jueves, 11 de noviembre de 2021

Defender la autonomía universitaria, si; repensar el co-gobierno, también CARLOS CRESPO FLORES

 ¿Cuál es el valor de la autonomía universitaria? Cuando era estudiante, era un tópico de discusión con la variopinta izquierda universitaria. Para ellos, la autonomía universitaria no era(no es) un fin en sí mismo para garantizar la libertad académica, sino un medio, un instrumento más para la toma del poder de Estado, en este caso desde la universidad. Como en Cuba, o cualquier país del paisaje comunista, cuando el partido toma el poder, a nombre de la clase, el pueblo, o lo "nacional popular", se elimina la autonomía universitaria, y sus defensores son perseguidos. En Bolivia, sucedió con el MNR, en 1956, con la UDP el 82-85, y hoy, con el gobierno de los "movimientos sociales".

 Es que el discurso de izquierda históricamente es contrario a cualquier forma de autonomía, combate todo atisbo de descentralización del poder estatal. La izquierda cree en el Estado fuerte, centralista, que controla todos los aspectos de la vida material. Por tanto, el Estado resolverá todas las necesidades de la gente, cubierto por su manto protector. Con ese mito, antes Stalin mató a millones de rusos, hoy millones de venezolanos, cubanos, nicaragüenses son víctimas de las genialidades estatolatras de los Chavez/Maduro, Castro, Ortega.

 El gobierno del MAS, en ese sentido, está cumpliendo el viejo sueño estadocéntrico de la izquierda bolviana: tener el control estatal desde donde imponer (ahora denominado "hegemonía" en la jerga gramsciana) su verdad teleológica, para otorgar "derechos", brindar "seguridad,", crear empleos. La ley 342 es una vuelta de tuerca en la estatalización de la vida pública y privada, acelerada con el "Estado plurinacional".

 En realidad, el tema no es nuevo en la UMSS. El anterior plan de desarrollo de San Simón, ya establecía explícitamente su alineación con el Plan General de Desarrollo y la Agernda Patriótica. Los pocos que cuestionamos este documento, fuimos ignorados con fervor. Por otro lado, desde hace casi 10 años, el POA de los docentes e investigadores, es definido por la Contraloría de la República.

 Aunque tarde, la comunidad universitaria ha comenzado a reaccionar, defendiendo la autonomía. Repito lo que señalaba entonces: Lo que enseñe o investigue no será definido por ningun plan, decisión estatal o agenda externa. En todo caso, la Agenda Patriótica y el plan de desarrollo del gobierno actual, son objetos de estudio para la universidad, de evaluación crítica; en ningún caso referente obligatorio para determinar la agenda académica.

 Más aún, los temas que investigue, reflexione, son problemáticas de conocimiento, antes que medios para resolver problemas de los gobernantes y sus políticas. A propósito de la pulsión de que nuestras investigaciones deben ser orientadas a la incidencia en política pública. Me niego a ello. La Universidad no es Estado, ONG, menos Iglesia. Es el saber, el conocimiento lo que nos constituye y cohesiona. Que en este proceso se toma en cuenta el entorno, es obvio.

 Defender la autonomía es defender la libertad, un valor que los discursos autoritarios temen y persiguen. Saben que en el oscurantismo intelectual al que hemos ingresado los últimos 15 años, las universidades públicas, con libertad de cátedra, serán, como los monasterios de la edad media, islas de conocimiento y fuentes de saber.

 Si la autonomía hay que defenderla y cuidarla como la "niña de nuestros ojos", el co-gobierno docente estudiantil debe ser repensado y transformado. El co-gobierno se ha convertido en un dispositivo de clientelismo y corrupción, que legitima los micropoderes facultativos, con sus "reyes chiquitos", terminando en el poder supremo rectoral.

 Por ello, la movilización universitaria debe ser, hacia afuera, la implacable defensa de la autonomía, frente al intento estatal plurinacional, de controlar la vida universitaria. Y hacia adentro, iniciar una radical transformación académico institucional, empezando por el co-gobierno. Esto supone discutir la reducción de sus competencias y su reorganización alrededor de criterios académico antes que político partidarios.

 Asimismo, una transformación que elimine en la universidad los "trabajos de mierda" (David Graeber), aquellos que no aportan a la vida académica universitaria, que no brindan servicio a la comunidad sansimoniana y su entorno.

 Hoy, somos una universidad mediocre, destruida, por fuera desde el Estado interventor sobre la autonomía universitaria, y por dentro, por políticos corruptos, protegidos como autoridades, que han arrinconado la academia al "rincón del olvido". Yapale el perfil de los estudiantes que ingresan a la universidad: apenas saben leer, entender conceptos abstractos. Un efecto de la nefasta ley Avelino Siñani. Los docentes se adecuan a tal formación y tenemos una caída brutal de la calidad académica.

 Es la oportunidad de que la universidad se mueva, algo... por lo menos nuestras cadenas...

 

Cochabamba, noviembre 2021


IMAGEN: Shepard  Fairey