El poeta cochabambino MAN CESPED es uno de los primeros ecologistas locales; gran defensor del árbol, escribió hermosos textos sobre esta forma de planta. El árbol es una metáfora de la vida. En el día del árbol, he aquí una selección extraída de su libro “Sol y Horizontes”.
PROTEGED AL ARBOL
PROTEGED al árbol, esa fortaleza eterna de bienes inagotables. Toda planta es una vida fácil y bella, cuya rusticidad no debe ser motivo de indiferencia o maltrato. Las plantas, con exhalaciones vaporosas, como oraciones de la tierra, atraen la gracia de la lluvia, y con sus raíces, como clavos de la vida, aseguran los terrenos defendiéndolos de los torrentes. Ellos, como frescos bálsamos en la fiebre de los yermos, son el alivio de los campos desolados; ellos son el lazo florido entre la tierra y el hombre la espontánea primicia de los tributos de la Naturaleza a la vida. Sin ellos no existiría ni criatura ni amor, porque sin ellos no habría belleza ni pan.
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A robustecer la fuerza de nuestros ideales con el ejemplo de los árboles, que venciendo los rigores de la inclemencia y las dudas del tiempo, alzan sus ramas en aspiración de luz y cielo, yendo con fe ciega, al augusto destino, de su floración gloriosa.
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Los hombres somos como los árboles. Mientras que la adulación es el riego de estiércol que fomenta nuestra opulencia vana, la censura es la podadera que nos quita todo lo inútil
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Dar de sí, es la noble función del altruismo; alto socialismo de la élite,
socialismo cristiano que imita al árbol que es el más altruista de los seres de
la creación.
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ES preciso que las nuevas generaciones se desprendan del árbol de la vieja consagración de los prejuicios seculares. Es preciso vivir la verdad, porque la mentira sólo conduce a la ruina.
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La belleza es la parábola del cristianismo de la naturaleza, que
dice al árbol y al pájaro, al insecto y a la flor: "amaos los unos a los
otros".
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Al campo. A saludar a los sembrados, que son los señores de la abundancia. A interrogar a los árboles, que nos responden con la ternura de las esperanzas.
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Escuela de cultura espiritual es la contemplación de la belleza, y sobre
toda razón de interés deben conservarse esas cátedras del conocimiento de Dios.
Industrias malditas las que exterminan fauna valiosa para dar pábulo al lujo.
Instinto criminal el que daña al árbol que embellece o da sombra al camino, el
que destruye las plantas ornamentales y mata la avecilla de rico plumaje,
porque apagando esas joyas vivas de la existencia, roba placidez y encanto a la
vida.
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Amor al amor de la Naturaleza; al cielo, que es la piedad de la ilusión; al
árbol generoso; al agua hermana, y a la tierra madre. Amor a la justicia y a la
verdad; al entendimiento y a la sabiduría. Amor a la sencillez y a la bondad, a
la sinceridad y a la nobleza; a todas las pequeñas grandes virtudes.
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Haced el bien, el pequeño bien, ese que no importa más que apartar una
piedrecilla díscola del camino, echar de la vereda una cáscara perversa,
libertar un pájaro, curar un árbol, sembrar una semilla; eso, lo pequeño, lo
insignificante, es lo más grande, lo más apreciable, porque lo grande es el buen
intento, el noble propósito; el hecho es sólo la materia parva que diría
un teólogo, el pequeño motiva que apenas es el detalle de una forma fugitiva,
siendo lo inmanente, lo sustancial, el buen espíritu de la acción.
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Haced ahora esos bienes. Después cuando seáis mayores, podréis hacer otros bienes grandes, ya no por pequeños, sino por nobles y poderosos. Entonces el pájaro, podrá ser el niño que libertéis de la miseria; el árbol enfermo, el hombre que merezca vuestro cuidado, y la semilla podrá ser semilla de edificación, piedra fundamental de taller, de escuela o de hospital.
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La nobleza es la más pura expresión de la bondad, y la más alta calidad del
sentimiento. La nobleza no es privilegio, es facultad. La nobleza es motivo
docente, se puede aprender y se debe enseñar. La nobleza, no, es la sangre
azul que pretende el orgullo humano, es rústica carne de Dios, que no sólo
prende en el árbol, sino también en la bestia.
IMAGEN: Jacarandá y Sauce, según el pintor Germán Jaldín.
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