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miércoles, 27 de junio de 2018

Poema de Hilda Mundy inspirado en el foot ball


Este poema es parte del libro Piroctenia, de Hilda Mundy. En el libro Cosas de Fondo, aparece con el título “El foot ball un deporte bíblico”. Mundy asocia la creación del mundo, según la tradición judeocristiana, con un partido de foot ball, con humor y sátira. Para disfrutar en tiempos del Mundial.


IV

No se concibe la creación del mundo sino en un match de “foot ball”.

Un match de “foot ball” de alta técnica: punto-origen del deporte actual vulgarizado y decadente.

El Creador bello en su complexión robusta de atleta (no flaco y débil como visador de cementerios) daría la patada inicial del match espectacular.

¡En qué Stadium magistral sería su entrenaje?

En un juego movido de cabriolas: con directo “shootazo”, colocaría al sol -balón de fuego- al gol del cielo. Y como el contendor incógnito se durmiera, en un empuje haría rodar veloz por el espacio, la luna -balón de luz- entre las estrellas.

Y así seres, cosas, astros en la infración del “outside” agitaríanse en la cancha del universo.

El juego individual y la simplificación del tiempo libre de cronología harían monótono el encuentro.

Movimiento vario de seis días.

Después de batir el record de resistencia, con el ímpetu gastado en la formación del mundo, débil y fatigado se pondría a descansar en el lomo rugoso de una montaña.

Mientras su “mánager” inter-universal comenzaría un masaje tonificante.

Frase de análisis: “El foot-ball es un deporte bíblico”.

(1936)


miércoles, 18 de marzo de 2015

PENSAR A RIQUELME



César Soto Santiesteban (Canario)

Poética del Espacio
Claro, cómo no. El escribía en el campo de juego y dejó todo el material para hacer una “teoría del enganche” con marco teórico y mode d’emploi.
Como en la construcción de caligramas en la poesía, Román jugaba con la pelota-pluma y los espacios en blanco, aquellos que tú podías ver en big picture desde afuera de la cancha o en la tele, los espacios que tienes el privilegio de ver y señalar (“tirala pa’ allá, cambiá de frente, levantá la cabeza pelotudo…”) antes que los jugadores pero no de Román, que te descubría espacios que no habías visto ni sospechado y que los creaba para ti, como un regalo sin reciprocidad posible, un potlach, no sin antes bailar tango en la cancha y mimar a la pelota-mina  como un compadrito sabedor. Esos pases, “entre líneas” justamente, que ora desplegaban espacios ora los replegaban, devolviendo al terreno de juego su plasticidad originaria. Con Román, el campo de fútbol era como un fueye, lo apretaba  lo extendía a placer, sacando melodías que te suspendían la idea del tiempo y te hacían recordar el viejo oficio de potrero, de esa manera  divertida del dolce far niente barrial que es la base del fútbol que amamos y que pocos como él (Messi) nos hacen recordar cuando se olvidan del público, del técnico, de los dirigentes, del árbitro, de los premios, del negocio horrible y mediocre en que han convertido al fútbol los mercaderes de la FIFA, los nuevos fenicios del espectáculo.

Reflexión sobre la lentitud: Aquiles y la Tortuga
Sobre todo el periodismo argentino, insufrible con raras excepciones, ha reprochado a Román que “lentificaba” (sic.) el juego. Estos periodistas copiones, sin mencionar fuente por lo demás porque viven engreídos en el autoctonismo de que los porteños lo han inventado todo, se basaban en los juicios, sobre todo, de los técnicos holandeses que habían pasado por el Barça.
Así como muchos otros siempre se equivocaron endilgando vicios de lentitud a Romario, quien parecía que trotaba al desgano pero que, en el momento apropiado, aceleraba como nadie dejando a metros de distancia a los defensores dentro de los escasos  metros cuadrados del área chica anunciando el inevitable gol.
La velocidad en el fútbol es la visión, la inteligencia, la picardía, la lucidez. Alfio Basile decía que Román era el único jugador que tenía ojos en el culo. La velocidad no se mide por el kilometraje recorrido, ahora que ya todo lo miden y cronometran con computadoras y los analistas se han vuelto estadísticos truchos. Los periodistas deportivos, cacatúas mediáticas, lo  único que han aprendido son las tácticas aritméticas del 4-4-2, del 3-5-2, etc., como decía hace un tiempito el loco Bielsa, pero cada vez entienden menos de fútbol.
Parafraseando a Paolo Virilio, si la velocidad se expresa en el espacio del automóvil, Riquelme condensa en él la velocidad. Y si el tiempo es el costo del espacio, Riquelme sería el más eficiente: no sólo crea espacios como ya dijimos sino que los ocupa  al menor costo. En realidad ofrece y dá (dona)  más que lo que recibe (contradon)  a la manera del potlach.

El hombre rebelde
Riquelme no es un ser ni fue un jugador “pacificado”. Encarna el polemos griego. Separa, divide opiniones y comportamientos.  En el camarín y fuera de la cancha, él como pocos creó a su alrededor empatía pero también resentimientos. Su ética es la ética del guerrero que no se inclina. Así lo probó cuando renunció a la selección de Maradona porque “no compartían los mismos códigos”. Es muy conocido su compañerismo con los pibes de la cantera a quienes siempre ha alentado dentro y fuera de la cancha y además defendido para que ganen dignamente. Es muy conocida también su actitud intransigente cuando defiende la estética y la gestalt futbolística de la cual fue heredero. Renunció a Boca varias veces porque no dejó que los dirigentes mafiosos los manejen como mercancías en la bolsa de valores de las piernas futboleras y al final acabó jugando por el club del cual vino, el Bichito,  para darle el empujón anímico y volver a la primera división.

CODA: La levedad del ser
Su aire taciturno y su discreta elocuencia provoca equívocos frecuentes. Tienen los conceptos claros y por ello se fue convirtiendo en un outsider, un heredero del fuego sagrado de los grandes: Bochini, Maradona, Alonso.
El canon  futbolero es la celebración del juego. Celebra, poeta.  Comulga cada domingo a las doce para sacar el alma y volver -como cantaría el Zambo Cavero-“después de la misa”, a sacudir las campanas de la Bombonera, en eterno repique para los corazones bosteros que seguirán soñando con tu gambeta larga y pausada, tus amagues, tus pisadas de bola, tus caños inolvidables y tus pases de “sólo sabe Dios”.  Nos enseñaste el deber de ser elegantes, dentro y fuera de la cancha. 

Un abrazo desde la Llacta.
Marzo 2015


viernes, 12 de abril de 2013

Fútbol, ​​política y castigos. En la calle


El fútbol es una tierra de pasiones.


Campo de emociones desenfrenadas y explosiones: gritos, golpes al aire, abrazos emocionantes, lágrimas de tristeza y alegría, cantando, vibración.

El fútbol se ha descrito como inteligencia en movimiento.

No se trata simplemente de un juego, pues mueve una serie de fuerzas en el cuerpo y el planeta.

Se puede tomar también como un medio para la comprensión de las cosas de la vida, sin hacer de ella una carrera competitiva hacia la victoria.

Hay quien lo llama el deporte más democrático y popular en el mundo, ya que requiere muy poco para ser practicado y entendido.

La incomprensión de esta declaración consiste en centrarse únicamente en las exigencias de su práctica, porque se olvida que él es también un campo incomprensible o, como diría un viejo cronista, terreno fértil para "lo sobrenatural de Almeida".

El fútbol no es democrático: es una práctica que puede ser realizada como experimentación de reglas móviles.

Las 17 reglas oficiales no son seguidas por los niños que juegan en la calle o en cualquier campo de fútbol.

En estos parajes pululan reglas no escritas y acuerdos transitorios establecidos por los involucrados en ese partido.

El número de miembros, el objeto a ser usado como pelota, la hora de inicio, las dimensiones del arco, el número de goles que establecen el final del juego, todo eso es definido rápidamente entre aquellos que están dispuestos a jugar ese juego.

Hay mucho que aprender y experimentar jugando y viendo fútbol.

Entre los niños y los jóvenes es una práctica que permite la convivencia sin suprimir las pasiones.

Es practicado con explosiones, discusiones, peleas, abrazos y besos.

Pone los cuerpos en movimiento y en contacto: cada uno se conoce a sí mismo en relación con los otros, sea de su equipo o de sus adversarios.

No es una pacificación lúdica de una disputa guerrera: es una guerra libre de pacificaciones y deseos de exterminios, practicada entre iguales que poseen intimidades diferentes entre sí, con el balón y con diferentes constituciones físicas.

Cualquiera que haya jugado al fútbol cuando era niño inmediatamente entiende todo esto y que sólo pasó con los que jugaron ese partido.

Cualquier persona puede jugar al fútbol.


(Extracto del texto un artículo más extenso con el mismo título)
 Fuente de traducción: hypomnémata 154. Boletín electrónico mensual. Nu-Sun - Centro de Sociabilidad Libertaria. Programa de Estudios de Posgrado en Ciencias Sociales de la PUC-SP
no. 154, marzo de 2013. http://www.nu-sol.org/