Principios de los 80’s, la UDP está en el gobierno, ideologías revolucionarias en alza en un país que se destruye con la hiperinflación y la incompetencia gubernamental. La juventud, en incertidumbre y en búsqueda de sensaciones. Como hoy. Es en ese contexto que se ubica la novela Muerta ciudad viva, del escritor cochabambino Claudio Ferrufino. De entrada, esta es una razón para leer la seductora novela: nos conecta con la Cochabamba de hoy, el país de hoy; sus continuidades y transformaciones, como ciudad y país. La racialización de nuestras relaciones sociales, la servidumbre voluntaria, la ideología del resentimiento, el Estado corrupto, aparecen en toda su violencia descarnada.
¿Que significa ser cochabambino? Leyendo la novela encontramos algunos tejidos para la respuesta. No es solo la sensibilidad con el entorno ambiental y construido, lo que leemos en los sentidos del héroe de la novela, sino también con la cultura valluna, urbana y rural, popular y de la élite. Por ello, cada historia de la novela es un recorrido por la ciudad de Cochabamba durante este periodo “democrático y popular”, y apreciarla demanda los cinco sentidos: olores, lugares (sendas, bordes, nodos, hitos, barrios y distritos), la Cancha y sus chicherías, la variada y multicolor gastronomía local, los cochabambinismos en el lenguaje, los juicios y prejuicios, ritos, usos y costumbres, durante este periodo. A pesar de su universalidad, en Muerta ciudad viva, Claudio nos habla desde su “ser” valluno.
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