Merece la pena que nos detengamos en la figura de
Gustav Landauer, al que ya mencionamos de pasada en la entrada anterior. Un
hombre de gran actividad intelectual y militante, que fue capaz de elaborar un
pensamiento social propio de forma sólidad y coherente, y que trabajó hasta el
fin de sus días por sus convicciones de emancipación de la humanidad, algo por
lo que será vilmente asesinado.
Gustav Landauer, como ya dijimos, era un hombre
de múltiples facetas y de conocimientos impresionantes. Sus influencias eran
variadas, como corresponde a un librepensador: Spinoza, Schopenhauer, Ibsen,
Nietzsche, Proudhon, Bakunin, Kropotkin, Tostoi…; también incidieron en su
pensamiento el Garden City Movement de Geddes y el Arts and Crafts Movement de
Ruskin. Así, llegó a elaborar una filosofía social propia, así como una teoría
revolucionaria. Landauer perteneció a una familia judía de clase media en una región
con un largo historial de inconformismo social, en la que también nacieron y se
formaron otras dos importantes figuras anarquistas: Johann Most y Rudolf
Rocker. Si uno de los primeros empeños de Landauer fue la lucha contra el
incipiente Estado alemán, militar y centralizado, no fue menor su oposición al
socialismo igualmente centralizado y estatista que promovía el partido
socialdemócrata alemán.
En 1892, fue uno de los organizadores en Berlín
del grupo Die Jungen, al que también perteneció Rocker una vez fuera
expulsado del partido socialdemócrata; asumió la labor de editor de la revista
del grupo, El socialista, desarrollando en ella una feroz crítica al
socialismo autoritario; el objetivo era, en la línea anarquista de Bakunin y
Kropotkin, sustituir el Estado por una federación de comunas autónomas
organizadas desde la base. Su visión histórica era igualmente ecléctica, de tal
manera que no poseía la habitual rigidez marxista sobre la lucha de clases como
motor histórico; tenía en cuenta también la voluntad de poder en el desarrollo
de la civilización y admiraba aquellos ejemplos del pasado de comunidades
descentralizadas. Landauer sería expulsado en 1893, junto a Rosa Luxemburgo, de
la Segunda Internacional de Zurich; también lo fue en 1896 del Congreso de
Londres, junto a Malatesta y Domela Niewenhieus, y esa sería la última vez que
los anarquistas intentaran entrar en las sesiones de la Internacional
Socialista.
Será en el mismo año 1893 cuando Landauer
publique su novela El predicador de la muerte, aunque no podrá continuar
su actividad literaria al ser condenado a prisión por sus textos subversivos en
El socialista, publicación que también será temporalmente suspendida.
Sus ingresos en la cárcel serán continuos, lo que no impedirá que continúe
publicando en El socialista hasta el fin de la década; la revista
adquirirá notable prestigio intelectual, aunque el discurso filosófico de
Landauer no terminará de llegar a la clase trabajadora y a los más humildes.
Con algunos intentos de cambiar de línea, la publicación cerrará
definitivamente en 1899. Si hasta ese momento, su claro referente había sido el
anarquismo revolucionario de Bakunin y Kropotkin, a partir de entonces recibirá
la influencia de Proudhon, para él "el más grande socialista de todos",
y de Tolstoi; del mutualismo proudhoniano, adoptó la noción de una banco
popular para otorgar créditos baratos a los pequeños productores. Su evolución
le condujo también a una concepción pacífica y gradual de la revolución; el
federalismo de Proudhon, junto a la ética de apoyo mutuo de Kropotkin, le
sirvió para promover comunidades cooperativas pacifistas, que resistieran al
Estado de forma pasiva en lugar de llevar a cabo la rebelión armada o la
propaganda por el hecho. Su visión de la huelga también adquiría tintes
especiales, ya que consideraba que no suponía la interrupción del trabajo, sino
su continuación para beneficio de los trabajadores autoorganizados. El Estado
era para Landauer la negación del amor y de la humanidad, por lo que apeló a
intelectuales, trabajadores y campesinos para superar su alienación y escapar
de ese sistema de coerción fundando comunas urbanas y rurales.
Por lo tanto, el pensamiento de Landauer
evolucionó hacia la negación del socialismo como la irrupción violenta de algo
nuevo, ya que consideraba que se traba de algo ya presente que había que
desarrollar, una especie de "sociedad alternativa" o
"contracultura" que podía servir de ejemplo a otros para extender la
transformación social. También se ha dicho que Landauer recibió la influencia,
con esta concepción, de Étienne de la Boétie y su Discurso sobre la
servidumbre voluntaria, según el cual las masas debían dejar de sustentar
las instituciones autoritarias para fundar la sociedad libertaria. Así,
Landauer creó en 1908 la Liga Socialista, un intento de iniciar esa alternativa
social con grupos naturales y voluntarios; es lo que posteriormente se conocerá
en el movimiento anarquista español como "grupos de afinidad"; tres
años más tarde, la Liga tenía más de 20 grupos en diversas ciudades alemanas,
suizas y francesas. No obstante, Landauer jamás abandonó del todo la teoría
revolucionaria de masas, pero consideró con lucidez que el cambio debía ser
también de índole espiritual; después de todo, el anarquismo jamás consideró la
conquista del poder un objetivo, algo que puede considerarse la máxima
expresión de la violencia. Respecto a su concepción de la lucha contra el
Estado, merece la pena que recordemos su conocido pasaje: "El Estado es
una condición, una cierta relación entre seres humanos, una forma de conducta
humana; lo destruimos formando otras relaciones, comportándonos de forma
diferente".
Aunque Landauer adquirió un gran prestigio en
círculos intelectuales y artísticos, su oposición a la Primera Guerra Mundial,
acusando a Alemania de ser la agresora, le granjeó no pocas enemistades entre
sus compatriotas. Para este autor, tal como escribió ya en 1912, "La
guerra es un acto de poder, de asesinatos, de latrocinios", "…la
expresión más agria y clara del Estado". En 1916, escribirá al presidente
Woodrow Wilson para mostrarle la necesidad de preservar la paz y fundar una
asociación de naciones para controlar las armas y defender los derechos humanos
en todo el mundo. En noviembre de 1918, estalló la llamada revolución bávara en
la que Landauer tuvo un papel primordial organizando los consejos de obreros,
campesinos y soldados para empezar a construir la sociedad federal en la que
tanto confiaba; siempre se mantuvo fiel a sus principios, defendiendo ese
sistema de consejos y cooperativas basados en la autonomía y la autogestión,
denunciando el socialismo de Estado y la dictadura que estaba desarrollándose
en Rusia. Desgraciadamente, aquella esperanza incipiente se vio pronto truncada
por el crimen de Estado. A principios de mayo de aquel año de 1919, el ministro
de defensa de Berlín mandó unidades para acaba con la revolución bávara; al día
siguiente, Landauer fue arrestado y cobardemente asesinado en prisión. Su amigo
Kurt Esiner, en el mes de abril de aquel mismo año, Rosa Luxemburgo y Karl
Libknecth, en enero, habían sido también vilmente eliminados; junto a estas
conocidas figuras, muchos otros centenares de personas fueron encarceladas,
torturadas y asesinadas por su intento de crear una sociedad mejor en un
momento crucial para el desarrollo de la humanidad en uno de los siglos más
sangrientes e ignominiosos.
Capi Vidal
2013
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