El origen de la ciclovía en la zona norte
de la ciudad de Cochabamba, es ambientalmente deplorable. Para su construcción,
un alcalde de triste memoria hizo tapar uno de los canales de riego de la
Angostura. En una época de desertificación, donde la ciudad requiere recuperar
la humedad, fue una pérdida irreparable.
A pesar del desastre, con los años, a lo
largo de la ciclovía se ha estructurado una masa arbórea y arbustiva que acoge
a una importante biodiversidad valluna de flora y fauna, así como especies de
aves migrantes de otros ecosistemas/pisos ecológicos. Este rasgo es alimentado
por numerosas plazas, parques, casa particulares con espacios verdes en el
entorno a la ciclovía, donde la vida se reproduce con pasión. De ahí que sea
loable la defensa de los vecinos del parque Fidel Anze para conservar el área
como espacio público arbolado.
Al mismo tiempo, la ciclovía opera como un
corredor biológico dentro un espacio urbano, pues no solo es hábitat de
biodiversidad, incluyendo cuerpos de agua que emergen o son parte del paisaje,
sino que conecta habitats: el parque Nacional Tunari con el cerro San Pedro y
la laguna Alalay, para mencionar un ejemplo.
Para los seres humanos también es un
corredor, pues permite desplazamientos de un hábitat (domicilio) a otro
(trabajo). Una fauna de empleados, albañiles, jardineros, fabriles, deportistas,
estudiantes, niños, mujeres, con o sin bicicleta, circulan con fruición cotidianamente.
La conectividad de la ciclovía es muy visible. Asimismo, hace posible
satisfacer necesidades de ocio, entretenimiento o subsistencia. Más aun, la ciclovía es un espacio no
segregado, de acceso universal, por tanto diverso. Opera por tanto como un
espacio abierto que conecta (Richard Sennett).
Como todos los espacios verdes de la ciudad,
en el último tiempo la ciclovía muestra signos de abandono y olvido. En determinados
lugares, la cobertura vegetal ha sido vandalizada, a pesar del esfuerzo de los
trabajadores municipales por mantener limpio el lugar, la basura está a lo
largo de la ruta y el entorno inmediato, los túneles son letrinas clandestinas
y tienden a inundarse, no existen señalizaciones, las motocicletas lo utilizan
como vía de escape al tráfico.
En la ciudad de Cochabamba existen otros
espacios que ya funcionan como corredores biológicos: parques y plazuelas del
municipio, las torrenteras que han sobrevivido al cemento, avenidas con
arbolado como el Prado o la Beijing. Hay otros, que pueden convertirse en
corredores, como ser las demás ciclovías, el canal de riego de La Angostura,
los canales hoy tapados y/o cubiertos con cemento. Estudiarlos, implementarlos,
protegerlos, constituye un hermoso desafío ecológico para académicos, vecinos,
gobierno municipal.
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