El corazón del anarquismo, para mí, no es un conjunto de compromisos teóricos como en el marxismo, sino un conjunto de preocupaciones éticas con la práctica.
En las circunstancias adecuadas, los seres humanos –y no se encuentran en las condiciones adecuadas- son capaces de comportarse mutualmente, cooperativamente, y basado en la confianza, si se los permite. Son los estados, leyes, burocracia y el resto que impide aquello.
El anarquismo se trata de una experiencia de responsabilidad, de infinita responsabilidad.
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