Guido de
la Zerda Vega
¿En
qué situación la permanencia laboral de los docentes está amenazada? Normalmente
la condición del profesor no está en riesgo, ya sea titular o extraordinario.
Todos son automáticamente recontratados, conservando sus derechos laborales,
incluso independientemente de la calidad de su trabajo -que podría estar
fuertemente cuestionado. Esto, de algún modo es equivalente a la permanencia
estudiantil no regulada de alumnos que reprueban muchas veces sin ser removidos
de su condición estudiantil. Los profesores, administrativos y estudiantes
“somos perennes”, al margen de la calidad de nuestros servicios o de nuestras
responsabilidades académicas, porque además no existe un contrato que firmemos
como miembros de la universidad que establezca las condiciones o la calidad de
nuestros servicios. Esta seguridad laboral, que fue reivindicada como un
derecho para proteger a la clase trabajadora en las primigenias sociedades
industriales, ha sido trasladada también a espacios de formación y de
actividades intelectuales y académicas, poniendo en cuestión las disposiciones
reglamentarias propias o autonómicas de las instituciones educativas, en las
cuales se explicita la permanencia docente basada en exigencias meritocráticas y
no en “derechos” de permanencia laboral ordenadas en las leyes del trabajo y/o
del funcionario público.
Reitero,
la permanencia laboral del docente esta explicada y sostenida por sus propios
reglamentos, los cuales teóricamente traducen varios indicadores, entre ellos
la acumulación de méritos por su práctica de investigación y/o científica y por su permanente
actualización académica. No obstante, el docente para mantenerse como tal (ya
sea titular o extraordinario) no será evaluado por estos indicadores, por lo tanto, su permanencia laboral no está
amenazada por la exigencia o el cumplimiento de sus propios reglamentos.
Veamos
el docente “real”, aquel que enseña y transmite. Este ejercicio, generalmente,
el docente lo hace apoyado en métodos y textos, provenientes del medio. Este
ritual no será interrumpido hasta su jubilación, conformando el ethos de la enseñanza y no de la
investigación, y el cual funge como el umbral formativo referencial del
estudiante.
El
docente además de repetir textos con sus alumnos, puede obviar o no durante
muchos años los avances actuales del conocimiento, de la ciencia y la tecnología;
sus programas al fin y al cabo están prescritos como planes globales
referenciales y fijos de lo que enseña, y los cuales están aceptados y
legitimados por la institución que no los evalúa, y por la voz muda de los
estudiantes que en el mejor de los casos los asimila. Sin embargo, el docente
para mantenerse como tal (ya sea titular o extraordinario) no será evaluado por
su labor repetitiva en el aula, por lo tanto, su permanencia laboral tampoco está
amenazada por estas razones.
Entonces,
¿en qué situación verdaderamente está amenazada
la permanencia del docente? Por su condición de docente eventual, es decir, por
su condición precaria y circunstancial de docente a tiempo horario. Este
docente eventual no constituye una “Comunidad Académica”, no es un cuerpo
colegiado de docentes a dedicación exclusiva para la docencia y/o la
investigación. Este docente precario sirve y se sirve mejor de la reproducción
perversa de la cultura política gremial y del sistema de gobierno de la
universidad. Pero, esta situación es apenas una parte del problema. Lo central
es que este docente eventual es secundariamente docente y su actividad
principal económica o laboral es otra. De ahí que la universidad funcione más
como un espacio corporativizado de personas con intereses personales y
gremiales, que como una comunidad de intereses científicos y académicos. El
docente de la comunidad académica es mínimo en la UMSS, y las más de las veces
está ligado a tareas administrativas, y el desafío hacia la transformación de
la universidad es crear esa comunidad, con un docente “cama adentro” que
respire cotidianamente la práctica docente y el trabajo científico. Este
docente de planta con su trabajo y su prestigio podría interpelar, participar, leer
y reproducir mejor no sólo las corrientes de pensamientos actuales, sino
también frenar y cuestionar las relaciones de poder no institucionales, que vienen
destruyendo la cultura universitaria.
El autor es profesor de la UMSS.
Saludos Estimado Guido. No voy a hacer un comentario muy largo. Sólo que en mi experiencia el problema es la falta de conexión entre la universidad y su medio, la falta de investigación y sobre todo de investigación acción. El problema no es la falta de dedicación del docente a la docencia, sino la falta de exigencia de la universidad, es una de las pocas, en realidad la única que conozco, que no exije publicaciones, que no tiene escalafón, que el docente repite clase tras clase sin renovarse. Y eso no se arregla cama adentro, todo lo contrario, se arregla con exigencia, con escalafón. Saludos al anarquismo cama adentro! Pablo Regalsky
ResponderEliminar