El valor de la naturaleza:
molles vs cemento
Carlos Crespo
Flores
2016
El titular de la
declaración del viceministro de Deportes, Tito Montaño, permite ilustrar algunos
debates teóricos y mitos de las políticas públicas que circulan en el país[1].
“Por dos molles no voy a
poner en riesgo los Juegos”. ¿Cuál es el valor de la naturaleza? Tema sobre el que la economía
neoclásica solo ha logrado dar respuestas economicistas, por tanto, el molle
tiene menor valor económico que unos juegos deportivos internacionales. Este mantra
es repetido por el vice-ministro de Deportes, quien para colmo desconoce que el
molle es una especie protegida por Ley, como recuerda la nota de prensa.
Es que la naturaleza va más allá del valor económico, pues cumple
funciones que no pueden ser reducidas a un bien escaso susceptible de ser
introducido en la disciplina del mercado; cómo poner un valor económico a la antigüedad
de los molles, probablemente con valor simbólico para alguno/as? ¿O su valor
futuro asimilando residuos atmosféricos y proveyendo servicios ambientales? No
se puede comparar molles con cemento, señor viceministro. O si lo hace,
incluiremos otros criterios de valoración, de base ecológica.
En este caso, se trata de pensar el espacio urbano desde el árbol, no
desde la infraestructura cementada; desde los límites ecológicos, no desde el
crecimiento indefinido. Pero también son dos entradas para intervenir en el
espacio urbano. La gravedad de la crisis ambiental de la ciudad de Cochabamba obliga
al gobierno municipal a reorientar su política de desarrollo urbano, si esta
existe. El molle debe ser el eje de la planificación antes que el cemento. Esta
es la apuesta que los gobernantes de la ciudad, más allá de su ideología, deben
realizar, y evitar una catástrofe ambiental, en muchos casos irreversible, que
ya ha comenzado.
La
misma idea encontramos en la frase del secretario general de la Alcaldía,
opositor: "Si han bajado dos
(molles) reponemos 20, no hay problema". Lo importante es garantizar
el cemento -digo los juegos-. Se me ocurren dos frases populares para este
comportamiento, “todo se arregla con plata” y “si somos de tener, para qué nos
vamos a privar”. Ponemos 20 plantas, que alguien pagará, y punto, que siga la
orgía financiera.
Por
otro lado, detrás de esta noción se halla la idea que con tecnología solucionamos
los problemas ambientales; como se producen las 20 plantas; ¿quién los paga? ¿Qué
tecnología se utiliza para su producción?
Sobre
los detalles del proyecto y la licencia ambiental para la ejecución del estadio
de atletismo, Pol indicó que la obra aún no cuenta con la licencia ambiental, “porque todavía no se la empezó... Va tener
pues (el permiso ambiental), cuando se va a iniciar la obra recién se otorga la
licencia ambiental…”. Otra aberración del señor Pol. La obra de
hecho ya ha comenzado, por eso es que se han derribado los molles, pero la obra
carece de licencia ambiental. Esta licencia -que seguramente ha sido
categorizada de tal manera que no requiera estudio de impacto ambiental, menos
consulta pública-, debe ser otorgada previa a la obra, es un criterio para
decidir si se ejecuta o no la infraestructura. En este caso, se han “c… en la
tapa” de la norma, o la han sometido a la necesidad del gobernante.