El análisis de las sociedades imperfectas contemporáneas nos traspone en un
comienzo a la utopía de un estado ideal en el que como afirmó Marx "se
desvanece ya el estado". El tono cuasi-religioso de una obediencia a las
ideologías, verdaderas "ideocrasias" como las llama el Teólogo
Protestante Tillich es producto de una imaginación política que induce a
confundir los propios deseos con la realidad.
La segunda alteración establecida en una democracia y el capitalismo es la
llamada revolución de los técnicos. En la nueva estructura sociológica ellos
podrán explotar y desarrollar las zonas atrasadas del mundo. Es esta mentalidad
y la burocracia que le es solidaria, a la que Heidegger, filósofo existencial
ha designado como una "locura técnica". En esta misión de hacer
comprensible y pedagogizar el desarrollo surge la ambición e inclemencia propia
del tecnócrata y su época.
Una tercera deformación más superada es el "socialismo del
bienestar". De origen inglés esta tendencia populista supone la creación
de verdaderos entes estatales con derivados de un nacionalismo cultural y del
folklore.
Los excesos de estos tipos sociales provocan la emergencia de las élites,
sectores desclasados y flexibles socialmente que poseen aquel genio no siempre
ejemplar de contemplar la deterioración rápida de las estructuras de autoridad.
Tradicionalmente la protesta de éstos contra la burguesía, lo era si par una
aristocracia y no por el hombre de la calle como lo explicó recientemente
Salvador Dalí, corresponde al espíritu anti-artístico y anarquístico, que
surgió en la crisis espiritual a fines de la primera guerra. En contraste al
socialismo idealista europeo y la antigua estructura piramidal jerárquica en
que se desenvolvían antes las "bellas aristocracias", nos es dable
analizar la rebelión contemporánea frente al exceso de orden y lo que la Nueva
Izquierda francesa llama suavización de las
costumbres.
El poeta W. H. Auden
ha explicado esta situación cuando dijo alguna vez "lo que llamamos mal
fue una vez bien". El anarquismo como teoría se opone a todo género de
autoridad impuesta. El concepto vulgar lo identifica con las negras banderas de
la ira y la violencia. "La alegría de la destrucción es una alegría
constructiva" ha afirmada una vez Bakunin y podemos aun en sus palabras
ver aquella rebelión que siempre demanda y recrea moderación y que tipifica el
pensamiento revolucionario. Un antecedente 600 años antes de nuestra Era es Lao
Tse:
"Producción sin posesión
acción sin imposición
evolución sin dominación"
¿Cuál es el sentido de las protestas estudiantiles europeas recientes, o por
así decirlo el uso y el valor de estas acciones en apariencias limpias y no
cotizables? El elogio de Sartre: "Algo ha venido de ustedes que es
asombroso y abrumador. Niega todo lo que nuestra sociedad como es hoy día, ha
realizado. Es lo que llamaré la extensión de los límites de lo posible. No lo
renuncien". La crítica política: "Los leves motivos mediocres son
acecho de bienes materiales y las máscaras estupefacientes del
conformismo". Señalan por igual una decadencia de instituciones
centralizadas (naciones, federaciones, constituciones, conglomerados) y todo
tipo de estructura colectiva. El eclipse del estado "liberal" y la
tiranía de los "niños del cuarto de atrás", los "expertos"
sin rostro que controlan nuestras instituciones, y departamentos
"civiles", bancos mercantiles, consejos económicos y las muchas
categorías sociales en que somos ubicados: casas de corrección, hospitales,
cuerpos de defensa y otros de paz. El tedio frente a instituciones cada día más
perpetuantes y absorbedoras. El hastío hacia los que administran hoy la bondad.
Históricamente la crítica se dirigió a los "esclavos del
sueldo" y propuso una solidaridad comunal y el gobierno propio, por lo
menos en Kropotkin el Príncipe y Explorador Anarquista. Mas en nuestros días la
subversión es hacia unas tendencias tiránicas del estado actual, que oculta
rasgos divinizantes del deseo de poderío criollo de origen hispánico. Este
predominio supone también la pérdida de una intimidad en el diálogo con
"el otro" y gradual masificación de instintos y
"necesidades". Pretende la teoría anarquista que éstas sean
remplazadas por la condición de iniciar una "libre actividad" y
comunidad. La contradicción inherente a este movimiento la describió Bertrand
Russell en 1919: "No se puede negar que el gobierno de una mayoría pueda
ser casi tan hostil a la libertad como el gobierno de una minoría. El derecho
divino de las mayorías es un dogma tan alejado de la verdad absoluta como
cualquier otro" (p. 60). Por otro lado en esta cultura "la
pérdida de talento, actualmente, en las clases pobres de la sociedad debe ser
tremenda" (p. 157). Esto, nos lleva al ocio y las distracciones que en el
mundo de hoy no son aun la alegría de sus multitudes. "Donde hay tantas
horas más libres que en la actualidad, habrá tanta más gente con un
conocimiento de la ciencia o una apreciación del arte" (p.l66). Estos
aspectos irreconciliables con las desastrosas jerarquías de "eminentes
oficiales" que han sin duda oprimido y achatado un universo
ético-cultural. Se impone búsqueda de un nuevo estilo de vida y la liderización
dinámica que haga posible una división del trabajo en el tiempo y una
distribución armónica del ocio y las distracciones bajo formas nuevas de la
existencia social y cultural. Es problemático que un socialismo latinoamericano
de estado como el que ahora se ha establecido en Cuba o Chile pueda aumentar
las capacidades de apreciación espontánea y no dirigida del "arte para el
pueblo”. En este sentido ciertas formas del pluralismo o anarquismo socialista
se muestran más apropiadas para proveer esa participación unánime, en aquellas
puertas de la dicha que se abren hacía afuera para la humanidad, que no teniendo
nada que hacer es transportada hacia regiones que jamás han sido experiencia,
(los contenidos de belleza, o las alegrías íntimas de la creación artística).
Se instaura así no sólo una sociología, sino una poética del nuevo fenómeno del
ocio, que muy distinto del de la ociosidad, debe ser reconocida no tan sólo
como recreación, sino medio para salvar o redimir al hombre de aquella su
búsqueda del tener, para que un poco empiece a ser. En tal orden o
civilización los avances técnicos se usarán ya no para aumentar la producción
de artefactos y comodidades sino la cantidad del tiempo libre dedicados al arte
y el pensamiento. Sólo métodos de este tipo permitirán redimir una cultura, del
marco estéril y confuso en que la han sumido minorías más confortables en el
snobismo único en la historia de la ignorancia y la estupidez anestesiada y
proletarizante del folklore, el azar y el whisky. Una verdadera y llana
"crisis en la cultura" boliviana y contemporánea. Ante ese paradigma
de libertad prohibida e indolente, estoy con los que con Ingmar Bergman
son unos de los que llevan piedras por la colina para construir la
catedral. Que ello sea "complejo Gótico" no es importante si
existen otros en esa realización común, "pues donde no hay horas libres,
el arte y la ciencia mueren y todo progreso se hace imposible". Este el
aspecto más pleno de una estética del ocio en la concepción de Kropotkin. Es
esa acción libre, en que se dibuja la nueva poética humana, de manera que el
hombre goce de sus derechos como tal. En la obra Campos, fábricas y talleres
de 1912 intentó señalar como aquellas cosas que son consideradas lujos pueden
ser obtenidas para todos si se unen en la otra mitad del día, después de estas
labores, en toda suerte de asociaciones libres, persiguiendo todo fin posible —
educacional, literario, científico, artístico o deportivo.
En camino de ser superada aquella sociedad piramidal-represiva, surge la
influencia enorme y desordenada de los medios masivos. Tal suceso y diluvio un
poco "maravilla, vagabundeo y enigma" y vida enriquecida, recuperada
que revierte en nuevas formas sociales de rendimiento que sustancialicen la
autogestión del control económico y creativo por la sociedad misma,
quehacer templado que ociosamente permite organizaría de modo que pueda ya
vivir sin gobierno.
En tal utopía se realiza el progreso. En medio de la tiranía tecnoindustrial de
la sociedad del consumo, surge desobediencia a cualquier autoritarismo,
comprendida la dictadura del proletariado y esas complacidas jerarquías en las
burocracias partidarias y sindicales.
Después de todo "no es necesario para nada establecer distinciones entre
monarca y plebe, toda autoridad es igualmente mala".
Oscar
Wilde. El Alma del Hombre bajo el Socialismo. 1891.
Bertrand Russell. Los
Caminos de la Libertad. 1917.
Kropotkin. Artículo
Póstumo en la Enciclopedia Británica.
Hebert Read. La
Política de los No Políticos. 1943.
[1] Agradecemos a
Gustavo Soto, editor de las obras del ácrata cochabambino Jorge Zabala, actualmente en
proceso, por hacer llegar este texto, del libro Mundo Compartido. Imagen: cuadro de Jennifer Ann Gubrud.