Alcides D’orbigny, en septiembre de 1830 estaba en Cochabamba, y sus impresiones como naturalista ilustran las características del clima en la bioregión valluna durante ese periodo:
“La temperatura es muy agradable. Aunque situada en la zona tórrida, la elevación del valle sobre el nivel del mar le da las características de una región muy templada, donde no hace ni tanto calor ni tanto frio como en Provenza: el olivo no se hiela nunca. En el mes de septiembre, es decir, al comienzo de la primavera, el máximo de temperatura no me dio nunca arriba de 18 a 20 grados centígrados, y la proximidad de las montañas nevadas produce a menudo una frescura saludable”.
El valle es comparado por D’orbigny con una de las regiones más hermosas de Francia, con su paisaje y clima mediterráneo, pero tambien productiva; por otro lado, la importancia fundamental de los vientos de la cordillera en la regulación bioclimática valluna, es destacada por el científico, son los vientos que refrescan, frio y húmedo debido al nevado del Tunari. La temperatura máxima en el mes de septiembre medida por el explorador galo fue 18 a 20 grados centígrados, sorprendente, pues este año, 2015, casi 200 años después, el 15 de septiembre llegó a marcar 31 grados, y la temperatura promedio del mes fue de 27 grados centígrados; una diferencia de por lo menos 7 grados. No existen más las montañas nevadas permanente en el Tunari, que deslumbraron a D’orbigny, y que refresquen los vientos dirigidos al valle.
Que mayor evidencia de los efectos del cambio climático en escala local?
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