Luce parece feliz al
evocar ese encuentro: fragmentos de su existencia, apasionantes pasajes de su
apasionante camino por la vida. La escucho a mi vez embelesado, tratando de no
perder ningún matiz de esa voz que parece llegar de lejos. Conocí Luce Fabbri a
través de sus escritos, durante una investigación sobre "Volontá",
la revista teórica de los anarquistas italianos. Trataba de profundizar en los
años de la fundación, y la sucesiva tentativa de relanzar el movimiento en
Italia. La Segunda Guerra Mundial había terminado hacía poco, y los anarquistas
volvían de las prisiones y del exilio, que durante más de 20 años los habían
mantenido lejos. También Luce pensó entonces en volver, "pero la
salud...". Un compañero que conocí en su casa, al comentar su primer
encuentro con ella sesenta años atrás, recordaba: "nos pareció
increíblemente culta y profunda, y comía como un pajarito. Estaba tan pálida
que daba la impresión de que no iba a estar mucho tiempo entre nosotros".
Sin embargo, el mes de julio, Luce cumplió 92 años.
Los escritos de
aquel tiempo impresionan por su forma resuelta y aguda, su determinación a
sustraerse de las categorías del inevitable lugar común, aún libertario. En las
largas tardes trascurridas con la cabeza gacha sobre la revista, buscaba el
hilo de Ariadna que me ayudara a escapar de las limitaciones de la
reconstrucción historiográfica. Trataba de extraer de aquellas voces del pasado
sugestiones para inventar futuros posibles. Y del futuro, y de la posibilidad
de despertar nuestras existencias soñolientas y saturadas, de ese tiempo lejano
deseaba hablar con Luce.
En realidad la
charla comenzó unos meses atrás en Milán, en la redacción de "A
Rivista anarchica". Encontré a Pablo Finzi, coordinador del
mensual, poco antes de salir hacia Brasil, y empecé a hablar con él,
desahogando sobre su imparable activismo la vena escéptica que me atormentaba: "Los
anarquistas me parecen demasiado apegados a su fascinante pasado", le
dije. "La vida, los nuevos fermentos, están en la calle; diferentes y
mutables, pero reales". Hablaba, y en mi hablar, insatisfacción y
dolor se hacían palabra. "De nada sirve catalogar lo que es, o mejor lo
que parece, ser 'libertario'. Los movimientos juveniles, por su naturaleza, son
imposibles de asimilar y son frecuentemente contradictorios. El Hip-hop es un
buen ejemplo: un crisol de pasiones y deseos que se transmutan cotidianamente
en arte callejero". Y bajo la mirada más inquieta de Pablo, arrojaba
la piedra: "Los anarquistas deberían dejar de lado un poco sus
maravillosas arquitecturas teóricas y ensuciarse más las manos…".
Pablo me aconsejó
reflexionar, precisar mi pensamiento y escribir sobre él. Pocos días después,
el polvo y los gritos de esta vital América Latina. El olor agrio de las
dictaduras de los años 70 y 80 detrás de los actuales compromisos de los
políticos de las renacidas democracias. Sin Tierra, Zapatistas y movimientos
indígenas, caras y palabras; un accionar a años luz del triste fideísmo de los
bolcheviques que esperaba encontrar. Me uní a los anarquistas uruguayos en la
Avenida de Montevideo: "¿Dónde están los desaparecidos?".
Y aún Luce: "Estoy
contenta porque lo que acontece confirma que nosotros teníamos razón. En
Uruguay, como en todos lados, la izquierda se ha acercado al poder, perdiendo
sus características originarias y asimilando aquello que quería combatir. Es
suficiente el olor del poder para corromper. Pienso en los revisionistas
anarquistas, como Machno con su Plataforma, orientados hacia la toma del poder
durante el brevísimo periodo necesario para cumplir… Nosotros no debemos
acercarnos al poder".
"Aún en la
gestión de cualquier estructura emerge un carisma, capacidades, lideres…".
"Lo importante
es sentir adentro que el poder no se quiere, de lo cual estoy segura en lo que
respecta a mí misma y a los compañeros que conozco; es cierto que pueden haber
compañeros más débiles...".
"¿Cuál es la
diferencia entre el poder y la autoridad reconocida al líder de un grupo?".
"Somos seres
humanos que no tienen una defensa, una coraza interior para protegerse de sus
pulsiones. Se trata de un proceso: pequeñas laceraciones y concesiones, algo
intangible. No suele pasar que de repente nos percibamos autoritarios: sos
seguro de vos, y como te sentís seguro, podés llegar a aceptar otra y otra
laceración. De esa manera te encuentras entrampado en un engranaje y empezás a
decirte: 'No es el momento: qué pasaría si pierdo ahora el poder …'. Y te
respondés: 'pues no, no lo voy a dejar". Así, paso a paso se difuminan los
ideales: creo que existe una gran diferencia entre el ejercicio de un gobierno
provisional y decir claramente 'no quiero el poder', aún a condición de sufrir
el de otro. Es preferible tener un pie ajeno en la cabeza, que poner el propio
sobre la cabeza de otro".
"¿Estabas
pensando acaso en la Revolución Española?".
"Sí, pensaba en
ella; y en Federica Montseny y su recorrido. Los anarquistas pasaron
teóricamente por el poder…".
"¡Pero, si
fueron ministros!".
"Sí fueron
ministros, pero no podían hacer mucho…".
"Quizá más en
Cataluña...".
"Sí, yo creo
que quien tuvo realmente el poder y lo ejerció fue Santillán. Santillán fue
muy, muy anarquista y llegó un momento en el cual en Cataluña los anarquistas
prevalecieron. La CNT era muy fuerte y Santillán era su representante. Pero el
gran golpe recibido por el anarquismo contemporáneo fue el Ministerio de los
Cuatro, y no fue tan grave la presencia de Federica al Ministerio de la
Sanidad, donde algo de bueno se pudo hacer. García Oliver tenía nada menos que
el de Justicia".
"Entonces, ¿los
anarquistas no deberían haber aceptado?".
"Estábamos en
guerra; ese fue un motivo muy fuerte. Franco estaba ganando, los compañeros
estaban atrapados en el sur; si las cosas no hubieran cambiado, pronto hubieran
sido obligados a concentrarse en Alicante, con la única perspectiva de intentar
embarcarse al exterior. Ellos se convencieron de que, para no perder la guerra,
era necesario actuar de aquella manera. Los jueces de la situación eran ellos,
y no los que se quedaron cómodamente en sus casas, pero sigo convencida de que
no hubieran debido aceptar".
"Me viene a la
mente una parábola de Gandhi sobre la necesidad de hacer compromisos con la
propia conciencia cuando se trata de evitar grandes males. Si en mi pueblo veo
el carnicero salir de su tienda amenazando con un gran cuchillo, deberé tratar
de pararlo. Y si él, fuera de sí, empieza a lastimar y matar a la gente, deberé
intentar pararlo, y para eso puede que sea necesario actuar con violencia. Este
punto de vista evidencia la esterilidad de los dogmatismos y el valor de la
acción. Una postura de coherencia absoluta puede conducir a la parálisis…".
"El ejemplo de
la votación me parece emblemático. La repugnancia al voto para los anarquistas
se convierte en un dogma de fe. Nosotros no queremos delegar nuestra soberanía,
la queremos ejercitar directamente, aunque a veces se pueda llegar a conseguir
algo con el voto. Lo importante es no presentarse como candidato; votar o no
votar, no veo que pueda influir.
"Sos una gran
herética…".
"Yo
generalmente no voto, pero una vez lo hice".
"Yo, en cambio
voto, cosa que horroriza a mis compañeros anarquistas, y voto en función del
mal menor".
"El rechazo al
voto es un prejuicio; creo que jamás hemos sido partidarios del mal menor: o
todo o nada. Pero suele ocurrir que cuando se quiere todo, no se obtiene
nada".
"En la historia
reciente del movimiento se me ocurre la tentativa de Masini en Italia, que se
propuso como candidato a las elecciones administrativas, lo que produjo
contraposiciones muy duras, y posturas que recuerdan a excomunicaciones. Otro
ejemplo es el de Cesare Zaccaria, por muchos años redactor de Volontá. En la
mitad de los años 50, se acercó al liberalismo del cual provenía. También en
ese caso se produjo una suerte de condena y luego Zaccaría fue definitivamente
borrado. ¿Qué piensas de esta dura postura en las confrontaciones de las
opciones que se alejan de los fundamentos del anarquismo, o que se desvían de
él?".
"Si alguien se
presenta como candidato y acepta un encargo institucional como anarquista, crea
confusión en la mente de la gente. Es necesario tomar una posición para
evitarlo y para que se vuelva a respetar el significado de las palabras. Pero
hace falta ver un poco mas allá; en la resistencia contra los nazis
acontecieron las cosas más extrañas. Bifolchi fue elegido alcalde de un pequeño
pueblo en el sur de Italia".
"También Ugo
Fedeli, quien fue exiliado en Uruguay en los años 30 y después expulsado, se
encontró en la mima situación".
"De Fedeli no
sabía. Pero fue un momento de extrema confusión -la guerra, los partisanos- lo
cual es parte de la historia del movimiento".
"Después de la
confusión resurgieron las corrientes. ¿Cómo viviste las infinitas diatribas
internas de aquel periodo?".
"Yo a los
individualistas nunca los entendí. No comprendo cómo pueden sostener una visión
del futuro sin considerar al hombre como un ser social. El hombre no puede
concebirse sin el lenguaje, que es de todos y nos vincula los unos a los otros.
El lenguaje es el sedimento de una sociedad, y nosotros somos la síntesis de
muchos esfuerzos colectivos".
"Una pregunta
un poco provocativa: la agresividad es fruto del miedo...".
"Y También de
las ganas de poder".
"Y también de
las ganas de poder; pero si se considera la historia del movimiento me
sorprende la vehemencia del conflicto entre las distintas facciones. ¿Si entre
ellos son y fueron tan agresivos, de qué tienen miedo los anarquistas?".
"Creo que este
es el argumento más fuerte en contra de la anarquía. 'Si nunca están de acuerdo
entre ustedes, ¿cómo van a poder hacer funcionar una sociedad sin autoridad? Es
difícil discutir reconociendo la buena fe del adversario, pero es la única
vía".
"Volvamos al
miedo de los anarquistas. Pienso en la "Adunata
dei refrattari", pero también en polémicas y tomas de posición
más recientes. ¿Cuántos compañeros mojaron la pluma en el veneno…?".
"Cuando aún se
hacía. Pero contestá vos, que dijiste que la agresividad es fruto del
miedo…".
"Tal vez el
deseo de imponerse sobre la opinión del otro, de sentirse más fuerte y seguro;
el problema es la autoestima…".
"No se dan
cuenta: apenas en las reuniones uno habla un poco mejor, consigue convencer
mejor, adquiere una posición, una tarea especial, y la defiende. No deja hablar
más a los otros, y también ésta es una forma de poder. Es inevitable, somos
todos personas, sometidos a nuestros instintos".
"Votaciones,
líderes, agresividad latente, miedo y deseo de poder son temas que encontraste
en tu trayectoria, y que caracterizan el presente. El pasado, como sostenían
ustedes en "Volontá", deja de tener sentido si no se vive como
estímulo para la acción y el cambio. Aparece entonces un tema fundamental: la
capacidad del anarquismo contemporáneo de recoger e interpretar fermentos y
señales concretos. ¿Para vos, los anarquistas saben todavía escuchar?".
"No sé si en el
nuestro campo se han evaluado suficientemente los cambios ocurridos en la
estructura social, y más concretamente los efectos de la venida a menos del
proletariado como clase mayoritaria y consciente de sí misma. Me pregunto si
nuestros métodos se habrán sabido adaptar realmente a una situación tan nueva.
No se puede hablar más de insurrección: se vuelve importante el pequeño paso,
la victoria circunstancial. Creo estar aún en deuda con "A Rivista"
por una respuesta a una entrevista que me hicieron hace mucho tiempo, en la que
me definí partidaria de las cooperativas. Estoy convencida de que el
cooperativismo, bien entendido, constituye un paso adelante. A pesar de que sea
un sistema corrompible y accesible a las deformaciones del mercado, se basa en
un principio fundamental: el de la solidariedad".
"¿Para vos, la
competencia es un anti valor?".
"En un régimen
capitalista es la raíz de la violencia: es un anti valor".
"¿Cómo evalúas
entonces el componente "experimentalista", que reconoce en la
competencia entre diferentes sujetos económicos como cooperativas, pequeñas
empresas y artesanos una condición de desarrollo social?".
"Mi padre era
experimentalista, y yo también. Una economía solidaria, así como una economía
capitalista, puede ser llevada a cabo de distintas formas. Pero sin embargo
cuando mi padre decía 'se experimentaran los varios sistemas' se refería al
ámbito socialista".
"El tema del
experimentalismo evoca a Camillo Berneri…" .
"Si la memoria
no me engaña, mi padre sostenía que Berneri estaba 'navegando en aguas
peligrosas', pero, en particular en los últimos tiempos, la idea de la
experimentación libre lo fascinaba".
"Para terminar,
un pensamiento sobre los años que nos esperan".
"Yo creo que la
frontera entre presente y pasado está representada por Hiroshima. Todo lo que
fue escrito antes debería ser revisado en función de la muerte atómica.
Alrededor de Los Álamos se produjo recientemente un incendio, lo cual me parece
una metáfora. El capitalismo, aunque ahora manifieste señales de crisis, es un
animal duro de morir, pero capaz de profundas mutaciones, las cuales en la era
de la globalización, van empeorando la situación de la gente. Los anarquistas
lograrán comprender el cambio que se está produciendo. Adecuando los
instrumentos al nuevo contexto, llegarán a una renovada concepción de la
revolución social, que podría situarse en una perspectiva cercana a la del
Movimiento Sin Tierra".
(18 de mayo de 2000.
Montevideo, Uruguay)
Massimo Annibale
Rossi Traducciòn: Massimo Annibale Rossi y Dìdac Sanchez Costa
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