7 de junio 1843. El poeta loco Friedrich Holderlin muere. En su memoria, reproducimos su texto Sobre la ley de la libertad, publicado originalmente en el libro ENSAYOS, Friedrich Hölderlin (Hiperión, Madrid/1997).
Sobre la ley de la libertad
FRIEDRICH HÖLDERLIN
Por este estado natural de la imaginación, por esta ausencia de ley, entiendo la ausencia de ley moral; por esta ley, entiendo la ley de la libertad.
En aquella anarquía de las representaciones, donde la imaginación es
considerada teoréticamente, una unidad de lo múltiple, ordenación de las
percepciones, era ciertamente posible, pero contingente.
En este estado natural de la fantasía, donde es considerada en ligazón con la
facultad de apetecer, legalidad moral es ciertamente posible, pero contingente.
Hay una cara de
la facultad de apetecer empírica, la analogía de lo que se llama naturaleza, la
cual es chocante en el más alto grado, donde parece hermanarse la necesidad con
la libertad, lo condicionado con lo incondicionado, lo sensible con lo sagrado,
una inocencia natural, podría decirse una moralidad del instinto, y la fantasía
acorde con ello es celeste.
Pero este estado
natural depende como tal también de causas naturales.
Es una mera dicha estar así temperado.
Es una mera dicha estar así temperado.
Si no hubiese la
ley de la libertad, bajo la cual está la facultad de apetecer juntamente con la
fantasía, no habría jamás un estado firme que se igualase al que acaba de ser
citado; al menos no dependería de nosotros mantenerlo. Su contrario tendría
lugar igualmente, sin que pudiésemos impedirlo.
Pero la ley de la
libertad manda, sin ninguna consideración a los recursos de la
naturaleza. Sea o no favorable la naturaleza al cumplimiento de ella, ella
manda. Más bien presupone una resistencia de la naturaleza; de lo contrario no mandaría.
La primera vez que la ley de la libertad se expresa sobre nosotros, se muestra
castigando. El comienzo de toda nuestra virtud acontece a partir del mal. Por
lo tanto, la moralidad no puede jamás ser confiada a la naturaleza. Pues,
aunque la moralidad no dejase de ser moralidad tan pronto como los fundamentos
de determinación residiesen en la naturaleza y no en la libertad, la legalidad
que podría ser producida mediante mera naturaleza, sería una cosa muy insegura,
variable según el tiempo y circunstancias.
Fuente: Revista Contratiempo
Año IV N° 7 / Primavera - Verano 2004/05; http://www.revistacontratiempo.com.ar/holderlin.htm
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