Carlos
Crespo Flores
El
paisaje del valle cochabambino. Solo quedan recuerdos. Y son los que
están alejados del lugar que los vio nacer quienes la añoran y
sueñan. Pero, son los poetas que lo declaran desde el verso.
La
literatura cochabambina ha tomado atención, celebrado y descrito el
paisaje, su flora y fauna; pero también las interacciones del
valluno, urbano o rural, con su entorno, de las relaciones de poder
existentes bajo este fondo.
Quiero
referirme al poeta local Rigoberto Torrico, (1858-1916), proveniente
de una familia tradicional valluna, quien en su poema "A
Cochabamba", habla desde el cochabambino ausente. Extraigo tres
versos directamente relacionados con el propósito del presente
texto:
“Y
mis ojos no encuentran las delicias
de
tus campos floridos, que embalsaman
tus
auras, con aromas celestiales,
con
aromas de flores, que hoy le faltan.
El
aire que aspiraba en ti mi pecho,
mezclado
del perfume de la acacia,
del
mirto, del azahar, clavel y rosa,
que
es el ambiente que de de ti se exala;
hoy
no lo aspiro ya, mi pecho sufre
sin
tu aliento, mi amada Cochabamba,
y tu
recuerdo, tierra de las flores,
tierra
de promisión, enferma a mi alma.”
Los
ojos del poeta están hambrientos del paisaje valluno, de los "campos
floridos", los aromas de las plantas y flores. Es tal el deseo
que hasta el alma se "enferma".
Se
debe destacar el conocimiento que tiene Torrico de la flora local,
árboles y flores. Entre los primeros, seguramente se refiere a la
"acacia boliviana", también conocida como "churqui",
una especie forestal local de las cientas extendidas en el planeta.
Pero también menciona el mirto, un arbusto propio de la formación
tucumano boliviana, conocido en el país como "arrayan".
Asimismo, el poeta suspira por el perfume de la flor de azahar,
denominación para la flor del naranjo y el limonero, especies
introducidas durante la Colonia. Finalmente, señala el clavel y la
rosa, plantas de jardín, también traídas por los españoles; estas
flores, en los siglos XIX y parte del XX, solo era posible verlas en
jardines de las élites vallunas, sea haciendas, casas quinta o
casonas urbanas. Ese era el entorno del poeta.
Este
escenario no existe más. La intolerancia depredadora, a nombre de la
modernización y el progreso, han destruido el valle. Pero, los aedos
locales nos lo han recordado periódicamente.
Cochabamba,
septiembre 2018
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