lunes, 10 de septiembre de 2018

Memoria del conversatorio dedicado a la obra del poeta ALVARO ANTEZANA J.




Panelistas
- Gustavo Soto
- Lourdes Saavedra
- Luis Navarro
- Luis Navarro

30 de agosto 2018
Café Caracol


lunes, 27 de agosto de 2018

Conversatorio con Claudio Ferrufino Coqueugniot: “LA LITERATURA EN EL PROCESO DE CAMBIO” (Video)

Video del conversatorio con el escritor Claudio Ferrufino Coqueugniot sobre “LA LITERATURA EN EL PROCESO DE CAMBIO”. Realizado en julio 2018.

jueves, 9 de agosto de 2018

“EL CHE … ÉL ERA UN ARGENTINO” Testimonio de Liber Forti sobre la guerrilla de Ñancahuazú (para descargar) -ACTUALIZACION-

La Biblioteca Cesareo Capriles se complace en difundir este texto basado en el libro autobiográfico "En Liber Tad". Con esta publicación esperamos contribuir a desmitificar la figura del "guerrillero heroico" y el autoritarismo del "castro-comunismo", hoy soporte dell "gran timonel" Evo Morales y el llamado "Estado plurinacional".


(ACTUALIZACION)
https://drive.google.com/file/d/1uML7RidUuUHNgqCa4OInxB-33stIZHUm/view?usp=sharing



viernes, 27 de julio de 2018

El caracol es la casa de los ecos -Maurizio Bagatin-


No un vago rumor o la noticia manipulada, ni la filfa, el eterno cacareo tonto, ni la resonancia o la repercusión…                                                                                                                                                     Aquí muchos lo han conocido y pocos lo han leído…como si no hubiera existido una sociología descriptiva, el ácido escritor se debe ensuciar con el trabajo artístico, porque lo quiere y lo apasiona, y se introduce en el vientre de la ballena, adonde es necesario estar locos para ser claros (Pier Paolo Pasolini, poesía Picasso)…penetra el paraíso habitado por diablos, el infierno de almas ya pequeños burgueses, se sumerge sin restricciones y escribe libros, libros que pueden no ser constructivos y serios, libros que pueden tener un solo valor, el valor literario.
El ácido escritor vive y se acerca a lo que la gente de verdad siente…dicen que de aquello que has amado mucho solo se escribe bien cuando lo has perdido del todo: casas, ciudades, lugares, personas, objetos, salud, ganas (Miguel Sanchez-Ostiz, extracto de Chuquiago).
Del hombre hay que mitificar, si existe, la obra…su vida es otra cosa, vagabundeando alrededor del mundo o simplemente haciéndole el amor a una mujer, tal vez sembrando cada día un árbol y admirando el imperceptible aleteo de un colibrí…ayer el ’68, el ’77, hoy los sueños de nuestros hijos, para muchos los de los nietos.
La literatura de Claudio es inflexiblemente defensora de la libertad frente a los ultrajes del hombre, a los ultrajes de las masas.
Y la literatura tal vez es esto: una exagerada falta de inocencia que sabe muchos sobre los hombres.

 Cochabamba, julio 2018

jueves, 19 de julio de 2018

Juan de la Rosa y un mito cosmogónico valluno

Lucas Cranach the Elder - Adam and Eve

Carlos Crespo Flores

En la cuenta larga del valle cochabambino, uno de espacios más valorados y admirados por su belleza y fertilidad  ha sido la campiña de Cala Cala. De hecho, cuando el inca Tupac Yupanki consolida este territorio para el imperio, Cala Cala es el lugar donde construye un “pequeño patrimonio” personal, incluyendo un aqllawasi (casa de mujeres vírgenes del inca) y baños. Innumerables arroyos y vertientes de agua la atravesaban, convirtiéndola en una zona húmeda y exuberante.

Cala Cala ha sido celebrada por poetas, cronistas e historiadores. Alcides D’Orbigny, quien estuvo por la ciudad en 1832, la definía como “el bonito caserío de Calacala, con sus árboles verdes, lugar de cita de los paseantes, sitio elegido para los paseos campestres de los ciudadanos”. Julio Rodríguez, prócer de la élite local, en una biografía familiar recordando la década de 1860, hablaba de los recorridos para “k’uquear” por las huertas de Calacala”. A fines de 1910, el protagonista de la novela de Demetrio Canelas, “Aguas Estancadas”, organiza una fiesta en las "suaves frondas del verdeante bosque de naranjos de Calacala"; y describe: "Nada más bello y amable que aquella floresta de Calacala, reclinada a las faldas de la cordillera del Tunari”. La misma Adela Zamudio tenía una pequeña casa de campo en Cala Cala, donde se refugiaba los fines de semana para escribir, atender a los sobrinos y su jardín.

La magnificencia de la campiña calacaleña impulsó a Nataniel Aguirre proponer a esta parte del valle como el probable escenario del bíblico paraíso terrenal. En una escena de la novela Juan de la Rosa, el protagonista, Juanito, está a punto de enfrentar a Padre Arredondo, por sus inclinaciones a favor de los patriotas. A punto de recibir un duro castigo, Juanito reflexiona sobre el clima y el paisaje valluno de Cala Cala:

“¡Benditos meses de marzo y abril! ¡De cuánta gala sabéis revestir vosotros la hermosa tierra en que he nacido! Si los demás meses del año se os pareciesen, si a lo menos los de septiembre y octubre no fueran tan mezquinos de lluvias y quisieran estimularse con el ejemplo del generoso febrero, para impedir que el sol sediento se beba toda el agua del Rocha y de las lagunas, yo sostendría con muy buenas razones que Eva cogió el fruto prohibido en Cala Cala, aunque me trajesen juramentado al Inca Garcilaso de la Vega, para que declarase a mi presencia que los españoles hicieron venir de la Península el primer árbol de manzanas; porque el Génesis no dice que fue aquel fruto precisamente una manzana, y pudo ser una chirimoya, una vaina de pacay o cualquier otro de los deliciosos frutos de nuestros bellísimos árboles indígenas.”

Aguirre está situando un mito cosmogónico según la tradición judeo cristiana, en el valle, pues está emplazando en Cala Cala el origen de la creación del mundo, otorgando a la campiña, por tanto, un sentido más allá del tiempo histórico. Este es un mito bioregional, pues está articulado a la ecología de la zona, y el novelista escribe desde el conocimiento de su hábitat.

Los mejores meses del año en Cochabamba han sido los de la temporada lluviosa, entre febrero a abril particularmente, donde el valle, en este caso Cala Cala, se torna verde y florido; época de abundancia de frutas, maíz, trigo, papa. Es el momento paradisíaco. Mientras que, entre agosto a noviembre, la lluvia está ausente, la humedad disminuye y el agua (incluyendo el del río Rocha) es escasa. Aguirre sabe y lo retrata

Respecto a la fruta prohibida, efectivamente en Génesis 3:1-3 leemos: “La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvé Dios había hecho. Dijo a la mujer: «¿Cómo os ha dicho Dios que no comáis de ninguno de los árboles del jardín?» Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Más del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.» El texto bíblico no explicita que haya sido una manzana la fruta que sedujo a Eva y Adán (especie introducida por los españoles, como Garcilazo de la Vega podría atestiguar), imagen construida por el cristianismo oficial. Pudo haber sido alguno de los sabrosos “árboles indígenas" del valle cochabambino, como el pacay o la chirimoya.

Hoy, Cala Cala, como en el pasado, continúa siendo una zona donde habitan las elites de la ciudad, aunque los cambios son evidentes. La sensación de Juanito respecto a la sequedad del valle durante una época del año, hoy es lo normal: el “sol sediento se ha bebido” las aguas superficiales y subterráneas, las áreas de cultivo y la masa arbórea han desaparecido en pro del cemento y la urbanización kitsch. Tal el paisaje dominante cala caleño. Solo nos queda la memoria literaria de este hermoso mito de creación valluno.

miércoles, 27 de junio de 2018

Poema de Hilda Mundy inspirado en el foot ball


Este poema es parte del libro Piroctenia, de Hilda Mundy. En el libro Cosas de Fondo, aparece con el título “El foot ball un deporte bíblico”. Mundy asocia la creación del mundo, según la tradición judeocristiana, con un partido de foot ball, con humor y sátira. Para disfrutar en tiempos del Mundial.


IV

No se concibe la creación del mundo sino en un match de “foot ball”.

Un match de “foot ball” de alta técnica: punto-origen del deporte actual vulgarizado y decadente.

El Creador bello en su complexión robusta de atleta (no flaco y débil como visador de cementerios) daría la patada inicial del match espectacular.

¡En qué Stadium magistral sería su entrenaje?

En un juego movido de cabriolas: con directo “shootazo”, colocaría al sol -balón de fuego- al gol del cielo. Y como el contendor incógnito se durmiera, en un empuje haría rodar veloz por el espacio, la luna -balón de luz- entre las estrellas.

Y así seres, cosas, astros en la infración del “outside” agitaríanse en la cancha del universo.

El juego individual y la simplificación del tiempo libre de cronología harían monótono el encuentro.

Movimiento vario de seis días.

Después de batir el record de resistencia, con el ímpetu gastado en la formación del mundo, débil y fatigado se pondría a descansar en el lomo rugoso de una montaña.

Mientras su “mánager” inter-universal comenzaría un masaje tonificante.

Frase de análisis: “El foot-ball es un deporte bíblico”.

(1936)


viernes, 11 de mayo de 2018

MI CIUDAD DESAPARECIÓ



Carlos Crespo Flores


Es el título de una conmovedora canción de la banda The Pretenders. Chrissie Hynde, su vocalista, la escribió en 1982 luego de regresar a su ciudad natal, Akron, Ohio, solo para descubrir que el “desarrollo” y la cultura del automóvil, habían despojado a la ciudad de su carácter y destruido los lugares en los que había crecido: “Volví a Ohio/Pero mi ciudad se había ido/…Todos mis lugares favoritos/Mi ciudad había sido derribada/Reducida a espacios de parqueo”.

Es el mismo sentimiento que me acoge contemplando la ciudad de Cochabamba, la urbe marketineada por el actual gobierno municipal como “sorprendente” o la “ciudad de todos”. El hábitat valluno donde crecí y amé no existe más, ha sido reemplazado por un espacio urbano polucionado, segregado y vigilado. El Estado y el Mercado en sus ángulos mas temibles ha llegado como una aplanadora, tranformando irreversiblemente la campiña valluna.

Soy parte de una generación que se curtió principalmente en la calle, el barrio, desarrollando un sentido de pertenencia al lugar, al microespacio, por tanto una identidad local. De esta manera, se podía hablar de los “caracoteños”, “calacaleños”, “sarqueños”, o “jauhuayqueños”. En mi caso, provengo de la “9 de Abril” y luego del “Complejo Fabril”. Hoy, no existen más tales identidades: la homogeneización paisajistica kitch del cemento (“ch’ojcha” llamaría el escritor Juan Cristobal Mac Leran) y el síndrome de desconfianza en el “otro” en nombre de la inseguridad, han debilitado irreversiblemente la imagen de la ciudad y sus diversas sensibilidades/imaginarios espaciales.

Lamentablemente no puedo ignorar que la población local valluna ha aceptado la transformación de la ciudad. En una suerte de servidumbre voluntaria ambiental, ha internalizado como un valor positivo la destrucción paisajística: son los mismos vecinos que cortan árboles, admiten el cementado de áreas verdes y la construcción de infraestructuras inútiles en espacios protegidos. La tierra de los poetas Man Cesped y Adela Zamudio, amantes de la naturaleza del valle, ha sido arrasada por sus mismos habitantes. Más aún, los cochabambinos han caído en la adicción petrolera; ricos y pobres, indios, cholos y criollos, asumen que el automóvil es el símbolo del progreso y la modernidad, a la que se debe acceder (tanto que el presidente del Estado Plurinacional lo ha considerado un derecho humano). Y cerrando la tragedia, el discurso de la inseguridad, por tanto la desconfianza en el otro se ha impuesto: frente a la violencia y la inseguridad se acepta incrementar los gastos defensivos, desde la vigilancia policial barrial, pasando por las cámaras de seguridad, hasta el autoencierro espacial, como se evidencia con el crecimiento de condominios y barrios cerrados. El miedo es el dispositivo más eficaz para establecer una sociedad de disciplinamiento y control.

Volví a Ohio/Pero mi bonita campiña/Había sido pavimentada por el medio/Por un gobierno que no tenía orgullo”, se lamenta Hynde. Como la ciudad norteamericana, en Cochabamba hemos perdido el paisaje que hacía exclamar en quechua al poeta Saturnino Olañeta a fines del S XIX: “Nuestra ciudad, Cochabamba,/Se aduerme al pie del Tunari./Toda colmada de flores,/Cuán bella es nuestra ciudad.No se conoce la pena,/Tan solo existe la hemosura/Y todos, sin que falte uno,/Viven alegres en ella”. Sean de derecha o izquierda, liberales o marxistas, nuestros gobernantes han sido seducidos por la ideología del progreso y “le meteremos nomás”. 

Al biólogo Francisco Varela le preguntaron alguna vez si veía soluciones a la crisis actual, este respondió que los lunes, martes y miécoles era optimista para encontrar salidas, pero el resto de los días de la semana no las avizoraba y se hallaba pesimista. Hoy me encuentro en esos días oscuros. Lo siento.


The Pretenders - My City Was Gone