación a la producción de ciencia y
tecnología, una demanda claramente subordinada a la función de titulación como
lo subrayé líneas arriba. Este hecho
revela una “separación” con la propia sociedad. Por tanto, el desafío es doble
y aparentemente contradictorio. Por una parte, se trata de producir
conocimientos en todos los campos, cultura, artes y tecnología; por otra, le incumbe la tarea de responder a la demanda
masiva de profesionalización que también plantea la sociedad.
En sus
relaciones con la sociedad civil también deben precisarse las fronteras de la
autonomía universitaria. La nueva
Constitución Política del Estado abre un escenario de oportunidad para diseñar,
en el marco de los estatutos internos, espacios y mecanismos de participación
de organizaciones sociales (productivas, gremiales, culturales, sindicales, y
otras) en la formulación de políticas y sobre todo en procesos de rendición de
cuentas de los recursos públicos que percibe. Esta participación fue una de las demandas estructurales de la
reforma universitaria. Sin embargo, la transparencia y rendición de cuentas no
puede ser instrumentada políticamente, ni por las corporaciones ni por
organizaciones sociales, sino responder
a los marcos estatutarios de las universidades y debe realizarse a base de
criterios científicos y técnicos.
Finalmente, estoy
convencido de que el conflicto no es bueno o malo en sí mismo, en las actuales
condiciones es tan inevitable como peligroso. Lo dañino y perverso son las
formas de solucionar los problemas. Por tanto, para encarar soluciones de
fondo, es preciso desdramatizar la crisis actual y concebirla como un momento
de oportunidad y no de catástrofe. No será una tarea fácil pues la “marca
genética” de la UMSS es su indoblegable resistencia al cambio. Esta cultura es
su verdadera tragedia.
Carlos, es Carlos Araújo desde Brasil, un compa. Los compas de agência anarquista de notícias me han indicado usted para procurar en Cochabamba. Estare con mi companera por el dia 7 de junio, más o menos. Caso possível tomarmos um café?
ResponderEliminarAbraços desde Brasil