Carlos Crespo Flores
Todos los frentes, t'ojpas y
autoridades universitarias de la UMSS, sean docentes o estudiantes, masistas, troskos o fachos, coinciden en una visión platonista de la autonomía: la
visualizan como un ideal, un fin al cual debemos llegar en algún momento de
nuestras vidas –o después-, que no existe en la realidad, por tanto, mientras llega ese momento, seguiremos
siendo esclavos, dependientes, o mantendremos una práctica individual e
institucional autoritaria, centralista y jerárquica. Lastimosamente es la
imagen dominante de la autonomía.
Grave distorsión. La autonomía tiene
por lo menos dos sentidos, por un lado es
una práctica; somos o no autónomos, y es en la vida cotidiana donde se
evidencia este carácter, no en la ideología teleológica. Por otro lado, la autonomía
es un método de organización, para una
institución o para uno mismo. En este caso la autonomía es el método para estructurar
la universidad pública; y ese es el desafío, cómo organizamos, hoy, el gobierno
universitario –ojo, no significa forma Estado- desde la autonomía, como
organizamos nuestras relaciones e interacciones, al interior, entre nosotros
como comunidad universitaria, y con otros actores sociales e institucionales
externos, incluyendo el Estado y el sector privado.
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