miércoles, 13 de diciembre de 2023

LAS DOS CARAS DEL FOLKLORE Jorge Agrícola (con prólogo del editor)

 

Los Tiempos, 26/III/1989

 Prólogo del editor

Cuando el grupo folklórico de fusión, de origen orureño, Khonlaya, llegó a Cochabamba, pocos lo conocían; probablemente la creciente movida de la música autóctona, u orureños como el poeta Álvaro Antezana, quien los promovió en los círculos culturales locales.  El año 1989, actúan en Cochabamba, y Jorge Zabala publica “Las dos caras del folklore”, donde hace una reseña histórico musical del grupo y su concierto, a partir del cual se puede inferir una  peculiar lectura del mestizaje.

 Zabala es atento a Khonlaya, como banda que conecta culturas, tradiciones musicales, como medio de modernización/liberación musical. Es un "contacto cultural", entre el rock con las "raíces mágicas de su producción…lanzar al espacio lo que ya fue para estar en lo que va a ser". La tradición andina- es lo estático de la cultura, representado en el charango; mientras, el rock, la música urbana sería lo dinámico, el cambio, expresado en la guitarra. Son las "dos caras" del mestizaje folklórico, afirma Zabala. Extendiendo la noción, diríamos son las dos caras de la cultura mestiza.

 Ironiza con la condena pública (definida como engañosa impostura") que recibió una obra de teatro, "Matrimonio aymara", donde los Khonlaya fusionaban danza, música, incluyendo “folklore moderno”. Ninguno de los asistentes encontró lo que buscaba; mientras los europeos buscaban con "lujuria" "el pasado andino", los bolivianos con su “nostalgia del Rock". A los amantes de la "pureza" cultural no les agrada el mestizaje, las mezclas.

 La fusión musical de Khonlaya, abre la posibilidad, nos dice Jorge, de "una liberación del folklore" de los "formalismos" musicales. El mestizaje abre, sacude los encasillamientos y resentimientos culturales. La música tradicional andina como dispositivo para, al mismo tiempo recuperar el pasado y conectar con el futuro. De hecho, destaca los medios de esta difusión: occidentales, como el teatro, poesía y pintura. Al principio, la entrada, es la música andina, luego la "música urbana", como entradas, pero el fin es el mismo.

 El escritor cochabambino, pero nacido en Oruro, denomina"música sincrética" o "folk rock", al estilo de este grupo. Afirma que le gustaron los Khonlaya, “estos profesores de la melancolía aymara, que tiene los ritos circádicos[1] de la noche y el día y todos esos azares de las alturas”.

 La “melancolía aymara” de Khonlaya, genera en Zabala una mezcla de sentimiento de “sabat andino” y “aquelarre altoperuano”. Que mejor muestra de la fusión musical y cultural. El tema “Encuentro” sintetiza este mestizaje, donde “Oriente y Occidente, abren puentes para un encuentro que es una utopía, pero ¡ay¡ en la fabulosa tierra de nadie”.

El mestizaje que propone Jorge Zabala, tiene un matiz frente al mestizaje "ch'ixi" de Silvia Rivera Cusicanqui. En Rivera, la base discursiva es la matriz indígena. En Zabala, se incorpora lo blanco, lo k'hara, lo occidental, en una síntesis, esto es, una dialéctica serial proudhoniana[2].

 Carlos Crespo Flores.  INCISO - FACSO

Diciembre 2023

 

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 El grupo Khonlaya -que podemos llamar los hijos del trueno- fue iniciado en la música autóctona en La Paz, con el fin de arrojar luz sobre el pasado y futuro de la cultura andina a través de recitales de poesía, representaciones teatrales y exposiciones pictóricas de la propia tierra.

Después tuvo un viraje marcado hacia la música urbana, sin por eso pierda su acento andino. Comprendió que debía buscar un “contacto cultural” con las influencias de ultramar, sin por ello negar las raíces mágicas de su producción, para en el choque buscar una liberación musical. Se trata de lanzar al espacio lo que ya fue para estar en lo que va a ser. Lo estático se torna dinámico y lo dinámico se torna estático en las dos caras del folklore mestizo del charango y guitarra acústica de Javier Melgarejo.

Participó en el festival de música y danza de Tacna del Perú en 1979, compartiendo el primer premio con Chile y Perú. Estuvo en el Ateneo de Caracas el 81’ con “Matrimonio Aymara” y la puesta en escena de Jaime Sevillano. Esta obra se dio en La Paz con una incursión en el “folklore moderno”. Estos experimentos no dejaron de provocar condenación en el ambiente musical -fueron vistos como una engañosa impostura. Tanto en los europeos que tienen una lujuria con el pasado andino, como en los bolivianos que sienten una “nostalgia del Rock”, cual prisioneros de algún espejo ajeno. Más allá de altaneras poses intelectuales conservadoras o revolucionarias, lo que cabe es señalar que los músicos, son “cazadores del sentido” que buscan una liberación del folklore de su mala fe o inautenticidad, lejos del doblez propio de formalismos musicales.

El grupo Khonlaya se presentará en vivo el miércoles 29 y el jueves 30 en la Casa de la Cultura, para mostrar las creaciones que despertaron controversias interminables. Estará también en el Pub y en un festival mundial en Lima, Perú, después. La portada de sus discos estuvo a cargo del pintor paceño Diego Torrez. Muchas de las composiciones del disco Khonlaya corresponden a los guitarristas Jorge Komori y Javier Melgarejo y las llamaremos aquí “música sincrética” o una combinación de “folk-rock”.

Nos gustaron estos profesores de la melancolía aymara, que tiene los ritos circádicos de la noche y el día y todos esos azares de las alturas. Nos sentimos en un sabat andino, poseídos por el olor negro de sus brujas encantadas por un aquelarre altoperuano, por estas cosas y contracosas del Nuevo Mundo.

En “Ilusión Herida” con la voz de Jorge Rivero, el arreglo excepcional de O. Córdova en “El Encuentro”, el gesto épico de “Sobre el camino” y el aire milenario de la “Plegaria a la Oscuridad”. En la otra cara de Khonlaya nos agradaron los coros en los que participa Jenny Cárdenas, libres ya de equívocos radiales, donde Oriente y Occidente, abren puentes para un encuentro que es una utopía pero ¡ay¡ en la fabulosa tierra de nadie.


[1] Circádico. CIRCADIANO. Perteneciente o relativo a un período de aproximadamente 24 horas. Se aplica especialmente a ciertos fenómenos biológicos que ocurren rítmicamente alrededor de la misma hora, como la sucesión de vigilia y sueño (RAE).

[2] La dialéctica serial es un método lógico y una noción filosófica, desarrollada por Joseph Proudhon. Afirma que las antinomias (tesis y antítesis) no se resuelven por medio una síntesis superadora de ambas, sino se complementan mutuamente generando un equilibrio sin perder cada una su autonomía y contradicción de la otra.