Carlos Crespo Flores
2018
Estudiar el pensamiento del escritor cochabambino
Jorge Zabala es un trabajo por realizar, y será tema de un conversatorio en
preparación por parte de sus amigos. Es que Zabala fue un adelantado a su
época, tenía la ventaja de no haber sido contaminado por ideologías
autoritarias en su formación, como el marxismo, nacionalismo, fascismo, indigenismo,
por tanto, pudo desplegar un pensamiento autónomo y abierto.
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Una de las influencias de Jorge, sin duda, ha sido el
anarquismo. En 1970 escribe “Exorcismos”, un libro de ensayos sobre cultura,
donde la veta libertaria esta visible. Estaba actualizado con la impronta juvenil de
los 60’s, como se sabe, un movimiento de claro contenido anarquista en muchas
de sus facetas organizativas. Como muestra el libro, conoció Sartre, la Nueva
Izquierda Norteamericana, el Black Power, Marshall McLuhan, la escuela de Frankfurt, pero sus inclinaciones ácratas son
la fuente inspiradora.
Desde esta veta
llama la atención sobre las instituciones cada día “más perpetuantes y absorvedoras”,
particularmente estatales, y exclama sobre “el hastío hacia los que administran
la bondad”. Asimismo, realiza una crítica severa al “arte para el pueblo”
promovido por el “socialismo latinoamericano de Estado”, como Cuba y Chile
(eran los tiempos de Salvador Allende) y defiende “formas de pluralismo o
anarquismo socialista”, para “proveer esa participación unánime”.
Frente a la
moral espartana, controlada por el Estado, muy similar al autoritario “socialismo
real”, el ensayista hace referencia a las “normas anarquizantes” de la escuela
cínica en Grecia, quienes “sustituyen el amor matrimonial por el amor libre, en
un ansia de retorno a la naturaleza y desprecio a las instituciones sociales,
pues creen que el sabio no necesita leyes, ni gobierno ni autoridad, porque le
basta su propia moral de renunciación”. En el artículo “las maneras anarquistas”,
Zabala recupera al “príncipe y explorador anarquista” ruso Piotr Kropotkin y su estrategia
de “solidaridad comunal y gobierno propio”, como son las diversas formas de asociaciones
libres, pues “es esa acción libre en que se dibuja la nueva poética humana, de
manera que el hombre goce de sus derechos como tal”. Inscrita dentro de lo que
denomina “razón sensual”, destaca los aportes hedonistas de Oscar Wilde, su
rechazo de “mentalidades como la griega que reconoció la esclavitud, o la
cristiana que reconoció el dolor”; y la comprensión del socialismo libertario
como revolución estética e intelectual que ha vibrado “con su influjo” en la
movida del 60’, como “las almas bellas de París, los hippies-anarquistas en
California, seudomarxistas de Berlín, y liberales en Praga”.
Y su actitud en si misma era anti-autoritaria.
No tenía respeto por intelectual o académico alguno, por más famoso que fuera,
y lanzaba sus profundas, irónicos y graciosos comentarios y preguntas. Se podría
decir que Jorge Zabala fue uno de los primeros punks de la escena intelectual
local.
Amaba la
ciudad y el paisaje valluno. De hecho, el seudónimo de su columna en Los
Tiempos era Jorge Agrícola. Mientras
tanto, me quedo con la imagen pintada por el poeta Eduardo Mitre: “porque ¿quién eras
tú, /Jorge Zabala, /sino la palabra imprevista, /la imagen insólita/que de
pronto saltaba por encima/de nuestras tazas de café/como un pez espada/decidido
a no perecer en peceras de papel/ni menos en las aguas/inseguras de la memoria?”.
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