El Estado es una condición, una cierta relación entre seres humanos, una forma de comportamiento humano; que destruimos estableciendo otras relaciones, comportándonos de manera diferente, con uno y con el otro” (Gustav Landauer).
martes, 10 de mayo de 2011
Autonomía, territorio y ecosistemas. Ocho proposiciones
Carlos Crespo Flores
UNO. La autonomía, límites ecológicos y el retorno del Estado
La autonomía es el dominio de las interacciones (Juan Pérez); el ecologista Paul Goodman afirmaba que el principio fundamental de la organización de lo social no es la libertad, sino la autonomía, "la capacidad de iniciar una tarea y hacerlo en la manera de uno"; consideraba que las personas autónomas se protegen a si mismas obstinadamente; mientras que el pathos de los pueblos oprimidos, según Goodman, es que si se liberan, no saben qué hacer con ella. No habiendo sido autónomos no saben como es, no valoran la autonomía, y antes que aprendan, tienen nuevos gerentes o jefes que no tienen prisa en renunciar a su poder. La autonomía, en suma, es un principio cohesionador y el desarrollo puede ser definido como el proceso de ampliación de la autonomía individual y colectiva en un territorio determinado.
Interactuar con el “otro” es comunicarse y establecer relaciones sociales; en la interacción se estructuran relaciones de poder, incluyendo relaciones de dominación que también se reproducen en la relación con la naturaleza; Murray Bookchin decía que "la dominación de la naturaleza por el hombre proviene de la dominación del hombre sobre el hombre”, por tanto la crisis ecológica actual visibiliza las múltiples formas de dominación existentes en una sociedad o territorio determinado.
Uno de los rasgos de las relaciones de dominación en la sociedad contemporánea es que está basado en el crecimiento continuo y permanente en un planeta que tiene límites biofísicos y ecológicos, contradicción irresoluble, que según los marxistas ecológicos llevará al colapso del capitalismo. Sabe Dios, dirían los abuelos.
El sistema económico mundial está fundado en el hiperconsumo masivo, transformándola en una insaciable máquina devoradora de energía y materiales (recursos), que ha provocado una crisis ecológica de tal magnitud que esta poniendo en riesgo la existencia de parte de la humanidad y sus ecosistemas y territorios, principalmente de países "en desarrollo". El capitalismo global ha sobrepasado límites ecológicos, cuyas consecuencias ya las estamos viviendo con el cambio climático. Lo grave es que países como Bolivia, que aportamos con menos del 1% al efecto invernadero debemos aplicar medidas de "adaptación", esto es mantener nuestra condición de pobreza mientras se continua haciendo lo de siempre: explotación intensiva de RRNN y sus servicios para el mercado externo y los países industrializados siguen con un estilo de vida derrocador de energía y consumista.
Debemos seguir el mito del progreso como país? Bolivia desde el 2005 se halla en un proceso de profundas transformaciones, basado en una presencia protagónica del Estado en la vida social, económica y vida cotidiana, en la organización del territorio y en la conservación (o no) de los recursos naturales y sus servicios, incluyendo un creciente centralismo en el sistema de toma de decisiones; por otro lado, el Estado plurinacional ha incluido un sistema de autonomías en escala municipal, regional, departamental, indígena, que pretende descentralizar el gobierno respetando la diversidad étnico social.
Los dilemas y contradicciones de las tendencias centralistas y descentralistas del estado boliviano y su resolución se observa en los conflictos presentados en “la mesa 18”, durante la cumbre sobre el Cambio Climático en Tiquipaya, espacio organizado por una alianza de la CONAMAQ, activistas, ONGs, para mostrar los conflictos relacionados con las industrias extractivas en Bolivia, hecho que el gobierno quiso ocultar y prohibir. En todos los casos presentados eran pueblos indígenas y comunidades locales, que como sujetos ejerciendo su autonomía cuestionaban al Estado boliviano por promover o legitimar inversiones productivas privadas que producen impactos sobre su hábitat y ecosistemas.
El gobierno boliviano, a través de su estrategia del "gran salto industrial", apuesta por mega inversiones, público estatales, privadas, o mixtas, en el sector hidrocarburos, minería, hidroenergía, bosques, como prioridad estratégica por encima de demandas e intereses locales, particularmente pueblos indígenas. Como mostró la mesa 18, es el estado centralista y autoritario que parece imponerse en el país.
DOS. Conflictos de valoración
Las luchas ecológicas visibilizan otros criterios de valoración de la naturaleza y la forma de relacionarse con esta, otros mecanismos de organización del espacio, diferentes al estado y el mercado. El gobierno boliviano ha decidido construir la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos atravesando por la mitad del TIPNIS, destruyendo irreversiblemente ecosistemas de alta biodiversidad, muchos de los cuales ni siquiera han sido estudiados, y condenando irreversiblemente a los pueblos indígenas de la región, pues detrás de la carretera vienen, no solo la colonización cocalera, sino también las empresas forestales, petroleras, mineras. En la decisión de construir la carretera ha primado una valoración del TIPNIS absolutamente económica y geopolítica; la carretera permitirá articular al país al capitalismo global, particularmente brasilero, país con el cual la "integración bilateral" es en realidad una relación imperialista, como dice Juan Perelman. Las valoraciones de los pueblos moxeños, yuracarés xxx,yyy, han sido excluidas; estas parten del hecho que el territorio es el lugar para reproducirse como sociedad autónoma, donde el bosque es un lugar sagrado y tiene vida. El valor que tiene el territorio del TIPNIS para los indígenas es absolutamente antagónico al del Estado. Por otro lado, estos pueblos son "hombres de rio" (título de un estudio de estos pueblos) por tanto hacen un uso nómada, flexible, descentralizado del territorio, diferente al modelo sedentario de asentamientos que obligará la carretera. Será posible conciliar en la planificación del territorio, estas "otras valoraciones" con los sustentados por el estado y el mercado? Es probable que esa fuera la apuesta de la interculturalidad, pero como el ejemplo del TIPNIS ilustra, el estado es homogeneizador y centralista, y no permite discursos y prácticas autónomas. Como parte de construcción de consensos, el análisis multicriterio es una metodología que visibiliza las diversas valoraciones de la naturaleza, pues las "otras" valoraciones son incorporadas como criterios en decisiones estratégicas, como len este caso, la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos.
TRES. Funciones que cumple la naturaleza y economía.
La naturaleza tiene importancia fundamental para las actividades económicas; de hecho, ninguna actividad humana o económica puede desarrollarse sin el soporte de la naturaleza; provee recursos, asimila residuos, provee servicios ambientales y es soporte de vida. Visto desde Cochabamba, es necesario considerar estas cuatro funciones:
Primero, la provisión de recursos; Cochabamba es un departamento con mucho potencial en recursos naturales (forestales, hidrocarburíferos, biodiversidad, suelos, etc.…), pero la posibilidad que estos recursos realmente se traduzcan en desarrollo y calidad de vida para la población depende de la capacidad y voluntad política de hacer un uso sostenible de estos recursos (conocer la cantidad y calidad del recurso, definir ritmos racionales de aprovechamiento del mismo, generar marcos normativos e institucionales acordes con este reto, conocer los potenciales de recursos, etc.); por ejemplo, sin el gas y el petróleo del trópico de Cochabamba, el departamento no tendría los recursos financieros con los que cuenta. Por tanto, debemos preguntarnos ¿hasta dónde queremos explotar los RR.NN. del departamento?, ¿existen límites a esta explotación?, ¿la gestión de los recursos naturales, está generando o desperdiciando oportunidades de desarrollo?, ¿es posible bajo estos criterios hablar de aprovechamiento en armonía con la naturaleza?, ¿cuáles son los criterios de aprovechamiento?, ¿cómo se entabla la relación sociedad - naturaleza? etc.
Segundo, la asimilación de residuos; esta capacidad en el departamento de Cochabamba está seriamente deteriorada, debido a la intervención antrópica y las actividades económicas. Los residuos no asimilados por la naturaleza generan procesos de contaminación, que inciden sobre la calidad de vida de la población y reduce las oportunidades de desarrollo. Si además consideramos que la naturaleza es un sistema, estos procesos de deterioro a su vez afectan a la capacidad de generación de recursos.
Tercero, proveer servicios ambientales. Gracias a ciertas condiciones bioclimáticas, el valle de Cochabamba tiene un clima benigno y favorable para la producción agrícola, la naturaleza hace posible la vida natural y humana de los cochabambinos, además provee paisaje, relajación, ocio. ¿Qué sucede cuando estas condiciones cambian, el ambiente se contamina?, ¿qué pasa con la capacidad de la naturaleza y cómo está afecta en las oportunidades de la población cochabambina?
Cuarta, la naturaleza es soporte de vida, esta función derivada de las tres anteriores, supera la visión antrópica, cuando (ab)usamos la naturaleza, estamos afectando y atentando contra la misma posibilidad de sobrevivencia del ser humano y otras especies, es decir, no solo reducimos nuestras oportunidades de desarrollo, sino que en el largo plazo, estamos atentando contra nuestra propia existencia y la de otras especies. Una gestión sostenible de los recursos naturales y los espacios ambientales como factores estratégicos en la construcción de los procesos de desarrollo, debe considerar estos criterios, si queremos que las oportunidades y condiciones del “vivir bien” se mantengan en el largo plazo, es decir hacer sostenible el proceso.
CUATRO. Alcides D’Orbigny y el uso instrumental de la naturaleza y el territorio para el Estado y el Mercado
“Si fuese posible acantonar definitivamente los productos por provincias, dejando, por ejemplo, á la industria de los altos llanos de Bolivia, en los departamentos de La-Paz, de Oruro y de Potosí la fabricación de los tejidos de lana y la cría de ganado lanar; á las provincias de Chiquitos y de Moxos los tejidos de algodón; á las provincias de Yungas y de Muñecas el cultivo de la coca; á los valles templados de Sicasica, de Apupaya, de Cochabamba y de Chuquisaca la siembra del trigo, el fomento de los gusanos de la seda y la plantación de viñas; á Santa-Cruz de la Sierra, á Moxos y á Chiquitos la cría de toda especie de ganados y el cultivo de la caña de azúcar; finalmente, á Caupolican la cascarilla y los cacahuales, se obligarla, por decirlo así, á sus respectivos habitantes á un tráfico interior, ó comercio mutuo de exportación, que haría cundir por todas partes, al mismo tiempo que la riqueza, los gérmenes fecundos de la civilización. Los estados europeos tienen necesidad de esta clase de comercio recíproco, para utilizar cada uno sus producciones especiales. A este respecto, y en parangón de lo pequeño con lo grande, las mas altas cuestiones de porvenir comercial pueden aplicarse á la república de Bolivia; presentando ella en sus diversas provincias todas las zonas, todos los temperamentos, y pudiendo producir con el fomento de la industria todo cuanto producen los otros pueblos y países del mundo.” (D'Orbigny, 1843;64).
Las recomendaciones de Alcides D’Orbigny buscan modernizar el país y para ello realiza un diagnóstico de las características ecológicas y productivas de cada región, a partir del cual propone una zonificación territorial según las vocaciones productivas que podrían ser adecuadas para el mercado exterior, particularmente europeo. Este es un buen ejemplo de la incorporación de ecosistemas en la planificación y organización del territorio, visto desde el Estado y el Mercado, proceso que hoy se reproduce.
Fuente: D'Orbigny, Alcides (1843) Descripción geográfica, histórica y estadística de Bolivia; Tomo I; http://www.gutenberg.net; 213 pp.
CINCO. Alcides D’Orbigny II
"…podría solamente añadir que los Caupolicanos son todos pobres, sin que los aflija semejante pobreza, pues que poseen lo necesario para alimentarse á saciedad y para vestirse y procurarse algunos placeres, no pudiendo inquietarlos por otra parte el porvenir de sus hijos, en el seno de esa naturaleza tan fértil. Su pobreza relativa es una verdadera riqueza en el actual estado de cosas; pues ¡como desear los objetos de que no se tiene la menor idea! ¿y porqué trabajar mas de lo que es preciso para procurarse las pocas cosas que les son hoy en día conocidas? El espíritu de posesión de riquezas, y de ir haciendo acopio de medios para procurarse en el porvenir toda especie de goces, es ya, por decirlo así, un principio de civilización desconocido para los pueblos que se aproximan, tanto como el de Caupolican, al estado primitivo. El único modo de remediar esa apatía natural, esa indolencia que se les echa en cara á todas las naciones todavía medio salvages, es hacer nacer entre ellas, por la frecuencia de relaciones comerciales, las necesidades que les son hasta el presente desconocidas. En seguida, el deseo de satisfacerlas, determinará necesariamente los esfuerzos del trabajo, con el que se han de proporcionar los medios." (pp. 53)
Como etnógrafo D'Orbigny evidenció entre los indígenas benianos lo que Pierre Clastres vio entre los yanomamis del Amazonas: trabajan lo menos posible, pues no creen que "el trabajo libera" (como rezaba el ingreso al campo de concentración de Auschwitz) ni en el consumo como elemento cohesionador de la sociedad. El consumismo es desconocido a las sociedades primitivas; el cientista francés sabe que los primitivos ignoran el capitalismo y su apuesta es como incorporarlos a la maquinaria. Para ello es necesario crearles necesidades (o satisfactores diría Manfred Max Neef). Este es el proyecto civilizatorio que apuesta el explorador francés, como consejero del estado.
SEIS. La bioregión como criterio para entender, interactuar o intervenir en el territorio
Los límites ecológicos de la economía se vinculan con un enfoque bioregional de la economía, entendiendo bioregiones como unidades natural sociales determinadas por la ecología más que la economía, que pueden ser en gran medida auto suficientes en términos de recursos básicos como agua, alimentación y servicios. La perspectiva bioregional implica vivir una vida arraigada, siendo consciente del origen de los recursos que consume y el destino de los desechos generados, es decir los límites ecológicos.
SIETE. Autonomía y Estado en la práctica
La autonomía no es un ideal a conseguir, sino una práctica cotidiana de los pueblos, comunidades y grupos de afinidad en el territorio denominado Bolivia, cuya defensa y/o ampliación ha sido una constante de sus prácticas sociales y políticas en su relación con el estado y los poderes dominantes, aún desde el incario, atravesando por los periodos coloniales y poscoloniales contemporáneos. Veamos algunas expresiones para ilustrar.
El pacto de reciprocidad estado-comunidad. Tristan Platt en sus estudios de los ayllus nortepotosinos acerca de su relación con el Estado republicano de fines del S. XIX, afirma que los ayllus y comunidades de origen aymara establecieron un pacto de reciprocidad con el estado colonial, aunque cuyos orígenes se hallan ya en su relación con el estado inca, que establecía “la obligación de los indios de pagar el antiguo tributo (o tasa) y la obligación correspondiente del estado criollo a reconocer los derechos de los ayllus a disponer colectivamente de sus terrenos tradicionales”. Tal pacto se ha reproducido a lo largo del estado republicano, y su ruptura ha sido motivo de múltiples resistencias indígenas, incluyendo la revuelta. Desde una lectura no estadocentríca se podría afirmar que el pacto colonial de la sociedad aymara con el estado colonial y luego republicano, no fue por obtener derechos de ciudadanía, sino fundamentalmente para mantener y reproducir la autonomía de los ayllus, no solo en el acceso a la tierra, sino reducir al máximo la influencia de poderes externos en sus formas organizativas y de cohesión social, la posibilidad de auto organizar su vida como sociedad, tener un mayor control de sus vidas y su cultura; tener el dominio de sus interacciones, ser capaces de reproducir y transformar en forma independiente, sin coerción externa, su identidad cultural, social, económica.
La guerra del agua y los sistemas comunitarios de agua y riego. Se dice que la revuelta del agua cochabambina el 2000 fue una lucha por derechos ciudadanos de consumidores, o por la aplicación del DDHH al agua. La base material, organizativa y de movilización contra la privatización y mercantilización del agua y sus servicios eran los diversos sistemas comunitarios y/o asociativos, de riego en zonas rurales y de provincia, y agua potable en la ciudad. El rasgo común de estos sistemas, que fundan su cohesión y prácticas sociales es que deciden colectivamente, en mayor o menor escala, sobre el acceso, manejo, disponibilidad del agua y sus servicios, diseñan normas, su forma organizativa, estructuran mecanismos de administración de justicia interna (los “usos y costumbres” que llaman los regantes) y definen con quien se alían y/o interactúan, es decir son autónomos. Su autonomía la practican ahora, con o sin la presencia estatal.
Los regantes y los diversos sistemas comunitarios de agua potable (las más comunes comités, cooperativas, asociaciones de agua) no reivindicaron derechos ni ciudadanía, estos se movilizaron por defender su preciada autonomía colectiva que iba a ser vulnerada a través de la privatización y mercantilización del agua y sus servicios, reproduciendo la larga duración del funcionamiento del estado boliviano contra los comunes, y apoyada con un sistema regulatorio que permitía intervenir en el funcionamiento de los sistemas comunitarios.
Practicas autonomistas hoy. Existen varias y diversas experiencias de emprendimientos, grupos que desde su práctica cotidiana están practicando, con mayor o menor éxito, formas de autonomía en el país; desde emprendimientos económicos comunitarios, asociativos, basados en el apoyo mutuo, autogestionados o con un ideal autogestionario, que participan del mercado, aún de exportación, pero manteniendo formas colectivas de redistribución y gestión, hasta centros sociales autogestionados, desde donde se realizan actividades culturales y activismo, verdaderas zonas liberadas del estado.
OCHO. El gobierno de Evo Morales y la autonomía
Un libertario argentino que el 2006 radicaba en el país, me decía “en Bolivia no hay Estado”, y consideraba un excelente ambiente para el despliegue de prácticas autónomas, autogestionarias. Comparaba con su país donde la intervención, vigilancia y control estatal de la sociedad y los individuos son cotidianos y permanentes, vulnerando totalmente el dominio de sus vidas e interacciones. Eran los inicios del gobierno de Evo Morales.
La visión del gobierno de Evo, más allá de la retórica nacional indigenista, es fortalecer el Estado, su capacidad de intervención, regulación y de construir los consensos en la sociedad, afectando directamente las autonomías y sus diversas prácticas, como experiencias comunes fuera, paralelas o contra el Estado. La intervención directa y la cooptación, son dos dispositivos por los cuales el Estado interviene sobre estos comunes. La autonomía otorgada por la constitución del Estado plurinacional está subordinada al régimen y horizonte estatal.
El medio por excelencia de intervención directa sobre la autonomía es la implementación de los derechos como política de estado. Hoy se trata de otorgar derechos, fortaleciendo el rol del estado y sus dispositivos de control y vigilancia para “hacer cumplir los derechos”. En el caso del agua, el DDHH al agua obliga al estado boliviano a intervenir en todos los sistemas, incluyendo los comunitarios, incorporarlos al horizonte regulatorio institucional y normativo del estado. Pero, la cooptación es otro brazo de la intervención estatal sobre las prácticas autónomas. Un mecanismo es la participación y control social, por el cual se incorpora a organizaciones sociales, incluyendo pueblos indígenas, sistemas comunitarios, a la gestión público estatal, como fiscalizadores del funcionamiento y en algunos casos legitimando decisiones estratégicas de un estado que en su larga duración ha mostrado una identidad corrupta. En territorios indígenas la compensación por obras de megainfraestructura, en el marco del gran salto industrial, constituye un mecanismo de cooptación de la autonomía indígena, dividiendo la cohesión interna y debilitando el sistema de toma de decisiones. Más aún, en la medida que el estado interviene en el régimen autonómico, las autoridades autonómicas se estructuran dentro la lógica estatal, y se transforman en nodos de las redes del poder estatal.
El “proceso de cambio” como estrategia estadocéntrica reproduce la larga historia del estado boliviano contra la autonomía de los pueblos indígenas y las prácticas autónomas cotidianas. Tal estrategia está orientada a vulnerar y destruir las diversas formas y escalas de autonomías que operan en las sociedades indígenas, urbanas y rurales, fuera, paralela o contra el estado. Busca incorporar a los pueblos indígenas al horizonte estatal, creando el escenario de resistencias en defensa de su autonomía, pero este es otro tema.
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