En la novela “Juan de la Rosa”, el herrero Alejo tiene una suerte de amor
platónico por Rosita la encajera, madre de Juanito. En un momento de pasión
inocente, le expresa:
—¡Qué hermosa eres, niña mía! Si quisieras hacerte retratar harían un
cuadro como el de tu Divina Pastora” (pp. 61). Efectivamente,
en una pared del cuarto de Juanito y su madre, había un cuadro al óleo “de la
Divina Pastora, sentada con manto azul entre dos cándidas ovejas, con el niño
Jesús en las rodillas”. Es probable fuera como el siguiente cuadro, del mismo
nombre, de estilo cuzqueño, Siglo XVIII
(ver la imagen). De hecho, detrás del cuadro había un secreto familiar
importante: “un cabo de cuerda de esparto como de una vara de
largo, de un color indefinible como de grasa y hollín, extraño objeto que él (Luis,
su amigo) miró con asombro y me pasó en seguida” (pp. 72). Era la cuerda con la
que ahorcaron a Alejo Calatayud, de quien Juanito era descendiente.
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