miércoles, 16 de noviembre de 2022

Por qué se debe establecer el CONSENSO como criterio de toma de decisiones en el III Congreso de la UMSS

 

A los congresistas:

Lo primero colegas, aprendamos de los congresos universitarios pasados, su proceso y resultados. ¿Y que vemos? El aparatismo de los grupos partidarios. Grupos de presión conectados con partidos políticos, o las redes del poder universitario, que buscan tener mayoría en el congreso, y desde allí, por mayoría, establecer las conclusiones, previamente redactadas. Es el riesgo que ahora se repita.

 Al ser producto de una mayoría partidaria, las conclusiones de los congresos, no sirvieron mucho en el curso de la mierdificación[1] del trabajo académico en San Simón, la debacle en la calidad de profesionales que formamos y la desinstitucionalización generalizada. Somos una universidad zombi, como la define el colega Cesar Soto.

 Con este antecedente, estimados colegas, es imperativo establecer el CONSENSO, como el criterio de toma de decisiones del III congreso universitario.

 De acuerdo a la RAE, el CONSENSO es el acuerdo producido por consentimiento entre todos los miembros de un grupo o entre varios grupos.

 Ello significa, en el horizonte del congreso, que solo se aprueba en lo que el conjunto de los asambleistas está de acuerdo. Llegar a ello implica construir acuerdos: en lo que estamos de acuerdo, aprobamos. Donde haya desacuerdo, se lo descarta.

 De esta manera tendremos conclusiones realistas: es lo que todos estamos de acuerdo y estamos comprometidos a cumplir y hacer cumplir.

 Y lo más saludable, rompemos los aparatos partidarios, las mafias del pasillo, pues, en un escenario de CONSENSO, se trata de convencer al otro, al diferente, desde el argumento, el diálogo socrático. En suma, aplicar una verdadera democracia.

 

Carlos Crespo Flores

Docente universitario

IMAGEN: Jorge Crespo, "El observatorio"

 



[1] Para la noción de mierdificación del trabajo, ver el libro de David Graeber, Trabajos de Mierda. Ariel. 2019.

sábado, 29 de octubre de 2022

El triunfo del oxímoron: la democracia autoritaria[1] Carlos Crespo Flores DOCENTE FACSO

 A principios de los 80's, un grupo de jóvenes universitarios, creamos PRIMERA LÍNEA. La carrera de Sociología fue un ariete de esta t'ojpa, que rompió con los manuales de hacer política en San Simón. Pero, nuestra postura independiente y autónoma de los poderes partidarios, no fue del agrado de la izquierda toda, dominante en esa época. En lo que coincidían comunistas, trotskistas, guevaristas, socialistas, miristas y UDPistas en general, era en calificarnos como "derechistas" o "aliados de la derecha", debido al énfasis que poníamos en cuestionar el autoritarismo de los poderes estudiantiles partidarios, y reivindicar un criterio democrático, plural y académico, en la política universitaria. 

Más aún, un principio defendido por las ovejas negras, era que los representantes estudiantiles debían ser los mejores estudiantes, reconocidos por sus bases, por sus valores académicos y solidarios. La izquierda autoritaria nos acusaba entonces de “elitistas”, a nosotros, los pobres meritorios. 

40 años después, algunos docentes, de pensar y actuar independiente, tomando en cuenta la extrema debilidad de la FACSO y la necesidad de estar cohesionados con una agenda común, apoyamos el pedido de estructurar una sola lista al III Congreso Universitario. Esta lista debería ser elegida en asamblea y luego ratificada en voto. De esta manera, tendríamos una representación plural, con un mandato, fruto de un acuerdo facultativo. 

Pero no, como en el pasado, la izquierda oficial, esta vez con antifaz "plurinacional" y "descolonizado", hoy entronada en nuestra Asociación de Docentes, se ha opuesto a nuestra participación como parte de la lista única. ¿Y cuál su argumento? Que somos "pititas", es decir, para recordárselo:  insurrectos democráticos creyentes de la no violencia que manifestaban la indignación contra el fraude electoral con pititas (apelativo con el que nos bautizó el caudillo bárbaro EMA que nos quería enseñar a hacer un “verdadero” bloqueo violento).  La doctrina y la táctica marxista-autoritaria es exactamente la misma que la utilizada hace un siglo (¡) para ahogar en sangre a la vanguardia del octubre rojo en Kronstadt que se había atrevido a exigir el ejercicio de la democracia consejista, soviética, con la grosera acusación de ser parte del Ejercito blanco. 

Es grave, pues evidencia que, como comunidad académica, otrora pionera, no hayamos aprendido nada y al contrario hayamos sepultado una reflexión enriquecedora de las culturas y prácticas pluralistas, es decir democráticas radicales.  La cultura política autoritaria, en estricto rigor, reaccionaria, se ha vuelto a instalar en la facultad. Seguimos incapaces de practicar la democracia, el pluralismo. Se discurre sobre ello, hasta tiene nuevos denominativos (“democracia intercultural” es uno de ellos), pero no se lo practica, siguiendo el libreto de la neolengua orwelliana.  Y se continúan reproduciendo las viejas maniobras de pasillo, decimonónico know how del marxismo autoritario.  Camaradas colegas, la caridad comienza por casa. 

Lamentablemente nuestras autoridades hicieron poco para neutralizar esta actitud sectaria de la Asociación de Docentes, que ha puesto en riesgo los acuerdos logrados hasta hoy con la transformación académica de la FACSO.  En mi caso, ¿cómo puedo ser parte de una comisión de transformación académica, cuando sus representantes y autoridades, tienen otra agenda? Sin duda, existe el interés de consolidar su poder y la "azulificación" de nuestra malhadada facultad. 

Por este motivo, aprovecho para hacer conocer mi renuncia a la comisión facultativa de transformación académica. Desde fuera, junto a mis colegas librepensadores, continuaré defendiendo las propuestas expuestas en su momento en la comisión. Mientras tanto, no espero mucho de nuestra representación en el congreso, algunos de los cuales seguramente terminarán siendo parte de la maquinaria de voto inducido desde “altas esferas”. 

En la década del 60’, en plena fiebre de guerrilla guevarista, el cronopio ensayista cochabambino Jorge Zabala, -en la antropología poética/ética de Julio Cortázar- visualizaba la idea de un “mundo compartido”, donde el “otro”, diferente, fuese reconocido. Mundo “compartimentado” más bien es que el que estamos viviendo. 

Finalmente, está claro que mientras la FACSO no construya un hábitat para estructurar acuerdos desde la diversidad discursiva, mientras la intolerancia y la exclusión del “otro” sean una práctica política normalizada, la mediocridad académica e institucional de nuestra facultad se reproducirá.

 

Cochabamba, octubre 2022

 






[1] Agradezco a Canario por los agudos aportes; y a Pope, por las sugerencias.

jueves, 27 de octubre de 2022

La juventud universitaria de Cochabamba en los 80’s, según la novela Muerta Ciudad Viva CARLOS CRESPO FLORES (INCISO/FACSO-UMSS)

Ya no soy el universitario
ahora soy un vagabundo
con mi canto alegraré a todo el mundo
con mi canto a todos haré caer

La novela Muerta ciudad viva, de Claudio Ferrufino es una excelente etnografía de la sociedad cochabambina de principios de los 80’s, incluyendo la juventud universitaria, y un buen ejemplo de literatura que puede ser leída con ojos sociológicos. En esta oportunidad quiero detenerme en la imagen de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), donde el escritor cochabambino estudió, pero más que todo amó y bebió intensamente.

 Un día, el protagonista llega a la UMSS por el lado de “un parque a dos cuadras de Economía”. Debe ser la conocida como plazuela El Triángulo, ubicada en la intersección de las calles Ricardo Terrazas, Armando Méndez y Av. Oquendo (IMAGEN 1): 





IMAGEN 1. Plazuela de El Triángulo, hoy. Como en los 80’s, aun acoge a alcohólicos de la zona.

 “Entro por el portón de atrás. En las canchas de fulbito nunca faltan jugadores. Cruzo por el comedor universitario. Cartelones de toda índole presentan candidatos para mil y una elecciones. Marx, Lenin, Trotski, rostro pegado a rostro, dan prueba de la vitalidad de la Cuarta Internacional. Un Che eternamente joven (jamás nadie podrá hablar de un Che viejo) va quedando cubierto por propaganda de diverso tipo. Mayormente política, pero también de cursillos de computación, kermesses de beneficio, y anuncios de clases de recuperación de matemáticas y física para los que se aplazaron en el examen de ingreso” (pp. 83). 

El joven universitario enamorado continua la caminata hacia la facultad de Humanidades, donde “los eucaliptos de cincuenta metros guardan unas aves extrañas en sus copas. No existen en otro lado. Zancudas por lo grandes digo en ornitología básica” (pp. 84). Llega a la carrera de Lingüística: “escalones, pasillo, más escalones. Puerta a la derecha, puerta a la izquierda. Suena, chirría y asciendo” (pp. 84) (IMAGEN 2). Allá dejará un poema a la mujer amada, de donde saldrá hacia la “Plaza Sucre, Avenida Oquendo” (pp. 84) (IMAGEN 3). 



 









 

IMAGEN 2. Una tarde de septiembre del 2022. Los pasillos y gradas que llevan a las oficinas de la carrera de Lingüística, donde el héroe trágico de la novela dejará un poema a su amada, a principios de los 80’s. 

 

IMAGEN 3. La salida de la Facultad de Humanidades, donde funciona la carrera de Lingüística, hacia la plazuela Sucre, en la actualidad.

 Son radicales las transformaciones del paisaje descrito por Claudio. Las canchas de fulbito de Economía eran míticas, por el tipo de asfalto (durísimas para las lesiones) y los apasionados campeonatos universitarios que se llevaban a cabo. Sobre ella, han construido un horrible edificio facultativo (IMAGEN 4).

 

IMAGEN 4. Edificio de la facultad de Economía, que ha sustituido a las míticas canchas de fulbito y básquet.

 El comedor universitario, en esa época muy politizada por la influencia de estudiantes de las minas, era un lugar importante en la escena estudiantil local. Hoy, continua ahí (IMAGEN 5)

IMAGEN 5. De fondo, el comedor universitario en la actualidad. En primer plano, la ruta que siguió el protagonista de la novela, hacia la facultad de Humanidades. 

Solo queda un eucalipto de los descritos (IMAGEN 6) y las zancudas han cambiado de hábitat.

IMAGEN 6. El único eucalipto, de la variedad globulus, en el campus central de San Simón, que ha quedado de los señalados en la novela. 

El “Che” y otros líderes políticos que solían estar pintados en el muro de la calle Jordán, de ingreso a la universidad, han sido tapados por los puestos de comercio y kioscos (IMAGEN 7)

IMAGEN 7. El ingreso a la UMSS, por la calle Jordán, lugar de los murales descritos en la novela, cubiertos por el creciente comercio informal.

 Los anuncios de cursos y eventos perviven, pero ya no se observan los afiches izquierdistas; los trotskistas están semidesaparecidos del escenario político sansimoniano y los guevaristas (junto con el resto de la izquierda oficial) son parte del gobierno plurinacional.

 En otro momento de la novela, cuando “Cochabamba estaba radiante de sol (y) la universidad hervía de estudiantes” (pp. 92) el protagonista está leyendo en un banco de San Simón”, donde observa “miríadas de estudiantes (que) pasaban delante de las oficinas de la federación universitaria” (pp. 92) (IMAGEN 8). Seguramente se refiere al ingreso antiguo por la calle Sucre (IMAGEN 9).  

IMAGEN 8. El abandono que evidencia el edificio de la Federación Universitaria Local (FUL) y su entorno inmediato refleja la pérdida de importancia que tiene actualmente la organización estudiantil. Reducida a un espacio de poder de las autoridades, solo repite el guion oficial. 

IMAGEN 9. En los 80’s, el ingreso por la calle Sucre esquina Oquendo, era el más importante. Había unas bancas, donde nuestro protagonista leía. No existen más y este ingreso ha sido cancelado. 

La universidad ha sido un espacio de amores y desamores estudiantiles. Intensos en muchos casos, como si la vida se nos fuera en ella. Y Claudio sabe mucho de aquello. Es en unas “escaleras de la universidad” donde se atreve a conversar con una de sus pasiones, para terminar en un “eucaliptar donde nos juntamos abruptamente como animales” (pp. 22)[1]. En otra escena, un día que había retornado a la universidad “luego de haber perdido ya el semestre” (pp. 120), la enamorada le comunica que no va más, y, pensando en ella, expresa su temor: “la tarde en que pasarás a mi lado en la universidad ignorándome” (pp. 154). 

Los intelectuales y universitarios de la época eran seducidos por la política, el poder, a veces con un fanatismo de sello judeo cristiano. El escritor los conoce: “Hombres ilustres, según decían, poblaban nuestro entorno universitario. Cada quien aspiraba no menos que a la presidencia, o a un martirologio del cual se hablaría por generaciones en los libros” (pp. 17). El protagonista, a diferencia de las tendencias políticas dominantes de la época, consideraba las movidas políticas como parte del “embuste que siempre han sido izquierdas y derechas” (pp. 92). Para el alter ego de Ferrufino, la jerga revolucionaria universitaria era “un mero atajo hacia un arribismo descarado, amén de mujeres y prestigio” (pp. 159); duda que “alguno” de sus defensores “llegue a empuñar otra arma que no sea su miembro para mear; incluyo a las mujeres. Arte del pavoneo. Bebida gratis. Promiscuo equivale a socialista en esta jerga universitaria” (pp 159).

 Él y sus amigos son escépticos del ambiente de “cambio social” imperante en la época:

“No cambia. Y hablando del futuro, entre nosotros somos pesimistas de que algo vaya a cambiar. En la universidad por el entorno febril de los estudiantes a ratos creo que sí. Pero andando por el barro y oyendo a borrachos o moribundos farfullar en los callejones estoy seguro de lo contrario” (pp 109).

 “Ir al pueblo”, decían los populistas rusos, mientras los universitarios de izquierda en Bolivia hablaban de “la universidad al servicio del pueblo”. Nuestro héroe ironiza tal sentimiento cuando se abraza y besa en la boca con un músico del valle, “…culminando el precioso encuentro de los jóvenes universitarios con su pueblo” (pp. 18).  

Pero, la universidad también ha sido un espacio donde los jóvenes sin trabajo, y sin esperanza de conseguirlo, pueden mantenerse ad infinitum. Claudio y sus amigos estaban al corriente:

“Ninguno trabaja. Si quisiéramos, tampoco. Matamos las horas con picadas de fulbito. Estudiamos en la universidad ¿qué joven boliviano no lo hace? La universidad como colchón de aire que amaina el golpe de encontrarse con un país sin opciones. Venga, a por alcohol, que otra cosa no hay que hacer” (pp. 57).

 En los 80’s, un boliche de cerveza donde se reunían los universitarios con plata, principalmente docentes y administrativos, era el Anexo América, de la calle Bolívar. Es el lugar donde el protagonista se cita con sus amigos, “a donde solíamos ir cuando Raúl cobraba en la universidad. Chop. Delicioso chop, sin gas, posible de beberse por litros sin hincharse” (pp. 124) (IMAGEN 10).

IMAGEN 10. El América, hoy, no tiene nada que ver con el otrora restaurant con pasto y arbolado. Otro indicador de la decadencia urbana de la ciudad de Cochabamba.

 Ese periodo, las universitarias de clase media, principalmente de clases medias, muchas de ellas “chicas bien”, gustaban del radicalismo izquierdista y del exotismo de la borrachera con los “progres”, antes de volver al rebaño familiar y de clase. Ferrufino duda de ellas:

“Yo miro a una muchacha universitaria extasiada del ambiente. Esta mierda significa su ida al pueblo. Dormirá mejor creyendo formar parte de una élite pensante y destinada a mandar. Abrirá las piernas a otro compañero de clase de origen dudoso. Con ello volverá a sentir que sus pasos en la vida tienden a memorables, que habrá conocido el vientre de Leviatán y lo habrá deglutido antes de que el monstruo la devore” (pp. 110). 

Mientras entre los sectores populares, estudiar en la universidad era la posibilidad de mejores ingresos, pero también ascenso, reconocimiento y estatus social. Hoy, lo es menos, pues hay otras maneras de lograrlo. Aunque, en una sociedad judicializada, la imagen reverenciada del abogado es lo que pervive. Ferrufino lo recuerda: “los universitarios se consideraban una casta apreciable. A muchos les gustaría ofrendar a sus hijas a los brazos de profesionales por venir, tal vez el único camino de movilidad social disponible” (pp. 171). Haber estudiado en la universidad como signo de estatus, de intentar salir de su clase popular, lo vemos es una escena de chichería, donde un profesional, borracho, “licenciado entre licenciados, con cerveza y botellas de San Pedro, caído por el alcohol en el segmento de clase que quiere olvidar y de donde proviene la mayoría. Yo no soy chusma, repite, soy doctor universitario…” (pp. 66).

 “El libre acceso a las universidades”, se halla entre los argumentos del “discurso moral” que un funcionario de la oficina estatal de protección al menor, haciéndose pasar por abogado, esgrime ante la dueña de un burdel clandestino, junto a “la necesidad de cambiar las estructuras del país, afianzar la educación, permitir y proveer de trabajos que permitan la subsistencia” (106). Al día siguiente, los amigos comentaban “sobre la incursión de la noche anterior en el lupanar. Irónicos, reímos de nuestros títulos universitarios, como si uno se pasara las horas y devorase los libros para conseguir un culo de alquiler” (pp. 110). 

Si bien el paisaje del campus se ha transformado, con el crecimiento de infraestructuras cementadas y la reducción del arbolado antiguo, este retrato pesimista de la universidad pública cochabambina se ha modificado muy poco; las pasiones estudiantiles y sus excesos etílico sexuales continúan, el autoritarismo de políticos y autoridades se reproduce como la hiel, la calidad académica no ha mejorado, por el contrario. Parafraseando a Silvia Rivera, hoy la universidad es un espacio de las apariencias: hacer como si se enseñara y se estudiara. El protagonista de Muerta ciudad viva, estaría de acuerdo con Cesar Soto, cuando define a la UMSS como la “universidad zombi”. El desierto se expande, camaradas.


[1] “De los árboles, no sé si de ellos o de los cercanos álamos, copos blancos volaban por el aire dando al pecado color angelical” (pp. 20).

martes, 14 de junio de 2022

GENTRIFICACIÓN VERDE EN EL PARQUE FIDEL ANZE Y CICLOVÍA NORTE[1] Carlos Crespo Flores INCISO/FACSO-UMSS

Cala Cala, Queru Queru, son dos tradicionales barrios de la ciudad de Cochabamba, que se han transformado radicalmente, desde el 52’. Las memorias autobiográficas de Germán Díaz, sociólogo cala caleño, “Gotas de piel sin asfalto”, retratan la identidad y territorialidad cala caleña. Ya Adela Zamudio, en su cuento “Violín y Guitarra, mostraba las disputas amorosas y espaciales, entre Cala Cala y Queru Queru (Zamudio, 2021: 214.229).

 En esta zona se encuentra el parque Fidel Anze, y ha sido parte de también de un largo proceso de gentrificación: hasta los 50’s una zona de agricultores piqueros, que aprovisionaban con verduras frescas a la ciudad (conviviendo con casa de campo y quintas), que paulatinamente fueron vendiendo sus propiedades a las nacientes urbanizaciones, promovidas por la alcaldía municipal y su plan regulador, acelerado a partir de los 80’s (ver Crespo, 2021).

 Hoy la zona es de las mejores urbanizaciones cerradas, condominios y de casas lujosas, en la ciudad de Cochabamba. Por acá atraviesa la ciclovía Norte.

 La gentrificación es una forma de segregación. En el presente texto, me interesa problematizar los corredores biológicos urbanos (CBU), tema de la investigación en curso en la red de Biodiversidad de la UMSS, desde el concepto de gentrificación, y específicamente desde la llamada GENTRIFICACIÓN VERDE.

 La Gentrificación verde es el proceso de desplazamiento espacial (o simbólica), de poblaciones locales antiguas, de menores ingresos, por sectores de clase media y alta, producto del mejoramiento, recuperación, rehabilitación ambiental, de una zona o espacio verde.

 En que medida, el mejoramiento del parque Fidel Anze y su entorno, incluyendo esta parte de la ciclovía Norte, su recuperación ambiental, ¿ha profundizado la gentrificación verde?

El parque Fidel Anze y su entorno de la ciclovía, es considerado parte de un corredor biológico urbano, que debe ser conservado y protegido. Al mismo tiempo, es preciso tomar atención que los proyectos de mejoramiento ambiental de estas áreas verdes, no profundicen la ya existente segregación.

 Esta área verde es un referente de las luchas ambientalistas locales. Los vecinos, con apoyo de ambientalistas como No a la Tala de Árboles en Cochabamba, lo han defendido para manener su carácter de parque, frente al intento de la Alcaldía Municipal, por implementar una cancha deportiva. Con la acción colectiva, se ha (re)forestado el área.

 

Paradójicamente, la recuperación del área verde y su mejoramiento forestal, reivindicado por ambientalistas y vecinos, ha profundizado, directa o indirectamente, la gentrificación del lugar. Se observa una fiebre por construir edificios y casas de lujo.

 





 Actualmente, el m2 en el parque Fidel Anze y su entorno, puede llegar a costar hasta 1000 $US, constituyendo, junto con el parque Lincoln (otro espacio verde protegido) y la Avenida América[2], entre las más caras y exclusivas de la ciudad. Por tanto, estamos hablando de una zona segregada y gentrificada.

 La profundización de la gentrificación asociada al mejoramiento del área verde, en el parque Fidel Anze, se ha observado, cuando, luego de haber sido recuperado el área, originalmente una cancha deportiva de tierra, que debía ser cementada por la HAM, alrededor de ella se ha incrementado la construcción de edificios[3].  Paradójicamente, los vecinos antiguos utilizaban la cancha deportiva intensamente, con campeonatos barriales; asimismo, era el lugar de celebración religiosa barrial de una virgen. Con la consolidación como espacio arborado, todas estas actividades han desaparecido; “ya no hay vecinos antiguos”, afirma un antiguo residente[4].

 Que hacer en este caso? Cual es más importante, el arbolado o el área verde[5]? El espacio verde protegido, con los servicios ambientales que brinda, no solo al barrio, sino a la ciudad, o la cancha deportiva, como tradicional espacio de socialización local? Era posible conciliar ambas escalas y funciones del área, como recomendaría el enfoque multicriterial de una urbanización inclusiva, abierta y flexible? Richard Sennett diría más plazas, menos aparcamientos, más árboles. Todo ello, orientado a reducir la gentrificación.

 


Pero, hay un matiz en la gentrificación nuestra. El sociólogo chileno Francisco Sabatini destaca la importancia de tomar en cuenta los matices y diferencias en la gentrificación de países no anglosajones (regiones donde emergió el concepto y se realizaron los principales estudios), con otras tradiciones culturales (Sabatini, et.al. 2017). Afirma que el mestizaje en nuestros países brinda un aspecto particular a la gentrificación. Es el caso de Cochabamba, sin duda. Para Sabatini, la gentrificación por estos lares, debido entre otros factores al mestizaje, no tiene el carácter de exclusión social radical, en muchos casos racializada, que se evidencia en los barrios norteamericanos o ingleses.

 En el parque Fidel Anze, a pesar de sus rasgos de gentrificación, se observa una lavandería popular, donde gente de escasos recursos lava su ropa (o para otras personas, como fuente de ingreso- probablemente de los vecinos del entorno):


En la ciclovía, parte del entorno del parque Fidel Anze, existe mucha actividad, aun en la noche. Circula gente de sectores sociales populares, para hacer sus actividads, como el señor de la foto. No solo "jailones" o brasileros, sino otros sectores sociales también acceden a la ciclovía. Ello matizxa la gentrificación.





Asimismo, en la esquina de la ciclovía, vemos una señora vendiendo pizza para los borracohs que llegaran más tarde noche, o los jóvenes.


Concluyo. La recuperación del área verde, la existencia de la ciclovía, ha continuado una historia post 52’ de gentrificación verde, desaplazando las culturas/identidades barriales locales, profundizando la segregación espacial urbana; a pesar de ello, se obsevan intersticios de acceso, uso por parte otros sectores sociales, matizando la lógica de radical exclusión social en los casos anglosajones de gentrificación.

 

Referencias bibliográficas

Crespo Flores, Carlos (2021) Segregación espacial y conectividad de hábitats en la ciclovía Norte de la ciudad de Cochabamba. Ponencia al I Congreso de Urbanismo. 29 pp.

 Díaz, Germán (2021) Gotas de piel sin asfalto. Memorias de un llajtamasi. Cochabamba: s/e.

 Sabatini, Francisco, et.al. (2017) Promotores inmobiliarios, gentrificación y segregación residencial en Santiago de Chile. Revista Mexicana de Sociología 79,2: 229-260.

 Zamudio, Adela (2021) “Violín y Guitarra”. En Obra Reunida. La Paz: Vicepresidencia del Estado Plurinacional. Pp 214-229.



[1] Imágenes tomadas la noche del 27-V-2022

[2] Director de la inmobiliaria JAPEBU, comunicación personal.

[3] Renato Crespo, sociólogo ambiental residente en la zona. Comunicación personal.

[4] Marcelo Herbas, arquitecto, docente UMSS. Residente local. Intervención en conversatorio “Energía, vivienda y cambio climático”. IIACH-UMSS. 2022.

[5] Agradezco a Raquel Crespo, arborista urbana, por ayudar a construir los argumentos de este acápite.

viernes, 29 de abril de 2022

LA GENTRIFICACIÓN VERDE. ALGUNOS CASOS Recopilado por Carlos Crespo Flores[1] (INCISO

 Que pasa cuando proyectos de desarrollo urbano, considerados ambientales[2], generan directa o indirectamente procesos de gentrificación? Donde los residentes locales, antiguos, de clases sociales populares, deben desplazarse a otras zonas, pues el estilo y costo de vida emergente del área verde, se ha hecho insostenible con la llegada de nuevos residentes de mayores ingresos, clase media para arriba, en muchos casos con conciencia ambiental y estilo de vida saludable. Los alquileres son más altos, el valor del suelo y la vivienda se incrementan; con apoyo de la autoridad municipal el mercado inmobiliario se impone. Bloomberg afirmaba el 2019 que vivir a media milla de un nuevo parque de vía verde (greenway park), aumentaba las probabilidades de que un vecindario se gentrifique en más del 200 % (Katzman, 2021).

 Todas estas preguntas nos hacemos en el proyecto Corredores Biológicos Urbanos. A continuación, se presentan algunos casos de gentrificación verde, que ilustran lo anterior.

 ·         En Medellín, el proyecto “Cinturón Verde Metropolitano”, ubicado en los límites de la ciudad, incluía la mejora de viviendas cercanas. Transformó la ciudad, de ser una de las ciudades más violentas de Colombia a una metrópolis vibrante y más sostenible, con más espacios verdes, un tránsito más limpio y un acceso más fácil a los puestos de trabajo; pero los costos sociales fueron altos: más de 14.000 familias fueron desplazadas del área, muchas de las cuales fueron reubicadas en las afueras de la ciudad, lejos de servicios básicos, como clínicas de salud y supermercados. Los recicladores locales perdieron sus trabajos, con pocos recursos. Y muchos residentes de bajos ingresos que quedan en el área alrededor del cinturón verde todavía temen ser desplazados y perder el acceso a la tierra que cultivan, de la que dependen para su sustento (Hart, Du & Coccoli, 2019).

 ·         En Nueva York, un estudio el 2018 mostró que, en 10 años sus antiguas costas industriales se habían transformado en barrios residenciales gentrificados ​​para la “clase sustentable”. Para ello, la ciudad tuvo que limpiar y “ecologizar” estos espacios (Gould, & Lewis, 2018)

 ·         En Brooklyn, Nueva York, varios proyectos verdes incluían limpiezas de parques, restauración de riberas y la transformación de un canal industrial tóxico; buscaban mejorar la calidad de vida y la salud ambiental de las comunidades en el distrito densamente poblado. Pero, con estas mejoras, los precios de alquiler han aumentado desproporcionadamente. Un análisis geoespacial encontró que las viviendas alrededor de los jardines comunitarios en Brooklyn atienden principalmente a los residentes de mayores ingresos (Hart, Du & Coccoli, 2019).

 ·         En Barcelona, un estudio evaluó los efectos de crear 18 espacios verdes en barrios socialmente vulnerables de Barcelona durante la década de 1990 y principios de 2000. Examinaron la evolución en el tiempo de seis indicadores sociodemográficos de gentrificación en las áreas cerca de espacios verdes en comparación con el conjunto de los distritos. Los resultados indican que los nuevos parques en el casco antiguo y anteriormente los barrios industrializados parecen haber experimentado gentrificación. Por el contrario, las zonas económicamente más deprimidas y barrios de clase trabajadora con viviendas menos deseables y más aislados del centro de la ciudad ganaron residentes vulnerables a medida que se volvían más verdes, lo que indica una posible redistribución y una mayor concentración de residentes vulnerables a través de la ciudad. (Anguelovski, Connolly, Masip & Pearsall, 2018)

 BIBLIOGRAFÍA

Anguelovskia, Isabelle, et. al. (2019) Why green “climate gentrification” threatens poor and vulnerable populations. PNAS. vol. 116. No. 52. pp 26139–26143

 Hart, Maria, Du, Jillian and Coccoli, Caroline (2019) How to Prevent City Climate Action from Becoming "Green Gentrification”. https://www.wri.org/insights/how-prevent-city-climate-action-becoming-green-gentrification

 Gould, Kenneth A. & Lewis, Tammy L. (2018) From Green Gentrification to Resilience Gentrification: An Example from Brooklyn. City & Community. 17:1. doi: 10.1111/cico.12283

 Katzman, Lily (2021) Prioritizing equity is needed to combat green-city gentrification and 'irresponsible environmental policies urban geographer says. https://www.businessinsider.com/green-city-model-gentrification-problems-and-solutions-according-to-geographer-2021-10

 


 

 



[1] El texto es parte de una revisión bibliográfica sobre gentrificación verde, en el marco del proyecto CORREDORES BIOLÓGICOS URBANOS.

[2] Como la implementación de áreas verdes protegidas, incluyendo parques urbanos, paseos peatonales y ciclovías con arbolado…y corredores biológicos urbanos.