jueves, 9 de abril de 2015

TEORIA ESTETICA ANARQUISTA. Texto de Jorge Zabala



Jorge Zabala Suárez (1968)[1]


            El análisis de las sociedades imperfectas contemporáneas nos traspone en un comienzo a la utopía de un estado ideal en el que como afirmó Marx "se desvanece ya el estado". El tono cuasi-religioso de una obediencia a las ideologías, verdaderas "ideocrasias" como las llama el Teólogo Protestante Tillich es producto de una imaginación política que induce a confundir los propios deseos con la realidad.

            La segunda alteración establecida en una democracia y el capitalismo es la llamada revolución de los técnicos. En la nueva estructura sociológica ellos podrán explotar y desarrollar las zonas atrasadas del mundo. Es esta mentalidad y la burocracia que le es solidaria, a la que Heidegger, filósofo existencial ha designado como una "locura técnica". En esta misión de hacer comprensible y pedagogizar el desarrollo surge la ambición e inclemencia propia del tecnócrata y su época.

            Una tercera deformación más superada es el "socialismo del bienestar". De origen inglés esta tendencia populista supone la creación de verdaderos entes estatales con derivados de un nacionalismo cultural y del folklore.

            Los excesos de estos tipos sociales provocan la emergencia de las élites, sectores desclasados y flexibles socialmente que poseen aquel genio no siempre ejemplar de contemplar la deterioración rápida de las estructuras de autoridad. Tradicionalmente la protesta de éstos contra la burguesía, lo era si par una aristocracia y no por el hombre de la calle como lo explicó recientemente Salvador Dalí, corresponde al espíritu anti-artístico y anarquístico, que surgió en la crisis espiritual a fines de la primera guerra. En contraste al socialismo idealista europeo y la antigua estructura piramidal jerárquica en que se desenvolvían antes las "bellas aristocracias", nos es dable analizar la rebelión contemporánea frente al exceso de orden y lo que la Nueva Izquierda francesa llama suavización de las costumbres.           

El poeta W. H. Auden ha explicado esta situación cuando dijo alguna vez "lo que llamamos mal fue una vez bien". El anarquismo como teoría se opone a todo género de autoridad impuesta. El concepto vulgar lo identifica con las negras banderas de la ira y la violencia. "La alegría de la destrucción es una alegría constructiva" ha afirmada una vez Bakunin y podemos aun en sus palabras ver aquella rebelión que siempre demanda y recrea moderación y que tipifica el pensamiento revolucionario. Un antecedente 600 años antes de nuestra Era es Lao Tse:

"Producción sin posesión
acción sin imposición
evolución sin dominación"

            ¿Cuál es el sentido de las protestas estudiantiles europeas recientes, o por así decirlo el uso y el valor de estas acciones en apariencias limpias y no cotizables? El elogio de Sartre: "Algo ha venido de ustedes que es asombroso y abrumador. Niega todo lo que nuestra sociedad como es hoy día, ha realizado. Es lo que llamaré la extensión de los límites de lo posible. No lo renuncien". La crítica política: "Los leves motivos mediocres son acecho de bienes materiales y las máscaras estupefacientes del conformismo". Señalan por igual una decadencia de instituciones centralizadas (naciones, federaciones, constituciones, conglomerados) y todo tipo de estructura colectiva. El eclipse del estado "liberal" y la tiranía de los "niños del cuarto de atrás", los "expertos" sin rostro que controlan nuestras instituciones, y departamentos "civiles", bancos mercantiles, consejos económicos y las muchas categorías sociales en que somos ubicados: casas de corrección, hospitales, cuerpos de defensa y otros de paz. El tedio frente a instituciones cada día más perpetuantes y absorbedoras. El hastío hacia los que administran hoy la bondad. Históricamente  la crítica se dirigió a los  "esclavos del sueldo" y propuso una solidaridad comunal y el gobierno propio, por lo menos en Kropotkin el Príncipe y Explorador Anarquista. Mas en nuestros días la subversión es hacia unas tendencias tiránicas del estado actual, que oculta rasgos divinizantes del deseo de poderío criollo de origen hispánico. Este predominio supone también la pérdida de una intimidad en el diálogo con "el otro" y gradual masificación de instintos y "necesidades". Pretende la teoría anarquista que éstas sean remplazadas por la condición de iniciar una "libre actividad" y comunidad. La contradicción inherente a este movimiento la describió Bertrand Russell en 1919: "No se puede negar que el gobierno de una mayoría pueda ser casi tan hostil a la libertad como el gobierno de una minoría. El derecho divino de las mayorías es un dogma tan alejado de la verdad absoluta como cualquier otro" (p. 60).  Por otro lado en esta cultura "la pérdida de talento, actualmente, en las clases pobres de la sociedad debe ser tremenda" (p. 157). Esto, nos lleva al ocio y las distracciones que en el mundo de hoy no son aun la alegría de sus multitudes. "Donde hay tantas horas más libres que en la actualidad, habrá tanta más gente con un conocimiento de la ciencia o una apreciación del arte" (p.l66). Estos aspectos irreconciliables con las desastrosas jerarquías de "eminentes oficiales" que han sin duda oprimido y achatado un universo ético-cultural. Se impone búsqueda de un nuevo estilo de vida y la liderización dinámica que haga posible una división del trabajo en el tiempo y una distribución armónica del ocio y las distracciones bajo formas nuevas de la existencia social y cultural. Es problemático que un socialismo latinoamericano de estado como el que ahora se ha establecido en Cuba o Chile pueda aumentar las capacidades de apreciación espontánea y no dirigida del "arte para el pueblo”. En este sentido ciertas formas del pluralismo o anarquismo socialista se muestran más apropiadas para proveer esa participación unánime, en aquellas puertas de la dicha que se abren  hacía afuera para la humanidad, que no teniendo nada que hacer es transportada hacia regiones que jamás han sido experiencia, (los contenidos de belleza, o las alegrías íntimas de la creación artística). Se instaura así no sólo una sociología, sino una poética del nuevo fenómeno del ocio, que muy distinto del de la ociosidad, debe ser reconocida no tan sólo como recreación, sino medio para salvar o redimir al hombre de aquella su búsqueda del tener, para que un poco empiece a ser. En tal orden o civilización los avances técnicos se usarán ya no para aumentar la producción de artefactos y comodidades sino la cantidad del tiempo libre dedicados al arte y el pensamiento. Sólo métodos de este tipo permitirán redimir una cultura, del marco estéril y confuso en que la han sumido minorías más confortables en el snobismo único en la historia de la ignorancia y la estupidez anestesiada y proletarizante del folklore, el azar y el whisky. Una verdadera y llana "crisis en la cultura" boliviana y contemporánea. Ante ese paradigma de libertad prohibida e indolente, estoy con los que con Ingmar Bergman son unos de los que llevan piedras por la colina para construir la catedral. Que ello sea "complejo Gótico" no es importante si existen otros en esa realización común, "pues donde no hay horas libres, el arte y la ciencia mueren y todo progreso se hace imposible". Este el aspecto más pleno de una estética del ocio en la concepción de Kropotkin. Es esa acción libre, en que se dibuja la nueva poética humana, de manera que el hombre goce de sus derechos como tal. En la obra Campos, fábricas y talleres de 1912 intentó señalar como aquellas cosas que son consideradas lujos pueden ser obtenidas para todos si se unen en la otra mitad del día, después de estas labores, en toda suerte de asociaciones libres, persiguiendo todo fin posible — educacional, literario, científico, artístico o deportivo.

            En camino de ser superada aquella sociedad piramidal-represiva, surge la influencia enorme y desordenada de los medios masivos. Tal suceso y diluvio un poco "maravilla, vagabundeo y enigma" y vida enriquecida, recuperada que revierte en nuevas formas sociales de rendimiento que sustancialicen la autogestión del control económico y creativo por la sociedad misma, quehacer templado que ociosamente permite organizaría de modo que pueda ya vivir sin gobierno.

            En tal utopía se realiza el progreso. En medio de la tiranía tecnoindustrial de la sociedad del consumo, surge desobediencia a cualquier autoritarismo, comprendida la dictadura del proletariado y esas complacidas jerarquías en las burocracias partidarias y sindicales.

            Después de todo "no es necesario para nada establecer distinciones entre monarca y plebe, toda autoridad es igualmente mala".  
 

Bibliografía:
Oscar Wilde.   El Alma del Hombre bajo el  Socialismo. 1891.
Bertrand Russell. Los Caminos de la Libertad. 1917.
Kropotkin. Artículo Póstumo en la Enciclopedia Británica.
Hebert Read. La Política de los No Políticos. 1943.



[1] Agradecemos a Gustavo Soto, editor de las obras del ácrata cochabambino Jorge Zabala, actualmente en proceso, por hacer llegar este texto, del libro Mundo Compartido. Imagen: cuadro de Jennifer Ann Gubrud.

lunes, 6 de abril de 2015

Tres legados de la Guerra del Agua de Cochabamba



Carlos Crespo Flores

Las interpretaciones dominantes de la Guerra del Agua de Cochabamba oscilan entre los que definen "el proceso de cambio" liderizado por el presidente Evo Morales, como heredero de la revuelta valluna del agua el 2000; y por otro lado, desde el liberalismo de mercado, afirmando que la de Cochabamba fue una “guerra contra el agua”, pues no resolvió los temas principales que generó el conflicto: universalizar el servicio de agua y saneamiento con calidad y cantidad, transparentando la gestión hídrica.

A quince años del conflicto del agua, es posible hablar de un legado, no solo referido al futuro del acceso y uso del agua y sus servicios en la región, sino también su importancia para la acción colectiva.

El primer legado es la satisfacción de necesidades, humanas y de la naturaleza, donde el agua constituye un dispositivo fundamental. La guerra del agua tuvo dos demandas específicas: rescindir el Contrato con “Aguas del Tunari” y la anulación de la Ley de Agua Potable y Saneamiento Básico No 2029. Ambas fueron obtenidas, pues el contrato con el consorcio fue rescindido, y la ley fue sustituida por la N º 2066 de Servicios de Agua Potable y Alcantarillado Sanitario, hoy vigente; pero, con la movilización no se ha garantizado la satisfacción adecuada de necesidades con el agua. Actualmente, en la ciudad de Cochabamba la cobertura de agua potable por parte de la empresa SEMAPA (47%) es menor que antes de la privatización del servicio en 1999 (57%) y en alcantarillado tampoco se ha avanzado mucho (54%); las pérdidas de agua siguen por el 50 % y hay zonas, particularmente en la zona sur, que reciben solo unas horas algunos días a la semana. Lo más grave: todo esto con participación social, vía presencia de la sociedad civil en el directorio, que terminaron legitimando y participando de la reproducción de la estructura corrupta en la empresa de agua. Tampoco ha protegido los sistemas de agua agrícola, debilitando seriamente la agropecuaria en el valle cochabambino. Finalmente, la institucionalización de la guerra del agua, esto es, su apropiación por parte de los poderes dominantes, involucró, con alguna excepción, la articulación de los principales líderes de la Coordinadora del Agua al sistema político formal, sean de izquierda o derecha; unos ingresaron a partidos políticos, otros como autoridades públicas, parlamentarios.

El contenido autónomo y antiestatalista de la Guerra del Agua es otro legado a tomar en cuenta. Fue el “corto verano de la anarquía” para los cochabambinos, pues durante los días de crisis, entre noviembre de 1999 y abril del 2000, el Estado no existía, la gente había tomado las calles y plazas; El movimiento del agua tenía dominio territorial de la región, estructurándose verdaderas zonas autónomas del Estado. Se auto organizó para la resistencia, pero también evitar la escasez de alimentos; la solidaridad y el apoyo mutuo durante esos momentos de esplendor, como gusta afirmar el ácrata Soñador Social, son parte de la memoria del valle, que el Estado no recuperará, pues son su negación. Con diez años de anticipación, Cochabamba experimentó lo que sucedería luego con los movimientos Occupy Wall Street, Indignados y las revueltas griega y árabe. La Guerra del Agua no formaba parte de una estrategia hegemónica, de toma del poder de Estado, como sostiene la historiografía oficial del MAS, sino la demanda de la gente por un mejor acceso y uso de agua y sus servicios, a partir de cuestionar la privatización y mercantilización del agua, incluyendo la corporatización; de hecho, el carácter antipartidario del movimiento es un hecho a destacar. Esta capacidad de cooperar y tener dominio del territorio, fuera o más allá del Estado, puede retornar en cualquier momento, y es lo que teme el Poder.

Un tercer legado es que la revuelta del agua en el valle inspiró al movimiento anticapitalista/antiglobalización, a partir de Washington en abril del 2000, cuando Oscar Olivera y activistas de la Coordinadora aparecen en las manifestaciones/concentraciones con gran impacto, pues se trataba de un movimiento de resistencia exitoso contra una corporación privada estigmatizada, Bechtel, ese momento principal contratista de la reconstrucción de Irak. Más aún, en la demanda de Bechtel ante el CIADI también salió derrotado, pues gracias a la presión internacional del activismo internacional, Bolivia no tuvo que pagar la compensación millonaria que demandaban por la ruptura del contrato. Este ejemplo no fue continuado: hoy, el gobierno del socialismo comunitario ha pagado compensaciones multimillonarias por la nacionalización de empresas estratégicas, empezando por Aguas del Illimani en la ciudad de La Paz.