jueves, 30 de junio de 2016

DE SOCIOLOGOS, ZAVALETA Y GARCIA LINERA

Carlos Crespo Flores
2016

Estos días discurre el VI Congreso Nacional de Sociología en nuestra ciudad; el tema del evento está dedicado al pensamiento de René Zavaleta Mercado. Zavaleta, considerado no solo es el sociólogo más famoso del país, sino también el "maestro pensador" del llamado "proceso de cambio", su guía, inspirador, intelectual orgánico.

Uno de los invitados es el vicepresidente Álvaro García Linera, “zavaletista” convencido; su presencia ha generado molestia en gran parte de la comunidad de sociólogos; cómo puede ser invitado un personaje que utiliza la sociología (pues no es sociólogo) para justificar intereses autoritarios, poco transparentes, nos preguntamos los del gremio. Un “intelectual” que aprovechando su Poder persigue y criminaliza a instituciones académicas e intelectuales que no piensan como él. Grave.

Vuelvo al punto. René Zavaleta Mercado era marxista, con una fuerte carga nacionalista, y su comprensión del país tiene los límites de su formación teórica y militancia política (MNR, MIR, PCB). Bolivia sería una “semicolonia”, con independencia política formal pero sin soberanía, sin autodeterminación (por lo demás considerado un ideal antes que una práctica), con una clase dominante “señorial”, oligárquica, que no pudo o quiso estructurarse como burguesía nacional. De esta manera, según Zavaleta, en Bolivia lo que existiría es un “Estado aparente”, sin capacidad de mandar en todo el territorio nacional ni a toda la población, una “república de pastores” (su estigmatización de lo agrario es tema de otro análisis) y un Estado que no es moderno.

Y cual su propuesta para salir de la semicolonia y modernizar el país? Ninguna novedad, una combinación de Estado fuerte e industrialización (léase extractivismo), la clásica y abundantemente fracasada alternativa izquierdista, del cual solo ha emergido el campo de concentración, dictaduras sangrientas, destrucción ecológica y mucho dolor. Construir un Estado nación verdadero, “integral”, altamente centralizado, que tenga control de todo el territorio nacional y su población, pero también de su economía, basada en la industria pesada. De ahí su entusiasmo por la clase obrera, particularmente minera, considerada la única que puede promover un régimen socialista, que industrialice y modernice el país, “quemando las etapas” de la penuria capitalista, en un verdadero acto “antimperialista”. Para ello, la clase obrera debe tener el dominio, sea bajo la forma de “dictadura de clase” como sostenía el “joven” Zavaleta, o “hegemonía”, concepto gramsciano recuperado en su etapa “madura”.

Como todos los marxistas, para Zavaleta el socialismo en Bolivia es un destino, es la única posibilidad de construir una nación. Una verdadera causa final, una tendencia ineluctable. Una teleología que la emparenta con el discurso judeo cristiano en sus forma más milenaristas.

La utopía zavaletiana es la que esta operacionalizando el gobierno de Evo Morales, la idea de un Estado fuerte con industria pesada es también la apuesta teórica de García Linera. Pero, su fracaso también es el fracaso de un “paradigma” dominante en Bolivia, particularmente en las ciencias sociales, el marxismo, del cual René Zavaleta Mercado es su estandarte. Esta combinación perversa de marxismo y nacionalismo desarrollada por el sociólogo orureño, ha sido llevado hasta sus extremos por el “gobierno de los movimientos sociales”, y de ahí no ha salido nada emancipador, al contrario ha reproducido la división racializada del país, la explotación inmisericorde de la naturaleza y sus servicios, la intolerancia y el autoritarismo.


martes, 14 de junio de 2016

TRANSFORMAR LA UNIVERSIDAD

Estamos anclados en una “crisis” no solamente del orden del saber; sino, masivamente, del orden del poder. Crisis que responde a una vieja estructura de gobierno universitario hipotecada, subordinada a intereses corporativistas sectarios, tanto del estamento docente como del estudiantil. Estructura que solapa y anima el “hacer sindicato” corrompiendo el “hacer universidad”. Estructura obsoleta que ha desnaturalizado los fines de la universidad llevándonos a vivir “como si la universidad tuviera sentido” cuando ya casi no lo tiene. La ilustración la encontramos en el conflicto del 2015 que nos ha llevado al borde de la stasis, con estamentos atrincherados en posiciones que violentan la norma, paralizan la vida académica, desestabilizan y debilitan la institucionalidad. Arrastrándonos a ser menos colectivo de docentes y estudiantes, menos comunidad de estudios, menos universitas studii. Es pues imperativo, “hacer un alto” para salir del “como si…” y volver a la sensatez de un cierto sentido común universitario. Pero, ¿dónde está ese “sentido común universitario”? ¿Ese sentido que connota nuestro “ser y quehacer” cotidianos como específicamente universitarios? Pues está en el Estatuto orgánico, que nos instituye históricamente como “cosa universitaria”, en la letra y el espíritu del mismo y en las resoluciones del Primer Congreso Institucional del 89. 

 ¡Hagamos pues del Estatuto nuestro programa! Ahí están los elementos, los criterios y términos (criticables y perfectibles), para cambiar drásticamente la “cara de la universidad”, para reconfigurar su ethos y demos en una perspectiva de reinstitucionalización y refundación de la universidad, cuyo actor protagónico sea el saber: única riqueza, única materia orgánica de los quehaceres estudiosos.

Entonces, transformar la universidad, reinstitucionalizarla, refundarla ya, más acá y más allá del actual tema eleccionario y, al mismo tiempo, preparar un congreso formal que recoja en un nuevo estatuto los cambios realizados. Ir a un congreso después de resolver nuestros problemas, tanto académicos como institucionales y gremiales. Antes, sería un suicidio y acabaríamos en una situación de abierta stasis.

1) Transformación desde los consejos de carrera ampliados, “empoderando” (término inestético, ni modo) a los sujetos universitarios primarios (verdaderos ejecutivos universitarios en las aulas, laboratorios, bibliotecas, archivos, institutos y departamentos académicos), que modifique y mejore radicalmente las condiciones materiales de trabajo cotidiano, de “hacer universidad” para llegar a ser, simplemente, una “universidad normal” (con estructura meritocrática que subordine lo administrativo, lo político y gremial a lo académico e institucional y una gran mayoría de docentes-investigadores ordinarios y estudiantes regulares dedicados plenamente al estudio, por ejemplo).

2) Preparación que comporte una valoración sincera de todos los cambios efectuados entre 1989 y 2016; y, una valoración crítica y justa de la letra y el espíritu del actual estatuto. Si queremos cambiar algo, habrá que saber a ciencia cierta qué es eso que queremos cambiar, ¿verdad? De paso, no olvidemos que muchos de tales cambios fueron animados por racionalidades sucedáneas e ideologías espurias (aún activas en todas las candidaturas del reciente proceso electoral clausurado), como la neoliberal y por intereses corporativistas y partidistas sectarios poco, casi nada universitarios.

Lo anterior obliga a todo universitario a asociar “letras y compromiso” con el fin de lograr que “el saber pueda y el poder quiera saber” ¿Cómo? Pues blandiendo la libertad intelectual y la autonomía universitaria interna (y no solamente política, frente al estado y la sociedad) en tanto sujetos y actores universitarios primarios y no como “docentes de base” o “estudiantes de base” (pseudoexpresiones indignantes e insultantes) frente a los poderes estamentales de turno, frente a la ocupación “democrática” (como la denomina Barnadas) de la universidad por parte de militantes de partidos políticos y frente a un cogobierno e instancias de autoridad burocráticos, irrespetuosos de la norma y pusilánimes a la hora de cambiar la universidad. Y no dejando de “hacer universidad” en los espacios “auténticamente universitarios” de la universidad, con los instrumentos que nos toca, a cada cual, ejecutar, es decir, con los saberes y conocimientos que generamos, transmitimos, publicamos en nuestros campos disciplinarios y en otros, inter, multi, trans (como gusten). Para esto no necesitamos directores, jefes, patrones, dirigentes, líderes, consultores o expertos: Porque todos somos rectores, ¿no es cierto?


Nelson G. Ferrufino R. (UMSS)

martes, 7 de junio de 2016

Para salir de la crisis de la UMSS

Para salir de la crisis de la UMSS
Carlos Crespo Flores

En tres frases grafiteras se pueden sintetizar las salidas a la entrópica crisis de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), y que deseo desarrollar en las siguientes líneas: “Que se vayan todos”, “Tod@s somos rector@s” y “Autonomía: fuente del saber”.

“Que se vayan todos”. El sistema de gobierno universitario está corrompido, el co-gobierno docente estudiantil universalizado y elegido por voto, no dá más y solo crea más corrupción y deterioro educativo. Son las elites corporativas universitarias quienes deciden la agenda de San Simón, incluida la académica. Todos los grupos y partidos políticos operando en la UMSS son, al mismo tiempo, (re)productores y expresión de la crisis. Rojos, azules, blancos, masistas, troskos, maoistas, comunistas, son tonos de este paisaje universitario corrupto y autoritario. Es preciso reorganizar las relaciones entre los miembros de la comunidad universitaria, en un proceso de abajo hacia arriba, descentralizado y articulado al mismo tiempo. Pero, previamente deben irse del escenario público estos grupos, particularmente sus líderes y caudillos, causantes de la crisis, y hoy ofeciendo traer la solución.

“Tod@s somos rector@s”. La universidad cada vez más tiene un sistema de toma de decisiones centralista, inicialmente en las autoridades facultativas, convertidos en pequeños mandarines autoritarios que deciden sobre “visas y haciendas” en nombre de la comunidad universitaria, y culminando en el poder mayor, el Rector, verdadero monarca que organiza su corte, pajes, para garantizar su poder durante su mandato. Por ello, se trata de reivindicar la posibilidad de construir otro tipo de relaciones sociales dentro la universidad y en sus interacciones con la sociedad y el Estado, desde la autonomía. Se trata de pensar y actuar autónomamente, pues asumimos que cada uno es rector de su vida y pensamiento, tiene dominio de sí mismo, por tanto es la posibilidad de una universidad autónoma que se cohesiona desde el saber, entre sus miembros también autónomos. En la música, es la imagen de una orquesta sin director, sin un jefe que decida a nombre de los músicos, como sucede con la Orquesta Spira Mirabilis, por ejemplo. La Universidad no es el Estado, por tanto no puede organizarse como este “monstruo frio”, por el contrario, se estructura desde un tipo de relaciones sociales basadas en el conocimiento antes que la dominación, por tanto son relaciones no estatales, que requieren el mínimo de autoridades y poderes burocráticos separados del grupo y de los propósitos, fundamentalmente académicos, de la UMSS. La autonomía es una práctica social y un método organizativo, antes que un ideal escatológico como suponen los partidos e ideologías autoritarias, y es la que ha estructurado la universidad zombie, como acertadamente define Cesar Soto a la UMSS; “walking dead” que solo produce corrupción y entropía. Pero, el conocimiento, el saber, está ausente, o sumergido y silenciado, en algunas “islas de conocimiento”, dentro facultades y centros de investigación, gracias a la iniciativa de docentes, investigadores y estudiantes que aun creen en una universidad cohesionada desde el Saber antes que el Poder.

“Autonomía: fuente del saber”. Las interpretaciones dominantes de la autonomía coinciden en una visión platonista de la autonomía: la visualizan como un ideal, un fin al cual debemos llegar en algún momento de nuestras vidas –o después-, que no existe en la realidad, por tanto, mientras llega ese momento, seguiremos siendo esclavos, dependientes, o mantendremos una práctica individual e institucional autoritaria, centralista y jerárquica. Grave distorsión. La autonomía tiene por lo menos dos sentidos, por un lado es una práctica; somos o no autónomos, y es en la vida cotidiana donde se evidencia este carácter, no en la ideología teleológica. Por otro lado, la autonomía es un método de organización, para una institución o para uno mismo.

Hoy, la autonomía es el método para estructurar la universidad pública posible; y ese es el desafío, cómo organizamos el gobierno universitario desde la autonomía, como constituimos nuestras relaciones e interacciones, al interior, entre nosotros como comunidad universitaria, y con otros actores sociales e institucionales externos, incluyendo el Estado y el sector privado.


jueves, 2 de junio de 2016

Contarla para vivir -Maurizio Bagatin



…o del como la pasamos en el Congreso en Asunción
“Cada hombre es un poeta”  Charles Bukowski



Todo lo que no está escrito se puede aún contarlo.                                                                               Todos los hechos narrados son reales o imaginarios, quienes se reconozcan con lo narrado es probable que hayan realmente existido, sin haberlo vivido verdaderamente.                                                                                          Entropía social versus reminiscencia melancólica, esta dicotomía del ser se encontró, en el degradado clima de Asunción de aquellos días congresuales: a los orfebres de la palabra se le permitió deleitar el tiempo y el espacio con semillas humanísticas, para mañana poder cosechar el hombre futuro porque el hombre aún no está hecho, el hombre se está haciendo.                                                                                                                                                   La composición química de todos nosotros es muy parecida: CHONP…C por Carbono, H por Hidrogeno, O por Oxigeno, N por Nitrógeno y P por Fosforo. Algo más y así es la vida.
Hacia la convivialidad fue el camino recorrido, en un sobrio desfile de la mediterraneidad hecha de Seneca y Cicerón, de la Abya Yala de ayer y del mestizaje de hoy.                                          La palabra fue la semilla que explotó dentro la tierra, el fruto no lo vamos a cosechar….que quede semilla del ayer adentro de nosotros.                                                                                       Un juego de gigantes y enanos hizo digerir la falta de una siesta, que para los españoles es  como la tortilla para los mexicanos, y ya se estaba escribiendo la Poesía cuando, describiendo el mercado en el suelo, como Cholakatu o Tianguis, la palabra se hizo reina, porque es la reina morganática por excelencia, verbo por Mito primordial.                                                                                                                        A los tres problemas encontramos soluciones: a lo técnico, técnicas, a lo natural, naturaleza, a lo comportamental, inteligencia, simplemente porque con las complejidades tenemos que convivir siempre: un Panta rei más como herramienta ergonómica de nuestros caminos….
No tenemos y no queremos criminalizar aquel supuesto neocolonialismo que muchos han visibilizado…es que la memoria es la única facultad que el hombre olvida, mañana en la batalla piensa en mí, dijo el poeta.                                                                                                          Cervantes y Shakespeare ya comparten algunas fechas imborrables.                                     Infinitas son las eternidades de las leyes, al hombre ninguna le ha concedido la gracia de ser humano. Si seguimos pensándolas, idealizándolas, discutiéndolas y promulgándolas, seguiremos solemnizando nuestra aburrida eternidad.
Contar es desvelar, desvelar es desnudarse y desnudarse es nacer.                                                La noche no permitió a luna su esplendor, las nubes alumbradas hasta el ciberpunk la hicieron de dueñas, una llovizna acompañaba la fecha del rejuvenecer bajo una luna de plata: el harem fue rockero inmaculado por el grunge….
Como en la utopía de Galeano, no existe el logro, no hay meta, no hay resultado: todo sueño es platónico, toda quimera es hecha de mujeres dibujadas, de esperanzas diseñadas, de mundos invisibles….nada tiene más realidad del sueño.                                                             Homero se encegueció para quedarse en el sueño y Peter Pan sigue circunnavegando la isla del nunca jamás.
En la Polis, para el hombre, la sal de la tierra era el acto político, el Taypi Yuyai fue la política de acto, de cuando el hombre hacía antes de pedir: dar y recibir ambos esclavizan.                 Muchos antes de que los gigantes de la oratoria, desprovistos de síntesis prosaicas, nos infligieran las torturas del largo discurso, hubo filólogos del watsapear, novios más maromos que la leche de la repera y reoca de aun esperar. Con Goethe tuviéramos una larga carta poética, con Flaubert una orgia literaria perpetua, porque hoy no tuvimos tiempo para escribir una carta corta. Tejer una trama, tejer una vida es obra de mucha paciencia, es obra de una perseverancia tal como la de Penélope: pequeñas cosas hacen grandes cosas, como el mosaico del Universo, hecho de un tiempo biológico, hilo con hilo, paso a paso, más espacio que tiempo, mas amor que pasión, todo el tiempo del mundo.
Porque de todo lo que hay, no falta nada.
En la metamorfosis de un paisaje o de un país quedan símbolos inalienables: los nombres que el hombre atribuye al Mito por él y para el: y así debajo de ruinas se erigen otras ruinas, las ruinas de los recuerdos imborrables. Solo a los Mitos está permitido olvidar: frente al palacio de gobierno, edificio neoclásico con cierta influencia palladiana, las chabolas de los refugiados ambientales o desplazados climáticos colinda con el luna park posmoderno en busca de un rock inmortal: las calles llevan nombres de batallas, de sargentos valientes y de capitanes de ultramar, los patapilas recuerdan del país de los pájaros-perros al General Mariano Melgarejo, un Calígula autóctono, populista y popular.                                                                                                     La novela más acabada y perfecta de García Márquez, según su eterno amigo Álvaro Mutis, es El coronel no tiene quien le escriba, sin embargo la que vivimos efímeramente la tarde del sábado parece salida de una película de Jodorowsky…. tiene olor a humedad chaqueña, sabor de cocido y chipa y la perfección de un realismo mágico a nunca acabar: el comerciante chileno, explorador de los rincones más desconocidos de América Latina sigue viviendo en su choza, a cuidarlas maniquíes enmohecidos y calvos, esperando su retorno de una larga batida de caza o de una salida de pesca.                                                                                                        Santiago, sigue el camino, a nombre del apóstol es santo ya en el interior de su nombre…                                           Mientras que Gustavo, antítesis de la desdicha de los sin tierra, de los desplazados y de los refugiados, agradece la coyuntura actual, la cual promovió inversiones extranjeras, crecimiento económico y el traslado de las torres gemelas hasta Asunción, un paisaje alucinante en una tarde abrumadora…desde un rincón del mundo que atenderá de lunes a lunes…un dolor que el paraguayo, sin tierra, sin industria, sin esperanza sigue diseñando en el cielo nublado, achicharrado por el calor de las interminables tardes infinitas. Parece que va llover, siempre parece…..un abominable comistrajo crepuscular.
El discurso conquista el pensamiento, pero la escritura lo domina: vivimos la época de la manipulación de la palabra mientras disponemos de 50000 variedades de vegetales comestibles, de estas consumimos alrededor de 2500 y son solamente 15 las que definen nuestra alimentación: la diversidad puede ser la soberana siempre y cuando hagamos un justo uso político del alimento. ¡Que la locuela sea como el plato de comida!                                          El jopará es el plato emblema del campesinado paraguayo que mezcla, siempre en partes desiguales, arroz, frijoles, fideos y maíz. Pero también es la lengua hibrida y mestiza que combina el guaraní paraguayo y el castellano.                                                                                     En esta isla rodeada de tierra las horas laborales semanales son 48, hasta hace poco eran 52, el 3% de la población controla el 85% de la tierra y en todas las formas de poder se puede ver expresada esta abismal desigualdad.                                                                                               Reivindicaciones por tierra y territorio, como las del pueblo Mapuche mantienen vivas las fuerzas de los pueblos, de todos los pueblos; en una t-shirt leo: La Tierra Mapuche no está en venta. Los colores invisibles de Benetton. A desalambrar es la palabra viva hacia la libertad de este pueblo luchador….con un hip-hop de hipnosis.
Última noche: migrantes fueron todos los hombres, almas migrantes en el tiempo y en el espacio, desde el alba del mundo, aquella tabula rasa hecha de ingenuidad y coraje.                                Hoy piden cobrar el corcho al consumo de un humilde licor de la hoja increíble…la pobre maître esperamos no haya perdido las 48 horas de trabajo semanal.
Seguimos buscando la Yvi Marae’y portándonos mal, para pasarla bien.
Mba’ evé nda chepurai, avaré nda cheyokoi 
(Nada me apura, nada me ataja) 

 Maurizio Bagatin, mayo 2016