En
su informe de gestión como gobernador de Cochabamba (desde 1785), Francisco de Viedma
nos recuerda que debido a la “la epidemia que padeció esta ciudad, de una cruel
peste, juró por patrón al glorioso San Sebastián, por cuyo motivo se le hace
una función muy lucida” (Viedma, 1836:17). Y contaba que había “festejos
públicos de toros en la plaza extramuros, que se halla al pie de cerrito,
denominado San Sebastián”, donde se podía encontrar una “feria de frutas, dulces secos, helados,
etc.” (Viedma, 1836:17-18). Tradicionalmente, la
Fiesta del “Patrono San Sebastián” se ha celebrado el 20 de enero. El lugar era la actual
plazuela y colina (ver imagen).
Juanito, el protagonista
de la novela “Juan de la Rosa”, visita un año, con el herrero Alejo, a la
festividad; ese momento, rememora nuestro protagonista, la corrida de toros lo
consideró divertido, pero ya de adulto, lo describe como “grotesco y repugnante por demás” (pp. 62). Puede ser considerado
uno de los primeros alegatos locales contra las corridas de toros, sin duda.
Ese día, subieron “la suave pendiente del cerrito que se eleva sobre la plaza
de aquel nombre” (pp. 62) y disfrutó de un “cartucho de confites en las
tolderías de refrescos que allí se ponían” (pp. 62). Hoy quedan restos de las tolderías
en las “llanth’uchas” donde se venden confites, principalmente durante la
temporada de Carnaval.
En otro momento, Alejo,
recordando el grandioso recibimiento del pueblo orureño a los combatientes de
Aroma, destaca la respuesta de los cochabambinos con los “gritos y silbidos de alegría que sabemos dar en la fiesta de toros de
San Sebastián, y que se oyen a veces hasta en Colcapírhua” (pp. 115). Asimismo,
previo a la tragedia de La Coronilla, Juanito oye el mismo sonido y asocia con
el relato de Alejo, cuando una ráfaga de viento trae “un confuso clamor, mezcla de todos los sonidos que puede producir la
voz humana” (pp. 270).
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