El Estado es una condición, una cierta relación entre seres humanos, una forma de comportamiento humano; que destruimos estableciendo otras relaciones, comportándonos de manera diferente, con uno y con el otro” (Gustav Landauer).
miércoles, 5 de diciembre de 2007
lunes, 3 de diciembre de 2007
viernes 7/XII se entrega Revista LIBERTARIA
El dia viernes 7 de diciembre, haremos público el primer número de la revista LIBERTARIA, en el Complejo Fabril (Av. Melchor Perez de Holguín) a partir de horas 18:00.
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En el prólogo leemos:
“En síntesis, la crisis del Estado-Nacion en Bolivia se expresa hoy en la descomposición de los mecanismos de dirección y de movilidad social, y el derrumbe de autorepresentación de la sociedad perceptible en la cooptación de los denominados movimientos sociales. Finalmente, solo nos resta imaginar cuan corrompida deben estar una sociedad y sus administradores; cuan oportunistas siempre han sido los representantes de la sociedad, para que un estulto, taimado y lenguaraz, llegue a las alturas supremas del autotitarismo y del mundo administrado.
¿Por qué continuar con un paradigma de poder que se sostiene sobre tanto fracaso y corrupción?, cabe preguntarse, por consiguiente, ¿Por qué es actual el pensamiento anarquista frente a los problemas insolubles que plantea la forma Estado-Nación?
Entendemos la actualidad del pensamiento anarquista, en la medida en que da respuestas a los problemas que la forma Estado-Nación no ha podido resolver en el proceso de modernización, para los cuales el anarquismo posee las repuestas más sólidas y coherentes: resuelve los derechos de autonomía del individuo y el grupo; resuelve las problemáticas especialización de los roles; resuelve la división jerárquica del trabajo; elimina la reproducción de los dispositivos de poder; acaba con los problemas de propiedad de la tierra y el territorio; y elimina de cuajo de toda política racista-estatal.
La revista Libertaria pretende ser un medio para la exposición, discusión y elaboración de un pensamiento y praxis anarquista como única alternativa a la sociedad dividida en clases antagónicas."
“En síntesis, la crisis del Estado-Nacion en Bolivia se expresa hoy en la descomposición de los mecanismos de dirección y de movilidad social, y el derrumbe de autorepresentación de la sociedad perceptible en la cooptación de los denominados movimientos sociales. Finalmente, solo nos resta imaginar cuan corrompida deben estar una sociedad y sus administradores; cuan oportunistas siempre han sido los representantes de la sociedad, para que un estulto, taimado y lenguaraz, llegue a las alturas supremas del autotitarismo y del mundo administrado.
¿Por qué continuar con un paradigma de poder que se sostiene sobre tanto fracaso y corrupción?, cabe preguntarse, por consiguiente, ¿Por qué es actual el pensamiento anarquista frente a los problemas insolubles que plantea la forma Estado-Nación?
Entendemos la actualidad del pensamiento anarquista, en la medida en que da respuestas a los problemas que la forma Estado-Nación no ha podido resolver en el proceso de modernización, para los cuales el anarquismo posee las repuestas más sólidas y coherentes: resuelve los derechos de autonomía del individuo y el grupo; resuelve las problemáticas especialización de los roles; resuelve la división jerárquica del trabajo; elimina la reproducción de los dispositivos de poder; acaba con los problemas de propiedad de la tierra y el territorio; y elimina de cuajo de toda política racista-estatal.
La revista Libertaria pretende ser un medio para la exposición, discusión y elaboración de un pensamiento y praxis anarquista como única alternativa a la sociedad dividida en clases antagónicas."
Los esperamos
Salud, Anarquia y Fiesta!!!
lunes, 26 de noviembre de 2007
Estimaf@s cuat@s anark@s y libertari@s de la red,
Como siempre nuestra fraterna Vicky, aun desde la distancia, está impulsando la acción anarka en el país y nos ha enviado el pronunciamiento de grupos de jóvenes chuquis, incluyendo a un colectivo anarko.
Como dice nuestro viejo hermano Gus, “la cosa esta jodida”, y realmente, esta vez “la cosa está jodida”. Que hacemos los anarkos?, pues la acción nos convoca, y esta debe fundamentalmente anticapitalista y antirracista, y ahí incluyo no solo a la oligarquia racista cruceña, hoy aliada de los “señoritos” cruceños y las elites “andaluces” chapacas, sino tambien a Evo Morales y al MAS, que está haciendo lo posible para reproducir un gobierno estilo chavista-cubanizado. Saben que en la constitución aprobada en la Asamblea Constituyente está incluida la reelección indefinida del presidente? Como anarko no voy a legitimar aquello, y creo que ese es el problema del documento de los jóvenes sucrenses: no dice nada de la responsabilidad del MAS y su “gobierno de los movimientos sociales” en este rollo. No jodamos, la posibilidad de un cambio en este país no pasa por el Evo, personaje que a estas alturas del partido a mi me parece hasta peligroso, en el contexto de su deseo de reproducir el proyecto totalitario de Chavez, “made in Bolivia”, los cumpas anarkos venezolanos pueden hablarnos mucho sobre esto de vivir en un “socialismo bolvariano”.
Los que deseen conversar sobre este tema, mañana martes en la casa del Pinky (cel 77955559).
Salud & Anarquía
Chaly
Los que deseen conversar sobre este tema, mañana martes en la casa del Pinky (cel 77955559).
Salud & Anarquía
Chaly
PRONUNCIAMIENTO DE LAS ORGANIZACIONES DE JÓVENES DE CHUQUISACA
Las organizaciones sociales, políticas, culturales de Jóvenes de Chuquisaca, estudiantes universitarios de bases yjóvenes independientes, viendo la actual coyuntura que vive nuestro país ynuestra región, cansados de las acciones realizadas por los sectoresdominantes, conservadores, oligarcas, terratenientes y políticosreciclados,atrincherados en comités cívicos, prefecturas y poderjudicial, que buscan no solo truncar el proceso de cambio, sino tambiéndesintegrar al país, si no logran conservar sus privilegios, optan por unacara violenta detintes fascistas y racistas como la única forma demovilizar a la población poniendo en peligro la unidad y desarrollo deBolivia. Es por esto que nos pronunciamos de la siguientemanera: -
Rechazamos cualquier tipo de movilizacionesy medidas innecesarias que se lleven a cabo en nuestrodepartamento convocadas por el Comité Interinstitucional que solo perjudican alos sectores de a pie y favorecen a las autoridades oportunistas ycorruptas. - Repudiamos y reprochamos las actitudesdesesperadas de los supuestos representantes de la población deChuquisaca. (Comité Interinstitucional, Comité Cívico, Alcaldía Municipaly la Federación Universitaria Local) que lo único que quieren esenfrentar a nuestro pueblo, frenar el proceso transformador o dividir alpaís.- Rechazamos la actitud violenta, fascista yracista de grupos que en coordinación con la Unión Juvenil Cruceñita semovilizan por la capitalia, pues son ellos los que realizan losatentados contra el ProcesoConstituyente y contra algunos asambleístas de maneracobarde e irracional. - Denunciamos la actitud parcializada de losmedios de comunicación que están a favor de la derecha con susnotas amarillistas quelo único que hacen es desinformar y arrastrar a lapoblación a enfrentamientos entre hermanos. - Desconocemos a la Federación UniversitariaLocal auto identificados como Ultra izquierda (Maoístas) pero vendida a sectores deUltraderecha (oligarcas de la mal llamada media luna) que además, con sus actitudes traidoras hacia el sector estudiantilalimenta la violencia y la agresión cobarde, movilizando a pequeños sectoresque no representan atoda la comunidad universitaria.-
Apoyamos el pronunciamiento de nuestroshermanos campesinos de Chuquisaca en defensa de la Asamblea Constituyentemediante sus movilizaciones y vigilias para garantizar las sesionesdel magno evento ennuestra ciudad.-
Respaldamos, la propuesta ya aceptada porlas organizaciones de Chuquisaca de la subcomisión del consejo políticosuprapartidario. -
Las organizaciones sociales juvenilesindependientes nosdeclaramos en estado de emergencia reivindicandonuestra lucha en contra de los sectores conservadores neoliberales y proimperialistas, convocamos a la defensa inclaudicable del proceso transformador.
Por ultimo concluimos diciendo que en nuestro país setiene que escuchar a todos y no a unos cuantos egoístas defensores de susintereses particulares.
¡¡¡BASTA DE EXCLUIR A LOS VERDADEROS BOLIVIANOS!!!¡¡¡
LA DEMOCRACIA A BASE DE VIOLENCIA, NO ES UNADEMOCRACIA!!!
Este pronunciamiento esta respaldado por lassiguientes organizaciones:
Brigada Juvenil Huaynatipaj
Colectivo Tinku Juvenil
Trabajadores Sociales Comunitarios
Colectivo 'Che Guevara'
Movimiento de Mujeres por el Cambio
Juventud Anarquista
Juventud de Gremiales
Revolución Juvenil
Sociotopia
Universitarios de Base de la San Francisco Xavier
Jóvenes Independientes
Juventudes Rebeldes
Juventudes Comunistas
Juventud del Barrio el Tejar
Juventud del Barrio la Hoyada
Sucre, 12de noviembre de 2007
miércoles, 14 de noviembre de 2007
Love Will Tear Us Apart (Joy Division)
Love Will Tear Us Apart (Joy Division)
Letras de Fall Out Boy Fall Out Boy - Love Will Tear Us Apart (Joy Division)
Letras de Fall Out Boy Fall Out Boy - Love Will Tear Us Apart (Joy Division)
Cuando la rutina muerde duro,
Y las ambiciones son bajas.
Y el resentimiento cabalga alto,
Pero las emociones no crecerán.
Y estamos cambiando nuestros caminos,
Tomando diferentes caminos.
Entonces el amor,
El amor nos rasgará aparte otra vez ...
Amor,
El amor nos rasgará aparte otra vez ...
Y el amor,
El amor nos rasgará aparte otra vez ...
Amor,
El amor nos rasgará aparte otra vez ...
¿Por qué el dormitorio está tan frío?
te has dado la espalda y te alejas
Es que mi timing es tan defectuoso?
Es que mi timing es tan defectuoso?
Nuestro respeto se consume
Sin embargo, todavía existe este recurso,
Que hemos mantenido a través de nuestras vidas.
Entonces el amor....
Gritas en tus sueños,
Todos mis sentimientos expuestos
Y hay un sabor en mi boca,
mientras la desesperación toma cuerpo
¿Es algo tan bueno,
¿Es algo tan bueno,
Simplemente no puede funcionar nada más.
Entonces el amor...
Yusuf en Salamandra 15-XI-07
El jueves en Salamandra presentaremos en concierto, el último disco de Yusuf, ex-Cat Stevens; llamado An Othe Cup, es un feliz reencuentro al folk rock de los 70´s. Desde el 78' que no grababa un disco "laico".
La lista de temas:
1. Midday
2. Heaven/Where True Love Goes
3. Maybe There's A World
4. One Day At A Time
5. when Butterflies Leave
6. In The End
7. Don't Let Me Be Misunderstood
8. I Think I See The Light
9. Whispers From A Spiritual Garden
10. The Beloved
11. Green Fields, Golden Sands
2. Heaven/Where True Love Goes
3. Maybe There's A World
4. One Day At A Time
5. when Butterflies Leave
6. In The End
7. Don't Let Me Be Misunderstood
8. I Think I See The Light
9. Whispers From A Spiritual Garden
10. The Beloved
11. Green Fields, Golden Sands
Además tendremos un microconcierto de Peter Gabriel cantando con otros músicos, como Tracy Chapman, Youssou n'Dour, Sting o Sinead o'Connor. Pero también un homenaje a Joy Division, con el clásico Love will tear us apart; escucharemos el original y un cover de Jose Gonzáles. Como yapas de alto vuelo: Erika Badhu y Billie Holiday (versión remix).
Radio Lachiwana FM 107.3 jueves 20:30 a 21:30
INTRODUCCION AL PENSAMIENTO ANARQUISTA CONTEMPORANEO
jueves, 25 de octubre de 2007
VIRIGINIA AYLLON HABLARA SOBRE ARTURO BORDA E HILDA MUNDY
martes, 23 de octubre de 2007
GONISMO Y CIENCIAS SOCIALES EN BOLIVIA
GONISMO Y CIENCIAS SOCIALES EN BOLIVIA
Los usos prácticos del discurso de la crisis del estado del 52 y el Nacionalismo Revolucionario
Carlos Crespo Flores
Salamandra Radio
http://salamandraradio.blogspot.com/
A lo largo de la década de los 80’s y parte de los 90’s, desde las ciencias sociales oficiales se desarrollaron dos argumentos sobre los rasgos discursivos de la crisis del país: por un lado el discurso sobre la debacle del llamado “Estado del 52”, y por otro el discurso de la crisis del “discurso del nacionalismo revolucionario” (NR). Como operaron estos discursos? Que efectos de verdad produjeron en los procesos políticos y sociales del país? Que función ocuparon en la (re)constitución de las relaciones de poder en Bolivia?
Mi argumento es que el discurso acerca de la crisis, tanto del Estado del 52 como del NR operó como un dispositivo de saber-poder, para legitimar el “gonismo”, entendido como el régimen de dominación instaurado en 1985, basado en la aplicación del neoliberalismo como pilar económico, la democracia liberal representativa como modelo político universal, y el consensualismo y el multiculturalismo como dispositivos de estructuración de la sociedad, en el marco de un Estado racista y corrupto. Es decir, el "gonismo" va más allá del mismo Gonzalo Sánchez de Lozada.
La caída de Carlos D. Mesa, en junio del 2005, significó también la debacle del “gonismo”, como régimen de dominación, así como ideología política; es este último aspecto el que me interesa analizar, pues detrás del “gonismo” hubo una construcción discursiva desarrollada por intelectuales bolivianos, muchos de ellos formados en el marxismo y la llamada “izquierda nacional”, que fueron cooptados por el “Plan de Todos” y su apuesta de modernización del país, vía neoliberalismo y democracia liberal representativa. El presente texto constituye una genealogía preliminar acerca de la articulación de las ciencias sociales bolivianas al “gonismo”, en el marco de un debate dentro el Movimiento Cesáreo Carriles, del cual esta publicación es resultado.
LA RELACIÓN DE LOS CIENTISTAS SOCIALES CON EL “GONISMO”
Existen trabajos mostrando como la crema de la intelectualidad oficial boliviana, en sus distintas tendencias, círculos e instituciones[1], fue cooptada por el “gonismo” (Rodas, 2005; Rivera Cusicanqui, 2005), y sus expresiones son diversas:
- Legitimaron las políticas neoliberales a través de informes oficiales que celebraban los “avances de la democracia boliviana” y los “logros de nuestra economía de mercado”; al respecto, bastaría leer los Informes de Desarrollo Humano del PNUD, de los últimos doce años.
- Definieron a su líder, Gonzalo Sánchez de Lozada, como “lo más lúcido de la nueva derecha emenerrista” (Toranzo, 1989:64), como un “demócrata y liberal”, además de “un empresario moderno, acaso el más exitoso de todos” y “un especialista en manejo equipos tecnocráticos” (Mayorga, 1996:70). Hoy, luego de sufrir el neoliberalismo y la “democracia pactada”, las masacres de febrero y octubre del 2003, solo vemos en “Goni” al sujeto que “vive del país, pero lo desprecia”, como decía Sergio Almaraz refiriéndose a la rosca minero feudal.
- Elaboraron los soportes teóricos, conceptuales y metodológicos de las principales reformas “gonistas”, como la reforma educativa (Amalia Anaya), la ley INRA (Miguel Urioste Fernández de Córdova), la Participación Popular (Carlos Hugo Molina), la política de “coca por desarrollo” (Roberto Laserna), la noción de “democracia pactada” (Toranzos).
- Armaron la ingeniería institucional del régimen "gonista", asesorando en la elaboración de marcos institucionales, pero también eligiendo funcionarios y candidatos; como dice Silvia Rivera:
“Cooptación y mimesis, mimesis y cooptación, incorporación selectiva de ideas, selección certificadora de cuáles son más válidas para alimentar ese multiculturalismo de salón, despolitizado y cómodo, que permite acumular máscaras exóticas en el living y dialogar por lo alto sobre futuras reformas públicas. ¿Pueden creer que hasta los nombres de los ministerios en la reforma estatal del primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada -incluida la adopción del emblemático vicepresidente indígena Víctor Hugo Cárdenas- salieron de las oficinas del PNUD y de las tertulias que organizaba Fernando Calderón? (Rivera, 2005:10).
- Desde la cooperación internacional, centros de investigación y ONGs, a los que nuestros intelectuales están articulados, celebraron el consenso y la concertación como valor fundamental de la política boliviana, hablaron sobre él hasta el cansancio, y lo promovieron como política pública.
LA INVENCIÓN DEL PROCESO DEL 52, SU CRISIS Y EL ELOGIO DE LA SALVACIÓN “GONISTA”
Pero, todos estos fenómenos fueron inscritos en un cuerpo discursivo, que les permitió legitimar, aprobar y/o articularse al “gonismo”, organizados en torno al discurso acerca de la existencia de un proceso hegemónico iniciado con la revolución de 1952 (Zavaleta, 1983), la “matriz del 52”, entendida, como un “conjunto de percepciones, valoraciones y lógicas de acción respecto a la economía, la política y los comportamientos colectivos…un modelo de sociedad; un modelo de Estado y sociedad civil” (Lazarte, 1993:3), visibilizada fundamentalmente en una forma estatal, el “Estado del 52” (Zavaleta, 1983) una ideología, el “nacionalismo revolucionario” (Antezana, 2007), además de unos sujetos sociales y políticos (la COB y las FFAA) (Mayorga, 1996:41). Este proceso, de acuerdo a sus teóricos más importantes, entró en una crisis irreversible (Zavaleta, 1983; Antezana, 2007).
Pero, veamos el funcionamiento del discurso de “la crisis del 52” en la práctica, es decir, su aceptación en las ciencias sociales bolivianas, y las aplicaciones que ha tenido en la producción de sentidos y la formulación de políticas públicas.
La aceptación total del discurso de “la crisis del 52”
El discurso acerca de la “matriz del 52” y su crisis, tanto de su Estado como su ideología, ha tenido una influencia aplastante en las ciencias sociales bolivianas; se establecieron como “discursos de verdad”, constituyendo categorías o conceptos dominantes, que articularon una red de saber-poder, e incluyó desde la formulación de enfoques teóricos, metodológicos, definición de agendas de investigación y creación de instituciones de formación e investigación. Surgieron los expertos en gobernabilidad, participación popular, interculturalidad, gestión municipal, planificación participativa, evaluación ambiental, y un largo etcétera. El discurso sobre el 52 produjo verdades y realidades, como el “gonismo”.
Los cientistas sociales bolivianos no pusieron en duda el discurso de la crisis del Estado del 52 y el nacionalismo revolucionario; sean de izquierda o derecha, lo aceptaron como verdadero. Quedaron obnubilados con la “historia corta” y olvidaron la “historia larga”, en el caso boliviano, acaso la más importante a considerar, pues como se sabe, el racismo y la corrupción, son dos rasgos presentes en esta “historia larga”, se retroalimentan mutuamente, e históricamente han constituido a los poderes dominantes en Bolivia, incluido el Estado, (Crespo, 2007). Utilizando estos dos dispositivos de poder, el Estado y sus elites dominantes, desde la Colonia, han buscado destruir “los comunes”, es decir todas las estrategias y formas de acceso, uso de los recursos naturales y sus servicios, basados en sistemas comunitarios, de reciprocidad, ayuda mutua, solidaridad y bien común (Harvey, 2003). Por tanto, no es posible construir “otro país” mientras no se resuelva el contenido de estos poderes y los dispositivos con los que opera. El “gonismo” constituyó un momento más de la historia larga de los regimenes de dominación fundadas en el racismo y la corrupción en el país, hecho absolutamente ignorado por nuestros cientistas sociales.
Los usos prácticos del discurso sobre la crisis del Estado del 52’ y el NR
Existen afirmaciones claves desarrolladas por los maestros pensadores criollos, que deseo mostrar en sus aplicaciones prácticas.
La matriz del 52 está en crisis
Como gran parte de los cientistas sociales, J. Antonio Mayorga considera que el origen del “gonismo” se inscribe en la crisis del NR y su Estado (Mayorga, 1996): “la resolución de la crisis del Estado del 52 pasa por la consolidación del sistema de partidos…, por el establecimiento de un nuevo modelo de funcionamiento del Estado y la economía… y por la acción de nuevos sujetos en el manejo del poder…” (Idem, 1997:43-44). Toranzos afirmaba que el derrumbe del proceso iniciado el 52 no solo fue de su economía, de base estatalista, sino también la “caída o erosión de su Estado” (Toranzos, 1995:144), así como en la incapacidad de las FFAA y la COB para dirimir, pues estos actores fundamentales del Estado del 52 salieron del escenario político (Toranzos, Carlos & Arrieta, Mario, 1989), crisis que también se refleja en la misma COB (Paz, n/n).
El Gonismo llena el vacío, sustituye y/o reemplaza la crisis del 52.
Parte de la legitimación del “gonismo” pasó por edulcorar las transformaciones que sufrió el MNR, hacia el programa neoliberal; Mayorga señala que a mediados del 80’, el MNR se desprendió del “dogma nacionalista revolucionario”, que “permitió la aparición de sectores democráticos en su interior” (Mayorga, 1996: 13-14), es decir la corriente “agonista”.
La idea de que las reformas neoliberales del Estado habían sustituido el Estado del 52, esta presente una y otra vez en las ciencias sociales nacionales (Oporto, 1998:31). Rene A. Mayorga hablaba de una “crisis ideológica y política del marxismo y el nacionalismo revolucionario”, pero al mismo señalaba el desplazamiento que estaba sucediendo en el país, con las reformas estructurales "gonistas", en la correlación de fuerzas “…a favor de alternativas que resuelven la crisis irreversible del Estado surgido en la revolución de 1952” (Mayorga, 1991:10); es decir asistíamos al reemplazo del “52 y el conjunto de sus mediaciones corporativas… por un sistema político marcado por la democracia representativa y su correspondiente sistema de partidos políticos” (Toranzos, 1995:144).
Toranzos, aplicando Zavaleta al pie de la letra, afirmaba que la Nueva Política Económica cerraba el ciclo del 52, y que “en la Bolivia contemporánea, la fase histórica iniciada en 1952 se cierra en 1985”, expresado en el “desmontaje del estatismo económico y el populismo político” (Toranzos, 1995:144).
En el mismo uso práctico, la noción zavaletiana de “abigarrado”, se convirtió en el discurso multiculturalista de lo “multiétnico” y lo “pluricultural” en la Constitución Política del Estado (Art. 1), y el enfoque intercultural de la reforma educativa (Art. 1.5), legitimando de esta manera un racismo de la diferencia, basado en la afirmación de la irreductibilidad de las diferencias culturales (Crespo, 2007)[2].
Los cambios producidos por la nueva política económica, implementada desde 1985, eran considerados una verdadera reforma intelectual y moral, transformada en proyecto estatal, “a través de la modificación y sustitución del principio hegemónico del NR” (Mayorga, 1989:166) y su ideologuema (Costa, 2004:68), articulando neoliberalismo, “una adscripción consensual de la sociedad civil” (Mayorga, 1989:166), que permitieron la consolidación de la democracia (Costa, 2004:68); mas aún, “…la vigencia de la democracia representativa y la economía de mercado”, decían intelectuales como Henri Oporto, “son los pilares sobre los que el país debe construir su desarrollo y con respecto a los cuales el Estado debe adecuar su desenvolvimiento” (Oporto, 1998:31).
En suma, la noción de la crisis del 52 lleva directamente a justificar el régimen de dominación “gonista”.
El discurso sobre la “crisis del 52” en el “Plan de Todos”
El principal documento elaborado por el equipo técnico-intelectual de “Goni”, que guió la segunda parte del ajuste estructural boliviano, reconocía que “el nacionalismo revolucionario ha sido sin lugar a dudas la matriz ideológica en la Bolivia de los últimos 50 años y sigue siendo la doctrina central de nuestro accionar político” (n/n,1993:16), pero, destacaba los “cambios…en la sociedad boliviana y en el mundo en los últimos tiempos”, incluyendo la emergencia de “nuevos actores sociales y políticos” (n/n, 1993: 15), haciendo necesario, por tanto, “enriquecer” la concepción nacionalista (n/n, 1993:16).
Si bien no hace referencia explícita a la necesidad de una salida a la “crisis del Estado del 52”, lo asume implícitamente al plantear que en Bolivia se ha implementado una nueva revolución “democrática y responsable”, a partir de 1993 (n/n, 1993:110). El contenido de esta “revolución”, basada en el neoliberalismo, democracia liberal representativa, consensualismo y multiculturalidad, indudablemente fue considerado una resolución al proceso iniciado en 1952, en el contexto del capitalismo global.
EL FENÓMENO EVO MORALES: CONTINUACIÓN O RUPTURA DEL NR?
Pero, la tentación por utilizar el discurso del Estado del 52 y el NR, para justificar la emergencia de nuevas elites de poder continua, esta vez dentro de la agenda “postneoliberal” y “post Guerra del Agua”.
Pablo Stefanoni hace referencia al nuevo ciclo de acción colectiva que permitió el desborde electoral de los movimientos sociales y la constitución de un nacionalismo plebeyo, articulado en torno al “fenómeno MAS y Evo Morales”; con la emergencia de nuevos actores sociales, “Esta vez con rostro indio, por fuera del “paraguas” del Nacionalismo Revolucionario (NR) y movilizando una fuerza social fundamentalmente rural: cocaleros del Chapare y los Yungas de La Paz, y comunarios aymaras del Altiplano. Más aún, “la pérdida de capacidad articulatoria del NR entre los diferentes grupos sociales” (Stefanoni, 2003: 60), habría sido importante en este nuevo proceso de constitución de una “nación plebeya” (Idem, 2003:63). En suma, el MAS sería la nueva salida a la crisis del NR.
Desde otra lectura, leemos interpretaciones que ven en el actual gobierno, el resurgimiento de “todos los significantes y los iconos de esta suerte de ‘nuevo 52’ sin insurrección armada pero con una insurrección electoral, y se afirma que el dispositivo NR “se sostiene” (Soto & Villena, 2006:20). Es decir, el MAS como versión remozada, la cara india del NR.
APUESTA HEGEMÓNICA, SOLIDARIDAD Y PODER
Como explicar estos usos prácticos del discurso, por parte del establishment de las ciencias sociales, acerca de la crisis del Estado del 52 así como su ideología, legitimando un régimen de dominación, el “gonismo”, que reprodujo y al mismo tiempo renovó la historia larga del racismo y la corrupción del Estado boliviano?
Hay un lazo común a todos estos discursos: parten de la hegemonía como centro de análisis (Day, 2005), asumen que la crisis del 52 es una crisis de hegemonía, por tanto se trataba de construir otra hegemonía, y el “gonismo” bajo esta concepción, representaba un nuevo discurso contrahegemónico, que se tradujo en proyecto estatal, pues no hay hegemonía sin poder estatal y no hay poder estatal sin hegemonía (Day, 2004:721). Las ciencias sociales bolivianas, sean de estirpe marxista o liberal los últimos cincuenta años han promovido la creencia que el Estado es el único espacio para un efectivo cambio social, y las alternativas que han propuesto, alrededor de proyectos hegemónicos, han estado orientadas a fortalecer su eficacia como relación de dominación[3]. Una y otra vez han apostado por el Estado, sin cuestionar su identidad racista y corrupta, lo cual los ha llevado a subordinarse a los poderes dominantes.
Por otro lado, en las ciencias sociales oficiales está presente una visión del poder y el Estado como una posesión, un aparato a capturar, como parte de la construcción hegemónica, llámese “nacionalismo revolucionario”, “gonismo” o “masismo”, con los efectos perversos que ello supone; nuestros intelectuales criollos ignoraron, consciente o inconscientemente, la tradición antiestatalista, no hegemónica, en el pensamiento social y político, que va desde Proudhon, Nietzsche, Kropotkin, Landauer, hoy fundamental en la comprensión de la emergencia de los discursos y movimientos de resistencia anticapitalista a nivel global (Day, 2005). A diferencia de la retórica hegemónico-estatalista, las prácticas no hegemónica entienden el Estado como “una condición, una cierta relación entre seres humanos, una forma de comportamiento humano; que destruimos estableciendo otras relaciones, comportándonos de manera diferente” (Landauer, 1910), por tanto, para lograr el cambio social no es necesario tener como referente articulador el Estado y su construcción hegemónica, sino la construcción y/o implementación de espacios liberados, geografías autónomas (Pickerill & Chatterton, 2005), zonas temporalmente autónomas (o permanentes, si es posible) (Bey, 1991), zonas de esplendor (Soñador Social, 2003), para crear, hoy, una sociedad libre y autónoma.
Por otro lado, Albert Camus hablaba del intelectual solitario pero solidario, como reivindicación del pensar autónomo, sin ligazones con el Poder, pero si solidario con la resistencia a toda forma de dominación intelectual material y espiritual[4]. La subordinación y legitimación del “gonismo”, por parte de los cientistas sociales bolivianos contradice este principio ético. Apoyar la necesidad de la existencia de relaciones de dominación, bajo el poder estatal y de las corporaciones, se tradujo en la subordinación frente a los poderes dominantes, aceptar ser cooptados por el "gonismo". Hoy asistimos a una nueva generación de cientistas sociales pasando por el mismo proceso con el “masismo”. El eterno retorno de la servidumbre voluntaria frente al Estado y los poderes dominantes.
BIBLIOGRAFÍA
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Stefanoni, Pablo (2003) “MAS-IPSP: la emergencia del nacionalismo plebeyo”; OSAL No 57; año 12.
Toranzos, Carlos (1995) “Diez años de nueva política económica”, en Muller y Asociados (ed) Economía de Mercado, Democracia y Desarrollo Social; La Paz.
Toranzos, Carlos & Arrieta, Mario (1989) Nueva derecha y desproletarización en Bolivia; La Paz: UNITAS/ILDIS.
Zavaleta Mercado, rene (1983) “Las masas en Noviembre”; en René Zavaleta (comp) Bolivia, Hoy; México D. F.: Siglo XXI Editores.
[1] Entre ellos debemos mencionar al “pensamiento ILDIS”, los llamados institucionalistas y el “círculo PNUD”.
[2] La idea de relacionar el concepto de abigarrado con el multiculturalismo “gonista” es de Victor H. Calizaya (comunicación personal).
[3] Aún Silvia Rivera, quien ha sido crítica del rol de los intelectuales respecto al “gonismo”, enfatiza la importancia un proyecto hegemónico-estatal, esta vez bajo liderazgo indígena (Rivera Cusicanqui, 2005).
[4] Entiendo la solidaridad como la capacidad de los individuos para responder e identificarse unos con otros, en base al mutualismo y la reciprocidad, sin calcular las ventajas individuales, y por encima de todo, sin obligatoriedad; e incluye una voluntad de compartir el destino del otro, no por ser parte de una categoría a la cual pertenece, sino como una persona única y diferente (Cohen & Arato; cit en Gordon, 2005)
Los usos prácticos del discurso de la crisis del estado del 52 y el Nacionalismo Revolucionario
Carlos Crespo Flores
Salamandra Radio
http://salamandraradio.blogspot.com/
A lo largo de la década de los 80’s y parte de los 90’s, desde las ciencias sociales oficiales se desarrollaron dos argumentos sobre los rasgos discursivos de la crisis del país: por un lado el discurso sobre la debacle del llamado “Estado del 52”, y por otro el discurso de la crisis del “discurso del nacionalismo revolucionario” (NR). Como operaron estos discursos? Que efectos de verdad produjeron en los procesos políticos y sociales del país? Que función ocuparon en la (re)constitución de las relaciones de poder en Bolivia?
Mi argumento es que el discurso acerca de la crisis, tanto del Estado del 52 como del NR operó como un dispositivo de saber-poder, para legitimar el “gonismo”, entendido como el régimen de dominación instaurado en 1985, basado en la aplicación del neoliberalismo como pilar económico, la democracia liberal representativa como modelo político universal, y el consensualismo y el multiculturalismo como dispositivos de estructuración de la sociedad, en el marco de un Estado racista y corrupto. Es decir, el "gonismo" va más allá del mismo Gonzalo Sánchez de Lozada.
La caída de Carlos D. Mesa, en junio del 2005, significó también la debacle del “gonismo”, como régimen de dominación, así como ideología política; es este último aspecto el que me interesa analizar, pues detrás del “gonismo” hubo una construcción discursiva desarrollada por intelectuales bolivianos, muchos de ellos formados en el marxismo y la llamada “izquierda nacional”, que fueron cooptados por el “Plan de Todos” y su apuesta de modernización del país, vía neoliberalismo y democracia liberal representativa. El presente texto constituye una genealogía preliminar acerca de la articulación de las ciencias sociales bolivianas al “gonismo”, en el marco de un debate dentro el Movimiento Cesáreo Carriles, del cual esta publicación es resultado.
LA RELACIÓN DE LOS CIENTISTAS SOCIALES CON EL “GONISMO”
Existen trabajos mostrando como la crema de la intelectualidad oficial boliviana, en sus distintas tendencias, círculos e instituciones[1], fue cooptada por el “gonismo” (Rodas, 2005; Rivera Cusicanqui, 2005), y sus expresiones son diversas:
- Legitimaron las políticas neoliberales a través de informes oficiales que celebraban los “avances de la democracia boliviana” y los “logros de nuestra economía de mercado”; al respecto, bastaría leer los Informes de Desarrollo Humano del PNUD, de los últimos doce años.
- Definieron a su líder, Gonzalo Sánchez de Lozada, como “lo más lúcido de la nueva derecha emenerrista” (Toranzo, 1989:64), como un “demócrata y liberal”, además de “un empresario moderno, acaso el más exitoso de todos” y “un especialista en manejo equipos tecnocráticos” (Mayorga, 1996:70). Hoy, luego de sufrir el neoliberalismo y la “democracia pactada”, las masacres de febrero y octubre del 2003, solo vemos en “Goni” al sujeto que “vive del país, pero lo desprecia”, como decía Sergio Almaraz refiriéndose a la rosca minero feudal.
- Elaboraron los soportes teóricos, conceptuales y metodológicos de las principales reformas “gonistas”, como la reforma educativa (Amalia Anaya), la ley INRA (Miguel Urioste Fernández de Córdova), la Participación Popular (Carlos Hugo Molina), la política de “coca por desarrollo” (Roberto Laserna), la noción de “democracia pactada” (Toranzos).
- Armaron la ingeniería institucional del régimen "gonista", asesorando en la elaboración de marcos institucionales, pero también eligiendo funcionarios y candidatos; como dice Silvia Rivera:
“Cooptación y mimesis, mimesis y cooptación, incorporación selectiva de ideas, selección certificadora de cuáles son más válidas para alimentar ese multiculturalismo de salón, despolitizado y cómodo, que permite acumular máscaras exóticas en el living y dialogar por lo alto sobre futuras reformas públicas. ¿Pueden creer que hasta los nombres de los ministerios en la reforma estatal del primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada -incluida la adopción del emblemático vicepresidente indígena Víctor Hugo Cárdenas- salieron de las oficinas del PNUD y de las tertulias que organizaba Fernando Calderón? (Rivera, 2005:10).
- Desde la cooperación internacional, centros de investigación y ONGs, a los que nuestros intelectuales están articulados, celebraron el consenso y la concertación como valor fundamental de la política boliviana, hablaron sobre él hasta el cansancio, y lo promovieron como política pública.
LA INVENCIÓN DEL PROCESO DEL 52, SU CRISIS Y EL ELOGIO DE LA SALVACIÓN “GONISTA”
Pero, todos estos fenómenos fueron inscritos en un cuerpo discursivo, que les permitió legitimar, aprobar y/o articularse al “gonismo”, organizados en torno al discurso acerca de la existencia de un proceso hegemónico iniciado con la revolución de 1952 (Zavaleta, 1983), la “matriz del 52”, entendida, como un “conjunto de percepciones, valoraciones y lógicas de acción respecto a la economía, la política y los comportamientos colectivos…un modelo de sociedad; un modelo de Estado y sociedad civil” (Lazarte, 1993:3), visibilizada fundamentalmente en una forma estatal, el “Estado del 52” (Zavaleta, 1983) una ideología, el “nacionalismo revolucionario” (Antezana, 2007), además de unos sujetos sociales y políticos (la COB y las FFAA) (Mayorga, 1996:41). Este proceso, de acuerdo a sus teóricos más importantes, entró en una crisis irreversible (Zavaleta, 1983; Antezana, 2007).
Pero, veamos el funcionamiento del discurso de “la crisis del 52” en la práctica, es decir, su aceptación en las ciencias sociales bolivianas, y las aplicaciones que ha tenido en la producción de sentidos y la formulación de políticas públicas.
La aceptación total del discurso de “la crisis del 52”
El discurso acerca de la “matriz del 52” y su crisis, tanto de su Estado como su ideología, ha tenido una influencia aplastante en las ciencias sociales bolivianas; se establecieron como “discursos de verdad”, constituyendo categorías o conceptos dominantes, que articularon una red de saber-poder, e incluyó desde la formulación de enfoques teóricos, metodológicos, definición de agendas de investigación y creación de instituciones de formación e investigación. Surgieron los expertos en gobernabilidad, participación popular, interculturalidad, gestión municipal, planificación participativa, evaluación ambiental, y un largo etcétera. El discurso sobre el 52 produjo verdades y realidades, como el “gonismo”.
Los cientistas sociales bolivianos no pusieron en duda el discurso de la crisis del Estado del 52 y el nacionalismo revolucionario; sean de izquierda o derecha, lo aceptaron como verdadero. Quedaron obnubilados con la “historia corta” y olvidaron la “historia larga”, en el caso boliviano, acaso la más importante a considerar, pues como se sabe, el racismo y la corrupción, son dos rasgos presentes en esta “historia larga”, se retroalimentan mutuamente, e históricamente han constituido a los poderes dominantes en Bolivia, incluido el Estado, (Crespo, 2007). Utilizando estos dos dispositivos de poder, el Estado y sus elites dominantes, desde la Colonia, han buscado destruir “los comunes”, es decir todas las estrategias y formas de acceso, uso de los recursos naturales y sus servicios, basados en sistemas comunitarios, de reciprocidad, ayuda mutua, solidaridad y bien común (Harvey, 2003). Por tanto, no es posible construir “otro país” mientras no se resuelva el contenido de estos poderes y los dispositivos con los que opera. El “gonismo” constituyó un momento más de la historia larga de los regimenes de dominación fundadas en el racismo y la corrupción en el país, hecho absolutamente ignorado por nuestros cientistas sociales.
Los usos prácticos del discurso sobre la crisis del Estado del 52’ y el NR
Existen afirmaciones claves desarrolladas por los maestros pensadores criollos, que deseo mostrar en sus aplicaciones prácticas.
La matriz del 52 está en crisis
Como gran parte de los cientistas sociales, J. Antonio Mayorga considera que el origen del “gonismo” se inscribe en la crisis del NR y su Estado (Mayorga, 1996): “la resolución de la crisis del Estado del 52 pasa por la consolidación del sistema de partidos…, por el establecimiento de un nuevo modelo de funcionamiento del Estado y la economía… y por la acción de nuevos sujetos en el manejo del poder…” (Idem, 1997:43-44). Toranzos afirmaba que el derrumbe del proceso iniciado el 52 no solo fue de su economía, de base estatalista, sino también la “caída o erosión de su Estado” (Toranzos, 1995:144), así como en la incapacidad de las FFAA y la COB para dirimir, pues estos actores fundamentales del Estado del 52 salieron del escenario político (Toranzos, Carlos & Arrieta, Mario, 1989), crisis que también se refleja en la misma COB (Paz, n/n).
El Gonismo llena el vacío, sustituye y/o reemplaza la crisis del 52.
Parte de la legitimación del “gonismo” pasó por edulcorar las transformaciones que sufrió el MNR, hacia el programa neoliberal; Mayorga señala que a mediados del 80’, el MNR se desprendió del “dogma nacionalista revolucionario”, que “permitió la aparición de sectores democráticos en su interior” (Mayorga, 1996: 13-14), es decir la corriente “agonista”.
La idea de que las reformas neoliberales del Estado habían sustituido el Estado del 52, esta presente una y otra vez en las ciencias sociales nacionales (Oporto, 1998:31). Rene A. Mayorga hablaba de una “crisis ideológica y política del marxismo y el nacionalismo revolucionario”, pero al mismo señalaba el desplazamiento que estaba sucediendo en el país, con las reformas estructurales "gonistas", en la correlación de fuerzas “…a favor de alternativas que resuelven la crisis irreversible del Estado surgido en la revolución de 1952” (Mayorga, 1991:10); es decir asistíamos al reemplazo del “52 y el conjunto de sus mediaciones corporativas… por un sistema político marcado por la democracia representativa y su correspondiente sistema de partidos políticos” (Toranzos, 1995:144).
Toranzos, aplicando Zavaleta al pie de la letra, afirmaba que la Nueva Política Económica cerraba el ciclo del 52, y que “en la Bolivia contemporánea, la fase histórica iniciada en 1952 se cierra en 1985”, expresado en el “desmontaje del estatismo económico y el populismo político” (Toranzos, 1995:144).
En el mismo uso práctico, la noción zavaletiana de “abigarrado”, se convirtió en el discurso multiculturalista de lo “multiétnico” y lo “pluricultural” en la Constitución Política del Estado (Art. 1), y el enfoque intercultural de la reforma educativa (Art. 1.5), legitimando de esta manera un racismo de la diferencia, basado en la afirmación de la irreductibilidad de las diferencias culturales (Crespo, 2007)[2].
Los cambios producidos por la nueva política económica, implementada desde 1985, eran considerados una verdadera reforma intelectual y moral, transformada en proyecto estatal, “a través de la modificación y sustitución del principio hegemónico del NR” (Mayorga, 1989:166) y su ideologuema (Costa, 2004:68), articulando neoliberalismo, “una adscripción consensual de la sociedad civil” (Mayorga, 1989:166), que permitieron la consolidación de la democracia (Costa, 2004:68); mas aún, “…la vigencia de la democracia representativa y la economía de mercado”, decían intelectuales como Henri Oporto, “son los pilares sobre los que el país debe construir su desarrollo y con respecto a los cuales el Estado debe adecuar su desenvolvimiento” (Oporto, 1998:31).
En suma, la noción de la crisis del 52 lleva directamente a justificar el régimen de dominación “gonista”.
El discurso sobre la “crisis del 52” en el “Plan de Todos”
El principal documento elaborado por el equipo técnico-intelectual de “Goni”, que guió la segunda parte del ajuste estructural boliviano, reconocía que “el nacionalismo revolucionario ha sido sin lugar a dudas la matriz ideológica en la Bolivia de los últimos 50 años y sigue siendo la doctrina central de nuestro accionar político” (n/n,1993:16), pero, destacaba los “cambios…en la sociedad boliviana y en el mundo en los últimos tiempos”, incluyendo la emergencia de “nuevos actores sociales y políticos” (n/n, 1993: 15), haciendo necesario, por tanto, “enriquecer” la concepción nacionalista (n/n, 1993:16).
Si bien no hace referencia explícita a la necesidad de una salida a la “crisis del Estado del 52”, lo asume implícitamente al plantear que en Bolivia se ha implementado una nueva revolución “democrática y responsable”, a partir de 1993 (n/n, 1993:110). El contenido de esta “revolución”, basada en el neoliberalismo, democracia liberal representativa, consensualismo y multiculturalidad, indudablemente fue considerado una resolución al proceso iniciado en 1952, en el contexto del capitalismo global.
EL FENÓMENO EVO MORALES: CONTINUACIÓN O RUPTURA DEL NR?
Pero, la tentación por utilizar el discurso del Estado del 52 y el NR, para justificar la emergencia de nuevas elites de poder continua, esta vez dentro de la agenda “postneoliberal” y “post Guerra del Agua”.
Pablo Stefanoni hace referencia al nuevo ciclo de acción colectiva que permitió el desborde electoral de los movimientos sociales y la constitución de un nacionalismo plebeyo, articulado en torno al “fenómeno MAS y Evo Morales”; con la emergencia de nuevos actores sociales, “Esta vez con rostro indio, por fuera del “paraguas” del Nacionalismo Revolucionario (NR) y movilizando una fuerza social fundamentalmente rural: cocaleros del Chapare y los Yungas de La Paz, y comunarios aymaras del Altiplano. Más aún, “la pérdida de capacidad articulatoria del NR entre los diferentes grupos sociales” (Stefanoni, 2003: 60), habría sido importante en este nuevo proceso de constitución de una “nación plebeya” (Idem, 2003:63). En suma, el MAS sería la nueva salida a la crisis del NR.
Desde otra lectura, leemos interpretaciones que ven en el actual gobierno, el resurgimiento de “todos los significantes y los iconos de esta suerte de ‘nuevo 52’ sin insurrección armada pero con una insurrección electoral, y se afirma que el dispositivo NR “se sostiene” (Soto & Villena, 2006:20). Es decir, el MAS como versión remozada, la cara india del NR.
APUESTA HEGEMÓNICA, SOLIDARIDAD Y PODER
Como explicar estos usos prácticos del discurso, por parte del establishment de las ciencias sociales, acerca de la crisis del Estado del 52 así como su ideología, legitimando un régimen de dominación, el “gonismo”, que reprodujo y al mismo tiempo renovó la historia larga del racismo y la corrupción del Estado boliviano?
Hay un lazo común a todos estos discursos: parten de la hegemonía como centro de análisis (Day, 2005), asumen que la crisis del 52 es una crisis de hegemonía, por tanto se trataba de construir otra hegemonía, y el “gonismo” bajo esta concepción, representaba un nuevo discurso contrahegemónico, que se tradujo en proyecto estatal, pues no hay hegemonía sin poder estatal y no hay poder estatal sin hegemonía (Day, 2004:721). Las ciencias sociales bolivianas, sean de estirpe marxista o liberal los últimos cincuenta años han promovido la creencia que el Estado es el único espacio para un efectivo cambio social, y las alternativas que han propuesto, alrededor de proyectos hegemónicos, han estado orientadas a fortalecer su eficacia como relación de dominación[3]. Una y otra vez han apostado por el Estado, sin cuestionar su identidad racista y corrupta, lo cual los ha llevado a subordinarse a los poderes dominantes.
Por otro lado, en las ciencias sociales oficiales está presente una visión del poder y el Estado como una posesión, un aparato a capturar, como parte de la construcción hegemónica, llámese “nacionalismo revolucionario”, “gonismo” o “masismo”, con los efectos perversos que ello supone; nuestros intelectuales criollos ignoraron, consciente o inconscientemente, la tradición antiestatalista, no hegemónica, en el pensamiento social y político, que va desde Proudhon, Nietzsche, Kropotkin, Landauer, hoy fundamental en la comprensión de la emergencia de los discursos y movimientos de resistencia anticapitalista a nivel global (Day, 2005). A diferencia de la retórica hegemónico-estatalista, las prácticas no hegemónica entienden el Estado como “una condición, una cierta relación entre seres humanos, una forma de comportamiento humano; que destruimos estableciendo otras relaciones, comportándonos de manera diferente” (Landauer, 1910), por tanto, para lograr el cambio social no es necesario tener como referente articulador el Estado y su construcción hegemónica, sino la construcción y/o implementación de espacios liberados, geografías autónomas (Pickerill & Chatterton, 2005), zonas temporalmente autónomas (o permanentes, si es posible) (Bey, 1991), zonas de esplendor (Soñador Social, 2003), para crear, hoy, una sociedad libre y autónoma.
Por otro lado, Albert Camus hablaba del intelectual solitario pero solidario, como reivindicación del pensar autónomo, sin ligazones con el Poder, pero si solidario con la resistencia a toda forma de dominación intelectual material y espiritual[4]. La subordinación y legitimación del “gonismo”, por parte de los cientistas sociales bolivianos contradice este principio ético. Apoyar la necesidad de la existencia de relaciones de dominación, bajo el poder estatal y de las corporaciones, se tradujo en la subordinación frente a los poderes dominantes, aceptar ser cooptados por el "gonismo". Hoy asistimos a una nueva generación de cientistas sociales pasando por el mismo proceso con el “masismo”. El eterno retorno de la servidumbre voluntaria frente al Estado y los poderes dominantes.
BIBLIOGRAFÍA
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Mayorga, Fernando (1989) Los nuevos rostros de la democracia; ponencia en seminario Nuevos procesos sociales y teoría política; Cochabamba: CISO/Centro Portales.
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Mayorga, Rene Antonio (1991) Democratización y modernización del Estado en Bolivia; Cuadernos CEBEM, No 4; La Paz; 61 pp.
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Toranzos, Carlos & Arrieta, Mario (1989) Nueva derecha y desproletarización en Bolivia; La Paz: UNITAS/ILDIS.
Zavaleta Mercado, rene (1983) “Las masas en Noviembre”; en René Zavaleta (comp) Bolivia, Hoy; México D. F.: Siglo XXI Editores.
[1] Entre ellos debemos mencionar al “pensamiento ILDIS”, los llamados institucionalistas y el “círculo PNUD”.
[2] La idea de relacionar el concepto de abigarrado con el multiculturalismo “gonista” es de Victor H. Calizaya (comunicación personal).
[3] Aún Silvia Rivera, quien ha sido crítica del rol de los intelectuales respecto al “gonismo”, enfatiza la importancia un proyecto hegemónico-estatal, esta vez bajo liderazgo indígena (Rivera Cusicanqui, 2005).
[4] Entiendo la solidaridad como la capacidad de los individuos para responder e identificarse unos con otros, en base al mutualismo y la reciprocidad, sin calcular las ventajas individuales, y por encima de todo, sin obligatoriedad; e incluye una voluntad de compartir el destino del otro, no por ser parte de una categoría a la cual pertenece, sino como una persona única y diferente (Cohen & Arato; cit en Gordon, 2005)
miércoles, 3 de octubre de 2007
POR EL INTERCAMBIO Y ACCESO ABIERTO A LA INFORMACIÓN EN EL INDYMEDIA BOLIVIA
Desde hace un tiempo, los usuarios y lectores del Indymedia Bolivia hemos visto con sorpresa los cambios en el acceso a la columna de Noticias; de ser un espacio donde se podía publicar e intercambiar información y noticias en forma abierta e irrestricta, hoy los administradores de la página web decidieron introducir la obligatoriedad de registrarse, incluyendo la provisión de contraseñas. Uno de los argumentos esgrimidos por los administradores es que la sección de Noticias se había convertido en espacio de difusión de la derecha, el fascismo y en general de todos los discursos “anti-masistas” que circulan en el país. El efecto de la decisión de restringir el acceso al Indymedia lo resumo en dos aspectos:
- Se ha reducido el número de visitantes y aportes a la página web del Indymedia
- Una tendencia a mantener un enfoque oficialista, protegidos en el slogan de moda “apoyar el proceso antes que el gobierno” (como ejemplo ver en la página editorial el discurso de Evo en la ONU)
En suma, el Indymedia Bolivia se nos muere, como dijo atinadamente un compañero de Cochabamba.
Como activista y miembro de un colectivo anarquista, debo recordar que el Indymedia surgió como medio de difusión alternativo, en el marco de las demostraciones de Seattle el año 1998, organizado BAJO PRINCIPIOS LIBERTARIOS DE TRANSPARENCIA, PLURALISMO, HORIZONTALIDAD, DESCENTRALIZACION. Entre ellos, menciono el punto 2 de los Principios de Unidad del Indymedia, donde se establece que
“Todos los IMCs consideran el abierto intercambio y el abierto acceso a la información como prerrequisito para la construcción de una sociedad más libre y justa” (http://docs.indymedia.org/view/Global/PrinciplesOfUnityEs).
Definitivamente los administradores están vulnerando este punto, asumiendo una actitud autoritaria y centralista, al restringir el intercambio y acceso abierto de información en la sección Noticias de la página web del Indymedia Bolivia. Si el portal se convirtió en medio de comunicación de la derecha y el fascismo es producto de la inoperancia de los administradores del Indymedia, y los activistas en general (entre los que me incluyo), para producir material informativo, escribir artículos o promover que sean los activistas anticapitalistas y los movimientos sociales los que protagonicen la escena informativa del Indymedia, y en ningún caso es atribuible al carácter abierto de la pagina. Más aún, las mencionadas restricciones constituyen formas travestidas de censura, pues el filtro de los registros y contraseñas hace que solo compañeros empecinados, o los políticos profesionales, logren publicar su material.
En la guerra de baja intensidad entre el actual gobierno y la derecha, el Indymedia Bolivia debe mantenerse coherente con los principios de unidad que lograron convertirla en el paradigma de la contrainformación anticapitalista, y no ser funcional a la estrategia del MAS y Evo Morales de tener el poder total, incluyendo el monopolio de la información.
Por ello, es momento que los administradores del Indymedia Bolivia revisen su decisión, y se abra nuevamente al público la sección de Noticias en forma irrestricta, respetando los Principios de Unidad. De otra manera, este portal morirá o terminará co-optado por el oficialismo.
Salud & Anarquía
Durruti
Salamandra Radio
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martes, 2 de octubre de 2007
entrevista Richard Porton
Cinema/Utopia
An Interview With Richard Porton
http://www.lucidscreening.com/2006/12/cinema_utopia.php
By Andrew
Reading Richard Porton’s Film and the Anarchist Imagination [Verso 1999], brought me back to my love for film years after I more or less abandoned it for political activism. Politics really come first in my life – as a lot of the content on Lucid Screening probably shows – but I’m always holding out for those places, so few and far between, where film and politics can coincide to the benefit of both. I found such a place in Porton's book: in its exploration of an anarchist aesthetic, and for all its academic lingo, I hold it to be - along with Ursula Le Guin's The Dispossessed - one of the most intriguing pieces of anarchist theory written in the past fifty years.
The book left me wanting more. It’s in this spirit that I contacted Porton for an interview on the occasion of Andy Horbal’s Film-Criticism-Blog-a-thon.
Many thanks are due Porton, and not just for granting this interview: he is woefully rare in the world of both film and political criticism for his strong willingness to wrestle with, in his words, the “probably… irresolvable tension between great art and good politics.” In this interview, Porton discusses a broad range of subjects, among them the reception of his 1999 book; the aims of film criticism; his work as co-editor of Cineaste magazine; whatever anarchism might offer cinema; and that ever-pesky push and pull between aesthetics and politics.
Q: It has now been nearly eight years since the publication of Film and the Anarchist Imagination. It appeared at a time when interest in anarchism – represented, but by no means limited to the 1999 Seattle WTO protests – was increasing. What has been the book’s reception, among film critics, political activists, and others? In hindsight, what do you see as the strengths and weaknesses of the book?
Porton: While the book appeared at a propitious time when anarchism was emerging from the fog of obscurity (in the wake of the fall of Communism, anarchism was no longer a supposedly antiquated creed that supposedly fell by the wayside after 1917), it was conceived years before during an era when anti-authoritarian radicalism (anti-Leninist Marxism as well as anarchism) was condemned as “infantile leftism” by mainstream radicals and considered risible, if harmless, by mainstream politicos. I still cringe a bit when I recall meeting some graduate students in the 1980s during a research sojourn at the International Institute of Social History in Amsterdam. One of them mentioned he was researching the history of Dutch social democracy and politely asked me about my field of interest. When I told him that I was exploring the relationship between film and anarchism, he burst out laughing. Even well-meaning film scholars assumed that “anarchist cinema” merely referred to either the inadvertently Dadaist comedy of the Marx Bros. or the rarefied realm of the avant-garde.
While I have considerable respect for both Groucho’s sardonic wit and experimental cinema, I was more interested in emphasizing affinities between specific “emancipatory moments” within the political history of anarchism (e.g. the Paris Commune, the Spanish Revolution) and cinema. Perhaps the burgeoning popularity of authors such as Murray Bookchin and, to a certain extent, Noam Chomsky, has familiarized intellectuals and leftists with this terrain. But when I started out, I had to contend with a lot of well-intentioned ignorance.
In general, the book was probably more warmly received by anarchists than film scholars. Although I received favorable reviews in film journals such as Film Quarterly, Sight and Sound, and Cineaste (while I’m one of the editors, I had nothing to do with assigning the book for review and recused myself from the review process), my work has been strenuously ignored by most film academics. For better or worse, Film and the Anarchist Imagination gave short shrift to most of the trends that captivate academic film scholars—whether formal analysis, convoluted Lacanian approaches or the fetishization of ephemeral pop culture obsessions. Yet anarchist film buffs didn’t seem to care about these matters and I’ve certainly benefited from their enthusiasm and knowledge. In the final analysis, it was a lmuch better decision to go with a political publisher like Verso than to pursue the route of a university press. It might have not given me much street cred with the academics. But I believe I probably reached a broader, and more activist, public.
Of course, I wasn’t surprised when Anarchy magazine published a highly critical review. After all, the book includes some fairly jaundiced remarks on John Zerzan, their favorite neo-primitivist guru. What did surprise me was the reviewer’s complaint that I had the audacity to write on films he couldn’t locate at his local video store or the fact that I wrote on “some musical” (which is how he characterized Rene Clair’s classic A Nous la liberté). I enjoy debating matters of substance and in fact sent in a letter to the editor detailing my objections. That’s useful—and I always enjoy the intellectual sparring in publications like The New York Review of Books and The Nation, as well as Anarchy. But I couldn’t understand this sort of willful ignorance. Perhaps it revealed a blind spot about film. You wouldn’t find many historians or literary critics complaining about recommendations of out-of-print books which can’t be found in the local Barnes and Noble. As far as I was concerned, this exemplified, consciously or not, corporate, conformist thinking. The reviewer sidestepped my complaint and —rather spuriously— went on to condemn my publisher, Verso, for distributing the writings of the Stalinist philosopher, Louis Althusser. He neglected to mention Verso’s other anarchist titles, as well as their list’s inclusion of seminal books by the Situationist Guy Debord.
While I strived to make the book accessible, if I was writing FATAI now I’d tone down its academic origins —and probably cut many of the extraneous footnotes. I’m very attuned to stylistic nuances and I feel queasy when re-reading certain passages. It would be nice to combine the literary flair of Nabokov with the scholarly incisiveness of Walter Benjamin. That might be an unattainable ideal, however. Most of us, given our more limited talents, have to embrace our own flawed, frequently compromised— not to mention mediocre— efforts.
Q: Talk a little about Cineaste. What is its history, and what has been your role at the magazine?
Porton: Cineaste was founded in 1967 by Gary Crowdus , who still serves as the editor-in-chief. From its inception, the magazine explored the frequently complex relationship between film and politics from a broadly “left,” but strictly non-sectarian, perspective. It’s certainly not an anarchist publication, but the editors have published pieces by anarchists, as well as Marxists and liberals (and even a few principled conservatives), over the years. I think it’s safe to say that, while the early years (from 1967 to approx. the mid-Seventies) were imbued with a “New Left” flavor , our focus in the last fifteen or twenty years has subtly shifted to a somewhat less didactic ideological coloration. The early issues are devoted to topics such as “Radical Documentary” and symposia on Marxist film criticism. In recent years, explicitly political articles are likely to share space with reviews, or occasionally entire supplements, devoted to aesthetic concerns such as film music, acting in the cinema, or film and Shakespeare. This seems like a good balance for us. Our research indicates that half the subscribers are film buffs who might also subscribe to other film magazines (e.g. Sight and Sound, Film Quarterly) while the remainder reads political journals like The Nation or The Progressive in tandem with Cineaste.
It’s a little difficult to define my “role” since small magazines don’t have elaborate hierarchies and nothing is set in stone. As the book review editor, I’ve done my best to attract a broad spectrum of writers to the magazine—everyone from working film journalists to scholars with rather narrow specialties. “Readability” (admittedly a tough notion to define) is our primary concern. Yet we’re usually willing to spend a fair amount of time massaging a writer’s prose if we think the piece in question makes important points. And certain writers are blessed with a gift for flashy prose but don’t succeed in saying much of substance.
I’ve also enjoyed publishing interviews with a wide range of directors, actors, and writers. Given the generous amount of space for in-depth Q and As, interviews have always loomed large in Cineaste. We try to avoid the superficial, gossipy tone that’s all too prevalent in more mainstream publications and aim for informed exchanges with serious artists. Even though good interviews foreground their subjects instead of the interviewer’s persona or quirks, they’re not artless. If done well, interviews also function as criticism as well as primary research.
Q: In the reviews published in Cineaste, as well as your own reviews, films are generally considered from many angles. In reviewing V for Vendetta, for instance, you weigh its political significance against its being a product of Hollywood, finding things to both love and hate about the film but never approving or disapproving of the film entirely. What makes this approach different from other forms of film criticism?
Porton: I suppose that Cineaste endeavors to differentiate its critical approach from the usual mainstream “thumbs up, thumbs down” orientation . Since a quarterly has the luxury of having the last word, we usually don’t hew to a strict pro/con dichotomy in our assessments. Even as a teenaged devotee of Dwight Macdonald and Pauline Kael’s work, I was always more intrigued by how they arrived at critical judgments than the judgments themselves. Despite often finding Kael and Macdonald (and, in subsequent years, Manny Farber or Serge Daney) wrongheaded, I admired their willingness to ignore fashion and put themselves out on a limb. Too many current critics seem overly cautious and appear to be looking over their shoulders to assure themselves that they aren’t expressing ‘uncool” opinions. This makes for dull, conformist criticism.
V for Vendetta was a peculiar example of a film which I found surprisingly fascinating despite being ridiculously compromised. On one level, it’s pure Hollywood hack work and I was initially quite sympathetic to commentators who condemned it as nothing more than a cynical evisceration of Alan Moore’s original graphic novel. Yet something quite intriguing, if not authentically radical, survives in this admittedly diluted version of anti-authoritarian fervor.
Q: What purpose(s) do you think film criticism can serve? What criteria do you bring to reviewing a film? How much of your film criticism owes to the analysis you developed in Film and the Anarchist Imagination?
Porton: In an ideal world, criticism would merge the purely journalistic aspects of the enterprise with the more philosophical implications of the word “critique”: an inquiry into the political and aesthetic contradictions of a film while suggesting avenues for further research. Pure and simple evaluation is not unimportant or without interest. Scripts, acting, direction, cinematography etc. are either good or bad and an incisive review should pay attention to the entire aesthetic arsenal which helps to make films execrable or worthwhile. When one considers everything that can go wrong with a film, it’s incredible that even a small number of them are good at all.
Nevertheless, I don’t think reviews should do nothing but delineate a film’s strengths and weaknesses. And political analyses like Film and the Anarchist Imagination pose other problems. The danger with books like mine, which employ political as well as aesthetic criteria, is that films will be reduced to little more than their ideological agendas. I was acutely aware while writing the book that some films with a “right on” message might be aesthetically impoverished while more reactionary films could be seductive— and often possess great aesthetic merit.
Towards the end of one of his lesser- known books, The Aesthetic Dimension, Herbert Marcuse quotes Walter Benjamin: “The tendency of a literary work can be politically correct only if it is also correct by literary standards.” (It would be easy to substitute the words “cinematic “and “film” for “literary” here.) Marcuse, however, worries that Benjamin’s “identification of literary and political quality in the domain of art…harmonizes the tension between literary form and political content.” So while we all would probably condemn Stalinist demands that literature and film conform to some pre-digested formula (e.g. “ Socialist Realism”), there is probably always some irresolvable tension between great art and good politics. While Benjamin’s aphorism may be, as Marcuse asserts, a bit too glib, it’s infinitely better than the prescriptive aesthetics endorsed by some rigid ideololgues. As long as a political critic is not a party hack, he or she is probably fascinated , and perhaps frequently disturbed, by the inevitable tension between the domains of art and politics.
On one level, FATAI is plagued by my debt to a variant of militant criticism that ordains (in my own idiosyncratic fashion) that everything be filtered through an anarchist lens. But I hoped— perhaps naively— that an anarchist lens might be less dogmatic or hidebound than a Marxist one; anarchists, after all, don’t worry about silly correlations between the “material base” and the ideological “superstructure.”
Still, like Nabokov, I believe there is something one can term “aesthetic bliss” (an ideological shibboleth and an idealist fallacy for many radical critics) and this elusive phenomenon is not easily reconcilable with simple ideological goals.
Q: Growing up in the American public school system, I am sure I am not alone in the experience of films being used as substitutes for actual education; if a video was being shown in class it was a reprieve from giving lessons for the teacher, and an opportunity to tune out for the students. You’ve argued in the past – including a presentation at the 2000 Renewing the Anarchist Tradition conference – that cinema has potential as a form of anarchist pedagogy. What is this potential, and is it in conflict with how we are generally taught to receive media images in this society, film in particular? When has this pedagogical potential been fulfilled in the past? Is it being fulfilled today?
Porton: The problem, as you imply, is that most of us—and probably not just Americans—associate words like “pedagogy” and “education” with drudgery and boredom, with classroom monotony instead of “recess.” Given what I’ve written about aesthetic bliss above, I believe certain exemplary films offer a vision of “recess” instead of school. This belief engendered a desire to define a tangibly playful pedagogy— manifestly pleasurable as well as instructive. (After all, even that old Stalinist Brecht hoped for a felicitous synthesis of “pleasure and instruction.”).
Unfortunately, I had to confront the fact that some postmodern critics posited a superficially similar notion of pedagogy. I eventually dismissed the postmodern infatuation with pedagogy as arid, narcissistic and, in the final analysis, a dead end. A lot of these postmodernists, besotted with Derrida and his disciples, also invoke playfulness and opposition to rigid hierarchies. But I found their methodologies pseudo-radical since, whether consciously or not, they’re more interested in the cleverness of their own deconstructive sleight of hand than in genuine social change or anti-authoritarian pedagogy.
I ‘d have to say that my notion of anarchist pedagogy was closely tied to a belief in the efficacy of self-emancipation, a vital, actually essential, component of anti-authoritarian politics. Political and personal autonomy are of course closely intertwined. If you read accounts of great periods of revolutionary upheaval—e.g. the Paris Commune, the Spanish Revolution— masses of people who once felt powerless became responsible for their own liberation. Similarly, anarchist filmmakers—Vigo comes to mind—are involved, perhaps unwittingly, in both self-emancipation and the creation of movies that allow viewers to emancipate themselves in a fashion that might be termed, if the terminology is made flexible, “pedagogical.” In a parallel vein, activist filmmakers who chronicle social ferment also help to dissolve the boundaries between teaching others and teaching themselves. It would obviously be silly to assert that children don’t need help from adults in learning to read and performing basic skills. But the fundamental goal is to eventually efface artificial divisions between teacher and student. A film like Zero for Conduct, which is such a perfect synthesis of lyrical beauty and anti-authoritarian critique, might enable us to pursue such a goal. And, in a more utilitarian fashion, non-fiction films are often a spur to action; the recipient of knowledge becomes more than a passive consumer.
Q: If cinema, as pedagogy, has something to offer anarchists, does anarchism have something to offer cinema?
Porton: As you know, “anarchism” isn’t a coherent body of work. You can’t, as in Marxism, point to a canonical text like Capital. The anarchists of the so-called classical period— Proudhon, Bakunin and Kropotkin—didn’t write much about aesthetics and much of what they did write on the subject seems a bit antiquated to us today. But, in an era when the word “utopia” is either abused (postmodern academics believe every crappy TV show or music video can be considered “utopian”) or derided (conservatives believe that the debacle of Communism invalidated utopian thought altogether), anarchism can offer filmmakers a vision of the future that is neither governed by the cash nexus as in capitalism or the fetishization of technology and the Party line that eventually sank Leninism and state socialism. The celebration of the “free commune” in Bakunin, as well as in later anarchist thinkers such as Gustav Landauer (for more on Landauer and his legacy, see Russell Jacoby’s recent Picture Imperfect: Utopian Thought for an Anti-Utopian Age), is probably more pertinent to anarchist filmmakers than any facile aesthetic prescription. Unlike Vigo, many of the most interesting filmmakers I discuss in my book are unwittingly anarchistic and FATAI attempted to demonstrate that the Renoir of Boudu Saved from Drowning or the Makavejev who made WR: Mysteries of the Organism, whatever their extrinsic political affiliations, might be considered more genuinely “anarchist” than more plodding filmmakers responsible for Sacco and Vanzetti biopics and the like. In other words, anarchist practice can perhaps offer filmmakers a radically utopian vision that translates into an aesthetic modus operandi. Anarchists aren’t merely interested in overturning the state; they also want to overturn reified human relationships and introduce new visions of community. I think you can discern that sort of vision in films by directors such as Vigo, Renoir, and Makavejev.
Q: You’ve written – both in Cineaste and in several newspaper editorials – that non-linear narrative and experimental cinema is almost non-existent in popular American filmmaking, which almost exclusively favors clear character motivations, well-defined conflicts and resolved plots. Authors like bell hooks have noted how avant-garde filmmaking is exceedingly strait-jacketed by industry standards (see her essay “Back to the Avant-Garde: The Progressive Vision” ), and film-makers like Aishah Shahidah Simmons have spoken of the difficulty in receiving funding for film’s addressing marginalized topics (Simmons is director of NO!, a recent documentary on sexual assault in African American communities. See The Power of NO!, an interview in the Fall 2006 issue of Clamor magazine)
Porton: Hmm…maybe part of the problem is that there isn’t a monolithic conception of what constitutes “the avant-garde.” One person’s avant-garde is another’s kitsch or hopeless pretension. There’s also no disputing the reality of avant-garde cinema’s frequent co-optation by what we used to call the Establishment. Kenneth Anger notes correctly that editing strategies used in his own experimental films were eagerly appropriated by advertising agencies, none of whom (logically enough) were interested in anything resembling aesthetic “subversion.” Assuming that anarchism fosters skepticism towards the aims of the State, should we be surprised that it’s difficult to receive funding for “marginalized” topics from state agencies (or, for that matter, from private foundations with at least tenuous ties to the government)? As far as stylistic conservatism is concerned, the “well-defined conflicts” and simplistic plots you refer to are probably attributable to the American film industry’s rampant condescension towards the viewing public. American movies are actually much more stylistically conservative now than they were in the late Sixties and early Seventies. It would now be unthinkable for a major studio to even consider producing a film on the order of Haskell Wexler’s Medium Cool (Paramount, 1969) or Dennis Hopper’s The Last Movie (Universal, 1971).
Peter Burger’s The Theory of the Avant-Garde still provides the best account of aesthetic radicalism and its disparate aspirations. “Modernism” is often confused with “the avant-garde.” Burger, on the other hand, emphasizes important differences between these two currents: Twentieth-century modernists like Proust and Eliot were primarily concerned with formal innovation. Political avant-gardists—Dadaists, Surrealists, Situationists etc.—yearned to merge experimental art with a transformation in everyday life. The latter project may have failed. But there’s little doubt that these yearnings still have enormous appeal for the young descendants of those European avant-gardists.
Q: In what ways are social inequities reflected in the American film industry as well as the global film industry at large? How do they shape what films get made and what films are seen? How is this changing – if at all – with the advent of cheaper technologies, such as DVDs and digital cameras?
Porton: The inequities of corporate globalization have, and always have had (since the beginning of cinema in 1895), an enormous impact on distribution patterns within the international film industry. For anyone who wants a more detailed explanation, extended discussions of this inescapable fact are included in various books, the best of which are probably the British Film Institute’s Global Hollywood 2 (edited by Toby Miller et. al.) and Jonathan Rosenbaum’s Movie Wars: How Hollywood and the Media Limit What Films We Can See. With the exception of a few countries—namely India and South Korea—where indigenous genre films outmaneuver Hollywood product at the box office, most national cinemas find it hard to compete with U.S. studio films. Even , say, Hou Hsiao-hsien and Edward Yang, acclaimed as masters by American and European critics, complain that their films rarely enjoy long commercial runs at home in Taiwan.
It’s true that the advent of digital video and the Internet enable some adventurous filmmakers to circumvent this sort of corporate stranglehold. Anyone with access to a relatively inexpensive video camera and a computer with Final Cut Pro can now, at least in theory, make a more than respectable film. Yet even young maverick filmmakers are eaten up by an “indie” star system that is often no less elitist than the Hollywood behemoth. Personal, often insular, films are usually preferred to explicitly political work (note, for example, the festival success of Jonathan Caouette’s homemade confessional film, Tarnation). Quite recently, we’ve also seen how YouTube is functioning as a stepladder to commercial success for aspiring filmmakers. None of this should dampen anyone’s enthusiasm, however. From another vantage point, we can also note the existence of radical film collectives (e.g. the British group “Undercurrents”) on the Internet. I was recently amazed to learn that many rare anarchist films, including some CNT movies which I screened at Madrid’s Filmoteca Espanola during a visit in the late 1980s, are now widely available at the following address: http://www.londonfreetv.com/documents/menu.html
Q: You have written, “Like it or not, there is an inherent tension between the private, necessarily introspective, reverie of movie love and the public realm of political activism, which is often as all-consuming as being a film buff and allows little time for attending film festivals or screenings of obscure films.” In your work, you’ve discussed groups in the past who have tried to wed the love of film with their politics; the Wisconsin Film Society, for example, was one group made up of film buffs and antiwar organizers in the 1960s. How do you manage this tension in your own work? What groups today – if any – are attempting to walk the line?
Porton: I recently noticed an intrepid blogger’s objection to the very sentence you’ve cited. I stood accused of unwarranted pessimism. If I remember correctly, the blogger contended that he and his friends were quite willing and able to balance political activism and cinephilia. All I can say is good for him and his friends. I guess my gloomier analysis was based on personal experience (and it may have even functioned as a covert auto-critique). Anyone who has observed so-called “film nerds” in a metropolitan setting is well aware that these people, however amiable, are solitary, often lonely, individuals devoted to a largely private, solipsistic pursuit. Most of the cinephiles who traipse from one repertory cinema to another in a city like New York are probably quite “progressive” in their political outlook. Nevertheless, aside from exchanging film schedules and tips on rare DVDs, it would be difficult to argue that these buffs belong to anything resembling a genuine “community.”
I wouldn’t want to present an overly idealized portrait of the Sixties. It’s just that it was an undeniably rare decade in which radical film culture and radical activism coincided. It was perfectly possible for students at the Univ. of Wisconsin and other institutions to attend a demonstration in the morning, drop by a Fritz Lang retrospective in the afternoon, and then become immersed in political meetings during the evening. A unified campus setting obviously provided a convenient locus for both cultural and political activities. It’s difficult, in our more fragmented, politically quiescent era, to think of real equivalents.
I can’t really say I’m aware of any recent groups that, as you put it, “walk the line.” I would be pleased to learn that I’m wrong, though. Perhaps someone out in the cyberspace ether can correct me. There are of course on-line discussion groups such as “ film and politics”— http://movies.groups.yahoo.com/group/film_and_politics/ —that discuss many of these matters at length. Discussion groups like these are certainly quite useful. But they’re intellectual salons, not activist groups per se.
I’m not entirely sure if I succeed in “managing this tension” in my own work. At times, you just have to acknowledge certain tensions and agree to live a contradictory existence. A sense of humor and a certain self-irony helps. I might admire the absolute commitment of certain activists. Most of us aren’t that selfless and, at best, attend occasional demonstrations and sign petitions.
Personally, I think it’s a bit hubristic for intellectuals and academics to claim that critical or theoretical endeavors qualify as activism or radical forms of intervention. If truth be told, it’s really quite arrogant.
Q: You conclude Film and the Anarchist Imagination by admitting “critics are rarely soothsayers.” Disregarding this warning for a moment, what do you think the future holds for cinema and for political cinema in particular?
Porton: Since I’m still not a soothsayer, all I can do is summarize certain notable tendencies within recent political cinema. Since the end of the Cold War, what we used to refer to as the “Third World” has unquestionably produced the best political films. Jia Zhang Ke’s The World, Jafar Panahi’s Crimson Gold, and Ousmane Sembene’s Moolaadé deal with various political abstractions—globalization, the encroachment of the State upon personal life, feminist resistance—in an engagingly concrete and vivid manner. As much as I admire the perseverance of a Western leftist filmmaker like Ken Loach, I have to admit that his films come off as quite stale and hackneyed in comparison. In this country, Travis Wilkerson’s An Injury to One (2002) is one of the rare films from the current decade that synthesizes formal ingenuity and political commitment.
Even though the U.S. and Western Europe can’t really match the political audacity of Iranian, Chinese, or African filmmakers, documentaries continue to be the saving grace of North American and European cinema. Although there are numerous exemplary non-fiction films I could mention, some recent highlights include Adam Curtis’s The Power of Nightmares, Thom Andersen’s Los Angeles Plays Itself, Nikolaus Geyrhalter’s Our Daily Bread, and Chris Marker’s The Case of the Grinning Cat.
The cinematic terrain may eventually shift. But, for the foreseeable future, we’ll probably continue to look to Africa and Asia for insightful political narratives and draw political sustenance from the many cogent documentaries available on our own turf.
An Interview With Richard Porton
http://www.lucidscreening.com/2006/12/cinema_utopia.php
By Andrew
Reading Richard Porton’s Film and the Anarchist Imagination [Verso 1999], brought me back to my love for film years after I more or less abandoned it for political activism. Politics really come first in my life – as a lot of the content on Lucid Screening probably shows – but I’m always holding out for those places, so few and far between, where film and politics can coincide to the benefit of both. I found such a place in Porton's book: in its exploration of an anarchist aesthetic, and for all its academic lingo, I hold it to be - along with Ursula Le Guin's The Dispossessed - one of the most intriguing pieces of anarchist theory written in the past fifty years.
The book left me wanting more. It’s in this spirit that I contacted Porton for an interview on the occasion of Andy Horbal’s Film-Criticism-Blog-a-thon.
Many thanks are due Porton, and not just for granting this interview: he is woefully rare in the world of both film and political criticism for his strong willingness to wrestle with, in his words, the “probably… irresolvable tension between great art and good politics.” In this interview, Porton discusses a broad range of subjects, among them the reception of his 1999 book; the aims of film criticism; his work as co-editor of Cineaste magazine; whatever anarchism might offer cinema; and that ever-pesky push and pull between aesthetics and politics.
Q: It has now been nearly eight years since the publication of Film and the Anarchist Imagination. It appeared at a time when interest in anarchism – represented, but by no means limited to the 1999 Seattle WTO protests – was increasing. What has been the book’s reception, among film critics, political activists, and others? In hindsight, what do you see as the strengths and weaknesses of the book?
Porton: While the book appeared at a propitious time when anarchism was emerging from the fog of obscurity (in the wake of the fall of Communism, anarchism was no longer a supposedly antiquated creed that supposedly fell by the wayside after 1917), it was conceived years before during an era when anti-authoritarian radicalism (anti-Leninist Marxism as well as anarchism) was condemned as “infantile leftism” by mainstream radicals and considered risible, if harmless, by mainstream politicos. I still cringe a bit when I recall meeting some graduate students in the 1980s during a research sojourn at the International Institute of Social History in Amsterdam. One of them mentioned he was researching the history of Dutch social democracy and politely asked me about my field of interest. When I told him that I was exploring the relationship between film and anarchism, he burst out laughing. Even well-meaning film scholars assumed that “anarchist cinema” merely referred to either the inadvertently Dadaist comedy of the Marx Bros. or the rarefied realm of the avant-garde.
While I have considerable respect for both Groucho’s sardonic wit and experimental cinema, I was more interested in emphasizing affinities between specific “emancipatory moments” within the political history of anarchism (e.g. the Paris Commune, the Spanish Revolution) and cinema. Perhaps the burgeoning popularity of authors such as Murray Bookchin and, to a certain extent, Noam Chomsky, has familiarized intellectuals and leftists with this terrain. But when I started out, I had to contend with a lot of well-intentioned ignorance.
In general, the book was probably more warmly received by anarchists than film scholars. Although I received favorable reviews in film journals such as Film Quarterly, Sight and Sound, and Cineaste (while I’m one of the editors, I had nothing to do with assigning the book for review and recused myself from the review process), my work has been strenuously ignored by most film academics. For better or worse, Film and the Anarchist Imagination gave short shrift to most of the trends that captivate academic film scholars—whether formal analysis, convoluted Lacanian approaches or the fetishization of ephemeral pop culture obsessions. Yet anarchist film buffs didn’t seem to care about these matters and I’ve certainly benefited from their enthusiasm and knowledge. In the final analysis, it was a lmuch better decision to go with a political publisher like Verso than to pursue the route of a university press. It might have not given me much street cred with the academics. But I believe I probably reached a broader, and more activist, public.
Of course, I wasn’t surprised when Anarchy magazine published a highly critical review. After all, the book includes some fairly jaundiced remarks on John Zerzan, their favorite neo-primitivist guru. What did surprise me was the reviewer’s complaint that I had the audacity to write on films he couldn’t locate at his local video store or the fact that I wrote on “some musical” (which is how he characterized Rene Clair’s classic A Nous la liberté). I enjoy debating matters of substance and in fact sent in a letter to the editor detailing my objections. That’s useful—and I always enjoy the intellectual sparring in publications like The New York Review of Books and The Nation, as well as Anarchy. But I couldn’t understand this sort of willful ignorance. Perhaps it revealed a blind spot about film. You wouldn’t find many historians or literary critics complaining about recommendations of out-of-print books which can’t be found in the local Barnes and Noble. As far as I was concerned, this exemplified, consciously or not, corporate, conformist thinking. The reviewer sidestepped my complaint and —rather spuriously— went on to condemn my publisher, Verso, for distributing the writings of the Stalinist philosopher, Louis Althusser. He neglected to mention Verso’s other anarchist titles, as well as their list’s inclusion of seminal books by the Situationist Guy Debord.
While I strived to make the book accessible, if I was writing FATAI now I’d tone down its academic origins —and probably cut many of the extraneous footnotes. I’m very attuned to stylistic nuances and I feel queasy when re-reading certain passages. It would be nice to combine the literary flair of Nabokov with the scholarly incisiveness of Walter Benjamin. That might be an unattainable ideal, however. Most of us, given our more limited talents, have to embrace our own flawed, frequently compromised— not to mention mediocre— efforts.
Q: Talk a little about Cineaste. What is its history, and what has been your role at the magazine?
Porton: Cineaste was founded in 1967 by Gary Crowdus , who still serves as the editor-in-chief. From its inception, the magazine explored the frequently complex relationship between film and politics from a broadly “left,” but strictly non-sectarian, perspective. It’s certainly not an anarchist publication, but the editors have published pieces by anarchists, as well as Marxists and liberals (and even a few principled conservatives), over the years. I think it’s safe to say that, while the early years (from 1967 to approx. the mid-Seventies) were imbued with a “New Left” flavor , our focus in the last fifteen or twenty years has subtly shifted to a somewhat less didactic ideological coloration. The early issues are devoted to topics such as “Radical Documentary” and symposia on Marxist film criticism. In recent years, explicitly political articles are likely to share space with reviews, or occasionally entire supplements, devoted to aesthetic concerns such as film music, acting in the cinema, or film and Shakespeare. This seems like a good balance for us. Our research indicates that half the subscribers are film buffs who might also subscribe to other film magazines (e.g. Sight and Sound, Film Quarterly) while the remainder reads political journals like The Nation or The Progressive in tandem with Cineaste.
It’s a little difficult to define my “role” since small magazines don’t have elaborate hierarchies and nothing is set in stone. As the book review editor, I’ve done my best to attract a broad spectrum of writers to the magazine—everyone from working film journalists to scholars with rather narrow specialties. “Readability” (admittedly a tough notion to define) is our primary concern. Yet we’re usually willing to spend a fair amount of time massaging a writer’s prose if we think the piece in question makes important points. And certain writers are blessed with a gift for flashy prose but don’t succeed in saying much of substance.
I’ve also enjoyed publishing interviews with a wide range of directors, actors, and writers. Given the generous amount of space for in-depth Q and As, interviews have always loomed large in Cineaste. We try to avoid the superficial, gossipy tone that’s all too prevalent in more mainstream publications and aim for informed exchanges with serious artists. Even though good interviews foreground their subjects instead of the interviewer’s persona or quirks, they’re not artless. If done well, interviews also function as criticism as well as primary research.
Q: In the reviews published in Cineaste, as well as your own reviews, films are generally considered from many angles. In reviewing V for Vendetta, for instance, you weigh its political significance against its being a product of Hollywood, finding things to both love and hate about the film but never approving or disapproving of the film entirely. What makes this approach different from other forms of film criticism?
Porton: I suppose that Cineaste endeavors to differentiate its critical approach from the usual mainstream “thumbs up, thumbs down” orientation . Since a quarterly has the luxury of having the last word, we usually don’t hew to a strict pro/con dichotomy in our assessments. Even as a teenaged devotee of Dwight Macdonald and Pauline Kael’s work, I was always more intrigued by how they arrived at critical judgments than the judgments themselves. Despite often finding Kael and Macdonald (and, in subsequent years, Manny Farber or Serge Daney) wrongheaded, I admired their willingness to ignore fashion and put themselves out on a limb. Too many current critics seem overly cautious and appear to be looking over their shoulders to assure themselves that they aren’t expressing ‘uncool” opinions. This makes for dull, conformist criticism.
V for Vendetta was a peculiar example of a film which I found surprisingly fascinating despite being ridiculously compromised. On one level, it’s pure Hollywood hack work and I was initially quite sympathetic to commentators who condemned it as nothing more than a cynical evisceration of Alan Moore’s original graphic novel. Yet something quite intriguing, if not authentically radical, survives in this admittedly diluted version of anti-authoritarian fervor.
Q: What purpose(s) do you think film criticism can serve? What criteria do you bring to reviewing a film? How much of your film criticism owes to the analysis you developed in Film and the Anarchist Imagination?
Porton: In an ideal world, criticism would merge the purely journalistic aspects of the enterprise with the more philosophical implications of the word “critique”: an inquiry into the political and aesthetic contradictions of a film while suggesting avenues for further research. Pure and simple evaluation is not unimportant or without interest. Scripts, acting, direction, cinematography etc. are either good or bad and an incisive review should pay attention to the entire aesthetic arsenal which helps to make films execrable or worthwhile. When one considers everything that can go wrong with a film, it’s incredible that even a small number of them are good at all.
Nevertheless, I don’t think reviews should do nothing but delineate a film’s strengths and weaknesses. And political analyses like Film and the Anarchist Imagination pose other problems. The danger with books like mine, which employ political as well as aesthetic criteria, is that films will be reduced to little more than their ideological agendas. I was acutely aware while writing the book that some films with a “right on” message might be aesthetically impoverished while more reactionary films could be seductive— and often possess great aesthetic merit.
Towards the end of one of his lesser- known books, The Aesthetic Dimension, Herbert Marcuse quotes Walter Benjamin: “The tendency of a literary work can be politically correct only if it is also correct by literary standards.” (It would be easy to substitute the words “cinematic “and “film” for “literary” here.) Marcuse, however, worries that Benjamin’s “identification of literary and political quality in the domain of art…harmonizes the tension between literary form and political content.” So while we all would probably condemn Stalinist demands that literature and film conform to some pre-digested formula (e.g. “ Socialist Realism”), there is probably always some irresolvable tension between great art and good politics. While Benjamin’s aphorism may be, as Marcuse asserts, a bit too glib, it’s infinitely better than the prescriptive aesthetics endorsed by some rigid ideololgues. As long as a political critic is not a party hack, he or she is probably fascinated , and perhaps frequently disturbed, by the inevitable tension between the domains of art and politics.
On one level, FATAI is plagued by my debt to a variant of militant criticism that ordains (in my own idiosyncratic fashion) that everything be filtered through an anarchist lens. But I hoped— perhaps naively— that an anarchist lens might be less dogmatic or hidebound than a Marxist one; anarchists, after all, don’t worry about silly correlations between the “material base” and the ideological “superstructure.”
Still, like Nabokov, I believe there is something one can term “aesthetic bliss” (an ideological shibboleth and an idealist fallacy for many radical critics) and this elusive phenomenon is not easily reconcilable with simple ideological goals.
Q: Growing up in the American public school system, I am sure I am not alone in the experience of films being used as substitutes for actual education; if a video was being shown in class it was a reprieve from giving lessons for the teacher, and an opportunity to tune out for the students. You’ve argued in the past – including a presentation at the 2000 Renewing the Anarchist Tradition conference – that cinema has potential as a form of anarchist pedagogy. What is this potential, and is it in conflict with how we are generally taught to receive media images in this society, film in particular? When has this pedagogical potential been fulfilled in the past? Is it being fulfilled today?
Porton: The problem, as you imply, is that most of us—and probably not just Americans—associate words like “pedagogy” and “education” with drudgery and boredom, with classroom monotony instead of “recess.” Given what I’ve written about aesthetic bliss above, I believe certain exemplary films offer a vision of “recess” instead of school. This belief engendered a desire to define a tangibly playful pedagogy— manifestly pleasurable as well as instructive. (After all, even that old Stalinist Brecht hoped for a felicitous synthesis of “pleasure and instruction.”).
Unfortunately, I had to confront the fact that some postmodern critics posited a superficially similar notion of pedagogy. I eventually dismissed the postmodern infatuation with pedagogy as arid, narcissistic and, in the final analysis, a dead end. A lot of these postmodernists, besotted with Derrida and his disciples, also invoke playfulness and opposition to rigid hierarchies. But I found their methodologies pseudo-radical since, whether consciously or not, they’re more interested in the cleverness of their own deconstructive sleight of hand than in genuine social change or anti-authoritarian pedagogy.
I ‘d have to say that my notion of anarchist pedagogy was closely tied to a belief in the efficacy of self-emancipation, a vital, actually essential, component of anti-authoritarian politics. Political and personal autonomy are of course closely intertwined. If you read accounts of great periods of revolutionary upheaval—e.g. the Paris Commune, the Spanish Revolution— masses of people who once felt powerless became responsible for their own liberation. Similarly, anarchist filmmakers—Vigo comes to mind—are involved, perhaps unwittingly, in both self-emancipation and the creation of movies that allow viewers to emancipate themselves in a fashion that might be termed, if the terminology is made flexible, “pedagogical.” In a parallel vein, activist filmmakers who chronicle social ferment also help to dissolve the boundaries between teaching others and teaching themselves. It would obviously be silly to assert that children don’t need help from adults in learning to read and performing basic skills. But the fundamental goal is to eventually efface artificial divisions between teacher and student. A film like Zero for Conduct, which is such a perfect synthesis of lyrical beauty and anti-authoritarian critique, might enable us to pursue such a goal. And, in a more utilitarian fashion, non-fiction films are often a spur to action; the recipient of knowledge becomes more than a passive consumer.
Q: If cinema, as pedagogy, has something to offer anarchists, does anarchism have something to offer cinema?
Porton: As you know, “anarchism” isn’t a coherent body of work. You can’t, as in Marxism, point to a canonical text like Capital. The anarchists of the so-called classical period— Proudhon, Bakunin and Kropotkin—didn’t write much about aesthetics and much of what they did write on the subject seems a bit antiquated to us today. But, in an era when the word “utopia” is either abused (postmodern academics believe every crappy TV show or music video can be considered “utopian”) or derided (conservatives believe that the debacle of Communism invalidated utopian thought altogether), anarchism can offer filmmakers a vision of the future that is neither governed by the cash nexus as in capitalism or the fetishization of technology and the Party line that eventually sank Leninism and state socialism. The celebration of the “free commune” in Bakunin, as well as in later anarchist thinkers such as Gustav Landauer (for more on Landauer and his legacy, see Russell Jacoby’s recent Picture Imperfect: Utopian Thought for an Anti-Utopian Age), is probably more pertinent to anarchist filmmakers than any facile aesthetic prescription. Unlike Vigo, many of the most interesting filmmakers I discuss in my book are unwittingly anarchistic and FATAI attempted to demonstrate that the Renoir of Boudu Saved from Drowning or the Makavejev who made WR: Mysteries of the Organism, whatever their extrinsic political affiliations, might be considered more genuinely “anarchist” than more plodding filmmakers responsible for Sacco and Vanzetti biopics and the like. In other words, anarchist practice can perhaps offer filmmakers a radically utopian vision that translates into an aesthetic modus operandi. Anarchists aren’t merely interested in overturning the state; they also want to overturn reified human relationships and introduce new visions of community. I think you can discern that sort of vision in films by directors such as Vigo, Renoir, and Makavejev.
Q: You’ve written – both in Cineaste and in several newspaper editorials – that non-linear narrative and experimental cinema is almost non-existent in popular American filmmaking, which almost exclusively favors clear character motivations, well-defined conflicts and resolved plots. Authors like bell hooks have noted how avant-garde filmmaking is exceedingly strait-jacketed by industry standards (see her essay “Back to the Avant-Garde: The Progressive Vision” ), and film-makers like Aishah Shahidah Simmons have spoken of the difficulty in receiving funding for film’s addressing marginalized topics (Simmons is director of NO!, a recent documentary on sexual assault in African American communities. See The Power of NO!, an interview in the Fall 2006 issue of Clamor magazine)
Porton: Hmm…maybe part of the problem is that there isn’t a monolithic conception of what constitutes “the avant-garde.” One person’s avant-garde is another’s kitsch or hopeless pretension. There’s also no disputing the reality of avant-garde cinema’s frequent co-optation by what we used to call the Establishment. Kenneth Anger notes correctly that editing strategies used in his own experimental films were eagerly appropriated by advertising agencies, none of whom (logically enough) were interested in anything resembling aesthetic “subversion.” Assuming that anarchism fosters skepticism towards the aims of the State, should we be surprised that it’s difficult to receive funding for “marginalized” topics from state agencies (or, for that matter, from private foundations with at least tenuous ties to the government)? As far as stylistic conservatism is concerned, the “well-defined conflicts” and simplistic plots you refer to are probably attributable to the American film industry’s rampant condescension towards the viewing public. American movies are actually much more stylistically conservative now than they were in the late Sixties and early Seventies. It would now be unthinkable for a major studio to even consider producing a film on the order of Haskell Wexler’s Medium Cool (Paramount, 1969) or Dennis Hopper’s The Last Movie (Universal, 1971).
Peter Burger’s The Theory of the Avant-Garde still provides the best account of aesthetic radicalism and its disparate aspirations. “Modernism” is often confused with “the avant-garde.” Burger, on the other hand, emphasizes important differences between these two currents: Twentieth-century modernists like Proust and Eliot were primarily concerned with formal innovation. Political avant-gardists—Dadaists, Surrealists, Situationists etc.—yearned to merge experimental art with a transformation in everyday life. The latter project may have failed. But there’s little doubt that these yearnings still have enormous appeal for the young descendants of those European avant-gardists.
Q: In what ways are social inequities reflected in the American film industry as well as the global film industry at large? How do they shape what films get made and what films are seen? How is this changing – if at all – with the advent of cheaper technologies, such as DVDs and digital cameras?
Porton: The inequities of corporate globalization have, and always have had (since the beginning of cinema in 1895), an enormous impact on distribution patterns within the international film industry. For anyone who wants a more detailed explanation, extended discussions of this inescapable fact are included in various books, the best of which are probably the British Film Institute’s Global Hollywood 2 (edited by Toby Miller et. al.) and Jonathan Rosenbaum’s Movie Wars: How Hollywood and the Media Limit What Films We Can See. With the exception of a few countries—namely India and South Korea—where indigenous genre films outmaneuver Hollywood product at the box office, most national cinemas find it hard to compete with U.S. studio films. Even , say, Hou Hsiao-hsien and Edward Yang, acclaimed as masters by American and European critics, complain that their films rarely enjoy long commercial runs at home in Taiwan.
It’s true that the advent of digital video and the Internet enable some adventurous filmmakers to circumvent this sort of corporate stranglehold. Anyone with access to a relatively inexpensive video camera and a computer with Final Cut Pro can now, at least in theory, make a more than respectable film. Yet even young maverick filmmakers are eaten up by an “indie” star system that is often no less elitist than the Hollywood behemoth. Personal, often insular, films are usually preferred to explicitly political work (note, for example, the festival success of Jonathan Caouette’s homemade confessional film, Tarnation). Quite recently, we’ve also seen how YouTube is functioning as a stepladder to commercial success for aspiring filmmakers. None of this should dampen anyone’s enthusiasm, however. From another vantage point, we can also note the existence of radical film collectives (e.g. the British group “Undercurrents”) on the Internet. I was recently amazed to learn that many rare anarchist films, including some CNT movies which I screened at Madrid’s Filmoteca Espanola during a visit in the late 1980s, are now widely available at the following address: http://www.londonfreetv.com/documents/menu.html
Q: You have written, “Like it or not, there is an inherent tension between the private, necessarily introspective, reverie of movie love and the public realm of political activism, which is often as all-consuming as being a film buff and allows little time for attending film festivals or screenings of obscure films.” In your work, you’ve discussed groups in the past who have tried to wed the love of film with their politics; the Wisconsin Film Society, for example, was one group made up of film buffs and antiwar organizers in the 1960s. How do you manage this tension in your own work? What groups today – if any – are attempting to walk the line?
Porton: I recently noticed an intrepid blogger’s objection to the very sentence you’ve cited. I stood accused of unwarranted pessimism. If I remember correctly, the blogger contended that he and his friends were quite willing and able to balance political activism and cinephilia. All I can say is good for him and his friends. I guess my gloomier analysis was based on personal experience (and it may have even functioned as a covert auto-critique). Anyone who has observed so-called “film nerds” in a metropolitan setting is well aware that these people, however amiable, are solitary, often lonely, individuals devoted to a largely private, solipsistic pursuit. Most of the cinephiles who traipse from one repertory cinema to another in a city like New York are probably quite “progressive” in their political outlook. Nevertheless, aside from exchanging film schedules and tips on rare DVDs, it would be difficult to argue that these buffs belong to anything resembling a genuine “community.”
I wouldn’t want to present an overly idealized portrait of the Sixties. It’s just that it was an undeniably rare decade in which radical film culture and radical activism coincided. It was perfectly possible for students at the Univ. of Wisconsin and other institutions to attend a demonstration in the morning, drop by a Fritz Lang retrospective in the afternoon, and then become immersed in political meetings during the evening. A unified campus setting obviously provided a convenient locus for both cultural and political activities. It’s difficult, in our more fragmented, politically quiescent era, to think of real equivalents.
I can’t really say I’m aware of any recent groups that, as you put it, “walk the line.” I would be pleased to learn that I’m wrong, though. Perhaps someone out in the cyberspace ether can correct me. There are of course on-line discussion groups such as “ film and politics”— http://movies.groups.yahoo.com/group/film_and_politics/ —that discuss many of these matters at length. Discussion groups like these are certainly quite useful. But they’re intellectual salons, not activist groups per se.
I’m not entirely sure if I succeed in “managing this tension” in my own work. At times, you just have to acknowledge certain tensions and agree to live a contradictory existence. A sense of humor and a certain self-irony helps. I might admire the absolute commitment of certain activists. Most of us aren’t that selfless and, at best, attend occasional demonstrations and sign petitions.
Personally, I think it’s a bit hubristic for intellectuals and academics to claim that critical or theoretical endeavors qualify as activism or radical forms of intervention. If truth be told, it’s really quite arrogant.
Q: You conclude Film and the Anarchist Imagination by admitting “critics are rarely soothsayers.” Disregarding this warning for a moment, what do you think the future holds for cinema and for political cinema in particular?
Porton: Since I’m still not a soothsayer, all I can do is summarize certain notable tendencies within recent political cinema. Since the end of the Cold War, what we used to refer to as the “Third World” has unquestionably produced the best political films. Jia Zhang Ke’s The World, Jafar Panahi’s Crimson Gold, and Ousmane Sembene’s Moolaadé deal with various political abstractions—globalization, the encroachment of the State upon personal life, feminist resistance—in an engagingly concrete and vivid manner. As much as I admire the perseverance of a Western leftist filmmaker like Ken Loach, I have to admit that his films come off as quite stale and hackneyed in comparison. In this country, Travis Wilkerson’s An Injury to One (2002) is one of the rare films from the current decade that synthesizes formal ingenuity and political commitment.
Even though the U.S. and Western Europe can’t really match the political audacity of Iranian, Chinese, or African filmmakers, documentaries continue to be the saving grace of North American and European cinema. Although there are numerous exemplary non-fiction films I could mention, some recent highlights include Adam Curtis’s The Power of Nightmares, Thom Andersen’s Los Angeles Plays Itself, Nikolaus Geyrhalter’s Our Daily Bread, and Chris Marker’s The Case of the Grinning Cat.
The cinematic terrain may eventually shift. But, for the foreseeable future, we’ll probably continue to look to Africa and Asia for insightful political narratives and draw political sustenance from the many cogent documentaries available on our own turf.
Hakim Bey, Cine & Anarquismo en curso Sociología
Esta semana en el curso de Introducción al Pensamiento Anarquista Contemporáneo tendremos: el jueves 4/X (horas 20:15), el cc. Huascar Camacho realizará una presentación sobre la obra de Hakim Bey y el Anarquismo Ontológico, guardia que ha inspirado a las nuevas formas de activismo libertario, particularmente a través del concepto de Zonas Temporalmente Autónomas (TAZ). Y el sábado 6/X (horas 11:15) estará el cc. Luis Alberto Ponce (Pinky) hará una exposición sobre Cine y Anarquismo; el conocimiento enciclopédico sobre el cine que tiene Pinky nos garantiza una sesión gratificante. Se sugiere echarle una mirada al libro de Richard Porton, Cine y Anarquismo. Adjuntamos una entrevista a este académico del cine, para los que leen ingles.
Las sesiones son abiertas, Auditorio de la carrera de Sociología (UMSS)Quedan invitados a participar de las sesiones
Las sesiones son abiertas, Auditorio de la carrera de Sociología (UMSS)Quedan invitados a participar de las sesiones
miércoles, 12 de septiembre de 2007
INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO ANARQUISTA CONTEMPORÁNEO
jueves, 9 de agosto de 2007
Salamandra. Programa 9/VIII/07
Este jueves en Salamandra Radio tendremos en concierto un clásico del jazz fusion de los 70´s: Headhunters (1973) del pianista Herbie Hancock.
Asimismo difundiremos una entrevista al cc José criticando sobre los alcances de las reformas de Evo en el sector hidrocarburos.
Listado de temas
-Donald Byrd. Trompetista de jazz de los 60´s y su tema “Blackjack”
- Joy Division. Banda de culto del llamado “movimiento Manchester” de los 80´s. “Isolation”
- The White Stripes. Del último disco del duo norteamericano (guitarra y batería) escucharemos “Rag and Bone”
- Sting. De su incursión en la música clásica, “canciones del laberinto”
- Woody Guthrie. Juglar de las luchas sociales norteamericanas y su tema “I just want to sing your name”
- Los Canallas. Banda española anarquista interpretando un clasico de la guerra civil española, “Ay Carmela”.
Asimismo difundiremos una entrevista al cc José criticando sobre los alcances de las reformas de Evo en el sector hidrocarburos.
Listado de temas
-Donald Byrd. Trompetista de jazz de los 60´s y su tema “Blackjack”
- Joy Division. Banda de culto del llamado “movimiento Manchester” de los 80´s. “Isolation”
- The White Stripes. Del último disco del duo norteamericano (guitarra y batería) escucharemos “Rag and Bone”
- Sting. De su incursión en la música clásica, “canciones del laberinto”
- Woody Guthrie. Juglar de las luchas sociales norteamericanas y su tema “I just want to sing your name”
- Los Canallas. Banda española anarquista interpretando un clasico de la guerra civil española, “Ay Carmela”.
Esta variadito pero delicioso!
Salud, Anarquía y Fiesta
Jueves 20:30 a 21:30. Radio Lachiwana FM 107.3.
http://salamandraradio.blogspot.com/
Jueves 20:30 a 21:30. Radio Lachiwana FM 107.3.
http://salamandraradio.blogspot.com/
miércoles, 1 de agosto de 2007
ENKUENTRO LIBERTARIO La Paz 15-25/agosto/07
Estimad@s amig@s,
El ENKUENTRO LIBERTARIO se llevará a cabo en La Paz, del 15 al 26 de agosto, actividad que responde a la contraferia del libro que colectuivos de esta ciudad estuvieron realizando años anteriores, como respuesta y propuesta a la feria oficial del libro, donde el acceso a la cultura y la información responde a una lógica capitalista y elitista. Asimismo el encuentro es continuación de dos eventos anteriores, realizados en Cochabamba.
Este año se planteó realizar el ENKUENTRO LIBERTARIO, que será mucho mas que una contraferia del libro, pues junto a la contraferia (un día), se organizarán mesas de debate, reflexión, conversación, etc; asimismo se realizará mucho activismo en las calles de la ciudad, además de un concierto que cierre nuestro evento.
Las mesas de debate, reflexión, conversación, etc. que se plantearon hasta el momento son:
- racismo y fascismo (especialmente los colectivos de Cocha)
- feminismo, género, mujer, (el aborto) (colectivos Niñas dinamiteras, imillas , etc)
- migración/migrantes (colectivos de Tarija, niñas dinamiteras)
- edición independiente, software libre, copyleft (yerbamalacartonera, fanzineros, Editorial Pirotecnia)
- kolectivos libertarios, autogestión, etc.
- del cuestionamiento del poder de la academia a una posible "otra" academia (ex gams, otros)
- situación nacional (la comunidad libertaria frente al ascenso del fascismo, qué con el actual gobierno, etc)
Por otra parte, se instalará la Universidad Popular en la que muchos y todos aprenderemos y enseñaremos lo que sabemos y lo que necesitamos saber: tejidos, reciclaje, fanzines, música, carpintería, cocina, escritura. etc. (Abajo el conocimiento aka-de-mico!)
Esta es una actividad autogestionaria, por tanto no tenemos, ni queremos tener directivas, líderes ni jerarquías. Creemos en la autogestión y la autoconvocatoria. Quien se sienta animado, venga, ponga, trabaje.
Los colectivos organizadores de La Paz estan haciendo las mínimas cosas para garantizar a los kuates que vengan, alojamiento, comida y espacios para los estantes, k’atus, presentaciones y conciertos. Se está coordinando con cuates de boliches de la muy ínclita La Paz y la muy valiente El Alto para tener espacios para leer, escribir, compartir. Estan juntando platita para garantizar que los amigos punkeros, raperos, rockeros, charangueros, tengan un buen escenario y todos tengamos una buena amplificación para disfrutarlos. Estan dando sus casas para recibir a los hermanos y hermanas que se vienen del interiopr y fuera del país. Estan haciendo vaquita cada día para hacer olla común para esos días.
No esperen tener un "comité" que les mande una carta, que se reúna con ustedes, que les seduzca, que les de plata para su transporte y su comida, que les preste una mesita, que les de una sombrilla, que les ponga luces, que les pague caché. No se vale venir, hablar, exponer, tocar y ya! No huey! Es autogestionario, pónganse!" los del interior y del exterior, favor manden su comentarios, háganse cargo de una mesa, digan qué van a venir a hacer, etc.
Quien se sienta convocado/a venga, aquí estamos listos todos a darles un abrazo emocionado, por la generosidad de venirse a esta otra vereda: la de la libertad pues.
Programa
Miércoles 15
Yerbamala cartonera recibe a los kartoneros de Buenos Aires y Lima
Inauguración" Ojo de agua"
Jueves 16
Publicaciones independientes,
copyleft, software libre, .etc. etc.
Paleolítico
El Alto
Viernes 17
Taller preparativo para ir a la feria del libro "esto en la tarde.
Noche: probable actividad Niñas dinamiteras para recaudar fondos en el sabroso
Sábado 18
Jornada
Antifacista I
Noche: ir a la "Joda a la Feria del libro"
Martes 21
Jornada: el Chapaco alzao y el cunumi letrao: la resistencia en el oriente y en el chaco. Bocaisapo
Domingo 26
Feria de lo que queda del sabado
Miércoles 22
Jornada: "Feminismo, mujeres, etc.
-Teatro Anibal
- Nativa
-Show del caimán
Ojo de agua
Jueves 23
Presentación literaria: libros, revistas, fanzines, comics etc.
-Dream of crow
-Dani abuela
-Dennis
Casa duende
Viernes 24
Jornada: Colectivos libertarios y autogestión. por Niñas dinamiteras
-Presentación de los colectivos.
Jornada: Migración
Jornada: antiakademia
Sábado 25
Contraferia del libro
Videos
Concierto
Jornada: Antifascismo II
Jornada: libertarios y situación nacional
Han asegurado su participación: colectivos libertarios, bandas de música y compañeros de Tarija, Santa Cruz, Cochabamba, Sucre, La Paz, El Alto, Iquique, Lima, Jujuy, Buenos Aires, Lima.
A quienes vinen del interior y exterior, por favor, precisamos saber, CON URGENCIA, cuántos y cuándo vienen para ver temas de alojamiento y comida. Mayores informes, escribir a la cc Vicky: ladelincuente@gmail.com
Salud, Anarquía y Fiesta
El ENKUENTRO LIBERTARIO se llevará a cabo en La Paz, del 15 al 26 de agosto, actividad que responde a la contraferia del libro que colectuivos de esta ciudad estuvieron realizando años anteriores, como respuesta y propuesta a la feria oficial del libro, donde el acceso a la cultura y la información responde a una lógica capitalista y elitista. Asimismo el encuentro es continuación de dos eventos anteriores, realizados en Cochabamba.
Este año se planteó realizar el ENKUENTRO LIBERTARIO, que será mucho mas que una contraferia del libro, pues junto a la contraferia (un día), se organizarán mesas de debate, reflexión, conversación, etc; asimismo se realizará mucho activismo en las calles de la ciudad, además de un concierto que cierre nuestro evento.
Las mesas de debate, reflexión, conversación, etc. que se plantearon hasta el momento son:
- racismo y fascismo (especialmente los colectivos de Cocha)
- feminismo, género, mujer, (el aborto) (colectivos Niñas dinamiteras, imillas , etc)
- migración/migrantes (colectivos de Tarija, niñas dinamiteras)
- edición independiente, software libre, copyleft (yerbamalacartonera, fanzineros, Editorial Pirotecnia)
- kolectivos libertarios, autogestión, etc.
- del cuestionamiento del poder de la academia a una posible "otra" academia (ex gams, otros)
- situación nacional (la comunidad libertaria frente al ascenso del fascismo, qué con el actual gobierno, etc)
Por otra parte, se instalará la Universidad Popular en la que muchos y todos aprenderemos y enseñaremos lo que sabemos y lo que necesitamos saber: tejidos, reciclaje, fanzines, música, carpintería, cocina, escritura. etc. (Abajo el conocimiento aka-de-mico!)
Esta es una actividad autogestionaria, por tanto no tenemos, ni queremos tener directivas, líderes ni jerarquías. Creemos en la autogestión y la autoconvocatoria. Quien se sienta animado, venga, ponga, trabaje.
Los colectivos organizadores de La Paz estan haciendo las mínimas cosas para garantizar a los kuates que vengan, alojamiento, comida y espacios para los estantes, k’atus, presentaciones y conciertos. Se está coordinando con cuates de boliches de la muy ínclita La Paz y la muy valiente El Alto para tener espacios para leer, escribir, compartir. Estan juntando platita para garantizar que los amigos punkeros, raperos, rockeros, charangueros, tengan un buen escenario y todos tengamos una buena amplificación para disfrutarlos. Estan dando sus casas para recibir a los hermanos y hermanas que se vienen del interiopr y fuera del país. Estan haciendo vaquita cada día para hacer olla común para esos días.
No esperen tener un "comité" que les mande una carta, que se reúna con ustedes, que les seduzca, que les de plata para su transporte y su comida, que les preste una mesita, que les de una sombrilla, que les ponga luces, que les pague caché. No se vale venir, hablar, exponer, tocar y ya! No huey! Es autogestionario, pónganse!" los del interior y del exterior, favor manden su comentarios, háganse cargo de una mesa, digan qué van a venir a hacer, etc.
Quien se sienta convocado/a venga, aquí estamos listos todos a darles un abrazo emocionado, por la generosidad de venirse a esta otra vereda: la de la libertad pues.
Programa
Miércoles 15
Yerbamala cartonera recibe a los kartoneros de Buenos Aires y Lima
Inauguración" Ojo de agua"
Jueves 16
Publicaciones independientes,
copyleft, software libre, .etc. etc.
Paleolítico
El Alto
Viernes 17
Taller preparativo para ir a la feria del libro "esto en la tarde.
Noche: probable actividad Niñas dinamiteras para recaudar fondos en el sabroso
Sábado 18
Jornada
Antifacista I
Noche: ir a la "Joda a la Feria del libro"
Martes 21
Jornada: el Chapaco alzao y el cunumi letrao: la resistencia en el oriente y en el chaco. Bocaisapo
Domingo 26
Feria de lo que queda del sabado
Miércoles 22
Jornada: "Feminismo, mujeres, etc.
-Teatro Anibal
- Nativa
-Show del caimán
Ojo de agua
Jueves 23
Presentación literaria: libros, revistas, fanzines, comics etc.
-Dream of crow
-Dani abuela
-Dennis
Casa duende
Viernes 24
Jornada: Colectivos libertarios y autogestión. por Niñas dinamiteras
-Presentación de los colectivos.
Jornada: Migración
Jornada: antiakademia
Sábado 25
Contraferia del libro
Videos
Concierto
Jornada: Antifascismo II
Jornada: libertarios y situación nacional
Han asegurado su participación: colectivos libertarios, bandas de música y compañeros de Tarija, Santa Cruz, Cochabamba, Sucre, La Paz, El Alto, Iquique, Lima, Jujuy, Buenos Aires, Lima.
A quienes vinen del interior y exterior, por favor, precisamos saber, CON URGENCIA, cuántos y cuándo vienen para ver temas de alojamiento y comida. Mayores informes, escribir a la cc Vicky: ladelincuente@gmail.com
Salud, Anarquía y Fiesta
jueves, 26 de julio de 2007
Video sobre DURRUTI en Sociologia
El Colectivo libertario "Arte y Trabajo" les invita a participar de la proyección del video "DURRUTI en la revolucion española" en homenaje a los 71 años de la revolución española antifascista. Este viernes 27 a las 19:00 en la carrera de sociologia, calle nataniel aguierre casi jordan.
ENTRADA LIBRE !!!!
ENTRADA LIBRE !!!!
NINA SIMONE.
Nina Simone
Fuente: Wikipedia
La sección de concierto, estará dedicado a Nina Simone, y sus canciones de combate, extraidos del disco "Canciones de libertad y espiritu".
Fuente: Wikipedia
La sección de concierto, estará dedicado a Nina Simone, y sus canciones de combate, extraidos del disco "Canciones de libertad y espiritu".
Eunice Kathleen Waymon (Tryon, 21 de febrero de 1933 - Carry-le-Rouet, 21 de abril de 2003), Nina Simone, cantante, compositora y pianista estadounidense de jazz, blues, rhythm and blues y soul. Se la conoce con el sobrenombre de "High Priestess of Soul".
Estilísticamente, la palabra que mejor caracteriza a Nina Simone es eclecticismo. Su voz se caracteriza por su pasión, su breathiness (voz jadeante, sofocada, sin aliento) y su trémolo.
La influencia de Duke Ellington es patente en toda la obra de Nina, pero muy especialmente en cierto tipo de composiciones rebosantes de improvisación y de cercanía espiritual. Nina logra la complicidad del oyente con un empleo intencional de los silencios y minimizando el acompañamiento. Su voz a veces sólo susurra, pero luego grita o gime, transmitiendo todas las sensaciones que el alma humana es capaz de experimentar.
Gran luchadora por los derechos civiles de los negros, lucha ésta expresada en muchas ocasiones a través de sus canciones, Simone dejó Estados Unidos en 1969, tras el asesinato de Martin Luther King, hastiada de la segregación racial contra los afroamericanos.
De personalidad complicada, llegaba a ser altanera y vulnerable, y fuertemente apasionada. En la industria musical tenía fama de temperamental, una caracterización que Simone se tomó muy en serio. Aunque su personalidad era arrogante y distante, en sus últimas décadas parecía disfrutar con el acercamiento a sus audiencias, contando anécdotas y cumpliendo peticiones.
Tocaba piano desde los 4 años, y empezó cantando en su iglesia local. Cuando debutó públicamente en un recital de piano a los diez años, sus padres, que se habían sentado en la primera fila, fueron obligados a moverse para que otros asistentes blancos ocuparan sus lugares.
A los diecisiete años, Simone se mudó a Filadelfia, en el estado de Pensilvania, donde dio clases de piano y acompañó a varios cantantes. Gracias al apoyo de varios patrocinadores, entre ellos su antiguo profesor de música, pudo estudiar piano en la prestigiosa Escuela de Música Juilliard en la ciudad de Nueva York, pero la falta de recursos le impidió alcanzar su sueño de convertirse en el primer pianista negro de concierto de los Estados Unidos. Más tarde se presentó a una prueba para estudiar piano en el Instituto Curtis, pero fue rechazada. Simone estaba convencida de que se la rechazó por ser negra. De Nueva York su familia se trasladó a Filadelfia, donde intentó conseguir una beca, pero fue rechazada también por el color de su piel.
Entonces, Simone se acercó al blues y al jazz, tras empezar a trabajar en un club nocturno de Atlantic City para ayudar económicamente a su familia.
El nombre artístico de Nina Simone lo adoptó en 1954 ; "Nina" era como le decía su novio (variación de niña) y "Simone" lo tomó de la actriz francesa Simone Signoret.
Se dio a conocer a un público más amplio gracias a su interpretación de la canción "I Loves You Porgy" de George Gershwin, que se convertiría en su único éxito del Top 40 de Estados Unidos. Después vendría el sencillo "My Baby Just Cares for Me" (que sería un éxito en los 80 en Inglaterra al ser usado en un anuncio comercial del perfume Chanel No. 5).
Durante los 60, Simone estuvo involucrada en el Movimiento por los Derechos Civiles y grabó algunas canciones políticas, incluyendo "To Be Young, Gifted and Black", "Blacklash Blues," "Mississippi Goddam" (en respuesta al asesinato de Medgar Evers y al ataque terrorista a la iglesia de Birmingham, Alabama, en 1963, por parte de supremacistas blancos y que se saldó con la muerte de cuatro niñas negras), "I Wish I Knew How it Would Feel to be Free".
La versatilidad de Nina como artista es evidente en toda su música, que frecuentemente tenía una simpleza equivalente a la trova. En un mismo concierto, iba de los temas tipo religioso (gospel) al blues y al jazz, de temas como "For All We Know," números de estilo europeo clásico y figuras de contrapunto.
En 1969, Simone se fue de los Estados Unidos tras desacuerdos con agentes, compañías discográficas y con la agencia de impuestos, que ella atribuía al racismo de la sociedad estadounidense. Regresó en 1978 y fue arrestada por evasión de impuestos (se había negado a pagarlos durante varios años como protesta a la Guerra de Vietnam). Vivió en varios países del Caribe, África y Europa. En los 80 cantaba regularmente en el club de jazz Ronnie Scott de Londres.
En 1993 se instaló en el sur de Francia, cerca de Aix-en-Provence.
En 2000 recibió el título de Honorary Citizenship de Atlanta, el Diamond Award for Excellence in Music de la Association of African American Music de Filadelfia y el Honorable Musketeer Award de la Compagnie des Mousquetaires d'Armagnac de Francia.
Murió mientras dormía en Carry-le-Rouet en 2003.
Estilísticamente, la palabra que mejor caracteriza a Nina Simone es eclecticismo. Su voz se caracteriza por su pasión, su breathiness (voz jadeante, sofocada, sin aliento) y su trémolo.
La influencia de Duke Ellington es patente en toda la obra de Nina, pero muy especialmente en cierto tipo de composiciones rebosantes de improvisación y de cercanía espiritual. Nina logra la complicidad del oyente con un empleo intencional de los silencios y minimizando el acompañamiento. Su voz a veces sólo susurra, pero luego grita o gime, transmitiendo todas las sensaciones que el alma humana es capaz de experimentar.
Gran luchadora por los derechos civiles de los negros, lucha ésta expresada en muchas ocasiones a través de sus canciones, Simone dejó Estados Unidos en 1969, tras el asesinato de Martin Luther King, hastiada de la segregación racial contra los afroamericanos.
De personalidad complicada, llegaba a ser altanera y vulnerable, y fuertemente apasionada. En la industria musical tenía fama de temperamental, una caracterización que Simone se tomó muy en serio. Aunque su personalidad era arrogante y distante, en sus últimas décadas parecía disfrutar con el acercamiento a sus audiencias, contando anécdotas y cumpliendo peticiones.
Tocaba piano desde los 4 años, y empezó cantando en su iglesia local. Cuando debutó públicamente en un recital de piano a los diez años, sus padres, que se habían sentado en la primera fila, fueron obligados a moverse para que otros asistentes blancos ocuparan sus lugares.
A los diecisiete años, Simone se mudó a Filadelfia, en el estado de Pensilvania, donde dio clases de piano y acompañó a varios cantantes. Gracias al apoyo de varios patrocinadores, entre ellos su antiguo profesor de música, pudo estudiar piano en la prestigiosa Escuela de Música Juilliard en la ciudad de Nueva York, pero la falta de recursos le impidió alcanzar su sueño de convertirse en el primer pianista negro de concierto de los Estados Unidos. Más tarde se presentó a una prueba para estudiar piano en el Instituto Curtis, pero fue rechazada. Simone estaba convencida de que se la rechazó por ser negra. De Nueva York su familia se trasladó a Filadelfia, donde intentó conseguir una beca, pero fue rechazada también por el color de su piel.
Entonces, Simone se acercó al blues y al jazz, tras empezar a trabajar en un club nocturno de Atlantic City para ayudar económicamente a su familia.
El nombre artístico de Nina Simone lo adoptó en 1954 ; "Nina" era como le decía su novio (variación de niña) y "Simone" lo tomó de la actriz francesa Simone Signoret.
Se dio a conocer a un público más amplio gracias a su interpretación de la canción "I Loves You Porgy" de George Gershwin, que se convertiría en su único éxito del Top 40 de Estados Unidos. Después vendría el sencillo "My Baby Just Cares for Me" (que sería un éxito en los 80 en Inglaterra al ser usado en un anuncio comercial del perfume Chanel No. 5).
Durante los 60, Simone estuvo involucrada en el Movimiento por los Derechos Civiles y grabó algunas canciones políticas, incluyendo "To Be Young, Gifted and Black", "Blacklash Blues," "Mississippi Goddam" (en respuesta al asesinato de Medgar Evers y al ataque terrorista a la iglesia de Birmingham, Alabama, en 1963, por parte de supremacistas blancos y que se saldó con la muerte de cuatro niñas negras), "I Wish I Knew How it Would Feel to be Free".
La versatilidad de Nina como artista es evidente en toda su música, que frecuentemente tenía una simpleza equivalente a la trova. En un mismo concierto, iba de los temas tipo religioso (gospel) al blues y al jazz, de temas como "For All We Know," números de estilo europeo clásico y figuras de contrapunto.
En 1969, Simone se fue de los Estados Unidos tras desacuerdos con agentes, compañías discográficas y con la agencia de impuestos, que ella atribuía al racismo de la sociedad estadounidense. Regresó en 1978 y fue arrestada por evasión de impuestos (se había negado a pagarlos durante varios años como protesta a la Guerra de Vietnam). Vivió en varios países del Caribe, África y Europa. En los 80 cantaba regularmente en el club de jazz Ronnie Scott de Londres.
En 1993 se instaló en el sur de Francia, cerca de Aix-en-Provence.
En 2000 recibió el título de Honorary Citizenship de Atlanta, el Diamond Award for Excellence in Music de la Association of African American Music de Filadelfia y el Honorable Musketeer Award de la Compagnie des Mousquetaires d'Armagnac de Francia.
Murió mientras dormía en Carry-le-Rouet en 2003.
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