Carlos Crespo Flores
2016
Estos días discurre el VI Congreso
Nacional de Sociología en nuestra ciudad; el tema del evento está dedicado al
pensamiento de René Zavaleta Mercado. Zavaleta, considerado no solo es el
sociólogo más famoso del país, sino también el "maestro pensador" del
llamado "proceso de cambio", su guía, inspirador, intelectual
orgánico.
Uno de los invitados es el
vicepresidente Álvaro García Linera, “zavaletista” convencido; su presencia ha
generado molestia en gran parte de la comunidad de sociólogos; cómo puede ser
invitado un personaje que utiliza la sociología (pues no es sociólogo) para
justificar intereses autoritarios, poco transparentes, nos preguntamos los del
gremio. Un “intelectual” que aprovechando su Poder persigue y criminaliza a
instituciones académicas e intelectuales que no piensan como él. Grave.
Vuelvo al punto. René Zavaleta Mercado era
marxista, con una fuerte carga nacionalista, y su comprensión del país tiene los
límites de su formación teórica y militancia política (MNR, MIR, PCB). Bolivia
sería una “semicolonia”, con independencia política formal pero sin soberanía,
sin autodeterminación (por lo demás considerado un ideal antes que una
práctica), con una clase dominante “señorial”, oligárquica, que no pudo o quiso
estructurarse como burguesía nacional. De esta manera, según Zavaleta, en
Bolivia lo que existiría es un “Estado aparente”, sin capacidad de mandar en
todo el territorio nacional ni a toda la población, una “república de pastores”
(su estigmatización de lo agrario es tema de otro análisis) y un Estado que no
es moderno.
Y cual su propuesta para salir de la
semicolonia y modernizar el país? Ninguna novedad, una combinación de Estado
fuerte e industrialización (léase extractivismo), la clásica y abundantemente
fracasada alternativa izquierdista, del cual solo ha emergido el campo de
concentración, dictaduras sangrientas, destrucción ecológica y mucho dolor.
Construir un Estado nación verdadero, “integral”, altamente centralizado, que
tenga control de todo el territorio nacional y su población, pero también de su
economía, basada en la industria pesada. De ahí su entusiasmo por la clase
obrera, particularmente minera, considerada la única que puede promover un
régimen socialista, que industrialice y modernice el país, “quemando las
etapas” de la penuria capitalista, en un verdadero acto “antimperialista”. Para
ello, la clase obrera debe tener el dominio, sea bajo la forma de “dictadura de
clase” como sostenía el “joven” Zavaleta, o “hegemonía”, concepto gramsciano
recuperado en su etapa “madura”.
Como todos los marxistas, para Zavaleta
el socialismo en Bolivia es un destino, es la única posibilidad de construir
una nación. Una verdadera causa final, una tendencia ineluctable. Una
teleología que la emparenta con el discurso judeo cristiano en sus forma más
milenaristas.
La utopía zavaletiana es la que esta
operacionalizando el gobierno de Evo Morales, la idea de un Estado fuerte con
industria pesada es también la apuesta teórica de García Linera. Pero, su
fracaso también es el fracaso de un “paradigma” dominante en Bolivia,
particularmente en las ciencias sociales, el marxismo, del cual René Zavaleta
Mercado es su estandarte. Esta combinación perversa de marxismo y nacionalismo
desarrollada por el sociólogo orureño, ha sido llevado hasta sus extremos por
el “gobierno de los movimientos sociales”, y de ahí no ha salido nada
emancipador, al contrario ha reproducido la división racializada del país, la
explotación inmisericorde de la naturaleza y sus servicios, la intolerancia y
el autoritarismo.
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