miércoles, 10 de marzo de 2021

PRACTICAS DE LIBERTAD EN LA ACADEMIA Carlos Crespo Flores (CISMAF-ESFOR)

 El anarquismo, como filosofía de la acción contra toda forma de dominación, busca construir otro tipo de relaciones sociales, no mediadas por la dominación. Esta es una política prefigurativa, que avizora, hoy, el mundo que se desea construir, Para lograrlo, no es necesario “tomar el poder” o “hacer la revolución”. Colin Ward afirma que las prácticas anarquistas ya están presentes en la vida cotidiana de la gente, normalmente invisibilizadas, camufladas; de lo que se trata, asevera el ácrata británico, es expandirlas al conjunto de la sociedad, organizarla alrededor de estas “prácticas de libertad”, parafraseando a Michel Foucault.

 Es el caso de la vida académica universitaria, espacio donde paso más tiempo que en mi casa, por tanto, constituye también mi entorno cotidiano, mi hábitat donde estructuro una diversidad de relaciones sociales. La actividad de investigación involucra organizar equipos de trabajo, y es ahí, en su funcionamiento, donde se puede identificar, o no, prácticas próximas al pensamiento y práctica anarquista.

 Desde el análisis de un proyecto de investigación específico en la UMSS, del cual soy parte, tomaré atención de cuatro problemáticas organizativas provenientes del ”canon[1]” anarquista: el grupo de afinidad, el consenso, la descentralización y el liderazgo efímero/momentáneo. 

1)    El equipo de investigación como grupo de afinidad. En la academia, para que se produzca conocimiento, es preciso la colaboración, el apoyo mutuo, de otra manera no serían posibles los procesos investigativos. Estas acciones se realizan en lo que los anarquistas denominan grupo de afinidad, un colectivo autónomo, pequeño, unido o cohesionado alrededor de sentimientos e intereses comunes. Es así como se estructura un equipo de investigación. 

El proyecto CORREDORES BIOLÓGICOS URBANOS (CBU) surge de un evento que organizamos en la ESFOR, en mayo del 2019, sobre Arbolado y Silvicultura Urbana. De la plática en el evento surgió el interés común por elaborar un proyecto de investigación. Antes que una imposición, el tema emerge del diálogo. Otro aspecto a destacar es que, entre la mayoría de los panelistas participantes existía previamente afinidades, de amistad o intelectuales; ello facilitó la construcción del interés común, a pesar de provenir de disciplinas diversas, tanto de ciencias sociales, humanas, ambientales, tecnológicas. Un tercer elemento es la autonomía de los miembros; cada investigador tiene sus puntos de vista, enfoques teórico metodológicos, y al mismo tiempo tiene dominio de sus interacciones. 

2)    El consenso antes que la democracia de mayorías y minorías. El proceso de elaboración del proyecto de investigación fue fundamentalmente el manejo de las diferencias, tensiones e impasses entre los miembros del equipo. Cada investigador busca “llevar “agua a su molino”, esto es, que la investigación enfatice su especialidad o campo de interés específico. 

Las decisiones no se tomaban por voto, sino en un despliegue de “juegos agonistas de poder”. Ello es posible porque es un diálogo entre sujetos autónomos, que no aceptarán imposición alguna, por tanto, la construcción del objeto de estudio común solo puede realizarse de manera horizontal. 

3)    Organización descentralizada. Tenemos un proyecto común, construido colectivamente; pero al mismo tiempo, cada investigador participante, tiene sus temas de investigación o reflexión particulares; más aún, son parte de otras redes académicas. Sin duda, esta forma organizativa es próxima a una estructura federalista, la unión de sujetos autónomos. 

4)    Liderazgo efímero/momentáneo. Estoy convencido que la principal función de los jefes en los centros académicos, es firmar, pues las iniciativas, proyectos, son impulsadas, creadas por los investigadores y técnicos de campo. El proyecto CBU ha surgido de la iniciativa de estos académicos investigadores. 

En un proyecto de investigación, el que funge como responsable no es un jefe, no puede serlo, pues el resto de los colegas, simplemente no le haría caso. Este debe convencer a sus colegas, seducirlos, para realizar alguna actividad. En ese sentido, es un “jefe sin mando”, como señala Pierre Clastres cuando analiza la autoridad en las sociedades primitivas. En nuestro proyecto, el responsable ha sido elegido, no solo por ser encargado de la red de Biodiversidad, sino por sus cualidades como facilitador, investigador, su relación con el tema, así como el hecho de ser hub (conector) con otras redes académicas. El equipo respalda al responsable, no porque sea el jefe, sino porque existe el interés común. Fuera del proyecto, el responsable es un colega más; es más, en otro proyecto donde participe, es probable que exista otro responsable. 

Todas estas prácticas, correctamente implementadas, facilitan la eficacia de las acciones del equipo de investigación, solo que estas normalmente no son consideradas. 

La probable transformación académica e institucional de San Simón, debe orientarse a la expansión de estas prácticas. Volviendo a Colin Ward, el desafío es, desde estas prácticas de libertad, anarquizar la vida cotidiana académica.

                                                                         Cochabamba, marzo 2021


 



[1]  Entendido como “conjunto de normas o reglas establecidas por la costumbre como propias de cualquier actividad” (RAE)

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