Sentada en el suelo de la biblioteca pública, con
la pollera extendida como una flor de cucarda, Silvia Rivera Cusicanqui, la
socióloga e historiadora boliviana más importante dentro de la corriente de los
estudios poscoloniales latinoamericanos, argumenta con vehemencia sobre sus
convicciones intelectuales de mujer indígena y luchadora, con una postura
política sobre la situación del país, que desafía los discursos oficialistas
sobre los movimientos sociales.
Rivera ha llegó a Sucre para disertar en el VIII
Congreso de Estudios Bolivianos; el tema: las prácticas de resistencia de los
artesanos y obreros anarquistas de principios del siglo XX en La Paz. El
auditorio está lleno, ella inicia con algunas bromas y luego, poco a poco, va
desentramando desde sus reflexiones teóricas una vision crítica de la historia
boliviana.
Concluida su intervención, se toma unos minutos
para conversar sobre su exposición a pesar de la marea de colegas que se ha
volcado a la testera para hacerle consultas, pedirle libros y ofrecerle sus
expresiones de respeto. El evento continúa, así que ella sale del auditorio
para ofrecer esta entrevista, que inicia cuando se acomoda en el suelo lanzando
esta expresión: “En el piso se sientan las cholas”.
Hoy habló
de una categoría analítica con la que usted define una práctica política de los
sectores populares paceños de principios del siglo XX organizados en la
Federación Obrera Local (FOL), lo que usted llamó el “Anarcho comunitarismo”,
¿podemos ahondar en este tema?
Digamos que es una especie de neologismo que yo
medio que me invento para distinguir aquellas doctrinas que se ponen de moda y
que cierta elite las asume de un modo muy liviano, y que les dura como les dura
una epidemia de infancia, digamos como una escarlatina, y después vuelven al
redil, eso pasa con el mundo que llamamos k`ara, con el mundo que puede
llevarse a un socialismo k`ara, o a un mundo digamos de elitismo, es el
sinónimo del elitismo, y el elitismo tiene que ver con el divorcio entre lo que
se dice y lo que se hace, entonces, en estas formas de sociabilidad que
yo llamo anarcho comunitaristas, nuestra clave ha sido encontrar coherencia
entre las palabras y los actos, a tal extremo, que no permitían que ningún
universitario de la élite se apareciera en la FOL a enseñarles, porque le
decían "yo le voy a creer a usted el rato que usted sepa de arar o hacer
un mueble, o construir una casa, y ahí recién podemos escuchar sus
doctrinas". Con esto quiero decir que hay un intelectual salido del
trabajo manual, de la experiencia de lucha, y hay otro intelectual, otro tipo
de intelectual salido del mundo libresco, salido de las universidades donde las
modas son efímeras, y las modas a veces capturan a los sectores disidentes y
los convierten en un mercado de palabras.
Pero usted
crea esta categoría, que es una palabra.
Es una palabra que quiere escapar de la captura y
por eso es antipática como palabra y riesgosa.
¿Y quizás
puede resultar también jocosa?
Si, tiene algo, porque si me toman demasiado en
serio, ya van a empezar los intelectuales y la universidad de Pitsburg y no se
quién más, a hacer un chenko con mis ideas, y no me da la gana.
Usted lleva
esta distinción al terreno del lenguaje, pero explica también que se trata de
una disputa en el terreno del lenguaje en el momento en que se experimenta la
resistencia. ¿En ese contexto existen otra formas de expresión?
Los códigos de vestimenta, la performance
pública, el aparecer digamos en medio de un bloqueo de caminos, donde los
soldados que están ahí tratando de despejar el bloqueo y están muertos de
hambre, y las señoras vienen y hacen un aptapi y los soldados están ahí
antojándose, y el rato que se están yendo les invitan las sobras, eso es todo
un discurso político, les están diciendo "nosotros producimos lo que
ustedes consumen", es todo un manifiesto ese gesto. Bolivia está lleno de
eso y mi libro Sociología de la Imagen es precisamente la exploración en el
mundo del mas allá de las palabras y tratar de hacer de las palabras un recurso
de comunicación y no un fetichismo del lenguaje, porque es bien fácil, de todas
las palabras se apropia el Estado y los poderes, y nos andan jalando la lengua
por todo lado para remozar sus discursos, pero lo que pasa es que no cambia
nada en sus vidas.
Lo que me
llama la atención es que las formas de resistencia y la forma en que se
expresan estas formas de resistencia que están ligadas a la vida cotidiana,
como usted comentaba, encuentran otros vehículos para comunicarse, ¿Usted
quiere rescatar eso al crear una nueva palabra?
Yo tengo que venir a veces a encuentros, porque
obviamente yo tengo una cierta trayectoria de alguien que piensa y que escribe,
pero yo no me debo a ese mundo letrado al cien por ciento, porque me parece que
la realidad pasa más abajo del radar de la academia y de la política, sobre
todo de la macropolítica, y encuentro que es altamente riesgoso el esfuerzo que
hace el Estado sobre todo éste Estado, por capturar nuestras palabras, por
usarlas de un modo distorsionado, para crear una apariencia de lo que no hay.
No hay plurinacionalidad, lo que hay es extractivismo, desarrollismo, lo que
hay es brutalidad al referirse a lo indio. Evo Morales certifica a los indios,
cuando le da la gana los pone arriba o los baja, como si ellos y ellas no
tuvieran su propia palabra. Entonces yo que estoy fuera del circuito
estatal, y no me acerco mucho por precaución, necesito también protegerme un
poco, y de esa manera genero cierto tipo de reflexiones, que no son
convencionalmente académicas pero que son teóricas, y eso mucha gente joven me
entiende, con eso me basta, y si del radar para arriba no me entienden, mejor.
¿Ahí entra
el tema de la diversidad que usted mencionaba en su exposición?
Claro es una práctica cheje, es una práctica mezclada, manchada que
básicamente nos ha permitido sobrevivir.
Sobre la trayectoria de Silvia Rivera
Silvia Rivera es una intelectual de ascendencia
ayamara nacida en 1949, cuya vinculación a las luchas de los movimientos
sociales bolivianos, le ha valido una vasta obra de reflexión sobre la historia
y la sociología boliviana. De su paso por el movimiento katarista surge su
libro “Oprimidos pero no vencidos. Luchas del campesinado aymara y qhichwa de
Bolivia, 1900-1980”. Este libro ha sido editado en varias ocasiones en
castellano y otros idiomas y se ha convertido en un clásico del pensamiento
boliviano de la segunda mitad del siglo XX. Entre la diversidad de aportes
teóricos de Rivera, se le reconoce el lúcido análisis de lo que se llamó el
“colonialismo interno”, entendido como forma de reproducción de un orden
dominante y excluyente de la población campesina e indígena de Bolivia. Por
ello, se la ubica como uno de los principales referentes de los estudios
postcoloniales latinoamericanos, junto a Walter Mignolo, Santiago Castro Gomez
y Aníbal Quijano.
Junto a otros intelectuales, en 1983, Rivera
funda el Taller de Historia Oral Andina, entidad pionera en los estudios de la
memoria oral de los indígenas del altiplano, que publico una serie de estudios,
que analizan la resistencia de las clases subalternas.
Rivera posee una vasta producción bibliográfica,
pero también ha producido documentales que reflejan la lucha de los anarquistas
bolivianos a principios del siglo XX.
En 1990 recibió la Beca Guggenheim, y en 1993 fue
nombrada Profesora Emérita de la UMSA, y también ha sido profesora invitada de
diversas universidades de todo el mundo.
En 2014 el Programa de Investigación Estratégica
de Bolivia (PIEB), le entregó el premio nacional de ciencias sociales y humanas
a la trayectoria intelectual.
Un fetichismo
Silvia Rivera - Socióloga: "Mi libro
Sociología de la Imagen es precisamente la exploración en el mundo del mas allá
de las palabras y tratar de hacer de las palabras un recurso de comunicación y
no un fetichismo del lenguaje".
El peligro
Silvia Rivera - socióloga: Es altamente riesgoso
el esfuerzo que hace el Estado sobre todo, este Estado, por capturar nuestras
palabras, por usarlas de un modo distorsionado, para crear una apariencia de lo
que no hay, no hay plurinacionalidad, lo que hay es extractivismo, desarrollismo,
lo que hay es brutalidad al referirse a lo indio”.
En su presentación, Silvia Rivera, disfrazada de chola, utilizó una antigua manta que le obsequió una de la cholas anarquistas de la FOF paceña en la década del 80'. Este reportaje fue publicado por el periódico sucrense "Correo del Sur", el 24/VII.