jueves, 21 de julio de 2016

Socialismo bolivariano: "En Venezuela no hay comida"


Carlos Crespo

"En Venezuela no hay comida", afirma el señor llorando. Es el "socialismo bolivariano" que no solo ha destruido la seguridad y soberanía alimentaria, sino que está llevando al país al hambre. A los pobres y excluidos de siempre, se ha unido una otrora poderosa clase media que de pronto "se ha igualado". 

Lo grave es que Bolivia está siguiendo esta desgarradora estela. La creación de EMAPA y las empresas agroalimentarias -PROMIEL, LACTEOSBOL para señalar dos ejemplos- son un intento por implementar el control estatal de los alimentos fundamentales de lxs bolivianxs, al estilo venezolano-cubano, que no ha funcionado, por el contrario, en Venezuela los productos que escasean son justamente los controlados por el Estado. Y el otro efecto, debilita aún más a los pequeños productores, a los emprendimientos económicos campesinos -OECAS,OECOMS que están haciendo esfuerzos para mejorar los términos de intercambio con la ciudad, transformando y comercializando bajo criterios de consumo responsable, comercio justo, pero tienden a tornarse nuevamente en proveedores de materia prima para las empresas estatales, como ya está sucediendo entre los mieleros y lecheros.

El Estado no puede controlar la alimentación de la gente, porque ahí la cosa se jode. Nuestros pueblos y comunidades han sabido resolver autónomamente, desde distintas prácticas de solidaridad alimentaria y apoyo mutuo, organizar espacios de encuentro e intercambios mercantiles, los mercados en Bolivia han sido verdaderos territorios donde la gente ha resuelto su alimentación, variedad y calidad. Cuanto menos intervenga el Estado, los mercados y ferias agroalimentarias estarían más baratas, diversas y saludables.

Y como en Venezuela, el control estatal de la alimentación produce corrupción; los "bachaqueros", los "revendedores" de la UDP, sujetos conectados al poder estatal en sus distintas ramificaciones, para acceder a alimentos y revenderlos en el mercado negro. Este año en Bolivia es el de la gran sequía, vamos a tener que importar alimentos -como Venezuela- y se prevé una escasez alimentaria. Es el caldo de cultivo para la versión plurinacional de los "bachaqueros".


http://www.infobae.com/america/america-latina/2016/07/21/el-conmovedor-llanto-de-un-venezolano-que-cruzo-a-colombia-para-conseguir-comida/

martes, 12 de julio de 2016

Comunidad académica y permanencia laboral del profesor universitario

Guido de la Zerda Vega

¿En qué situación la permanencia laboral de los docentes está amenazada? Normalmente la condición del profesor no está en riesgo, ya sea titular o extraordinario. Todos son automáticamente recontratados, conservando sus derechos laborales, incluso independientemente de la calidad de su trabajo -que podría estar fuertemente cuestionado. Esto, de algún modo es equivalente a la permanencia estudiantil no regulada de alumnos que reprueban muchas veces sin ser removidos de su condición estudiantil. Los profesores, administrativos y estudiantes “somos perennes”, al margen de la calidad de nuestros servicios o de nuestras responsabilidades académicas, porque además no existe un contrato que firmemos como miembros de la universidad que establezca las condiciones o la calidad de nuestros servicios. Esta seguridad laboral, que fue reivindicada como un derecho para proteger a la clase trabajadora en las primigenias sociedades industriales, ha sido trasladada también a espacios de formación y de actividades intelectuales y académicas, poniendo en cuestión las disposiciones reglamentarias propias o autonómicas de las instituciones educativas, en las cuales se explicita la permanencia docente basada en exigencias meritocráticas y no en “derechos” de permanencia laboral ordenadas en las leyes del trabajo y/o del funcionario público. 

Reitero, la permanencia laboral del docente esta explicada y sostenida por sus propios reglamentos, los cuales teóricamente traducen varios indicadores, entre ellos la acumulación de méritos por su práctica  de investigación y/o científica y por su permanente actualización académica. No obstante, el docente para mantenerse como tal (ya sea titular o extraordinario) no será evaluado por estos indicadores,  por lo tanto, su permanencia laboral no está amenazada por la exigencia o el cumplimiento de sus propios reglamentos.

Veamos el docente “real”, aquel que enseña y transmite. Este ejercicio, generalmente, el docente lo hace apoyado en métodos y textos, provenientes del medio. Este ritual no será interrumpido hasta su jubilación, conformando el ethos de la enseñanza y no de la investigación, y el cual funge como el umbral formativo referencial del estudiante.

El docente además de repetir textos con sus alumnos, puede obviar o no durante muchos años los avances actuales del conocimiento, de la ciencia y la tecnología; sus programas al fin y al cabo están prescritos como planes globales referenciales y fijos de lo que enseña, y los cuales están aceptados y legitimados por la institución que no los evalúa, y por la voz muda de los estudiantes que en el mejor de los casos los asimila. Sin embargo, el docente para mantenerse como tal (ya sea titular o extraordinario) no será evaluado por su labor repetitiva en el aula, por lo tanto, su permanencia laboral tampoco está amenazada por estas razones.

Entonces,  ¿en qué situación verdaderamente está amenazada la permanencia del docente? Por su condición de docente eventual, es decir, por su condición precaria y circunstancial de docente a tiempo horario. Este docente eventual no constituye una “Comunidad Académica”, no es un cuerpo colegiado de docentes a dedicación exclusiva para la docencia y/o la investigación. Este docente precario sirve y se sirve mejor de la reproducción perversa de la cultura política gremial y del sistema de gobierno de la universidad. Pero, esta situación es apenas una parte del problema. Lo central es que este docente eventual es secundariamente docente y su actividad principal económica o laboral es otra. De ahí que la universidad funcione más como un espacio corporativizado de personas con intereses personales y gremiales, que como una comunidad de intereses científicos y académicos. El docente de la comunidad académica es mínimo en la UMSS, y las más de las veces está ligado a tareas administrativas, y el desafío hacia la transformación de la universidad es crear esa comunidad, con un docente “cama adentro” que respire cotidianamente la práctica docente y el trabajo científico. Este docente de planta con su trabajo y su prestigio podría interpelar, participar, leer y reproducir mejor no sólo las corrientes de pensamientos actuales, sino también frenar y cuestionar las relaciones de poder no institucionales, que vienen destruyendo la cultura universitaria.


El autor es profesor de la UMSS.