miércoles, 25 de septiembre de 2013

El camino alternativo y convivencial de Iván Illich



A 10 años de su fallecimiento, Iván Illich es considerado un importante precursor de diversos movimientos sociales-ambientales, entre ellos el decrecimiento. Desde inicios de los años setenta, evidenció la incongruencia del sistema político-económico y sus “bondadosos” conceptos míticos como el progreso, el desarrollo y el crecimiento económico ilimitado. Criticó con tenacidad la crispante demanda de energía, la competitividad  capitalista y la jerarquización entre naciones e individuos. Asimismo, atacó la eficiencia y deshumanización de instituciones casi incuestionables, como lo son las escuelas y los hospitales. Acompañado de un connotado grupo de intelectuales, transformó Cuernavaca en un centro de debate humanista e intercultural de renombre mundial, del cual continúan emanando flamantes ideas que vale la pena conocer.

En este año que se va, un puñado de discípulos de Iván Illich y decenas de sus lectores han conmemorado los 10 años del fallecimiento de su otrora maestro. Reunidos en Cuernavaca del 13 al 15 de diciembre, comentaron y profundizaron la obra que el sacerdote austriaco publicó a través del Centro Intercultural de Documentación (Cidoc) en los años 70. Dichos textos, anticiparon la inviabilidad de un sistema político-económico orientado a la acumulación infinita y egoísta de capital.  Hoy las reflexiones de Illich parecen una profecía, sin embargo ¿qué estamos haciendo hoy para enderezar el rumbo de nuestro camino hacia un mundo donde quepan todos los mundos?.

Peripecias de la vida
Illich nació en Viena por el año de 1926. Su madre tenía ascendencia judía y su padre era católico de origen dálmata (actualmente Croacia). Desde niño se benefició de su atmósfera intercultural y de forma prematura comenzó a dominar varios idiomas (a lo largo de su vida llegó a hablar 8 fluidamente). Para 1938, tras la anexión alemana de Austria, la situación de Illich se complicó por su parentesco judío, por lo que se vio obligado a migrar a Italia, donde vivió principalmente entre Florencia y Roma.

En Italia estudió química y posteriormente teología en la Universidad Gregoriana de Roma, donde se formó como sacerdote. Fue postulado para ser cardenal, sin embargo se negó a encumbrarse en la jerarquía católica y optó por continuar sus estudios en Estados Unidos. Aunque su objetivo era estudiar en la Universidad de Princeton, su llegada a Nueva York le hizo conocer la discriminación que padecían varias comunidades católicas, en particular los puertorriqueños, motivo por el cual decidió quedarse en la Gran Manzana, con la intención de apoyar la integración social de los latinoamericanos.

Su contacto con las minorías hispanohablantes lo llevó a abandonar Estados Unidos y vivir en Puerto Rico, país donde rápidamente fue nombrado vicerrector de la Universidad Católica de Ponce. Desde ahí forjaría las bases de su famosa crítica a la escolarización.

Braulio Hornedo, discípulo de Illich y promotor de sus ideas, asegura que Illich tuvo un duro y marcante choque ideológico en la isla caribeña: “Durante las elecciones presidenciales, un candidato promovió el control de la natalidad. La jerarquía católica puertorriqueña rechazó abiertamente este programa, pero Illich tuvo el atrevimiento de apoyarlo. Este hecho acarreó un conflicto político que lo obligó a abandonar la isla.”

Viaje Iniciático
Al dejar Puerto Rico, Illich decidió abandonar la vida laboral para realizar un viaje liberatorio, a pie y con escasos recursos por América Latina. Recorrió Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, intentó cruzar la cordillera de los Andes, pero no lo consiguió, pues sufrió un desmayo de dos días por mal de altura e insolación. En esas condiciones fue ayudado por una familia humilde de campesinos indígenas que cuidaron de él. Aquella anécdota se convertiría en el recuerdo más trascendente de su viaje y, según palabras de Braulio Hornedo, “en el accidente de los Andes, Iván conoció directamente la riqueza de la pobreza. Observó que la cultura de solidaridad de las comunidades campesinas era mayor que en las ciudades. Gracias a esta experiencia vislumbró la necesidad de que estas culturas marcadamente diferentes dialogaran en igualdad de condiciones.

Para 1961, el obispo dela Diócesis de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo, conocido por sus ideas socialistas y apego a la Teología de la Liberación, invitó a Illich a radicar en la ciudad de la eterna primavera. Desde ahí Illich se separó definitivamente de la Iglesia católica, institución que llegó a considerar una mafia mercantilista similar a cualquier empresa.

Debate intercultural
En 1966, Iván Illich y otros intelectuales fundaron el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC), sitio que fue concebido originalmente para preparar a misioneros gringos en México, pero que, paulatinamente, ganó prestigio por sus reveladoras críticas a las instituciones más representativas del llamado “progreso”.

Desde Cuernavaca, Illich encabezaría una dura crítica a la escuelas, al afirmar que se habían convertido en la religión secular de nuestro tiempo. “Ahí se doma al hombre para convertirle en un ser de provecho. El valor del hombre se mide por el número de horas de clases visitadas. Los exámenes y los diplomas son los únicos carnés de identidad que conoce esta sociedad. La entrada en clase anuncia la integración en la maquinaria de producción y consumo que nos espera, de ahí que la proscripción de nuestra economía inhumana, sólo se pueda conseguir negando el tributo de obediencia a la escuela obligatoria”.

Asimismo, Illich fue de los primeros críticos en denunciar qué se escondía detrás de la sofisticada propaganda estadounidense conocida como Alianza para el Progreso, lanzada en 1961 por el presidente John F. Kennedy, con la supuesta finalidad de ayudar a los países latinoamericanos a salir del subdesarrollo. Desde su óptica, el subdesarrollo era un pretexto para intervenir económicamente en la región y despertar un mayor apetito consumista que terminaría por beneficiar a los gringos.

La producción del CIDOC comenzó a atraer a personalidades intelectuales de la talla de Erich Fromm, François Mitterrand, Paul Goodman, Ramón Xirau, Gabriel Zaid, entre muchos otros. Textos como La Sociedad Desescolarizada, Energía y equidad y Némesis médica se transformaron rápidamente en obras de culto en diversos círculos académicos.

Jean Robert, arquitecto suizo que llegó a tener una amistad muy cercana con Illich, relata  su curioso descubrimiento del CIDOC: “Estaba en Zúrich en 1968 cuando encontré un artículo extraordinario en una revista francesa sobre el centro dirigido por Iván Illich, quien era descrito como una mezcla extraña entre un sacerdote neoyorkino y un futbolista boliviano. Un hombre que había establecido un centro de verdadero debate intercultural que trataba de incluir en igualdad de circunstancias a países pobres y ricos.”

Jean conoció el CIDOC en 1972, se estableció en Cuernavaca y se involucró en sus discusiones hasta su disolución en 1976, cuando afirma Robert, fue cerrado por exceso de éxito. De igual manera, Illich reconoció que el CIDOC había obtenido una fama muy peligrosa, pues era considerada por el gobierno como una cuna de guerrilleros en plena Guerra Sucia; por ello, cerrarlo era una forma de cuidar la vida de sus colaboradores.

Medio Ambiente y Decrecimiento
El pensamiento de Illich promovió la simplicidad voluntaria e incitó a utilizar prioritariamente la energía personal que obtenemos directamente del alimento, antes que otras fuentes energéticas (petróleo), que al quedar liberadas generen inestabilidad en el medio ambiente. Por tal motivo, Illich se transportaba esencialmente a pie o en bicicleta, sólo en casos de fuerza mayor usaba transportes motorizados. De tal forma que sus consideraciones energéticas fueron pioneras en la construcción de la idea de “huella de carbono”, concepto que calcula la responsabilidad individual de emisiones de gases de efecto invernadero y nos permite una crítica individual sobre el peso directo de nuestras acciones sobre el entorno.

“El socialismo exige para la realización de sus ideales un cierto nivel en el uso de la energía: no puede venir a pie, ni en coche, sino sólo a velocidad de bicicleta”.

Hoy en día, el movimiento del decrecimiento que promueve una disminución regular del consumo material y energético, evacuando prioritariamente el material superfluo, en beneficio del crecimiento de las relaciones humanas, encuentra entre sus precursores el pensamiento de Illich, quien trató de construir una sociedad convivencial, consciente de su finitud y de la importancia de replantearse lo realmente esencial en sus necesidades. Resurge en sus ideas lo evidente. ¿Cómo pensar un crecimiento sostenible, en un mundo finito? La contradicción está ahí, a pesar de que políticamente no sea una idea popular. El concepto de decrecimiento busca que los pequeños productores tomen más decisiones, ejerzan una democracia participativa y reorganicen el mercado bajo con un criterio de comercio justo que permita el aprovechamiento óptimo de los recursos y no propague la cultura del despilfarro de la sociedad actual.

Últimos años
En 1977, Illich se convirtió en un filósofo itinerante. Rechazó varias ofertas universitarias y se dedicó a peregrinar por diversos países, principalmente Estados Unidos, México y Alemania.

A mediados de los años ochenta, un tumor cancerígeno comenzó a crecer en su cara, al que él mismo bautizó burlonamente como “la bola”. Aunque los médicos prácticamente lo desahuciaron, Illich aún alcanzó a vivir casi veinte años más, resistiéndose a cualquier tratamiento exterior, confió en la meditación y la yoga para establecer, según sus propias palabras, una pacífica y estoica convivencialidad  con la enfermedad. Murió en 2002, en Bremen, Alemania.

Autor: Luis Gabriel Urquieta
Nativo del Valle de Anáhuac, apasionado por los documentales, la ficción, el periodismo, la política ambiental y los viajes de mochila al hombro. Ha optado por una vida basada en la simplicidad voluntaria desde la caótica Ciudad de México. Desde hace años intenta movilizarse exclusivamente en bici a dondequiera que vaya. Promueve la conciencia ambiental a través de escritos,  pláticas y acciones directas. Estudió Derecho en la UNAM. Actualmente colabora en el Centro de Estudios Jurídicos y Ambientales (CEJA). Tiene una gran atracción por Oaxaca, Brasil y el medio oriente

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