Neomaltusianismo
es una palabra que molesta al Vaticano y a la izquierda tradicional. Designa,
según ellos, un complot para acabar con los pobres, una política de
esterilización de mujeres sin aviso previo, una apoteosis del racismo. Tienen
alguna razón. Recuerden la llamada ética del bote salvavidas propugnada en 1970
por el biólogo Garrett Hardin: a quienes quieran subirse a la barca de los
países ricos hay que golpearles los dedos y que se ahoguen en el mar (o se
mueran en el desierto de Arizona). Ellos tienen la culpa de sus males por sus
excesos reproductivos.
Pero esa no es la
única variedad de neomaltusianismo. En 1931 la feminista anarquista brasileña
Maria Lacerda de Moura publicó un libro, Amai-vos e não vos multipliquéis.
Lo que quería decir es: Amaos más y no os multipliquéis tanto. Eso no le
gustaba ni le gusta al Vaticano.
Maria Lacerda de
Moura escribió, pensando en una parte de la izquierda de su época: la mujer no
es otra cosa que una máquina destinada a fabricar carne de cañón o de
barricada. Para ellos, no existe el problema femenino. La mujer, para ellos,
está al servicio de la procreación irreflexiva e inconsciente.
El neomaltusianismo
de Mara Lacerda de Moura era radical, feminista, anarquista. Había llegado de
Europa a Estados Unidos, Argentina y Uruguay a partir de 1890. Se oponía en un
punto crucial a las doctrinas de T.R. Malthus, que en 1798 había publicado su
influyente libro El principio de la población. Malthus aseguraba que
mejorar la situación de los pobres era tarea inútil. La población crecería
exponencialmente si había comida disponible. Pero la producción de alimentos
estaba sujeta a rendimientos decrecientes. A menos que hubiera guerras o
pestes, o a menos que la gente dejara de amarse y procrear, íbamos a lo que
llamamos una crisis maltusiana de subsistencias. Malthus se equivocó. La
producción de alimentos ha crecido mucho, entre otras razones por los insumos mayores
de fertilizantes y por el agua de riego. Por tanto, el rendimiento energético
de la agricultura industrial moderna ha disminuido. Pero no hay crisis de
subsistencia. El hambre no es por falta de alimentos, sino por mala
distribución.
Además, en contra
de Malthus, sabemos que la población mundial se acerca ya a su pico, unos 9 mil
millones hacia el año 2050. Los humanos decidieron colectivamente dejar de
crecer. La población humana probablemente baje algo después de 2050.
Hubo en la Europa
mediterránea, pero también en Suecia, también en América, grupos anarquistas
que defendieron el control de la natalidad hacia 1900. Este movimiento
neomaltusiano reinterpretó las teorías de Malthus.
Mientras Malthus
decía que el crecimiento de la población tenía lugar en progresión geométrica,
ellas y ellos concluyeron que era necesaria una reducción de las tasas de
natalidad para frenar el excesivo aumento de la población mundial. Malthus
propugnaba la abstinencia sexual, sin llegar a preconizar los métodos anticonceptivos.
La ruptura del neomaltusianismo de 1900 con las ideas de Malthus estriba en la
divulgación de la anticoncepción como forma de control de la natalidad.
Quienes se
llamaron neomaltusianos fueron perseguidos y encarcelados como enemigos de la
Iglesia y del Estado (Paul Robin, Madaleine Pelletier, Marie Huot, en Francia;
Luis Bulffi –apoyado por Francisco Ferrer y Guardia– en España; Emma Goldman y
su discípula Margaret Sanger, en Estados Unidos…). Sostenían con razón que el
reverendo Malthus era un reaccionario incapaz de entender que las mujeres
podían escoger el número de hijos que querían tener. Para eso hacía falta que
tuvieran libertad. Hacía falta que hubiera una procreación consciente. En
España, la mayor parte de las y los neomaltusianos eran anarquistas, aunque no
todos los anarquistas fueran neomalthusianos. (El mejor estudio histórico sobre
el neomaltusianismo anarquista es de Eduard Masjuan.) Me pregunto qué decían
los Flores Magón sobre este tema de la población.
Neomaltusianos
como Sebastian Faure hablaban y escribían sobre el problema de la población.
Una conferencia con este título, celebrada en París el 16 de noviembre de 1903,
fue presidida por Nelly Roussel y traducida inmediatamente en Barcelona como
volumen 1 de la Biblioteca de Amor y Maternidad Libres. Tiempos aquellos. Al
contrario de Malthus, los neo-maltusianos pensaban que no había fatalidad
alguna en el destino demográfico de la humanidad. Era posible regular la
natalidad y eso iba unido a la libertad de las mujeres. Madaleine Pelletier en
Francia fue recluida por defender la libertad de aborto. Los neomaltusianos
italianos tuvieron que exiliarse cuando Mussolini llegó al poder. En la década
de 1930 todavía el Estado francés quiso prohibir los primeros ensayos de
vasectomías.
* Investigador,
pionero en el campo de la economía ecológica
Maria Lacerda de Moura
No hay comentarios:
Publicar un comentario