viernes, 25 de enero de 2008

ALAN MOORE. Entrevista



Alan Moore habla sobre V de Vendetta y las adaptaciones de sus cómics

En una de sus raras entrevistas, el venerado autor de cómics se confiesa en la MTV, y critica al cine actual.

Traducimos a continuación una entrevista concedida por Alan Moore, el autor del cómic de V de Vendetta, a la MTV, donde se confiesa sobre su relación con el cine:Alan Moore, el rey de los cómics, se encuentra en su casa, en Northampton, Reino Unido. Ha estado trabajando en una nueva historia llamada "Lost Girls." Realmente lleva en ello los últimos 16 años, pero ahora está finalizado y preparado para publicarla como novela gráfica, ilustrada por su prometida, la artista Melinda Gebbie. Es una historia salvaje, aún para los estándares de un hombre de 52 años como Moore: Tres heroínas de la literatura clásica infantil — Alicia de “Alicia en el País de las Maravillas”, Dorothy de “El Mago de Oz” y Wendy de "Peter Pan" — se encuentran en Londres en 1913 y se dan cuenta de que sus respectivas historias son metafóricas, y están relacionadas con el despertar sexual. Muy erótico. O como cree Moore, muy pornográfico.“Lost Girls", una historia llena de sexo, puede ser demasiado para Hollywood, que hasta ahora ha adorado el trabajo de Moore, y ha adaptado tres de sus trabajos (las novelas gráficas “Desde el Infierno” ("From Hell") y “La Liga de los Hombres Extraordinarios” ("The League of Extraordinary Gentlemen"), y la protagonizada por su personaje, un detective de lo sobrenatural llamado John Constantine). La novela gráfica más densa de Moore, su creación de 1987 "Watchmen" (ilustrada por Dave Gibbons), ha rondado los estudios de Hollywood durante años (se relacionó al director Terry Gilliam con el proyecto), pero aún no han hecho nada sobre ella. Sin embargo, la serie que hizo con el artista David Lloyd, "V for Vendetta" en los años 80, por fin ha sido adaptada al cine… y Moore no está precisamente satisfecho con el resultado. Leyó el guión y lo odió, y como suele ser habitual en él, apartó su nombre del proyecto, y premitió que todo los beneficios derivados de la película que le pertenecían fueran otorgados a Lloyd.Alan Moore concede entrevistas en raras ocasiones, pero la periodista de las noticias de la MTV Jennifer Vineyard habló con él por teléfono recientemente sobre "V de Vendetta", su problema con Hollywood, los peligros de trabajar con Johnny Depp y Sean Connery, y sobre su último proyecto.

MTV: ¿Podría "Lost Girls" ser adaptada al cine?

Alan Moore: No creo que tenga sentido adaptarlo a otro medio. Pero eso opino yo. Soy un poco irritable en ocasiones. Y no sería muy adecuado por mi parte negarme del todo si Melinda quisiera hacerlo. Si eso ocurriera no quiero mi nombre en un hipotético proyecto ni quiero el dinero. ¿Pero como harían para incluir actores de cierta entidad en una película con tanto contenido sexual? Necesitaríamos a Judi Dench por ejemplo, y no creo que aceptara. Pero realmente dudo que cualquiera de mis cómics pueda ser bien adaptado al cine, porque no los escribo para ello.

MTV: Pero tiene usted un estilo muy fílmico.

Alan Moore: En los cómics el lector tiene un control absoluto de la experiencia de leer. Pueden leerlos con calma, a su ritmo, y siempre pueden volver atrás al menos contratiempo y releer cuantas páginas quieran, mientras que en el cine la velocidad es imparable, a 24 imágenes por segundo. Aún para un director como Terry Gilliam, que encanta por la profundidad de detalle de sus escenas, sería imposible duplicar el trabajo que Dave Gibbons fue capaz de hacer en "Watchmen". Podíamos dejar detalles subliminales en cada dibujo, y sabíamos que el lector podía tomarse su tiempo para desgranar cada uno de ellos. No hay forma de poder hacer eso en una película.Me encontré con Terry Gilliam, que me preguntó: "¿Cómo harías una película de 'Watchmen'?" Y respondí que no la haría. Creo que estuvo de acuerdo conmigo en que no sería bueno hacerla. En Hollywood tendrías a los productores y demás poniendo su granito de arena con… bien, no quiero llamar a sus elucubraciones ideas, pero… dándole su toque, podríamos decir. Tendrás también a los actores que no querrán decir ciertas líneas o interpretar a su personaje de la forma adecuada. El inspector de policía en "From Hell", Fred Abberline, estaba basado en la vida real: era un hombre modesto de edad madura que no bebía demasiado, y que hasta donde sé, permaneció fiel a su esposa toda su vida. Johnny Depp lo interpretó como un bebedor de absenta, que frecuentaba los fumaderos de opio, con un corte de pelo a lo dandy… un inspector de la policía así en 1888 hubiera sido apaleado por sus compañeros oficiales.Por otra parte, cuando sí había un verdadero adicto al opio que interpretar en un guión, como fue el papel de Allan Quatermain en “La Liga de los Hombres Extraordinarios”, que probó muchas drogas en multitud de ocasiones (así era el papel original), ocurrió lo contrario. Sean Connery no quiso interpretar a un adicto a las drogas, así que la parte principal del personaje de Quatermain fue arrojada por la ventana por el capricho de un actor. No tengo ese tipo de problemas en los cómics.

MTV: ¿Entonces porqué vender los derechos?

Alan Moore: Mi posición suele ser clara: si la película resulta ser una obra maestra, no tiene nada que ver con mi libro. Si es un desastre, exactamente lo mismo. De esta forma hay dos entidades separadas, y la gente lo entenderá así. Esta era una posición bastante inocente, porque a la mayoría de la gente no le importa si un libro está bien adaptado o no. Y si ellos no lo conocen, asumen que es una adaptación fiel. No hay necesidad de leer el libro si has visto la película, ¿no? Y la mayoría de los espectadores que vieron "O Brother, Where Art Thou?" pensaron: "Hmmm, ¿realmente necesito leer 'The Odyssey' "? (el libro en le que está basada).Cuando hablamos de cosas como "V de Vendetta" o "Watchmen," no tengo otra opción. Estos trabajos con DC Comics fueron hechos bajo ciertas condiciones, así que les pertenece todo el material, y deciden si hacer películas con él o no. Todo lo que puedo decir es "Quiero que no aparezca mi nombre ni quiero dinero alguno". Me gustaría que el dinero fuera distribuído entre los artistas, pero incluso antes de preguntarme, los responsables de la película filtraron una nota de prensa en la que decía que yo estaba muy ilusionado con la película. Mintieron. Intenté que se retractaran, pero no estaban dispuestos a hacerlo. Así que anuncié que no trabajaría de nuevo con DC Comics. No quiero tener contacto con ellos, ni con la Warner Bros. ni con ninguno de esos tiburones de agua dulce jamás.Una de las cosas que no me gustan de la película es su increíble calidad de detalle. Intimida, es muy grande, muy espectacular, tiene mucho peso y prioriza eso en detrimento del resto de nuestra cultura. Estoy cansado de los críticos que, para insultar a un proyecto, dicen que tiene “personajes de cómic” o un “guión de cómic”, usando el término “cómic” como algo ajeno a la cultura.

MTV: Probablemente jamás hayan leído un cómic.

Alan Moore: Exacto. No voy a decir que todos los cómics son literatura – hay mucha basura por ahí, pero se han hecho cómics muy buenos, que rezuman literatura en todas sus páginas, durante los últimos 20 años, piezas maravillosas. Y para leer un cómic, tienes que ser capaz de hacerlo, cosa que no es necesaria para disfrutar de una película.

MTV: Hay una solución posible, algo similar a lo que Neil Gaiman ha hecho con su "Death: The High Cost of Living" (“Muerte: el alto coste de la vida”), y Frank Miller con su "Sin City": ¿porqué no dirigir las películas uno mismo?

Alan Moore: No tengo interés en dirigir películas sobre mi trabajo. Si algo funciona perfectamente en un género, ¿porqué asumir el trabajo de hacer lo mismo o mejor en otro género para el que no han sido escritos? No he visto "Ghost World", pero me han dicho que está muy bien. No me han dicho que sea mejor que el cómic.

MTV: ¿Qué me dice sobre algo que se ajustó al espíritu del libro original, como “El Señor de los Anillos”?

Alan Moore: Los CGI me hacen escupir vitriolo, bilis y veneno. Cuando es necesario utilizarlos, recomiendo a alguien como Jean Cocteau. Cuando tiene que poner a alguien metiéndose en un espejo, gasta más o menos cinco dólares en el efecto especial: Coge una bandeja, la llena de mercurio y gira la cámara hacia ella. Eso es poesía, magia.Tengo una teoría al respecto, que no me ha defraudado hasta ahora. Hay una relación inversa entre la imaginación y el dinero. Contra más dinero y tecnología hay disponible para crear, menos imaginación se aplica a ello. Mis películas favoritas son las que fueron hechas con un cordón de zapato. Y no son adaptaciones, son piezas originales del cine. Bien, la versión de Cocteau, "La Belle Et La Bête" es una adaptación de “La Bella y la Bestia”, que fue hecha de un modo muy distinto. John Waters, por ejemplo… sus primeros trabajos eran terribles, los hacía con algunos amigos de Baltimore, con película barata que tomaba prestada o robaba. George Romero, en "Dawn of the Dead," (“El Amanecer de los Muertos”), "Day of the Dead," (“El Día de los Muertos”) y el resto de ellas, usó el hecho de carecer de presupuesto en su favor: sets claustrofóbicos, todo el mundo atrapado en el sótano y los zombies intentan cerrarles el camino… todo muy barato pero increíblemente poderoso. Así veo yo el cine de verdad, así sí funciona. Si me das una máquina de escribir y tengo un buen día, puedo escribir una escena que asombrará a sus lectores. Esto quizá les haga reir, quizá les haga llorar… o tengan un golpe emocional. No cuesta mucho hacerlo. Pero si me dices: “asombra a los espectadores”, y me das un cuarto de millón — ¡bien, mi tía podría hacerlo si tuviera todo ese dinero! — El arte real y las cosas que actualmente cambian nuestra cultura tienden a estar en sus márgenes. No suceden en el medio de una enorme marquesina.

MTV: ¿Pero no podría haber ninguna excepción? Y si no la ha visto… ¿no podría "V de Vendetta" serlo?

Alan Moore: He leído el guión, y sé exactamente lo que harán con él, y no iré a verla. Cuando escribí "V", la política iba para peor en este país. Tuvimos una política conservadora como Margaret Thatcher, disturbios en su contra, y al Frente Nacional y a la derecha en conjunto haciendo serios avances hacia sus ideas. "V de Vendetta" trata sobre todo de cosas como el fascismo y la anarquía.Esas palabras, “fascismo” y “anarquía”, no se ven reflejadas en la película. Se ha transformado en una parábola de la era de Bush, en la que la gente es demasiado tímida para hacer sátira política en su propio país. En mi historia original hubo una guerra nuclear limitada en el Reino Unido, que asoló al país, causó mucho caos y colapsó al gobierno… y una dictadura totalitaria tomó las riendas. Ahora, en la película, tienes a un grupo de siniestros personajes de la derecha — no fascistas, pero sabes que son malos tipos — que han fabricado un arma biológica en secreto, con la que pueden causar mucho terror con el fin de persuadir a la gente para que se una a ellos en sus proyectos políticos. Es un intento frustrado, y quizá impotente a la larga, una fantasía liberal estadounidense de alguien con esos valores que se opone a un estado liderado por neo-conservadores, que no es de lo que va de verdad "V de Vendetta". Va sobre el fascismo, sobre la anarquía, sobre el Reino Unido. La intención de la película no es la del cómic que escribí. Y si los hermanos Wachowski se sintieron movidos a protestar por como van las cosas en los EE.UU., ¿no hubiera sido más directo hacer algo centrado en el futuro cercano contando las cosas tal y como son hoy en día?George Clooney ha sido difamado por hacer "Good Night, and Good Luck" (“Buenas noches y buena suerte”), pero tuvo la presencia de ánimo para rodarla. Se supone que no es ilegal — aún no — expresar opiniones distintas a las habituales en el llamado Mundo Libre, ¿no? Quizás hubiera sido mejor para todos si los hermanos Wachowski hubieran hecho algo ambientado en los EE.UU. En lugar de inventarse un héroe que viste como Guy Fawkes [cada 5 de noviembre, se celebra el Reino Unido la Bonfire Night (La noche de las hogueras, donde se simula que se quema a Guy Fawkes, un conspirador que intentó hacer volar el Parlamento inglés en 1605], podrían haberlo puesto vestido como Paul Revere [Patriota y orfebre estadounidense. Tomó parte en los sucesos revolucionarios de Boston. Se hizo célebre por una gran cabalgada nocturna en 1775 para anunciar a los patriotas de Lexington la llegada de las tropas británicas]. Hubiera funcionado.

viernes, 11 de enero de 2008

SOY LA ANARQUIA


Nací con la primera revuelta:

insumisa, inquieta, desgreñada.

Me construí a mi misma desnuda, bella, irreverente.

Desde mis huesos inermes partió la primera blasfemia hacia el creador...

Me negué a ser sometida, dirigida, apadrinada.

Me transformé en apóstata,

fui acusada de irreligión.

Fui condenada, pero mis alas eran de fénix,

y en raudo vuelo, abandoné las hogueras

y atravesé los océanos...

Vi yugos por dondequiera,

calambres y hambre, parlamentos y lamentos,

aprendí la desesperación.

Cavé con las uñas una trinchera de sueños

y me embriagué con esa pandilla de niños locos,

poetas náufragos allá en España del treinta y seis...

Miré a la izquierda, miré a la derecha

y vi rostros sucios ocultos

tras limpios uniformes

vertiendo la sangre de los pueblos

en nombre de la justicia, la dialéctica

y otras empalagosas quintaesencias...

Y tomé la rabia.

Y la afilé.

Y lancé truenos contra los tronos,

enemiga de los gobiernos,

enemiga de las patrias,

enemiga del dolor.

Abrazo al mundo,

vivo y no ruego,

amo y resisto sus tiranías.

¡¡¡Soy la Anarquía!!!."

Anónimo

MAYORIAS vs MINORIAS




Emma Goldman




“Si tuviera que hacer un resumen de la tendencia de nuestros tiempos, yo diría, Cantidad. La multitud, el espíritu gregario, lo dominan todo, destruyendo la calidad. Toda nuestra vida, la producción, la política, y la educación, se basan en la cantidad, en los números. El trabajador, que se enorgullece de la minuciosidad y la calidad de su trabajo, ha sido reemplazado por los autómatas sin cerebro e incompetentes que arrojan enormes cantidades de cosas, valiosas para ellos mismos, pero generalmente dañinas para el resto de la humanidad. De este modo la cantidad, en vez de contribuir al bienestar y a la paz en nuestras vidas, ha aumentado nuestra carga. En política, sólo cuenta la cantidad. Proporcionalmente a su incremento, los principios, los ideales, la justicia y la rectitud están completamente depreciados por la hilera de números. En la lucha por el predominio los distintos partidos políticos compiten unos con otros en trampas, engaños, fraudes y oscuras maquinaciones, confiando en que el que tenga éxito será aclamado como el vencedor por la mayoría. El único dios es el éxito. Lo que se gasta, lo que templa fuertemente al carácter, no tiene lugar. No es necesario mirar muy lejos para comprobar esta triste verdad.
Nunca antes la corrupción había logrado tanto, la podredumbre total de nuestro gobierno aparece completamente expuesta. Nunca antes los norteamericanos debieron hacer frente a la naturaleza traidora de la clase política; la que ha reclamado por años estar más allá de todo reproche, como el pilar de nuestras instituciones, el protector verdadero de los derechos y libertades del pueblo.
Cuando los crímenes del partido llegan a ser tan descarados que hasta los ciegos pueden verlos, sólo necesitan pasar lista a sus seguidores, y su predominio estará asegurado. De este modo las verdaderas víctimas, los incautados, los traicionados, los ultrajados, cientos de veces, optan a favor del vencedor y no en su contra. Unos pocos, aturdidos, preguntarán, ¿cómo pudo la mayoría traicionar las tradiciones de la libertad Americana? ¿Dónde se fue su juicio, su capacidad de razonar? Es precisamente por eso, la mayoría no puede razonar, no tiene juicio. Carente totalmente de originalidad y coraje moral, la mayoría siempre ha puesto su destino en las manos de otros.
Incapaz de enfrentar responsabilidades, ha seguido a sus líderes incluso hasta la destrucción. El Dr. Stockman tenía razón. "El enemigo más peligroso de la verdad y la justicia, en nuestro medio, son las mayorías, las mayorías compactas y aborrecibles." Sin ambiciones ni iniciativas, la masa compactada odia la innovación. Siempre se ha opuesto, ha desaprobado y ha perseguido al innovador, al pionero de una nueva verdad.
El eslogan mas repetido en nuestros tiempos por todos los políticos, incluidos los Socialistas, es que la nuestra es la era del individualismo, de las minorías. Sólo aquellos que no sondan debajo de la superficie pueden tener esta visión. ¿Es que acaso no tiene acumulada la minoría la riqueza del mundo? ¿No son, acaso, los amos, los dueños absolutos de la situación? Su éxito no se debe, sin embargo, al individualismo sino a la inercia, a la cobardía, a la sumisión completa de las masas. Estas quieren ser dominadas, ser guiadas, ser forzadas. De este modo el individualismo nunca tuvo menos oportunidad de afirmarse de una manera normal y sana.
El educador individual imbuido de propósitos honestos, el artista o escritor de ideas originales, el científico o investigador independiente, el pionero de los cambios sociales no coartado, son diariamente puestos contra la pared por los hombres cuyas capacidades de aprendizaje y creativas han decaído con la edad.
Los educadores del tipo de Ferrer, en ninguna parte son tolerados, mientras los dietéticos del alimento predigerido, los profesores Eliot y Butler, son los perpetuadores exitosos de esta época de virtualidad y de autómatas. En el mundo literario y teatral los guardias Humphrey y los cueros Clyde son los ídolos de las masas, mientras sólo unos pocos aprecian la belleza y el genio de un Emerson, Thoreau, Withman, un Ibsen, un Hauptmann, un Butler Yeats, o un Stephen Phillips. Son como estrellas solitarias, lejos del horizonte de la multitud.
Los publicistas, los administradores de teatro y los críticos no preguntan por la calidad inherente al arte, sino si resultará una buena venta, si agradará al paladar del pueblo. ¡Ay!, Este paladar es como un derrumbe de tierra, se relame con cualquier cosa que no tenga trabajo mental. Como resultado la principal producción literaria es la mediocridad, lo ordinario, los lugares comunes.
¿Es necesario agregar que en el arte nos enfrentamos con los mismos hechos? Sólo tenemos que inspeccionar nuestros parques y vías públicas para darnos cuenta de la deformidad y vulgaridad del arte de la construcción. Ciertamente solo el gusto de la mayoría puede soportar tal atropello al arte. Falso en sus concepciones y primitivo en su ejecución, los monumentos que plagan las ciudades de E.E.U.U. mantienen la misma relación con el arte de verdad, que tiene un tótem con Miguel Angel. Éste es el único arte que perdura todavía. El genio artístico verdadero que no se nutre de las ideas aceptadas, que ejercita la originalidad y que se esfuerza por ser verdadero ante la vida, lleva una existencia oscura y miserable. Su trabajo será un día la comidilla del populacho, pero no antes de que su corazón deje de latir; no antes de que haya dejado de ser un innovador, y la masa del populacho sin visión ni ideales haya causado la muerte de la herencia del maestro.
Se dice hoy día que el artista no puede crear porque es un Prometeo encadenado a la roca de las necesidades económicas. Esto es verdad con relación a las artes en todas las épocas. Miguel Angel no era menos dependiente de su mecenas, que el escultor o el pintor de hoy día, la diferencia es que los expertos en arte de aquellos días estaban lejos de la frenética multitud. Se sentían honrados de que se les permitiera adorar el altar del maestro.
Los mecenas de nuestros tiempos sólo tienen un criterio, un valor: el dinero. No les interesan las cualidades de ninguna obra maestra sino sólo la cantidad de billetes que implica la compra. Como el financista de la obra de Mirabeau: Los negocios son los negocios (Les Affairse sont les Affairse), que se refería a ciertos borrones en los cálculos diciendo "mira que grandioso, cuesta 50,000 francos". Igual que nuestros propios advenedizos. Exorbitantes sumas pagadas por sus fabulosos descubrimientos artísticos que compensan la pobreza de su gusto.
El único pecado imperdonable en la sociedad es la independencia de pensamiento. Esto que debería ser algo tan espantosamente obvio en un país cuyo símbolo es la democracia, es muy elocuente del tremendo poder de la mayoría.
Hace 50 años Wendell Phillips decía: "En nuestro país de absoluta igualdad democrática, la opinión pública no es sólo omnipotente sino también omnipresente. No hay protección para su tiranía, no hay escondite para su poder; y el resultado es que si tú usas la antigua linterna griega para buscar entre la multitud no encontrarás a un solo americano que no gane o pierda - o que no haya fantaseado por lo menos con la posibilidad de ganar o perder- en su ambición, su vida social o sus negocios con la buena opinión y los votos de los que lo rodean. Y la consecuencia es que en vez de ser una masa de individuos, cada uno desparramando sin temor sus propias convicciones, somos una masa de cobardes; en comparación con otras naciones. Mas que otros pueblos estamos atemorizados unos de otros.". Evidentemente no hemos adelantado mucho desde esta condición que describe Wendell Phillips.
Hoy como ayer la opinión pública es el tirano omnipresente; hoy como ayer la mayoría es sinónimo de una masa de cobardes ansiosos de aceptar a aquél que refleja su propia pobreza mental y de alma. De esto da cuenta la inaudita popularidad de un hombre como Roosvelt, que encarna las peores características de la psicología del populacho. Es un político que sabe lo poco que le importan a la mayoría los ideales y la integridad. En cambio goza con la exhibición, no le importa si es un espectáculo de perros, una pelea por un premio, el linchamiento de un "negro", el reclutamiento de algún despreciable criminal, el casamiento de alguna heredera, o las payasadas del algún ex -presidente. La más horrible contorsión mental será el mayor deleite de los mercenarios de la masa. Por eso aunque pobre en ideales y de alma vulgar Roosvelt continúa siendo el hombre del momento.
Por otro lado, los hombres que se elevan por sobre los pigmeos políticos, los hombres del refinamiento, de la cultura, de las habilidades, son ridiculizados como alfeñiques. Es un absurdo reclamar que la nuestra es la era del individualismo. Estamos en una mera repetición conmovedora de los fenómenos de toda la historia: todo esfuerzo de progreso, de ilustración, de conocimiento científico, de religión, de política y de libertad económica, emanan de la minoría y no de la masa. Hoy como siempre los pocos son malentendidos, acosados, encarcelados, torturados y asesinados. El principio de fraternidad, expuesto por los agitadores de Nazaret, preservó el germen de la vida, la verdad y la justicia en cuanto fue la luz de faro para la minoría. En el momento en que la mayoría lo hace suyo, este gran principio se vuelve la clave y el estandarte de la sangre y el fuego, esparciendo sufrimientos y desastres. El ataque a la omnipotencia de Roma, liderado por las figuras colosales de Huss, Calvino y Lutero, fue un rayo de luz en medio de la noche oscura. Pero tan pronto como Lutero y Calvino se transformaron en políticos y empezaron a abastecer a los pequeños potentados, a la nobleza, y al espíritu del populacho arriesgaron las grandes posibilidades de la Reforma. Ellos ganaron prestigio y se transformaron en mayoría, sin embargo ser mayoría no los excusó de la misma crueldad y sed de sangre en la persecución a las ideas y al pensamiento que caracterizó al engendro del Catolicismo. Sufrimientos para los herejes, para las minorías, que no se doblegaron frente a sus dictámenes. Después de un fervor, sufrimiento y sacrificio infinitos la mente humana es finalmente libre del fantasma religioso; las minorías han continuado avanzando en la conquista de nuevas metas, mientras la mayoría queda rezagada, incapacitada por la verdad que se volvió error con el tiempo.
Desde una perspectiva política la raza humana todavía estaría en la más absoluta esclavitud si no fuera por los John Ball, los Wat Tyler, los Tells, en suma los incontables individuos gigantescos que pelearon palmo a palmo en contra del poder de los reyes y tiranos. Si no fuera por los pioneros individuales el mundo no se habría conmocionado nunca por esa ola gigantesca que fue la Revolución Francesa. Los grandes acontecimientos son generalmente precedidos por cosas aparentemente pequeñas. Por esto la elocuencia y la intensidad de Camille Desmoulins, fue como la trompeta delante de las puertas de Jericó, arrasando la tierra que simbolizaba la tortura, el abuso, el horror, la Bastilla.
Siempre, en cada época, las minorías han sido los portadores de los estandartes de las grandes ideas, de los esfuerzos liberadores. No así las masas, pesos muertos que no permiten el movimiento. El ejemplo más elocuente tuvo lugar en Rusia. Miles de vidas han sido sacrificadas por la crueldad del régimen, y todavía el engendro en el trono no ha sido aplacado. ¿Cómo es posible que este tipo de cosas sucedan cuando las ideas, la cultura, la literatura, cuando las emociones más fina y más profundas bullen debajo de las bromas macabras? Las mayorías, compactas, inmóviles, embotadas, los campesinos rusos, después de un siglo de luchas, sacrificios, de miseria silenciada, todavía cree que la soga que los estrangula, "el hombre de las manos blancas", les traerá la suerte.
En la lucha de E.E.U.U. por la libertad, la mayoría no fue más que un inútil adoquín. Hasta ese mismo día, las ideas de Jefferson, de Patrick Henry, de Thomas Paine, eran negadas y traicionadas por la posteridad, las masas no quieren ni una sola de ellas. La grandeza y el coraje admirados en Lincoln ha hecho olvidar a los hombres que crearon las bases del sentido común de aquel tiempo. Los verdaderos santos patronos de los hombres negros estaban representados por ese puñado de luchadores de Boston, Lloyd Garrison, Wendell Phillips, Thoreau, Margaret Fuller y Theodore Praker, cuyo gran coraje y fortaleza culminó en ese sombrío gigante que fue John Brown. Su fervor incansable, su elocuencia y perseverancia socavaron los bastiones de los Señores del Sur. Lincoln y sus partidarios sólo continuaron esta senda cuando la abolición llego a ser una práctica habitual, así reconocida por todos.
Hace aproximadamente 50 años, una idea fugaz hizo su aparición en el horizonte del mundo, una idea de tan largo alcance, tan revolucionaria, tan popular como para sembrar el terror en el corazón de los tiranos de todo el mundo Por otro lado esta idea fue una precursora de la dicha, de la alegría, de la esperanza de millones. Los pioneros sabían las dificultades de su camino, sabían las resistencias, las persecuciones, las dificultades que les acarrearía; sin embargo marcharon adelante, siempre adelante, orgullosos y sin miedo. Ahora aquella idea es una consigna popular. Casi todo el mundo es un Socialista hoy día: tanto el rico como su pobre víctima; tanto los partidarios de la ley y el orden como sus desafortunados culpables; tanto los libre pensadores como los perpetuadores de los sofismas religiosos; tanto la dama elegante como la chica desarrapada. ¿Por qué no? Ahora que la verdad de hace cincuenta años se ha vuelto una mentira, ahora que ha sido cercenada la vigorosa imaginación y se le ha robado la fuerza, la impronta, a este ideal revolucionario, ¿por qué no? Ahora que ya no es una utopía hermosa sino "un plan practicable y concreto" y reposa sobre la voluntad de la mayoría, ¿por qué no? Las artimañas políticas siempre alaban a las masas: si tan solo nos siguieran las pobres mayorías, las ultrajadas, las abusadas, las gigantes mayorías.
¿Quién no ha escuchado alguna vez esta letanía? ¿Quién no conoce esta invariable muletilla de todos los políticos? Que las masas sufren, que son robadas y explotadas, es algo que uno sabe tan bien como nuestros candidatos-torturadores. Pero insisto que no son este puñado de parásitos sino las masas mismas las responsables de esta situación. Se arriman al maestro, aman el flagelo, y son las primeras en gritar ¡"Crucifixión"! en el momento en que alguna voz de protesta se levanta en contra de la autoridad sacralizada del capitalismo o de cualquier otra podrida institución. Si no fuera por la complacencia de las masas que se transforman en soldados, policías, carceleros, verdugos, no existiría la autoridad ni la propiedad privada. La demagogia socialista sabe esto muy bien pero mantiene el mito de las virtudes de la mayoría porque su proyecto de vida se juega en la perpetuación del poder. Y esta última no sería posible sin los números. Esta claro que la autoridad, la coerción y la dependencia descansan en las masas, pero no lo hará nunca la libertad o la libre determinación del individuo, nunca el nacimiento de una sociedad libre.
No repudio a la mayoría como una fuerza creativa hacia lo positivo, por que no sienta la opresión, la precariedad del mundo, porque no conozca la vergüenza, el horror, las condiciones de vida indignas a las que se abandona al pueblo; sino porque sé que como masa compacta nunca ha luchado por la justicia o por la igualdad. Ha suprimido la voz humana, subyugado al espíritu humano, encadenado al cuerpo humano. En tanto masa su meta siempre ha sido crear una vida uniforme, plana y monótona como el desierto. En tanto masa siempre será la aniquiladora de la individualidad, de la libre iniciativa, de la originalidad. Por eso creo como Emerson que "las masas son groseras, defectuosas, perniciosas en sus demandas e influencias; y no requieren ser aduladas sino educadas. No quisiera tener concesiones con ellas, sino enseñarles, separarlas y dividirlas para hacer emerger a los individuos. ¡Las masas! La calamidad son las masas. No quiero las masas, sólo a los hombres honestos, amables, dulces, y a las mujeres educadas".
En otras palabras, la verdad viviente y vital de la felicidad social y económica, sólo será real a través del celo, el coraje, la determinación no coaccionada de la inteligencia de las minorías, y no a través de las masas.”
Texto traducido del Inglés. Se encuentra en el libro Anarchism an other Essays. Second Revised Edition. New York E London: Mother Earth Publishing Association, 1911. Pp. 75-84