1.
Patrón común uno. La
izquierda y la derecha en Bolivia, sus intelectuales y operadores, históricamente
han sido estadocentristas. Liberales y comunistas bolivianos han reivindicado
la idea de que estructurar la nación supone construir un estado fuerte y
centralizado, De ahí la pulsión nuestra por crear normas, leyes, derechos. Por
ello, también, no entendieron a las sociedades indígenas sin(contra) Estado, o
colectivos, asociaciones, individuos, antiestatales y autónomos; la voluntad
centralista del estado boliviano, ha destruido, perseguido, combatido, tales
prácticas y formas de organización. Es la historia del Estado boliviano.
2. Patrón común dos. En el contexto de un Estado centralista, anti autonomista
y autoritario, un régimen democrático liberal, el ejercicio y funcionamiento de
libertades democráticas, es lo más revolucionario que el país ha logrado en su
vida republicana. Durante las dictaduras, los disidentes y opositores, en
particular la izquierda, deben protegerse, pasar a la clandestinidad, en una
lógica defensiva. El ejemplo es la movida anarquista post 52': en periodos de
dictadura, como hoy, el anarquismo boliviano es perseguido, se torna
subterráneo, totalmente defensivo. Mientras, durante las "primaveras
democráticas", florecen y se expanden las ideas, se establecen otro tipo
de relaciones y prácticas sociales e individuales y experimentos culturales, no
mediatizados por el Estado.
3. Como académico y activista he interactuado con los dos paradigmas estatales
dominantes de los últimos 40 años: el Estado Neoliberal y el Estado
Plurinacional. Los he estudiado, negociado, intentado hacer
"incidencia". Mi conclusión es: prefiero el también llamado Gonismo
como interlocutor, que el plurinacionalismo. Solo una evidencia. Durante el neoliberalismo, los indígenas, en
particular de tierras bajas, en una inteligente estrategia de presión y
negociación, lograron consolidar casi todos sus territorios. Durante Evo y
sucesores, nada (o casi), por el contrario, los han abierto a la colonización y
la explotación petrolera, minera. Son las nuevas (o reloaded) formas de
genocidio cultural y ecológico.
4. Es muy difícil negociar con los denominados Azules. Su concepto es,
"te adecuas, si o si" pues, como buenos marxistas, buscan la
hegemonía, en ningún caso construir acuerdos o consensos entre actores
diferentes. Un factor determinante acá es que las organizaciones sociales,
otrora autónomas y con voz propia, presionaban al gobierno neoliberal. Hoy,
convertidos en "movimientos sociales", han sido cooptados,
corrompidos, articulados a los tentáculos del Estado Plurinacional. Por tanto,
incapacitados de cualquier postura diferente al guion estatal.
5. El fenómeno Milei es Gonismo versión argentina? Si es así, sería el
tránsito por un proceso inverso al nuestro: Argentina está saliendo de su
"socialismo del siglo XXI" (léase Estado Plurinacional) para ingresar
a su neoliberaismo de shock, como fue para nosotros el periodo.
6. Que une al anarquismo con Milei? Nicolás Walter decía que el anarquismo “deriva
en verdad del liberalismo y del socialismo”.
Efectivamente, una de sus fuentes ha sido el liberalismo, en particular su
antiestatismo. Si consideramos que el Estado es una relación social, se trata,
para los anarquistas, como Colin Ward, Gustav Landauer, Paul Goodman, de
construir autónomamente, hoy, otro tipo de relaciones sociales, fuera o más
allá del horizonte estatal. De esta manera, un escenario de acción directa
anarquista es reducir todo tipo de relaciones de dominación (incluidas las de
explotación), en particular la influencia estatal en nuestras vidas: cuanto
menos Estado, mejor.
7. Vinculado a lo anterior, la reducción de normas, leyes. Menos Estado, menos
leyes que jodan al ciudadano. Este es otro punto que conecta con el anarquismo
clásico: su defensa del individuo, de su autonomía. De hecho, el anarquismo
individualista norteamericano, suele ser considerado como una forma de “anarco-liberalismo”. Hasta ahí,
pues en el resto, el anarquismo es disímil del anarcocapitalismo, o su versión
porteña, el mileismo.
8. Desde mi experiencia en el tema agua, doy un ejemplo actual. La ley de Riego,
en Bolivia, aprobada por el “gobierno de los movimientos sociales”, ha
debilitado la organización de los sistemas de riego y el funcionamiento de los
"usos y costumbres" como criterio organizativo y de gestión del agua
y sus servicios. Antes de la ley, los sistemas construían sus acuerdos
autónomamente, tanto al interior, como en el nivel de la cuenca y más;
estructuraban sus autoridades de agua de manera independiente, realizaban el
mantenimiento permanente de canales y la fuente. Hoy, es el Estado el que
construye los acuerdos, otorga ayudas clientelistas, él tiene toda la iniciativa.
Los sistemas de riego deben acudir al aparato estatal para todo, en una lógica de
política de demanda. Es un modelo de planificación del agua, de arriba abajo,
centralista. Más grave aún, la aplicación del principio de los derechos, solo
ha promovido la emergencia de conflictos de derechos: es mi derecho frente al
tuyo el que se impone. Allá los consensos están ausentes. Ahí, en un gobierno
liberal radical como el de Milei, es más probable que se negocie la eliminación
de tal ley, y se vuelva a los principios de los "usos y costumbres",
fuera del escenario estatal (o por lo menos, con la menor influencia posible).
9. Una contradicción con los anarcocapitalistas, es que estos no creen en la
cooperación y el apoyo mutuo, sino en la competencia, en la versión más reduccionista
del darwinismo. El mercado lo arregla todo, y es en la competencia en el
mercado donde la sociedad, los grupos sociales e individuos, se organizan.
10. Tampoco creen en el Bien Común. Continúan defendiendo las tesis de Garret
Hardin, sobre la "tragedia de los comunes": los comunes solo llevan
al desastre y la crisis. Elinor Ostrom y la economía ecológica, han mostrado
que existen otras formas de acceso y uso a la naturaleza y sus recursos,
basados en la cooperación, que permiten salir del círculo de la “tragedia de
los comunes”; los anarco capitalistas sostienen, por ejemplo, que, para
proteger a las ballenas, es necesario otorgar derechos de propiedad, esto es
privatizarlas.
11. Los mileistas van más allá: no creen en la crisis ambiental y
climática, o por lo menos la minimizan, considerada como una “externalidad”. Asesorados
por científicos (evidenciando que la ciencia solo genera más incertidumbre,
antes que reducirla), consideran que es parte de ciclos ecológicos naturales,
que la industria y automotores no influyen. O si reconocen su relación,
recomiendan la aplicación de mecanismos de mercado para resolverlas: mercados
de carbono, privatización y mercantilización de la naturaleza y sus servicios. Estas
medidas ya han sido aplicadas, por cierto, sin resultados eficaces; se podría decir que solo son “licencias para
matar”. Para un anarquista, el éxito del capitalismo es gracias a la
destrucción de su base material, ergo generando la crisis ambiental y climática;
ello es impensable para el mileismo.
12. El antiestatismo mileista no es contradictorio con su apuesta por el
uso de dispositivos de control y represión, sobre los ciudadanos, frente a
comportamientos considerados anómicos. Como yapa, el mileismo va
asociado a ideologías ultraconservadoras en temas sensibles, como el aborto o
las drogas.
Cochabamba, enero 2024