sábado, 4 de julio de 2015

LA IDEOLOGIA EXTRACTIVISTA DE LA IZQUIERDA BOLIVIANA, AYER Y HOY

Carlos Crespo Flores

“Bolivia vive una "contradicción creativa", ya que uno de los retos que tiene el país para lograr el desarrollo es acudir a mecanismos extractivistas…Sociedades como las nuestras con una deuda social gigantesca, necesitan de manera inmediata un conjunto de bienes materiales, de recursos monetarios para construir escuelas, hospitales, mejorar salarios, etc. Para eso necesitas transformar la naturaleza e impulsar mecanismos extractivistas... Existe la conciencia de que esta medida coadyuva a la destrucción del planeta, pero ante la necesidad del desarrollo es necesario este paso…Tenemos nuestras raíces indígenas y conciencia medioambiental contemporánea de que el mundo se está dirigiendo a un proceso irreversible de destrucción. Pero si solamente te dedicas a proteger a la madre tierra ¿con qué alimentas a la gente? …El camino que ha tomado el Estado boliviano es utilizar el extractivismo para satisfacer las necesidades de la población.”  (Álvaro García Linera)

La izquierda boliviana fue industrialista y extractivista; desde las loas de Zavaleta a la industria pesada repitiendo el slogan leninista “el comunismo es soviets más electricidad”, pasando por Sergio Almaraz y Marcelo Quiroga, quienes estaba de acuerdo con la industrialización minera e hidrocarburífera, pero bajo control estatal. Esta sería la garantía para salir de la pobreza, pues el estado, “popular”, “obrero” u otra denominación, tendrá la capacidad de redistribuir equitativamente los beneficios.

Hoy, con el gobierno de Evo Morales asistimos a la versión “recargada” de la ideología izquierdista de la industrialización a marchas forzadas basada en la explotación de los recursos de la naturaleza, y la “exposición magistral realizada en la Universidad Nacional de Chile” por el vicepresidente Álvaro García Linera hace unos días, sintetiza tal ideología[1]. Para pagar la “deuda social” (léase la pobreza),  afirma Linera, es necesario contar con recursos monetarios y materiales, que provienen de “transformar la naturaleza”, esto es extractivismo. Una “externalidad” negativa necesaria, para hacer posible el desarrollo.

Otra tradición de la izquierda nacional, en todas sus fes y dogmas partidarias, es la no distinción entre medios y fines; de esta manera, para llegar al poder y manejarlo, no tienen problema en recurrir a cualquier medio posible. En este caso, si es necesario destruir la naturaleza en pro de ese “destino final” comunista, satisfacer las necesidades de la población y lograr el desarrollo, hay que hacerlo. La crítica de Bakunin a Marx sigue siendo actual como hace 150 años: la sociedad de la libertad no se logrará con medios autoritarios, de allá solo surge más autoritarismo y más Estado, el Gulag. El extractivismo es un golpe de tuerca brutal del capitalismo global, que está acelerando la destrucción de ecosistemas, hábitats y sociedades, y Bolivia es una tuerca más. La decisión del gobierno boliviano de abrir las áreas protegidas para la explotación hidrocarburífera es parte de esta trágica historia.

Linera quiere articular conceptualmente algo que en el mundo material no existe o no es posible: complementar crecimiento y conservación[2]. Eso de “utilizar” el extractivismo para promover el desarrollo es un juego verbal que no es posible en la realidad. Existen límites ecológicos en el crecimiento económico, que cuando son sobrepasados, impactan directamente sobre la gente, particularmente los pobres, y su hábitat, fenómeno que en Bolivia ya estamos viviendo en buena parte del territorio.

Cochabamba, julio 2015




[2] El concepto de desarrollo sostenible, elaborado en el marco de la cumbre de Rio 92’, aunque  sus antecedentes se hallan en el informe Brundtland de 1987, fue otro intento conceptual fracasado.

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