Tengo ante mí dos
números, febrero y abril de 1938, de la revista oficial de Trotsky, Nueva Internacional. Estos
contienen artículos de John G. Wright en un ciento por ciento. Trotskista, y el
mismo un Gran Magnate, pretendiendo constituir una refutación de los cargos
contra Trotsky en Kronstadt. El Sr. Wright está simplemente haciendo eco de la
voz de su maestro, y su material no es de ninguna manera de primera mano, u
obtenido del contacto personal con los acontecimientos de 1921. Yo prefiero dar
mis respetos a León Trotsky. Él tiene al menos el dudoso mérito de haber sido
parte de la “liquidación” de Kronstadt.
Hay, sin embargo,
varias declaraciones erróneas y muy precipitadas en el artículo de Wright que
necesitan ser refutadas. Por lo tanto, voy a proceder a hacerlo de una vez y a
lidiar con su maestro después.
John G. Wright afirma
que La Rebelión de Kronstadt, por Alexander Berkman, “es
meramente una repetición de los presuntos hechos e interpretaciones de los
socialistas revolucionarios de derecha con algunas modificaciones
insignificantes” – (entresacado de “La Verdad Sobre Rusia en Volya,
Rusia, Praga, 1921 “).
El escritor acusa
además a Alexander Berkman de “desfachatez, plagio, y de hacer, como es su
costumbre, algunas modificaciones insignificantes, y ocultar la fuente real de
lo que aparece como su propia apreciación”. La vida y la obra de Alexander
Berkman lo han colocado entre los más grandes pensadores y luchadores
revolucionarios, dedicado por completo a su ideal. Quienes lo conocieron darán
testimonio de la genuina calidad de todas sus acciones, así como de su
integridad como escritor serio. Ellos sin duda estarán divertidos de aprender
de Wright que Alexander Berkman fue un “plagiador” y un “descarado”, y que “su
costumbre es realizar algunas pocas modificaciones insignificantes.. …”
El promedio Comunista,
ya sea de la talla de Trotski o Stalin, sabe casi tanto de la literatura
anarquista y sus autores como, digamos, el católico medio sabe de Voltaire o
Thomas Paine. La mera sugerencia de que uno debe saber lo que sus oponentes
representan antes de referirse a ellos sería considerado como herejía por la
jerarquía comunista. No creo, por tanto, que John G. Wright deliberadamente
mienta sobre Alexander Berkman. Más bien creo que él es profundamente
ignorante.
Fue el hábito de toda
la larga vida de Alexander Berkman escribir diarios. Incluso durante los
catorce años de purgatorio que había soportado en la Penitenciaría Occidental
en los Estados Unidos, había logrado conservar su diario, el cual exitosamente
me envió. En el S. S. “Buford”, que nos llevó a una peligrosa larga travesía de
28 días, mi camarada continuó su diario y mantuvo esta vieja costumbre durante
los 23 meses de nuestra estadía en Rusia.
Memorias de Prisión de
un Anarquista, cuya crítica conservadora le concedió ser incluso
comparable a La Casa Muerta de Fiódor
Dostoievski, fue fruto de su diario. La Rebelión de Kronstadt y
su Mito Bolchevique son también creaciones a partir
de su registro del día a día en Rusia. Es estúpido, por lo tanto, acusar que el
folleto de Berkman sobre Kronstadt “no es más que una repetición de los
presuntos hechos ….” del trabajo del socialismo revolucionario que apareció en
Praga.
Al mismo nivel de
precisión en la acusación contra Alexander Berkman por Wright se encuentra su
acusación de que mi viejo amigo había negado la existencia del general
Kozlovsky en Kronstadt.
La Rebelión de
Kronstadt en
su página 15 dice: “Había de hecho un ex general Kozlovsky en Kronstadt. Fue
Trotsky quien lo había colocado allí como especialista en artillería. Él no
jugó ningún papel en los acontecimientos de Kronstadt “. Esto fue confirmado
por Zinóviev que todavía estaba entonces en el cenit de su gloria. En la sesión
extraordinaria del Soviet de Petrogrado, del 4 de marzo de 1921, llamada a
decidir el destino de Kronstadt, Zinoviev dijo: “Por supuesto Kozlovsky es
viejo y no puede hacer nada, pero los oficiales blancos están detrás de él y
están engañando a los marineros”. Alexander Berkman, sin embargo, hizo hincapié
en el hecho de que los marineros no tendrían ninguno de los generales mascotas
previos de Trotsky, ni habrían aceptado la oferta de las provisiones y
otro tipo de ayuda de Víctor Chernov, líder de los socialistas revolucionarios
de derecha en París.
Los trotskistas, sin
duda, consideran sentimentalismo burgués el permitir a los marineros
calumniados el derecho a hablar por sí mismos. Insisto en que este enfoque para
el oponente es Jesuitismo condenable y ha hecho más para desintegrar todo el
movimiento obrero que cualquiera otra de las tácticas “sagradas” del
bolchevismo.
El lector puede estar
en condiciones de decidir entre los cargos criminales contra Kronstadt y lo que
los marineros tenían que decir por sí mismos; en consecuencia, reproduzco el
mensaje radial a los trabajadores del mundo, 6 de marzo, 1921:
“Nuestra causa es
justa: estamos a favor del poder de los soviets, no de los partidos. Estamos a
favor de representantes libremente elegidos entre las masas de trabajadores.
Los Soviets sustitutos, manipulados por el Partido Comunista, siempre han sido
sordos a nuestras necesidades y demandas; la única respuesta que hemos recibido
fueron disparos. … Camaradas! Ellos no sólo los engañan; deliberadamente
pervierten la verdad y recurren a la difamación más despreciable … En Kronstadt
todo el poder está exclusivamente en manos de los marineros, soldados y
trabajadores revolucionarios – no en manos de contrarevolucionarios conducidos
por algún Kozlovsky, como la mentirosa radio Moscú intenta haceros creer … ¡no
demoren, compañeros! Únanse a nosotros, póngase en contacto con nosotros;
exijan la admisión de sus delegados a Kronstadt. Sólo ellos les dirán toda la
verdad y expondrán la calumnia diabólica sobre el pan finlandés y las ofertas
de la Entente”.
“Larga vida al
proletariado y al campesinado revolucionarios!”
“¡Viva el poder de los
Soviets libremente elegidos!”
¡Los marineros
“dirigidos” por Kozlovsky, y no obstante suplicando a los trabajadores del
mundo a que enviaran delegados para ver si había alguna verdad en la negra
calumnia arrojada contra ellos por la prensa soviética!
León Trotsky es
sorprendido e indignado de que alguien se atreva a alzar tales gritos y
sollozos sobre Kronstadt. Después de todo, sucedió hace mucho tiempo, de hecho
han pasado diecisiete años, y fue un mero “episodio en la historia de la
relación entre la ciudad proletaria y la villa pequeño burguesa”. ¿Por qué
alguien querría hacer mucho ruido en este día tardío a menos que sea para
“poner en peligro la única genuina corriente revolucionaria que nunca ha
repudiado su estandarte, no se ha comprometido con sus enemigos, y que por sí
sola representa el futuro?” El egocentrismo de León Trotsky, conocido en todas
partes por sus amigos y sus enemigos, nunca ha sido su punto más débil. Ya que
su mortal enemigo le ha dotado de nada menos que una varita mágica, su propia
importancia ha alcanzado proporciones alarmantes.
León Trotsky está
indignado de que las personas hayan revivido el “episodio” de Kronstadt y hagan
preguntas sobre su participación. No se le ocurre que los que han salido en su
defensa contra su detractor tienen derecho a preguntar qué métodos había
empleado cuando estuvo en el poder, y cómo había tratado con quienes no suscribían
a su dictamen como una verdad del Evangelio. Por supuesto que era ridículo
esperar que golpeara su pecho y dijese: “Yo también no fui sino humano y cometí
errores. Yo también he pecado y he matado a mis hermanos, o ordené su
asesinato”. Sólo los sublimes profetas y videntes se han elevado a tales
alturas de coraje. León Trotsky no es ciertamente uno de ellos. Por el
contrario, continúa reivindicando omnipotencia en todos sus actos y juicios, y
a llamar anatema sobre la cabeza de cualquier persona que tontamente sugiera
que el gran dios León Trotsky también tiene los pies de arcilla.
Se mofa de la
evidencia documental dejada por los marineros de Kronstadt y de la evidencia de
aquellos que habían estado dentro de la vista y oído el terrible asedio de Kronstadt.
Los llama “etiquetas falsas”. Eso, sin embargo, no le impide asegurar a sus
lectores que su explicación de la rebelión de Kronstadt podría ser “justificada
e ilustrada por muchos hechos y documentos”. Las personas inteligentes podrían
muy bien preguntar por qué León Trotsky no tiene la decencia de presentar estas
“falsas etiquetas”, de tal forma que las personas puedan estar en condiciones
de formarse una opinión correcta de ellas.
Ahora bien, es un
hecho que incluso los tribunales capitalistas conceden al acusado el derecho a
presentar pruebas en su propio nombre. No así León Trotsky, el portavoz de la
única verdad, el que “nunca ha repudiado su estandarte y nunca se ha
comprometido con sus enemigos”.
Uno puede entender tal
falta de decencia común en John G. Wright. Él está, como ya he dicho,
simplemente citando las sacrosantas Escrituras bolcheviques. Sin embargo, para
una figura mundial como León Trotsky silenciar la evidencia de los marineros me
parece indicativo de un muy pequeño personaje. El viejo dicho del leopardo
cambiando sus manchas, pero no su naturaleza se aplica forzosamente a León
Trotsky. El calvario que ha sufrido durante sus años de exilio, la trágica
pérdida de sus cercanos y queridos, y aún más conmovedor, la traición de sus
antiguos compañeros de armas, no le han enseñado nada. Ningún rayo de bondad
humana o dulzura ha afectado el espíritu rencoroso de Trotsky.
Qué lástima que el
silencio de los muertos a veces habla más fuerte que la voz viva. En razón de
la verdad, las voces estranguladas en Kronstadt han crecido en volumen estos
diecisiete años. ¿Es por esta razón, me pregunto, que León Trotsky se resiente
de su sonido?
León Trotsky cita a
Marx como diciendo, “que es imposible juzgar ya sea partes o personas por lo
que dicen de sí mismas.” ¡Cuan patético es que no se da cuenta lo mucho que
esto se aplica a él! Ningún hombre entre los escritores bolcheviques capaces ha
logrado mantenerse tanto en el primer plano o se ha jactado tan incesantemente
de su participación en la revolución rusa y después como León Trotsky. Por este
criterio de su gran maestro, uno tendría que declarar todo lo escrito por León
Trotsky como inútil, lo cual sería absurdo, por supuesto.
En desacreditar los
motivos que condicionaron el levantamiento de Kronstadt, León Trotsky registra
lo siguiente: “Desde diferentes frentes envié docenas de telegramas sobre la
movilización de nuevos destacamentos ‘fiables’ de entre los trabajadores de
Petersburgo y marineros de la flota del Báltico, pero ya en 1918, y en todo
caso no después de 1919, los frentes empezaron a quejarse de que un nuevo
contingente de ‘Kronstadters’ era insatisfactorio, exigente, indisciplinado,
poco fiable en la batalla, y que hacía más daño que bien”. Más adelante, en la
misma página, Trotsky acusa que , “cuando las condiciones de hambre se
volvieron muy críticas en Petrogrado, el Buró político más de una vez discutió
la posibilidad de obtener un “préstamo interno” de Kronstadt, donde una
cantidad de provisiones antiguas todavía quedaba, pero los delegados de los
trabajadores de Petrogrado contestaron: “Usted nunca obtendrá nada de ellos por
la bondad; ellos especulan en ropa, carbón y pan. En la actualidad en Kronstadt
todo tipo de gentuza ha levantado cabeza'”. Que bolchevique que es, no sólo
para asesinar a sus oponentes, sino también para mancillar sus personajes.
Desde Marx y Engels, Lenin, Trotsky a Stalin, estos métodos han sido siempre
los mismos.
Ahora, no pretendo
discutir lo que los marineros de Kronstadt eran en 1918 o 1919. Yo no llegué a
Rusia hasta enero de 1920. A partir de ese momento hasta que Kronstadt fue
“liquidado” los marineros de la flota del Báltico fueron sostenidos como el
glorioso ejemplo de valor y coraje inquebrantable. Con el tiempo se me dijo, no
sólo por anarquistas, mencheviques y socialistas revolucionarios, sino por
muchos comunistas, que los marineros eran la columna vertebral de la
Revolución. El 01 de mayo de 1920, durante la celebración y las otras
festividades organizadas por la primera Misión Laborista Británica, los
marineros de Kronstadt presentaron un gran contingente bien definido, y fueron
entonces señalados como entre los grandes héroes que habían salvado la
Revolución de Kerenski, y Petrogrado de Yudénich. Durante el aniversario de
octubre, los marineros estaban de nuevo en primeras fila, y su re-promulgación
de la toma del Palacio de Invierno fue aclamada violentamente por una masa
compacta.
¿Es posible que los
principales miembros del partido, salvo León Trotsky, no estuvieran al tanto de
la corrupción y la desmoralización de Kronstadt, pretendida por él? No lo creo.
Mas aún, dudo que sea el propio Trotsky quien sostuviera este punto de vista de
los marineros de Kronstadt hasta marzo de 1921. Su historia debe, por lo tanto,
ser una idea posterior, ¿o se trata de una racionalización para justificar la
“liquidación” sin sentido de Kronstadt?
Sentado que el
personal había sufrido un cambio, es aún un hecho que la gente de Kronstadt en
1921 estaba a pesar de eso lejos de la imagen que León Trotsky y sus ecos han
pintado. En realidad, los marineros encontraron su destino sólo a causa de su
profundo parentesco y solidaridad con los obreros de Petrogrado cuyo poder de
resistencia al frío y al hambre habían llegado a un punto de quiebre en una
serie de huelgas en febrero de 1921. ¿Por qué León Trotsky y sus seguidores han
faltado en mencionar esto? León Trotsky sabe perfectamente bien, en caso de que
Wright no, que la primera escena del drama Kronstadt fue puesta en escena en
Petrogrado el 24 de febrero, y jugada no por los marineros, sino por los
huelguistas. Pues fue en esta fecha que los huelguistas habían dado rienda
suelta a su ira acumulada sobre la cruel indiferencia de los hombres que habían
predicado sobre la dictadura del proletariado, que hace mucho tiempo se había
deteriorado en la dictadura implacable del Partido Comunista.
La entrada de
Alexander Berkman en su diario de este día histórico se lee: –
“Los trabajadores del
molino Trubotchny han ido a la huelga. En la distribución de ropa de invierno,
se quejan, los comunistas recibieron ventaja indebida sobre los no-partidarios.
El Gobierno se niega a considerar las quejas hasta que los hombres vuelven a
trabajar”.
“Una multitud de
huelguistas se reunieron en la calle cerca de los molinos, y los soldados
fueron enviados para dispersarlos. Eran kursanty, los jóvenes comunistas de la
academia militar. No hubo violencia”.
“Ahora a los
huelguistas se les han unido los hombres de las tiendas de la marina y de los
muelles Calernaya. Hay mucho resentimiento en contra de la actitud arrogante
del Gobierno. Una manifestación en la calle se intentó, pero tropas montadas la
suprimieron”.
Fue después del
informe de su Comité del real estado de las cosas entre los obreros de
Petrogrado que los marineros de Kronstadt en 1921 hicieron lo que habían hecho
en 1917. Ellos de inmediato hicieron causa común con los trabajadores. La parte
de los marineros en 1917 fue aclamada como el orgullo rojo y gloria de la
Revolución. Su idéntico actuar en 1921 fue denunciado a todo el mundo como una
traición contrarrevolucionaria. Naturalmente, Kronstadt en 1917 ayudó a los
bolcheviques en su actuar. En 1921 exigieron un ajuste de cuentas por las
falsas expectativas planteadas a las masas, y por la gran promesa rota apenas
los bolcheviques se sintieron atrincherados en el poder. Un crimen atroz, de
hecho. La fase importante de este crimen; sin embargo, es que Kronstadt no se
“amotinó” a partir de un cielo límpido. El motivo para esto (el motín) estaba
profundamente arraigado en el sufrimiento de los trabajadores rusos; el
proletariado de la ciudad, así como el campesinado.
Para estar seguro, el
ex comisario nos asegura que “los campesinos se reconciliaron ellos mismos a la
requisición como un mal temporal”, y que “los campesinos aprobados de los
bolcheviques, se hicieron cada vez más hostiles a los ‘comunistas'”. Sin
embargo, estas afirmaciones son mera ficción, como se puede demostrar por
numerosas pruebas – no es la menor de ellas la liquidación del campesinado
soviético, encabezado por María Spiridonova, y el hierro y el fuego utilizados
para obligar a los campesinos a dar toda su producción, incluyendo su grano
para la siembra de primavera.
En vista de la verdad
histórica, los campesinos odiaban al régimen casi desde el principio,
ciertamente desde el momento en que la consigna de Lenin, “robar a los
ladrones” se convirtió en “robar a los campesinos para la gloria de la
dictadura comunista”. Es por ello que los campesinos estaban en ebullición
constante contra la dictadura bolchevique. Un ejemplo de ello fue el
levantamiento de los campesinos de Karelia, ahogada en sangre por el general
zarista Slastchev-Krimsky. Si los campesinos estaban tan enamorados con el
régimen soviético, como León Trotsky quiere hacernos creer, ¿por qué era
necesario precipitar este hombre terrible a Karelia?
Él había luchado
contra la Revolución desde sus inicios y había conducido algunas de las fuerzas
de Wrangel en Crimea. Fue culpable de atroces barbaridades en contra de
prisioneros de guerra e infame como realizador de pogromos. Ahora
Slastchev-Krimsky se retractó y regresó a “su patria”. Este archi
contrarevolucionario y acosador de judios, junto con varios generales zaristas
y guardias blancos, fue recibido por los bolcheviques con honores militares. No
hay duda de que fue una justa retribución que el antisemita tuviera que saludar
al judio, Trotsky, su militar superior. Pero para la Revolución y el pueblo
ruso el retorno triunfante del imperialista era un ultraje.
Como recompensa por su
amor recién constituido a la Patria Socialista, Slastchev-Krimsky fue el
encargado de sofocar a los campesinos de Karelia que exigían la autodeterminación
y mejores condiciones
León Trotsky nos dice
que los marineros de Kronstadt en 1919 no habrían renunciado a sus provisiones
por “bondad” – no es que la bondad había sido tratada en cualquier momento. De
hecho, esta palabra no existe en la jerga bolchevique. Sin embargo, aquí están
estos marineros desmoralizados, la gentuza especuladora, etc., apoyando al
proletariado de la ciudad en 1921, y su primera demanda es por la igualdad de
las raciones. ¡Qué villanos eran esta gente de Kronstadt, de verdad!
Mucho han planteado
ambos escritores en contra de Kronstadt a raíz del hecho que los marineros que,
como insistimos, no premeditaron la rebelión, pero se reunieron el 01 de marzo
para discutir los medios para ayudar a sus compañeros de Petrogrado,
conformando rápidamente un Comité Revolucionario Provisional. La respuesta a
esto es en realidad dada por el propio John G. Wright. Él escribe: “De ninguna
manera está excluido que las autoridades locales en Kronstadt hicieran mal el
manejo de la situación …. No es ningún secreto que Kalinin y el Comisario
Kusmin, no eran demasiado estimados por Lenin y sus colegas …. En la medida en
que las autoridades locales eran ciegos a toda la extensión del peligro o
fallaron en tomar las medidas apropiadas y eficaces para hacer frente a la
crisis, en dicha medida sus errores jugaron un papel en el despliegue de los
acontecimientos … “.
La afirmación de que
Lenin no estimaba demasiado a Kalinin o Kusmin lamentablemente es un viejo
truco del bolchevismo para echar toda la culpa a algún inepto para que las
cabezas (dirigentes) puedan permanecer inmaculadas.
De hecho, las
autoridades locales en Kronstadt cometieron “errores”. Kuzmin atacó brutalmente
a los marineros y los amenazó con terribles resultados. Los marineros
evidentemente sabían qué esperar de este tipo de amenazas. No podían sino
suponer que si a Kuzmin y Vassiliev se les permitió estar en libertad, su
primer paso sería remover armas y provisiones de Kronstadt. Esta fue la razón
por la cual los marineros formaron su Comité Revolucionario Provisional. Un
factor adicional también, fue la noticia de que a un comité de 30
marineros enviados a Petrogrado para hablar con los trabajadores se le había
negado el derecho a regresar a Kronstadt, que los marinos habían sido detenidos
y se los había puesto a disposición de la Checa.
Ambos escritores hacen
una montaña de un grano de arena de los rumores anunciados en la reunión del
primero de marzo, al efecto de que un camión lleno de soldados fuertemente
armados estaban en camino a Kronstadt. Wright, evidentemente, nunca ha vivido
bajo una dictadura hermética. Yo lo he hecho. Cuando cada canal de contacto
humano es cerrado, cuando cada pensamiento es lanzado atrás sobre sí mismo y la
expresión sofocada, entonces los rumores se levantan como hongos del suelo y
crecen en dimensiones aterradoras. Además, camiones llenos de soldados y
Chekistas armados hasta los mismos dientes rasgando a lo largo de las calles en
el día, lanzando sus redes por la noche y arrastrando su botín humano a la
Checa, fue una visión frecuente en Petrogrado y Moscú durante la época en que
yo estuve allí . En la tensión de la reunión después del discurso amenazante de
Kuzmin, era perfectamente natural que se les diera crédito a los rumores.
La noticia en la
prensa parisense sobre el levantamiento de Kronstadt dos semanas antes de que
éste ocurriera había acentuado la campaña contra los marineros como una prueba
positiva de que habían sido instrumentos del bloque imperialista y que la
rebelión en realidad había sido incubada en París. Era demasiado obvio que este
cuento sería usado sólo para desacreditar a la gente de Kronstadt a los ojos de
los trabajadores.
En realidad este
adelanto de noticias fue como otras noticias de París, Riga o Helsinki, las
cuales rara vez, si acaso, coincidieron con algo que había sido reclamado por
los agentes contrarrevolucionarios en el extranjero. Por otro lado, muchos
sucesos ocurrieron en la Rusia soviética que habrían alegrado al corazón de la
Entente, los cuales nunca llegaron a conocerse – eventos mucho más
perjudiciales para la revolución rusa causados por la dictadura del Partido
Comunista. Por citar ejemplos basta con mencionar la Checa, que socavó muchos
de los logros de octubre, y que ya en 1921 se había convertido en un tumor
maligno en el cuerpo de la Revolución, y muchos otros eventos similares, los
cuales me llevarían demasiado lejos tratar aquí.
No, el adelanto de
noticias en la prensa de París no tenía ninguna influencia alguna sobre la
rebelión de Kronstadt. En realidad, nadie en Petrogrado de 1921 cree su
conexión, ni siquiera un buen número de comunistas. Como ya he señalado, John
G. Wright es meramente un alumno apto de León Trotsky, y por lo tanto bastante
inocente de lo que la mayoría de las personas dentro y fuera del partido
pensaron respecto a la “conexión” mencionada.
Los historiadores del
futuro sin duda apreciaran el “motín” de Kronstadt en su valor real. Cuando lo
hagan, sin duda llegarán a la conclusión de que el levantamiento no podría
haber llegado más oportunamente si hubiera sido planeado deliberadamente.
El factor más
dominante que decidió el destino de Kronstadt fue la N.E.P. (La Nueva Política
Económica). Lenin, consciente de la vasta oposición que este novedoso esquema
“revolucionario” encontraría, necesitó de alguna amenaza inminente para
asegurar una tranquila y fácil aceptación de la N.E.P. Kronstadt llegó
demasiado convenientemente. Toda la máquina de propaganda aplanadora se puso inmediatamente
en marcha para demostrar que los marineros estaban ligados a todas las
potencias imperialistas, y a todos los elementos contrarrevolucionarios para
destruir el Estado Comunista. Ello funcionó como magia. La N.E.P. fue acelerada
sin ningún problema.
Sólo el tiempo podrá
demostrar el costo terrible que esta maniobra ha conllevado. Los trescientos
delegados, la joven flor comunista, se precipitó desde el congreso del partido
para aplastar Kronstadt, eran un mero puñado de miles gratuitamente sacrificados.
Ellos fueron fervientemente creyendo la campaña de difamación. Quienes quedaron
vivos tuvieron un duro despertar.
He registrado una
reunión con un comunista herido en un hospital en Mi Desilusión. No ha perdido nada de su intensidad tras
los años transcurridos ya que:
“Muchos de los heridos
en el ataque a Kronstadt fueron traídos al mismo hospital, en su mayoría
kursanti. Tuve la oportunidad de hablar con uno de ellos. Su sufrimiento
físico, dijo, no era nada en comparación con su agonía mental. Demasiado tarde
se dio cuenta de que había sido engañado por el grito de ‘contrarrevolución’.
En Krondstat los marinos no fueron guiados por generales zaristas, ni por
guardias blancos – él encontró sólo a sus propios compañeros, marineros,
soldados y trabajadores, quienes habían luchado heroicamente por la revolución
“.
Nadie en su sano
juicio verá ninguna similitud entre la N.E.P. y la demanda de los marineros de
Kronstadt por el derecho a un libre intercambio de productos. La N.E.P. vino a
reintroducir los graves males que la revolución rusa había tratado de
erradicar. El libre intercambio de productos entre los trabajadores y los
campesinos, entre la ciudad y el campo, encarna la verdadera razón de ser de la
Revolución. Naturalmente “los anarquistas estaban en contra de la N.E.P.”. Pero
el libre intercambio, como Zinoviev me había dicho en 1920, “está fuera de
nuestro plan de centralización”. El pobre Zinoviev no podría imaginar el
horrible ogro que llegaría a ser la centralización del poder.
Es la idea fija de la
centralización de la dictadura, la que tempranamente comenzó a dividir a la
ciudad y las aldeas, a los trabajadores y los campesinos, y no como señala León
Trotsky debido a que “una es proletaria… y la otra pequeña burguesía”, sino
debido a que la dictadura había paralizado la iniciativa tanto del proletariado
urbano como del campesinado.
León Trotsky hace que
parezca que los obreros de Petrogrado rápidamente sintieron “la naturaleza
pequeño burguesa del levantamiento de Kronstadt y por lo tanto se negó a tener
nada que ver con ello”. Omite la razón más importante para la aparente
indiferencia de los obreros de Petrogrado. Es de importancia, por lo tanto,
señalar que la campaña de calumnias, mentiras y calumnias contra los marineros
se inició el 02 de marzo de 1921. La prensa soviética exudó bastante veneno en
contra de los marineros. Las acusaciones más despreciables fueron lanzadas
contra ellos, y esto se mantuvo hasta que Kronstadt fue liquidado el 17 de
marzo. Además, Petrogrado fue puesta bajo la ley marcial. Varias fábricas
fueron cerradas y los trabajadores expoliados, comenzaron a mantener consejo
entre sí. En el diario de Alexander Berkman, se encuentra lo siguiente: –
“Muchas detenciones se
llevan a cabo. Se observan comúnmente grupos de huelguistas vigilados por
Chekistas camino a prisión. Hay una gran tensión nerviosa en la ciudad. Se han
tomado precauciones elaboradas para proteger a la institución gubernamental. Ametralladoras
son colocadas en Astoria, las viviendas de Zinoviev y otros bolcheviques
prominentes. Proclamaciones oficiales ordenando el retorno inmediato de los
huelguistas a las fábricas … y advirtiendo a la población a no congregarse en
las calles”.
“El Comité de Defensa
ha iniciado una ‘limpieza de la ciudad’. Muchos trabajadores sospechosos de
simpatizar con Kronstadt han sido arrestados. Todos los marineros de Petrogrado
y parte de la guarnición considerada como ‘poco fiable’ han sido enviados a puntos
distantes, mientras que las familias de los marineros de Kronstadt que viven en
Petrogrado son mantenidas como rehenes. El Comité de Defensa notificó a
Kronstadt que “los prisioneros son mantenidos como garantía” para la seguridad
del comisario de la flota del Báltico, N. N. Kuzmin, el presidente del Soviet
de Kronstadt, T. Vasiliev, y otros comunistas. Si el menor daño es sufrido por
nuestros compañeros, los rehenes pagarán con sus vidas “.
Bajo estas reglas
férreas era físicamente imposible que los trabajadores de Petrogrado se aliaran
con Kronstadt, especialmente si ni una sola palabra de los manifiestos emitidos
por los marineros en sus documentos se permitió que llegará a los trabajadores
en Petrogrado. En otras palabras, León Trotsky falsifica deliberadamente los
hechos. Los trabajadores sin duda se habrían puesto del lado de los marineros
porque sabían que no eran amotinados o contrarrevolucionarios, sino que habían
tomado una posición junto a los trabajadores, tal como sus compañeros habían
hecho, ya en 1905, y marzo y octubre de 1917. Por lo tanto, lo planteado por
Trotsky es una difamación grosera y una calumnia consciente a la memoria de los
marineros de Kronstadt.
En la Nueva Internacional, página 106, segunda columna,
Trotsky asegura a sus lectores que nadie “podríamos decir de pasada, se
molestaba en aquellos días acerca de los anarquistas”. Eso por desgracia no
concuerda con la persecución incesante a los anarquistas que se inició en 1918,
cuando León Trotsky liquidó la sede anarquista en Moscú con ametralladoras. En
ese momento comenzó el proceso de supresión de anarquistas. Incluso ahora
tantos años después, los campos de concentración del Gobierno soviético están
llenos de anarquistas que permanecieron con vida. En realidad, antes del levantamiento
de Kronstadt, de hecho en octubre de 1920, cuando León Trotsky nuevamente había
cambiado de opinión sobre Machno, porque necesitaba su ayuda y su ejército para
liquidar a Wrangel, y cuando consintió en la Conferencia Anarquista en
Kharkhov, varios cientos de anarquistas fueron arrastrados en red y enviados a
la prisión Boutirka, donde se mantuvieron sin ningún cargo hasta abril de 1921
cuando, junto con otros presos políticos de izquierda, fueron separados por la
fuerza en la oscuridad de la noche y se les envió en secreto a varias prisiones
y campos de concentración en Rusia y Siberia. Pero eso necesita de una página
propia en la historia soviética. El punto en este caso es que los anarquistas
fueron objeto de largas meditaciones por su parte, de lo contrario no habría
habido ninguna razón para detenerlos y enviarlos a partes distantes de Rusia y
Siberia, a la vieja usanza zarista.
León Trotsky
ridiculiza las demandas de los marineros por Soviets libres. De hecho, era
ingenuo de ellos pensar que los soviets libres pueden convivir al lado de una
dictadura. En realidad los soviets libres habían dejado de existir en una etapa
temprana del desarrollo Comunista, de la misma forma que los sindicatos y las
cooperativas. Todos se habían anclado a la rueda del carro de la máquina
estatal bolchevique. Recuerdo bien que Lenin me dijo con gran satisfacción, “Tu
Gran Viejo, Enrico Malatesta, está a favor de nuestros soviets.” Me apresuré a
decir: “Se refiere a soviets libres, camarada Lenin. Yo también estoy a favor
de ellos”. Lenin cambio el tema de nuestra conversación. Pero pronto descubrí
porqué los soviets libres habían dejado de existir en Rusia.
John G. Wright dirá
que no había ningún problema en Petrogrado hasta el 22 de febrero. Esta versión
está alineada con su otra repetición del material “histórico” del partido. El
malestar y la insatisfacción de los trabajadores ya eran muy notorios cuando
llegamos. En todas las industrias que visité me encontré con la insatisfacción
extrema y el resentimiento debido a que la dictadura del proletariado se había
convertido en una devastadora dictadura del Partido Comunista, con sus raciones
diferenciadas y discriminaciones. Si el descontento de los trabajadores no se
había desatado antes de 1921 fue sólo debido a que todavía se aferraban
tenazmente a la esperanza de que cuando los frentes fueran liquidados, la
promesa de la Revolución se cumpliría. Fue Kronstadt la que reventó la última
burbuja.
Los marineros se
habían atrevido a ponerse de pie junto a los trabajadores descontentos. Se
habían atrevido a exigir que la promesa de la Revolución – todo el poder a los
Soviets – debía ser cumplida. La dictadura política había dado muerte a la
dictadura del proletariado. Eso y solo eso fue su ofensa imperdonable contra el
espíritu santo del bolchevismo.
En su artículo Wright
tiene una nota al pie de página 49, segunda columna, en la que afirma que
Victor Serge en un comentario reciente sobre Kronstadt “reconoce que los
bolcheviques, una vez que se enfrentaron con el motín, no tenían ningún otro
recurso excepto aplastarlo”. Victor Serge está ahora fuera de las costas
hospitalarias de la “patria” de los trabajadores. Por tanto, no considero como
una violación de buena fe cuando digo que si Victor Serge hizo esta declaración
achacada a él por John G. Wright, es que simplemente no está diciendo la
verdad. Victor Serge fue uno de los comunistas de la sección francesa que
estuvo bastante angustiado y horrorizado por la inminente carnicería decidida
por León Trotsky de “disparar a los marineros como faisanes”, del mismo modo
que Alexander Berkman, yo y muchos otros revolucionarios. Él solía pasar cada
hora libre en nuestra habitación corriendo arriba y abajo, tirándose el pelo,
apretando los puños de indignación y repitiendo “hay que hacer algo, hay que
hacer algo para detener la espantosa matanza”. Cuando se le preguntó por qué
él, como miembro del partido, no levantó su voz en protesta en la sesión del
partido, su respuesta fue que eso no ayudaría a los marineros y que lo marcaría
para la Checa e incluso para una desaparición silenciosa. La única excusa para
Víctor Serge en ese momento era una joven esposa y un pequeño bebé. Pero para
él afirmar ahora, después de diecisiete años, que “una vez que los bolcheviques
se enfrentaron con el motín no tenían ningún otro recurso, excepto aplastarlo”
es, por decir lo menos, inexcusable. Victor Serge sabe tan bien como yo que no
hubo motín de Kronstadt, que los marineros en realidad no hicieron uso de sus
armas, en cualquier modalidad o forma, hasta que comenzó el bombardeo a
Kronstadt. También sabe que ni los comisarios comunistas detenidos ni ningún
otro comunista fueron tocados por los marineros. Por lo tanto, hago un
llamamiento a Victor Serge a que señale la verdad. Que él fue capaz de
continuar en Rusia bajo el régimen de camaradería de Lenin, Trotsky y todos los
otros desafortunados que han sido recientemente asesinados, conscientes de
todos los horrores que están ocurriendo, es su asunto, pero no puedo guardar
silencio frente a los cargos contra él al decir que los bolcheviques estaban
justificados en el aplastamiento de los marineros.
León Trotsky es
sarcástico sobre la acusación de que él había disparado a 1.500 marineros. No,
no fue él mismo quien hizo el trabajo sucio. Él encargó a Tuchachevsky, su
lugarteniente, disparar a los marineros “como faisanes”, tal cual había
amenazado. Tuchachevsky llevó a cabo la orden hasta el último grado. Los
números se encontraron con legiones, y los que permanecieron después del ataque
incesante de la artillería bolchevique fueron colocados bajo el cuidado de
Dibenko, famoso por su humanidad y su justicia.
¡Tuchachevsky y
Dibenko, los héroes y salvadores de la dictadura! La historia parece tener su
propia manera de hacer justicia.
León Trotsky trata una
carta del triunfo, cuando pregunta: “¿Dónde y cuándo se confirmaron sus grandes
principios, en la práctica al menos parcialmente, siquiera en tendencia?” Esta
carta, al igual que todas las demás que ya ha jugado en su vida, no le va a
hacer ganar el juego. De hecho, los principios anarquistas en la práctica y
como tendencia se han confirmado en España. Estoy de acuerdo, sólo parcialmente.
¿Cómo podría ser de otro modo con todas las fuerzas que conspiran contra la
revolución española? El trabajo constructivo realizado por la Confederación
Nacional del Trabajo (CNT), y la Federación Anarquista de Iberia (FAI), es algo
nunca pensado en el régimen bolchevique en todos los años de su poder; y sin
embargo, la colectivización de las industrias y de la tierra se destacan como
los mayores logros de cualquier período revolucionario. Más aún, incluso si
Franco vence, y se extermina a los anarquistas españoles, el trabajo que han
comenzado seguirá viviendo. Los principios y tendencias anarquistas están tan
profundamente arraigadas en el suelo español que no pueden ser erradicados.
FUENTE: https://naturalezaydialectica.wordpress.com/2016/02/16/trotsky-se-queja-demasiado-emma-goldman-1938/
TRADUCCIÓN: Ignacio Argonauta
Primera publicación: Por la Federación Anarquista,
Glasgow, 1938; Introducción de los editores: Este panfleto surgió de un
artículo para Vanguardia, una
publicación mensual anarquista en Nueva York. Esta nota apareció en la edición
de julio de 1938, pero debido al limitado espacio de la revista, solo una
fracción del manuscrito original pudo ser publicado. Aquí aparece
revisado y en su mayor extensión.
1“Mi desilusión en Rusia“,
p. 239.
La Checa (Cheka) fue el órgano de inteligencia
soviética encargado de la represión, siendo posteriormente sucedida por la GPU.