lunes, 19 de agosto de 2013

Peligrosas redes de afinidades y afectos



Por Vidas precarias

Estos días de verano, en los que muchas hacemos visitas a la familia no elegida, a la elegida, nos vamos de vacaciones con unas y con otras, me apetecía hacer referencia a estas cuestiones de las redes de afinidad, las manadas, las familias... y pincelar por encima su relación con la precariedad y el sistema social en el que (sobre)vivimos.

Unas más, otras menos, aquí nadie se salva de su familia nuclear de origen, en la cual crecimos y nos sociabilizamos, unas más, otras menos, opresivamente, en medio de relaciónes de parejas heterosexuales, cual aguanta-velas (vaya rollo). Para colmo, esos vínculos establecidos mediante una relación unidireccional de cuidado tendremos que aguantarlos de por vida, o de alguna manera gestionarlos, sin poder casi cuestionarlos o rechazarlos. Allí donde “la sangre”, o en su caso la ley de un estado o de un dios “legítimo”, parecen ser el sostén indispensable de las relaciones duraderas y con más valor.

¿Pero cuántas veces ésto es real? ¿Cuántas veces nuestra familia no-elegida (por nombrarla de alguna forma) es a la vez nuestra red de afinidad y apoyo, dónde te sientes reconocida, cuidada, no juzgada, dónde puedes compartir tus dudas y reflexiones, dónde se comparten los códigos, los lenguajes... y en definitiva te sientes “en familia” (curiosa expresión)? Pues como bien sabemos, muy pocas veces es así... A pesar de que de una forma hipócrita muchos, sobretodo las instituciones sociales, lo sigan presuponiendo. O más bien, lo que hacen es seguir reproduciendo ese modelo de familia que le interesa. ¿Se imaginan una excedencia para cuidar a un amigo? ¿O un traslado para vivir más cerca de tus amigas? ¿O pedir una hipoteca entre 10 personas muy afines?

¿Pero a la vez me pregunto cuántas personas, o cuántas veces, nos sentimos en ese tan necesario “en familia”? A pesar de lo indispensable que es sentirse en una red de afinidad para vivir, para vivir bien, sobre todo emocionalmente bien.

Desde luego, no hay psicólogo o psiquiatra que te pueda construir una red de amigas, cuando son precisamente estas redes las que hacen que no nos volvamos locas en este mar de precariedad, sin dinero, sin curro o con curros de mierda, sin casi inteligencia emocional, sin aire limpio... Cuando una red de afinidad es lo que más necesitas para ser creativa, mantener el ánimo, pensar más allá de la simple supervivencia, confiar en ti y no entrar en una gran depresión.

El otro día pensé: el mundo debería cambiar la industria de los anti-depresivos por centros de aprendizaje y refuerzo de inteligencia emocional, donde te enseñaran a cuidar(te) y generar una buena red de amigxs y amantes, de familia elegida... pero claro, eso sería muy peligroso para el sistema, como bien re-cita Javier Saez:

Como decía Foucault, lo que molesta al poder no son las relaciones homosexuales, sino la amistad. Es decir, la posibilidad de crear redes de amigas, apoyos, afectos, solidaridades, difíciles de localizar, que escapa al control social y que van más allá del modelo individualista o liberal: “pareja-amor-matrimonio”. [1]

Redes que te sostienen si en algún momento te caes, no solo en un el plano más emocional, sino que posibilitan respuestas colectivas a episodios individuales que provienen de problemas estructurales. El significado vital y político que Itziar Ziga le da a “la manada”, que podemos asimilar a lo que venimos llamando red de afinidades y afectos, es más que inspirador:

La manada es el grupo de supervivencia, lucha y placer que se autoconstruye y muta mil veces para hacer posible las vidas de sus perras, permanentemente amenazadas, ninguneadas, oprimidas. Es la familia soñada y encarnada. Por haber sido socializada como mujer, soy colectivista. No sobrevivo fuera del grupo. Aunque la manada debe siempre funcionar de forma flexible sabiendo que cada una es cada una. Y esto a veces es difícil. [2]

Por lo tanto, seguro que ya es fácil concluir que es realmente contradictorio esperar de la familia nuclear - y todo lo que se le parezca - algo de esa red utópica de apoyo y afinidades, esa manada. Para empezar tiene una estructura cerrada e inmutable, está llena de jerarquías, hay división sexual del trabajo, el trabajo de cuidados está desvalorado, la inteligencia emocional no se cultiva, te juzgarán, no podrás cuestionar casi nada, es un grupo pequeño y ocultará muchas violencias internas... etc, etc... ¿Qué os voy a contar yo...?

Así que para terminar, desearos a todas un buen y feliz verano en compañía de la familia elegida, la manada, la mejor red de afectos y afinidades con la que podáis sentiros una misma, con la que podáis afrontar la precariedad cotidiana.
 


9 agosto 2013


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