IVÁN CONTE
El 4 de mayo de 1979 Margaret Thatcher fue
elegida primera ministra del Reino Unido. Aquel día se hacía oficial el acceso
al poder de la derecha más conservadora, algo que no ocurrió de un día para
otro sino que fue la culminación de un proceso gradual que arrancó a finales de
la década de los ‘70. Del mismo modo, el subsuelo musical tampoco reaccionó de
repente a la llegada a Downing Street de la dama de hierro. Al fin y al cabo,
el punk ya tenía dos o tres años, e incluso ya se había transformado en
postpunk.
Algunos ejemplos de LP publicados en 1979 son el Y
de The Pop Group, el Metal Box de PiL o el Unknown Pleasures de
Joy Division. Discos mucho más ambiciosos musical e ideológicamente que los de
la primera ola punk y en cuya música y letras se filtró la preapocalíptica
situación de la época, consecuencia del ninguneo al que sometió la Thatcher a
toda comunidad susceptible de reclamar legítimas ayudas del gobierno. Precisamente,
los grupos marginados provenían básicamente de la clase obrera y los
inmigrantes, no por casualidad los dos principales grupos sociales de los que
salieron muchos de los grupos de los que hablaré a continuación.
Estábamos a cinco años de 1984 y muchos aspectos
de la novela de Orwell ya eran una inquietante realidad. Pocos meses después de
la llegada al poder de la Thatcher, The Human League sampleaban al final de su
canción The World Before Last una frase extraída de un noticiario que
dice: “...y describió los primeros tres meses en el poder de Margaret Thatcher
como desastrosos”.
La distopía, por tanto, se afianzaba como
realidad y el subsuelo musical británico reaccionó en contra de la filosofía
individualista y capitalista y del desprecio hacia la clase obrera y los
inmigrantes defendidos por la dama de hierro. Cantantes y grupos de distintas
generaciones escribieron canciones en contra de la Thatcher. Incluso hubo una
banda llamada Thatcher on Acid. Otros adoptaron una postura ideológica más ambigua,
pero en última instancia condenatoria de las maneras de la Thatcher.
Heaven 17 y Frankie Goes to Hollywood son
ejemplos de este tipo de bandas, agrupadas bajo la etiqueta new pop y con un
ideólogo: el crítico Paul Morley; pero hoy no nos detendremos en esta parte de
la historia. Desde una posición anarquista y una estética punk, Crass
ejercieron de incansable martillo de la dama de hierro. La mencionan en varias
canciones, en la orwelliana y paranoica Nineteen Eighty Bore o en la
explícita Gotcha.
Pero sobre todo, Crass ocupan un lugar destacado
porque fueron acusados de revelar una conversación privada de la Thatcher en la
que ésta daba detalles acerca de un ataque sorpresa e ilegal en la guerra de
las Malvinas. Una de las canciones escritas en contra de Margaret Thatcher más
recordadas es Shipbuilding. Escrita por Elvis Costello, su versión más
recordada es la que hizo Robert Wyatt. La canción fue editada en formato single
por Rough Trade, sello esencial en esta historia, pues implicó a muchos de los
grupos más interesantes de la época en una férrea defensa de los medios de
producción y distribución musicales independientes, y de una estética artesanal
inspiradas por la izquierda. Shipbuilding trata sobre la intervención
militar en las Malvinas, y lo hace desde el punto de vista obrero, denunciando
en un tono agrio el crecimiento de la industria bélica al tiempo que el
gobierno se desentendía del problema del desempleo que asolaba a la clase
obrera.
Billy Bragg nunca se cansó de hacer canciones
críticas con el Gobierno, como Waiting for the Great Leap Forwards o Thatcherites,
e incluso hoy en día nos sigue recordando que la situación actual no es tan
diferente. Los imprescindibles The Beat (los ingleses, no confundir con la
banda del mismo nombre liderada por Paul Collins) tienen una canción de título Stand
Down Margaret (retírate Margaret), y el celebérrimo Ghost Town de
The Specials describe en su letra y música el paisaje de una ciudad desolada
por el desempleo provocado por la apuesta por el capitalismo salvaje. Bandas de
2-Tone como éstas tienen un especial interés, pues celebraron el Reino Unido
como una nación multicultural en oposición al pánico antiinmigración promovido
por la Thatcher. Mientras, los Not Sensibles optaban por la, muy macarra,
burla directa con su I’m in Love With Margaret Thatcher (estoy enamorado
de Margaret Thatcher).
Hacia finales de la década se hace cada vez más
patente el agotamiento y el fracaso de la fórmula Thatcher, y Morrissey le
pregunta en Margaret on the Guillotine cuándo se morirá. Otro que
deseaba ver a Margaret bajo tierra era Elvis Costello en Tramp the Dirt
Down; incluso años después Hefner juraron que se reirán, cantarán y
bailarán el día que se muera. Mientras tanto, Richard Thompson recurre en
Mother Knows Best a imágenes sobrenaturales para resumir la huella del
tremebundo mandato de la Thatcher.
Finalmente, los restos del punk y el nacimiento
de la estética indie-pop británica con el C86 abrieron la veda de un gran
número de bandas de clase trabajadora y de izquierdas, algunas de las cuales
derivaron su estética, sonido y letras de su opción política. Es el caso de
McCarthy, uno de cuyos miembros sostiene que la política explica mejor el mundo
que la psicología.
McCarthy envolvían sus incendiarias letras en melodías
pop, y en más de una ocasión se refirieron directamente a la protagonista de
este artículo: In the Dark Times o And Tomorrow the Stock Exchange
Will Be The Human Race son dos buenos ejemplos del espíritu crítico de un
sector del pop independiente británico en los ‘80. Y es que todos ellos sabían
que uno de los incuestionables valores de la música es el de ser capaz de
capturar un sentimiento colectivo y transformar esa energía en una melodía o
una letra en las que nuestras inquietudes se vean representadas.
CRASS banda anarcopunk británica que hizo canciones memorables contra la Dama de Hierro.
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